Capitulo 1.
—¡Lo hace muy bien, está casi allí! ¡Puje! —gritó la enfermera, mientras que con una sonrisa amable, aunque levemente preocupada, sostenía la mano de Jimin mientras él jadeaba y se esforzaba por pujar. El médico, con una expresión concentrada, guiaba el parto con agilidad.
—¡Una vez más, puedo ver la cabeza! —aviso, su respiración tan acelerada como la de todos en aquella habitación de hospital.
El rostro del joven estaba cubierto de sudor y su cuerpo temblaba de agotamiento, pero su mirada estaba llena de determinación, ansioso por ver nacer a su hijo. La enfermera le apretó la mano mientras él apretaba los labios y volvía a pujar. Su respiración era irregular y su cuerpo se arqueaba hacia adelante, empujando con todas sus fuerzas.
—¡Vamos, señor Park! ¡Ya está por venir! —exclamó la enfermera, dándole más ánimos—. Este es el último esfuerzo, usted puede hacerlo ¡Puje!.
El joven asintió con la cabeza, apretó los dientes y se preparó para el último esfuerzo. Su cuerpo se tensó y su respiración se detuvo por un momento, mientras que él pujaba.
—¡Ahhh! —un grito desgarró su garganta, utilizó las últimas fuerzas que le quedaban. Su respiración estaba irregular, su cuerpo débil y sudoroso, cansado, pero todo valió la pena pues...
De repente, un llanto débil pero insistente llenó la habitación. El médico sonrió y levantó al bebé en sus brazos, mostrándolo.
—¡Es una niña! —exclamó, mientras que Jimin se desplomaba hacia atrás, exhausto pero sonriendo. La enfermera se acercó y tomó la recién nacida en una manta, después de que cortaran el cordón umbilical.
—Mi bebé, quiero ver a mi bebé... —estiró las manos débilmente, la enfermera quiso dárselo pero justo antes su madre, quien siempre estuvo a un lado observando todo, se acercó y le ordenó retirarse junto al bebé—. ¿Qué? ¿¡A dónde van con mi bebé!? ¡Denme a mi bebé! —exclamó asustado.
Su madre se acercó a él y se sentó en el borde de la camilla para comenzar a limpiarle con un pañuelo la frente llena de sudor.
—Jimin, cariño, acabas de dar a luz, debes relajarte.
—Madre... ¿a dónde llevan a mi bebé? Quiero cargarla. —pidió, con una voz llena de ansiedad.
—No te preocupes por la bebé, está en buenas manos. La enfermera la llevará a la sala de neonatología para que la revisen y la pesen. —contestó—. Tú debes recuperarte, es importante que recuperes tus fuerzas para mañana.
Jimin frunció levemente el ceño, confundido—. ¿De qué estás hablando? —preguntó.
—Hemos conseguido al hombre con el que te casarás y el que será el padre de tu hija. —mencionó, con una sonrisa que él no encontró nada reconfortante—. ¿No te parece maravilloso? La bebé necesita sentir el calor de un padre al nacer, es maravilloso que hayamos encontrado un prospecto ideal a tiempo.
El rostro de Jimin fue de total sorpresa y miedo.
—¿Qué? ¡No! —exclamó, tratando de sentarse en la cama—. Ni siquiera he tenido oportunidad de cargar yo mismo a mi propia hija ¡no dejaré que nadie más lo haga! Mucho menos un hombre que ni siquiera es su padre ¡no lo permitiré! ¡Denme a mi bebé! —vociferó, tratando de levantarse de la cama.
Las enfermeras trataron de retenerlo, pero Jimin se resistió.
—¡Suéltenme! —gritó.
Su madre se alejó de él y se acercó al doctor para susurrarle al oído—. Al parecer el señor Park necesita relajarse, aplíquele un sedante, no quiero sorpresas ¿entendió? —ordenó, con una voz firme y autoritaria.
El hombre simplemente hizo una reverencia con la cabeza, su rostro pasivo y obediente. Luego, se volvió hacia la enfermera que estaba parada junto a la puerta y le dio una serie de instrucciones en voz baja. La enfermera asintió con la cabeza, hizo lo que se le indicó y luego se acercó a Jimin con una jeringa en la mano.
Jimin, que había estado luchando contra las enfermeras que lo retenían, se detuvo de repente al ver la jeringa. Su mirada se fijó en la aguja y su corazón comenzó a latir con rapidez.
—¿Qué, qué es eso? —preguntó, tratando de retroceder, pero las enfermeras lo sujetaron con fuerza sobre la camilla.
La mujer que sostenía la jeringa sonrió de manera tranquilizadora.
—Es solo un sedante, señor Park. Lo ayudará a relajarse, por favor no se mueva. —respondió, acercándose a él.
—¡No! ¡Aléjate de mi! ¡Déjenme ir! ¡No!
El timbre sonó con un tono resonante, avisando el final de las clases. La facultad de ciencias económicas estaba teniendo su última clase de Microeconomía, una de las asignaturas más desafiantes del semestre. El profesor, un hombre de mediana edad con gafas y un traje impecable, terminó de dar las últimas instrucciones y finalmente los jóvenes fueron liberados.
—Bueno, eso es todo para hoy —anunció el profesor, sonriendo—. Recuerden que la próxima clase será sobre la teoría de la demanda. Estúdienla bien, porque habrá un examen sorpresa.
Los estudiantes se levantaron de sus asientos, estiraron sus brazos y se desperezaron, después de haber pasado horas sentados en el aula. Algunos se apresuraron a recoger sus cosas y salir del auditorio, mientras que otros se quedaron charlando sobre el fin de semana.
—No puedo, habrá una reunión muy importante en mi casa y debo estar allí, lo siento chicos, tal vez otro día. —excusó Jimin mientras se colocaba su mochila en el hombro, con una mueca que revelaba su pena.
—No te preocupes —respondió uno de sus mejores amigos, Hoseok, su voz era cálida y reconfortante, y su sonrisa radiante como el Sol intentaba tranquilizar a Jimin—. Vagamente lo sabíamos ¿verdad? —puso su brazo sobre los hombros del otro a su lado.
—Si, cada fin de semana tienes asuntos muy importantes y altamente confidenciales que atender con los hombres de negro —bufoneó Taehyung, riendo y sacudiendo la cabeza. Su sonrisa cuadrada era amplia y contagiosa, y los demás no pudieron evitar reír junto con él.
—No son los hombres de negro, tontos —rio, mientras salían del auditorio y se dirigían hacia el pasillo—. Son asuntos de la empresa con accionistas y todo eso. Saben que tengo que estar allí, algún día heredaré esa empresa y tengo que estar preparado.
—Bueno, esperemos que al menos nos toque un treinta porciento de esa herencia, nos lo merecemos por soportar tanto abandono de tu parte —chistó Hoseok, haciendo un puchero, y el grupo se carcajeó mientras salían del campus.
—Vamos por un café, yo invito, y eso será lo único que obtendrán —dijo Jimin, sonriendo—. No esperen que les deje heredar mi fortuna, no soy tan generoso.
[...]
—Y dime Jeon... Jungkook —comenzó el hombre robusto, mirando primero la solicitud de empleo sobre su escritorio y luego al joven dueño de esta frente a él, con un rostro serio y una mirada penetrante—. ¿Por qué quieres este empleo?
El susodicho se tomó su tiempo para pensar, su mirada se desvió hacia el techo y luego volvió a bajar hacia el hombre
—Uhmmm... dinero —respondió finalmente, con una voz un poco vacilante.
El hombre se sorprendió un poco por la respuesta directa y sin rodeos del chico.
—¿Eso es todo? —preguntó, su voz un poco más alta y con un tono de incredulidad—. ¿No tienes ninguna otra razón para querer trabajar aquí?
El joven de cabello negro se encogió de hombros, su mirada se mantuvo firme y sin disculpas.
—No —volvió a decir con simpleza—. Solo necesito el dinero.
—¿Alguna vez has preparado algo de lo que se vende en este establecimiento? —preguntó, tomando algunas notas en una libreta. Su mirada se mantuvo firme y atenta, como si estuviera buscando cualquier señal de debilidad o falta de sinceridad en la respuesta del chico.
—No en realidad, pero soy bueno haciendo otras cosas —sonrió de forma pícara, intentando romper el hielo y crear un ambiente más relajado—. Ya sabe, usted entiende ¿verdad? Somos adultos —rio, intentando mantener la broma en marcha. Pero el hombre no sonrío, no se rio, ni siquiera parpadeó. Simplemente siguió mirando al menor con una expresión seria y profesional.
Jungkook se sintió un poco incómodo bajo la mirada intensa del hombre. Dejó la broma y carraspeó, intentando volver a una seriedad incómoda.
—Lo siento —repuso, intentando sonar más serio y profesional—. En el letrero decía que nos dan una pequeña capacitación, y si, se hacer algunas de las cosas que venden aquí, lo más sencillo claro, tampoco soy barista, aunque soy ágil con las manos —movió sus dedos anular y el del medio juntos en círculos, volviendo a bromear.
Pero el hombre frente a él seguía serio, sin mostrar ninguna señal de humor o diversión. Jungkook se dio cuenta de que de nuevo su broma no había tenido el efecto deseado, así que paró y se mantuvo en silencio.
El mayor lo miró durante un momento, como si estuviera evaluándolo. Luego, masculló algo entre dientes y se levantó de su asiento.
—Tienes suerte de tener ese rostro muchachito —mencionó, su voz un poco más baja y seria—. Las otras cafeterías se volvieron más famosas debido a que tienen como barista chicos guapos y con esa pinta rebelde como la tuya, y yo no iba a quedarme atrás. El empleo es tuyo —se acercó a un locker.
—¿En serio? —Jungkook se sorprendió, mirándose la ropa con una expresión de incredulidad—. Vaya, jamás creí que todo esto me ayudaría, normalmente me perjudica.
—Toma —le entrego un delantal color café con el logo del establecimiento—. Comienzas hoy. Regresa a las cuatro, ve a tu casa y ponte una camisa blanca y unos pantalones negros, ese es el uniforme.
Jungkook asintió con la cabeza, todavía un poco sorprendido por la rapidez con la que había conseguido el empleo.
—Entendido —tomó el delantal y lo miró con curiosidad—. ¿Qué debo hacer exactamente cuando regrese? ¿Esto se pone solo en la cadera? ¿Es para mujer?.
—No, señor Jeon, no es para mujer, se lo puede colocar como prefiera. —le lanzó una mirada severa, bastante cansado—. Y atenderá la caja hasta que aprenda cómo se sirve un café, ahora salga de mi oficia y vaya a cambiarse —ordenó.
—S-Si señor, gracias —hizo una reverencia y después de algunos pasos torpes salió de la habitación.
[...]
—La caja registradora es muy fácil de usar, solo debes introducir el monto de la venta, seleccionar el tipo de pago y darle al cliente su cambio —explicó un chico de tez pálida, cabello color menta y un rostro serio. Su voz era clara y concisa, su mirada era intensa y enfocada en la tarea que tenía entre manos.
La placa en su delantal decía "Min Yoongi" en letras negritas, y Jungkook no pudo evitar sentir una ligera impresión por la seriedad y la profesionalidad que emanaba de él.
—Ajá...
—Ahora, en cuanto a tomar las órdenes de los clientes, es muy importante ser amable y atento. Debes preguntarle al cliente qué desea pedir, y luego repetir su pedido para asegurarte de que lo has entendido correctamente. —le mostró cómo tomar un pedido, y Jungkook lo imitó, intentando practicar sus habilidades.
—Ah sí, ya entendí —respondió sonriéndole levemente, ocultado lo confundido que estaba—. Oye ¿yo también tengo que utilizar esa cosa en la cabeza? —apuntó la boina que el chico utilizaba sobre su cabello, su mirada llena de curiosidad.
—No, no es necesario, a mi me gusta por eso me la pongo. —respondió con la misma seriedad en su rostro y pesadez en su voz—. Ahora que ya entendiste todo, ponte a trabajar.
—Oye ¿y cuando me van a dar una como la tuya? —ahora señaló la placa con su nombre en el delantal—. ¿Los clientes te puede llamar por tu nombre? Eso puede ayudar coquetear un poco ¿no? ¿Cuántos haz conquistado trabajando aquí? —quiso saber.
Yoongi suspiró y al mismo tiempo giró los ojos, como si estuviera exasperado por la falta de seriedad del novato.
—Deja de hacer preguntas estúpidas y ponte a trabajar, tenemos clientes —ordenó, su voz ligeramente irritada. Alzó con pereza su dedo señalado la puerta. Luego, dio la vuelta y se dirigió hacia su zona de trabajo en las cafeteras.
Jungkook resopló, sacudiendo la cabeza en un gesto de frustración.
—Bah, ¿por qué todos son tan jodidamente aburridos aquí? —su voz baja y murmurante. Se miró alrededor, observando la cafetería y a los clientes que estaban sentados en las mesas, bebiendo sus cafés y conversando animadamente—. ¿Será muy tarde para renunciar? —se preguntó, su mirada vagando hacia la puerta, como si estuviera considerando la posibilidad de escapar de allí.
Pero entonces, la campana de la puerta tintineó, avisando la llegada de nuevos clientes.
Tres siluetas traspasaron la puerta, y uno de ellos llamó la atención de Jungkook de manera instantánea.
—Wow —suspiró, su voz baja y admirada. Su mirada se quedó fija en el joven que acababa de entrar, y su rostro se iluminó con una sonrisa de admiración.
El chico era sonriente, pequeño y hermoso, con una tez blanquecina que parecía radiar una luz suave y cálida. Su cabello castaño estaba peinado de manera perfecta, y sus ojos color marrón que brillaban con una luz interna combinaba perfectamente con el otoño que se reflejaba en la calle.
La aura que rodeaba al joven era especial, como si estuviera rodeado de una luz hermosa y cálida que atraía a todos los que lo rodeaban. Sus ropas sofisticadas y la mochila en su hombro le decían que era un universitario, y Jungkook no pudo evitar sentir una punzada de deseo instantáneo.
—¿Quien... es él?
Bienvenidos a esta nueva aventura, espero logre llenar a sus expectativas y esperen cada capítulo con ansias.
Sin más, lindas energías y mucho amor
🩷
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