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Capitulo 11.


—Ten cuidado al pisar, vamos... déjame ayudarte —gimió Jungkook con esfuerzo, mientras tiraba del brazo de Jimin, guiándolo hasta un lugar más seguro. Tras un último esfuerzo, lo colocó en una zona más plana y suspiró cansado—. Listo, ya llegaste. ¿Estás bien?.

El castaño asintió lentamente, recuperando el aliento mientras sacudía la tierra de su ropa con las manos. Su respiración aún era irregular, pero estaba bien.

—Sí, estoy bien —respondió, su voz rasposa y fatigada—. ¿Dónde estamos? —miró a su alrededor, confundido por el terreno rocoso y empinado que acababan de recorrer.

Jungkook sonrió, sus grandes ojos oscuros brillando con la misma emoción que lo había impulsado a traer a Jimin hasta allí.

—En el lugar con la mejor vista de todo Seúl —replicó, señalando hacia el horizonte.

Jimin giró en dirección al gesto del tatuado y, al ver lo que él admiraba, se quedó sin palabras. Ante él se extendía una vista impresionante de la ciudad, iluminada por las luces de los edificios que reflejaban la magia de la noche. Habían subido a la montaña Namsan, pero de una manera poco convencional, sin usar el teleférico que estaba cerrado, ni el acceso habitual que no se permitiría hasta el amanecer. En su lugar, Jungkook había elegido una ruta diferente, una que parecía conocer muy bien.

—Wow —exclamó Jimin, llevando una mano a la boca, maravillado—. Esto es... sorprendente. Jamás había estado aquí.

—Es uno de mis lugares favoritos —respondió, con un tono suave—. A veces vengo a pensar o, simplemente, a mirar... —sonrió, como si recordara momentos especiales—. También he venido con Jin hyung a tomar Soju, mientras gritamos maldiciones al aire y nos reímos sin parar.

Jimin se volvió hacia él, una sonrisa curiosa y divertida asomando en su rostro.

—Suena como una forma divertida de pasar el tiempo. Jamás he probado el Soju, aunque... —dudó por un momento, algo avergonzado—, mi asistente... —corrigió rápidamente—. Quiero decir, alguien me dijo que es una bebida que solo los indigentes con deudas toman para emborracharse.

Jungkook soltó una pequeña risa.

—Bueno, tal vez esa persona tenga algo de razón, pero ¿qué importa? Te hace reír un rato y no sabe tan mal. —se encogió de hombros, como si esa pequeña verdad no fuera nada que no pudiera disfrutar—. Es solo por diversión.

El castaño lo miró, algo intrigado.

—Suena a que tienes razón. Me gustaría probarlo alguna vez.

—Sabía que ibas a decir eso. —con un movimiento rápido, Jungkook tomó la mochila que llevaba colgada al hombro, la abrió con destreza y sacó una botella verde, junto con dos vasos pequeños. Y los agitó en sus manos—. Traje un poco. Y no te preocupes, no necesitas ser indigente para disfrutarlo.

El viento acariciaba suavemente sus rostros mientras sentados en el borde de la colina servían el Soju. Frente a ellos, las luces de la ciudad brillaban como un océano de estrellas, parpadeando en la lejanía. La luna, alta en el cielo, bañaba todo con una luz tenue que trazaba sus siluetas, apenas visibles en la oscuridad.

Jungkook inclinó la botella y sirvió el contenido en un pequeño vaso en las manos de Jimin con una sonrisa tranquila.

—Aquí tienes. Disfrútalo.

Jimin tomó el vaso y lo llevó a sus labios, dejando que el sabor lo sorprendiera. Una sonrisa ligera apareció en su rostro mientras asentía lentamente.

—Hmm... no está tan mal. Es diferente a lo que esperaba —admitió, manteniendo la mirada en el vaso.

Jungkook rió suavemente y miro hacia el horizonte iluminado.

—Te lo dije. A veces esto es todo lo que necesito: un buen vaso de Soju, una vista increíble y la mejor compañía. —bebió de su propio vaso.

El castaño levantó la mirada hacia él, luego hacia la ciudad, dejando escapar un suspiro relajado.

—Sí... es realmente increíble —murmuró, bajó la mirada hacia el vaso entre sus manos, girándolo ligeramente como si quisiera prolongar el momento. Luego, se atrevió a hablar, su voz más suave que nunca—. Es curioso cómo algo tan simple como esto puede sentirse tan especial... no recuerdo la última vez que me sentí tan en paz.

Jungkook lo observó en silencio, ladeando la cabeza mientras una pequeña sonrisa aparecía en sus labios. Finalmente, respondió, inclinándose ligeramente hacia él.

—Quizá no sea solo el lugar. Quizá sea la compañía la que lo hace especial.

El comentario hizo que Jimin lo mirara. Su corazón dio un vuelco al notar cómo la mirada del pelinegro parecía atravesarlo, como si estuviera viendo más allá de lo que él mismo mostraba.

—¿Siempre dices cosas así? —preguntó, intentando suavizar el momento con una broma, aunque su tono traicionaba lo que realmente sentía.

Jungkook rió entre dientes, encogiéndose de hombros.

—Solo cuando realmente lo siento.

El peso de esa frase quedó suspendido en el aire, haciendo que Jimin desviara la mirada por un momento, nervioso. Sin embargo, la calidez que sentía en el pecho lo impulsó a volver a hablar.

—Creo que tienes razón —continuo, atreviéndose a sostener la mirada de Jungkook—. Este momento... este lugar... no sería lo mismo sin ti.

Jeon parpadeó, sorprendido, pero la sonrisa que se formó en su rostro fue más suave, más genuina.

—Entonces, supongo que estamos de acuerdo.

—Es un poco irónico, ¿no? —murmuró—. Escapé de casa para encontrar algo de libertad, pero aquí estoy, en un lugar al que ni siquiera deberíamos haber entrado.

Jungkook lo miró con curiosidad, pero sin juzgar. En lugar de hablar, esperó a que continuara.

—Las personas a mi alrededor... siempre me controlaron, cada paso, cada decisión. Y yo necesitaba... —hizo una pausa, buscando las palabras correctas—. Necesitaba respirar, salir, ser yo mismo, aunque solo sea por una noche.

Jungkook asintió lentamente, su mirada suave pero llena de comprensión.

—¿Y encontraste este lugar? —quiso saber, mirándolo con ilusión.

Jimin dejó escapar una leve risita.

—Supongo que sí. Aunque técnicamente, no deberíamos estar aquí.

—Eso lo hace mejor —bromeó, sonriendo—. A veces, romper una pequeña regla es lo que hace que todo valga la pena.

Park lo miró, sorprendido por cómo siempre parecía saber exactamente qué decir para aliviar sus pensamientos.

—Tienes una forma muy extraña de hacerme sentir mejor —murmuró, aunque su sonrisa lo traicionó.

—Es un talento natural —respondió él con un guiño juguetón, pero luego su tono se suavizó—. Aunque, si te soy sincero, estoy feliz de que hayas escapado... porque eso te trajo aquí.

—Y jamás voy a arrepentirme si es que nos atrapan —ambos soltaron una risita llena de complicidad.

—¿Sabes? —continuó Jungkook, con una mezcla de timidez y valentía—. Nunca imaginé que este momento se sentiría tan... correcto.

Jimin lo miró, con un leve rubor coloreando sus mejillas, pero no apartó la mirada.

—Yo tampoco.

De pronto, el espacio entre ellos pareció reducirse, sus rostros comenzaron a acercarse, como si una fuerza invisible los empujara el uno hacia el otro. Jungkook alzó una mano, dudando por un segundo antes de llevarla con delicadeza al rostro de Jimin, sus dedos rozando suavemente su cálida mejilla.

Jimin cerró los ojos al sentir ese toque, su corazón latiendo con tanta fuerza que juró que Jungkook podía escucharlo. Y entonces, finalmente, sus labios se encontraron. Fue un beso tímido al principio, como si ambos temieran romper la magia del momento, pero poco a poco se volvió más seguro, más lleno de sentimiento.

Los labios de Jungkook eran cálidos y suaves, moviéndose con cuidado, como si quisiera grabar cada segundo en su memoria. Jimin respondió con la misma delicadeza, inclinándose un poco más hacia él, dejando que todo a su alrededor se desvaneciera. El mundo entero desapareció, y lo único que existía era el toque, la calidez, y la extraña y reconfortante certeza de que ese momento era perfecto.

Cuando finalmente se separaron, sus frentes quedaron juntas, sus respiraciones aún mezclándose mientras una sonrisa suave permanecía en sus rostros. Por unos instantes, el silencio habló por ellos, hasta que Jimin, con la voz un poco temblorosa, decidió romperlo.

—¿Puedo decirte un secreto?

Jungkook levantó ligeramente una ceja, intrigado, pero manteniendo la calidez en su mirada.

—Claro, dime.

El castaño tomó una profunda bocanada de aire antes de hablar, desviando por un momento la mirada hacia las luces de la ciudad.

—Tú eres el primer chico al que he besado. Mejor dicho... eres el primer chico en mi vida. —la confesión salió en un murmullo, y sus mejillas se encendieron de inmediato, reflejando su vergüenza.

Jungkook lo miró sorprendido al principio, pero su expresión pronto se transformó en una mezcla de ternura y admiración.

—¿O sea que nunca habías salido con nadie más? —preguntó con suavidad, como si no quisiera incomodarlo.

—Sí, así es... —admitió, sintiendo cómo el rubor en su rostro se intensificaba.

El tatuado inclinó la cabeza, evaluando la confesión por un momento antes de sonreír.

—¿Y por qué eso debería ser un secreto? Es lo más lindo que he escuchado. —soltó una pequeña risita, cargada de ternura, que hizo que Jimin lo mirara con algo de incredulidad.

—Porque... ¿cómo un chico de mi edad puede seguir soltero y sin experiencia? Es algo patético. —bajó la mirada, avergonzado, jugueteando nerviosamente con sus manos.

—No, claro que no —respondió el contrario con firmeza, mientras levantaba una mano y tomaba suavemente el mentón del menor, guiándolo para que lo mirara a los ojos nuevamente.

Sus miradas se encontraron, y Jimin se sintió atrapado por la calidez y la sinceridad en los ojos de Jungkook.

—Es especial —continuó, su voz baja pero segura—. Significa que estás esperando a alguien que realmente valga la pena. Y, si me permites decirlo, estoy muy feliz de que haya sido conmigo.

Las palabras de Jungkook calaron hondo en Jimin, quien sintió cómo una pequeña sonrisa se formaba en sus labios, a pesar de su vergüenza.

—¿De verdad crees eso? —preguntó en voz baja.

—Lo creo. —afirmó devolviéndole la sonrisa, sus ojos brillando con una honestidad que hacía imposible dudar de él—. ¿Te puedo decir un secreto también?

Jimin lo miró con curiosidad, ladeando ligeramente la cabeza.

—Sí, dímelo.

Jeon bajó la voz, como si estuviera a punto de compartir algo muy importante.

—Lo sabía.

—¿Qué? —preguntó Jimin, frunciendo el ceño con confusión.

—Lo sabía desde la primera vez que nos besamos. —replicó, disfrutando del momento antes de añadir con una sonrisa traviesa—. La forma en que mueves tus labios es muy inexperta, y lo supe desde ese instante.

Park abrió los ojos con sorpresa y su rostro enrojeció de inmediato.

—¿En serio? —balbuceó, llevando ambas manos a su rostro para cubrir su vergüenza—. ¡Cielos, qué vergüenza! Lo siento... mejoraré, lo prometo.

Jungkook soltó una carcajada, divertido por su reacción.

—Sé que lo harás —admitió, y con un aire exageradamente orgulloso, pasó una mano por su cabello—. Porque tienes al mejor maestro.

—¿Quién? —preguntó Jimin, levantando la mirada con curiosidad.

—Pues yo —respondió, apuntándose a sí mismo con total confianza.

—Tonto —replicó el castaño mientras lo golpeaba suavemente en el pecho.

Ambos rieron juntos, sintiéndose más cómodos y cercanos que nunca. La complicidad entre ellos creció aún más, y en ese lugar prohibido, bajo el cielo estrellado y las luces de la ciudad, parecía que nada más importaba.

[...]

—¿Y tienes más información sobre este muchacho? —preguntó la imponente y elegante señora Park, con una copa burbujeante de champán en mano. Su figura permanecía estoica frente a la enorme ventana de su despacho, observando la ciudad con la mirada perdida.

Lo siento, mi señora. Aún no tengo datos relevantes sobre este joven, pero trabajaré en ello esta noche. Mañana le enviaré un archivo con toda la información necesaria —respondió una voz del otro lado de la llamada, formal y eficiente.

—No hace falta. Volveremos a Seúl en breve. Entonces podremos discutir este asunto personalmente y encontrar una solución, si es que esto resulta problemático para mi hijo.

Como usted lo desee, mi señora.

La señora Park tomó un pequeño sorbo de su champán antes de volver a hablar, su tono frío y calculador.

—Y que Jimin no sepa nada de esto. Déjalo continuar con este... este —hizo una pausa, su mirada fija en la pantalla de su iPad, donde una foto de Jimin junto a Jungkook ocupaba toda la pantalla—. A nuestro regreso decidiremos qué hacer.

Entendido, mi señora. No se preocupe.

—Gracias por la información. Hasta pronto —colgó con elegancia, dejando el dispositivo sobre una mesa cercana. Luego giró su atención hacia su esposo, quien estaba sentado en su escritorio revisando unos documentos.

—Amore mio, dobbiamo tornare in Corea il prima possibile —dijo en un tono que mezclaba suavidad y urgencia, mientras se acercaba al hombre. (Mi amor, debemos regresar a Corea lo antes posible.)

El hombre levantó la vista de sus papeles, enarcando una ceja con evidente curiosidad.

—C'è un problema? —preguntó, dejando la pluma sobre el escritorio. (¿Hay algún problema?)

—Il nostro caro figlio è impazzito perché... frequenta... la spazzatura —respondió con un suspiro teatral, aunque su mirada destilaba burla y desdén. (Nuestro querido hijo se ha vuelto loco porque... frecuenta... la basura.)

El señor Fiore la miró por un momento, comprendiendo de inmediato el significado detrás de las palabras de su esposa. Ambos compartían la misma visión ruin y despota, una perspectiva que siempre los había mantenido alineados en sus decisiones.

—Capisco, torneremo allora. Devo salvare il mio erede —respondió él, con un tono casi indiferente mientras volvía a centrarse en sus documentos. (Lo entiendo, volveremos entonces. Tengo que salvar a mi heredero.)

La señora Park sonrió, satisfecha con la respuesta de su esposo. Ambos sabían que en su mundo, los sentimientos no tenían cabida. Todo, incluida la vida de su hijo, debía estar bajo su control. Y esta situación no sería la excepción.


lamento mucho la tardanza, debido a la época de fiestas no pude publicar, pero podré más esfuerzo de ahora en adelante🩷

gracias por todo su apoyo!💓

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