Capítulo IV: Explicaciones
Las dos personas restantes de la casa no se habían percatado de todo el escenario vivido, presenciado y testificado por el de hebras de cabello rubio cenizo, se hallaban demasiado concentradas en la tarea que estaban realizando, eso sumado a que la música que todavía tenían puesta las transportaba a una dimensión desconocida mientras desempolvaban un reproductor de cds y lo ubicaban en la habitación principal a petición de Yvonne.
Pasado largo rato, las chicas habían conseguido dejar todo el primer piso impoluto, lograron pulir los pisos de todas las habitaciones y habían podido extender las alfombras de manera exitosa y eficaz, solo les quedaba la alfombra de una de las alcobas, por lo que se pusieron con ello. En eso, Adaira dio un traspié con uno de los pliegues de la alfombra, generando que terminara afincándose de la mesa de noche donde descansaba una lámpara y tanto Ady como el objeto en cuestión cayeron fuertemente en el lado de la habitación donde todavía no habían llegado a desplegar parte de ese felpudo, así que la peliazul se llevó la mayor parte del golpe mientras que por su parte, la lamparilla se estampó contra el suelo, rompiéndose en pedazos. Adaira se quejaba desde el suelo hasta que Vonne cruzó al otro lado del cuarto para acudir a su rescate con semblante preocupado.
—¡Ady! ¿Estás bien, qué te pasó? ¿Qué te duele? —interrogó rápidamente.
—S-Sobreviviré, solo me tropecé con un pliegue de la alfombra, me apoyé de la mesita pero no contaba con que se iba a caer y romper la lámpara, perdóname, sé que era un artículo raro de hallar y ahora está roto —se agarró la cabeza.
—¡Olvida la lámpara, se compra otra distinta! Me importa si te lastimaste tú.
—Solamente me golpeé en la pierna y un poco en esta mano.
Le enseñó ambas zonas mencionadas, en una de estas se dejaba ver un gran corte sangrante, en la otra asomaba un moretón con coloraciones moradas y ligeramente azuladas, Yvonne ante la vista de esto abrió grandes sus orbes grises, dándole a la ojimiel una mirada que gritaba consternación y sorpresa en su máximo esplendor.
—¿Pero tan mal te caíste? ¿Cómo se te hizo el corte tan profundo?
—No lo sé... tal vez algún pedazo de la lámpara tuvo algo que ver —sugirió la morena.
—¿La lámpara se rompió en tu mano o apoyaste la misma en el suelo donde estaban los fragmentos?
—Creo que sí pero no tengo idea realmente, todo pasó muy rápido.
La pelirroja se agachó a observar los trozos, tomó uno de estos entre sus manos, el mismo contaba con una punta afilada y en su filo se podían apreciar algunos restos de sangre la cual aún goteaba un poco pero ya se había casi secado cuando Schmidt tocó ese borde con la yema de su dedo, a continuación se lo enseñó a Dunn, que quedó igual o más sorprendida que la misma Yvonne viendo las heridas de Adaira.
—Ya vimos con qué te cortaste, ahora, el golpe en la pierna no se me ocurre cómo te lo pudiste haber hecho, el punto es que me vas a dejar curarte eso antes de irte.
Eso lo sentenció con tono de advertencia en su voz, lo que provocó que la otra girara los ojos, Yvonne no cambiaba más.
—Pero yo estoy b...
—Ni se te ocurra completar esa oración —la interrumpió y siguió —, ahora mismo recojo esto, termino de desplegar la alfombra y te atiendo la mano junto a la pierna, no creas que te vas a salvar ni que te me vas a escapar.
La señaló con su dedo índice acompañado de una mirada inquisidora dirigida hacia sus ojos, donde en aquel encuentro de miradas chocó la miel con el plomo y la tormenta por cortos segundos hasta que Adaira bajó la suya en un aire cargado de resignación y rendición, pues sabía bien que Yvonne no daría el brazo a torcer y prefería evitar discusiones por cosas tontas. A continuación, la ojigris agarró una bolsa de nylon ante la vista de la peliazul y comenzó a echar las partes cortantes de una en una, la parte que había sufrido daños era la exterior, pues extrañamente la bombilla había salido impune de ese accidente, por lo que la dejó encima de la mesilla y echó los cinco pedazos en la bolsa, luego frotó el suelo con una esponja donde se encontraban un par de gotas de líquido rojo y al final acabó de desenrollar la alfombra.
—Vamos, ¿puedes moverte?
Aquella sencilla pregunta hizo reír a la morena levemente y seguidamente asintió de forma simple con su cabeza volviendo a rodar sus ojos en el acto.
—Schmidt, estamos hablando de un moretón y un corte en la mano, no de una fractura, bájale un poco a tu intensidad, ¿no? —masculló un tanto relajada en sus facciones.
Ahora fue el turno de Yvonne de rodear los ojos, para eso mejor ni se preocupaba, ¿cierto?, pero qué le hacía, siempre había sido dedicada y decidida a brindar ayuda y era una persona obstinada algunas veces, liberó un suspiro y la miró de vuelta.
—¿Para qué me preocupo entonces? —Se cruzó de brazos arrancándole otra risa a su acompañante —, ¿de qué te ríes? Yo hablo muy en serio.
—Que te ves muy tierna en ese plan —contestó chistosa.
—Camina hacia mi habitación, anda —refunfuñó ella.
Adaira atravesó el cuarto y caminó frente a ella mientras se reía un poco más fuerte e Yvonne la seguía muy de cerca, aguantándose una vez más las ganas de reírse junto a ella hasta que entraron a la habitación de esta última, la morena se sentó en la orilla de la cama y la pelirroja iba en busca del botiquín de primeros auxilios al baño. Cuando encontró lo que estaba buscando, extrajo la pequeña maleta de la segunda gaveta de la estantería del baño y se aproximó a la chica restante.
—Bien, aquí está, trae acá esa mano —pidió agarrando la misma.
Ady con una simple mirada le pasó su mano, la cual Yvonne desinfectó limpió con agua oxigenada y luego algo de alcohol y colocó una venda en ese corte de gran dimensión, por el otro lado, al moretón en su pierna le puso una pomada y se lo masajeó por cortos segundos, cuando terminó todo, devolvió la maleta a su debido sitio.
Pasado ese suceso, dieron por terminada la organización del primer piso y el ático por ese día y estaban satisfechas a pesar del accidente vivido, para cuando se fueron a dar cuenta ya era de noche y Mauro igualmente hubo acabado con el sistema de riego e iluminación del jardín y los patios. Lo cierto era que ahora el callado era Velmondo mientras cenaban algo veloz y liviano, él tampoco podía quitarse de la cabeza lo que había presenciado y se dedicaba a nadar y viajar en sus propios pensamientos a la vez que daba tragos al vaso de gaseosa que Vonne le había servido. A ella le resultó un comportamiento un tanto inhabitual en él ya que desde que lo conocía, este tendía a ser bastante parlanchín, a diferencia de la presente ocasión en la que se hallaba pensativo, callado y algo retraído, todo lo contrario al término "parlanchín".
—¿Cariño? ¿Pasa algo?
Apoyó la palma de su mano en el hombro de su pareja, lo que provocó que el aludido se sobresaltara y se sacudiera la mano de Yvonne del menudo y delgado hombro. Luego volteó en dirección a la chica con expresión atemorizada, al darse cuenta de quién era la que estaba frente a él, relajó su expresión e intentó aparentar normalidad, pero la chica se había dado cuenta del miedo marcado en sus ojos, nada más le quedaba saber y entender el motivo.
—No te vi ahí, hon, disculpa, estaba disperso —esbozó una sonrisa pero esta no llegó a sus ojos.
—Ahora el que está muy silencioso eres tú, ¿puedo saber qué sucede? —Quiso preguntar.
Rascándose la parte trasera del cuello con nerviosismo y tal como ella había hecho la mañana de ese mismo día, ahora eran los ojos azules los que intentaban escapar de la mirada gris y en ese momento intranquila de su esposa. Pero los orbes azules en su vago intento de huida del campo de visión de los orbes grises, repararon en la mano vendada de la peliazul y se abrieron con clara estupefacción.
—Veo que acontecieron cosas por todos lados.
Esto más bien lo murmuró Mauro por lo bajo pero Vonne fue capaz de escucharlo perfectamente.
—Treasure, explícate, que no estoy entendiendo nada de nada, estoy perdida.
Sus cejas casi se tocaron cuando arrugó el entrecejo en una mueca de pura extrañeza, esperando como él una explicación lógica al respecto.
—Nada, que ya me estoy colocando paranoico y acabamos de llegar, me tomarás por loco, ya lo veo —negó suspirando.
—¿Por qué dices eso? ¿Te sucedió algo también? —Agregó al final.
—¿Cómo que "también", ¿tú a qué te refieres, Yvonne?
Él casi nunca nombraba a su esposa por su nombre de pila completo, solamente cuando se sentía perdido, molesto o preocupado por alguna cosa, claro que ella no estaba siendo capaz de distinguir en ese preciso instante, cuál de las tres opciones era la más viable, así que, con la liberación de un largo suspiro, optó por que empezaran a relatar los sucesos de la noche anterior junto a los hechos del presente día.
Los tres se movieron de la cocina y se ubicaron cómodos en los sillones y el sofá del gran salón; la primera que habló fue Adaira. Empezó contando que el día anterior las campanadas del reloj las habían escuchado tanto ella como Yvonne pero explicó que ella se acercó al aparato viendo que estaba atrasado por cinco minutos y expresó que este detalle le pareció curioso y lo quiso examinar a detalle, pero también agregó que al mirar la hora en su teléfono móvil observó que se cambiaba por sí sola, Mauro con este pequeño relato la miraba algo sorprendido pero dejó que siguiera, no sin antes hacerle un par de preguntas.
—¿Qué te ocurrió hoy? ¿Estás mejor ahora?
—Sí, me tropecé con la alfombra y al apoyarme de la mesilla se cayó la lámpara que al romperse, uno de los pedazos me cortó en la mano y me di un golpe en la pierna pero Vonne ya me trató y me sí, estoy mejor, gracias por preocuparte, Mau.
Elevó su comisura en una sonrisa algo cálida, él atinó solamente a palmear su espalda de modo calmado para luego girar su cabeza hacia su pareja.
—Bien... bueno, supongo que ahora es tu turno, hon.
La animó con un dejo de sonrisa que, una vez más, no llegó hasta sus ojos pero eso sí, le prestó su total atención y apoyó la palma de su mano en el dorso de la suya apoyada en el brazo del sofá.
—A mí solo me sucedió una cosa pero lo atribuí sencillamente a la sugestión y al cansancio que tuvimos ayer igualmente —explicó antes de continuar dicha explicación diciendo —: cuando Ady dijo lo de la hora cambiándose sola, caminé hasta el espejo del pasillo, por alguna razón observé mi reflejo en este y por solo un segundo noté que mis ojos estaban inyectados en negro, sin embargo al tropezarme también y parpadear repetidamente todo volvió a su típica normalidad y le pregunté a Ady si quería quedarse a dormir.
—No deja de resultar extraño pero como bien dices pudo haber sido fácilmente una sugestión y lo de Adaira también.
—Por como tienes la expresión de tu rostro ahora mismo diría que con lo tuyo deseas pensar como pienso yo pero a la vez dejas abierta la posibilidad de que no sea una manía al igual que hace Ady, ahorita si no te molesta podrías explicar tú lo que te sucedió.
Aquello más que una pregunta, era casi una exigencia camuflada de sugerencia, Yvonne odiaba quedarse con la duda de cualquier cosa, especialmente si esta se trataba de Mauro, su Mauro. Deseaba comprender cualquier hecho que lo involucrara a él con el pensamiento de intentar ayudarlo de alguna forma.
Antes de que el chico hablara, se lo vio pasando saliva un poco seco y aclarándose la garganta (que la sentía medio rasposa, si tenía que definir la sensación) y se dispuso a narrar desde la madrugada que despertó con la tonada del reloj, cuando vio en su celular que faltaban cinco minutos para las cinco am y luego se percató de que su reloj de muñeca tampoco estaba cooperando.
—Entonces lo vi y se había detenido a cinco para las cinco pero dije que le cambiaría la batería y ayer estaba todo normal. Aunque sí debo decir que al volver a dormirme tuve unos sueños extraños donde salían sombras escarlatas pero no tenían formas definidas, no sé cuánto me duraron pero después volvió todo a la normalidad en teoría... —hizo una pausa y siguió.
»Pasando al hoy, organicé todo lo de los jardines, la siembra, los patios y luego entré a tomar agua, lo cual cuando lo hice empecé a oír el timbrazo que ya sabemos y no sé por qué sentía la cabeza pesada, igualmente sentí que mis pies se movían solos y no los podía controlar, intenté gritar cualquier cosa pero la voz no me salía y cuando me detuve lo hice frente al reloj. Vi salir sombras de manos de ahí, mas cuando pasaron dos minutos a lo mucho desperté con la cabeza contra la mesa de la cocina, como si me fuera quedado dormido, yo quiero creer que simplemente fue una especie de pesadilla muy lúcida pero estoy seguro que yo entré a la casa en busca de ese vaso de agua —concluyó.
Ahora era el turno de Yvonne y Adaira de dejar caer sus maxilares inferiores hasta el suelo por el asombro, también se podían notar algo asustadas y quizá por primera vez, ninguna de las dos supo realmente qué decir ante tal revelación.
—Tú... como conocedor de e-estas cosas, ¿qué opinión objetiva y lógica puedes dar de todo esto? —la primera en salir de su estado de estupefacción fue la morena de ondulaciones azules.
—Que a lo mejor seguimos nerviosos por recién haber llegado a esta casa, tal vez el reloj esté averiado y nuestras mentes nos están jugando muchas malas pasadas, puede que no hayamos descansado correctamente y estamos llenos de tensión o algo por el estilo y necesitamos adaptarnos a los nuevos cambios.
Tanto Velmondo como Schmidt se negaban a siquiera pensar la posibilidad de que algo extraño estuviese amenazando su permanencia en esa vivienda y más aún, algo sobrenatural, paranormal, de otra dimensión o cualquier hecho de tal índole (más la segunda que el primero, pero los dos pensaban muy parecido), por lo que optaron por seguir inventando cualquier otra cuestión.
—Mañana vuelvo a la siderúrgica, Treasure, creo que me servirá para despejarme, ¿necesitas que te traiga alguna cosa?
—De hecho, ya que lo mencionas, me estarían faltando tuercas y tornillos de los números 4.6 y 5.8, también me están faltando engranajes de estas dimensiones —anotó en un papel lo que necesitaba y se lo dio —, me sería de ayuda, pienso desarmar el aparato e intentar ver si tiene alguna falla que genere que suene cuando no debe, a lo mejor lleva años sin una revisión.
—Esa podría ser una buena idea —acotó Adaira, quien había permanecido oyendo la conversación que mantenía el matrimonio frente a ella —. ¿Piensas desarmarlo ahí donde está o te lo llevarás a otro espacio?
—Estos relojes es preferible no trasladarlos demasiado, preferiría proceder en el mismo lugar, y antes que digas algo más, no, no voy a ensuciar nada —se adelantó a decir antes de que Yvonne saltara.
Eso trajo una rodeada de ojos de parte de Vonne pero que en seguida fue reemplazada por una sonrisa a boca cerrada, que la palma de su mano pasara a reposar en la mejilla de Mauro y dejara suaves caricias con su pulgar. Por su parte, ante este gesto, el nombrado recostó su cara de la mano tierna que la acunaba.
—Terminaré vomitando arcoíris con ustedes dos, pero se ven hermosos a la vez —los interrumpió Ady haciendo una mueca algo graciosa.
—Si quieres te doy una vela para que hagas de sujetavelas con ganas, ¿quieres?
Fue el momento de la pelirroja de cobrarse lo del anterior día, sonrió con suficiencia viendo la expresión irónica de su amiga.
—Ja ja, ¿te comiste un payaso acaso? —Respondió esta, generando una risa triunfal en la otra.
—Podemos decir que estamos a mano entonces —le guiñó, Mauro solo negaba sonriendo.
—Bueno, la conversación está interesante, pero se nos ha pasado un poco el tiempo y debemos levantarnos temprano mañana, yo me voy retirando, me gustó arreglar su hogar junto a ustedes...
—Me parece que es mejor que te quedes hoy también porque es peligrosa la calle a estas horas —expresó Mauro observándola.
—Eres muy amable, Mau... pero no me pasará nada, mejor iré en mi auto, me sentiría más segura.
Lo cierto era que él no había quedado muy conforme con la respuesta, pero no era como que podía obligarla a quedarse, Yvonne no estaba de acuerdo tampoco, pero en esta ocasión no veía que Adaira fuera a ceder bajo la petición de no abandonar la casa hasta el día siguiente, estaba decidida a irse con su auto. Así que suspiró y la envolvió en un abrazo para despedirla y depositó un beso en la morena mejilla.
—Entonces si no vas a quedarte al menos avisa cuando llegues a tu casa, ¡y voy a esperar ese mensaje, Adaira Dunn, no me hagas llamarte yo!
Volvió a apuntarla con su dedo índice y un claro tono de advertencia.
—Sí, sí, lo que tú digas, ¿me puedo ir ya?
Movió su mano con un toque de desdén y cuando obtuvo un asentimiento de parte de Yvonne se dispuso a dirigirse hacia la entrada. Recorrió el sendero en medio del patio hasta llegar frente a la fachada que daba hacia la calle donde había estacionado su vehículo, un Toyota Yaris del año 2017 azul eléctrico igual que su cabello. Entró al puesto del conductor y lo encendió, tocando la bocina una vez, se oyó como el sonido del motor se iba apagando del ambiente a medida que se alejaba de la zona a pasó algo apresurado.
Yvonne esperó pacientemente a que el mensaje de que su amiga estaba sana, salva y en su casa apareciera e iluminara su tablero de notificaciones. La verdad era que dicho mensaje se hizo esperar bastante más de lo previsto, pero por lo menos, cuando por fin lo hizo, alivió de sobremanera a la ojigris. Las dos chicas intercambiaron un par de mensajes más y se despidieron para irse a dormir.
Ady, en su pequeño apartamento, había llegado sin ningún tipo de percance y después de haber anunciado su llegada y haber comentado cosas puntuales por el chat fijado que mantenía con su pelirroja mejor amiga, se empijamó, se cepilló y se retiró a su recámara, directa a su cama, precisamente pero al dormirse tuvo una noche un tanto agitada en la que se despertó unas cinco veces y se movía de un lado al otro en el colchón, también se enrollaba y desenrollaba en las sábanas y toda su cama parecía un desastre. Cuando por fin pudo conciliar perfectamente el sueño, solo pudo dormir cuatro horas corridas.
En cuanto a la pareja, tampoco lograron dormir muy bien, Yvonne sentía que tenía demasiado saturada su cabeza y no podía comprender el porqué, Mauro por su parte mantenía sus ojos cerrados pero no lograba quedarse dormido, por más que pensara solamente en "la gran pared blanca que lo ayudaba a dormir" o contara diez... veinte... cincuenta... ¿cien? Ovejas, incluso perdió la cuenta de estas en el camino, no estaba pudiendo concentrarse en las tontas ovejas ahora mismo. Aunque, luego de repetir todo el proceso unas tres veces, poco a poco se fue dejando llevar al mundo de los sueños... igualmente inquietos, pero algo era algo.
Regresando con Yvonne, se la pasó pensando cosas mientras Mauro estaba con sus cavilaciones y poco más hasta que al fin, sus ojos fueron cayendo rendidos e Yvonne al igual que Mauro, fue dejándose llevar y arropar por el manto del señor Morfeo... aunque algo bizarro, pues en su cabeza visualizó a ese señor hasta con cuernos. Pese a este hecho, trató de sacudirse esa imagen mentalmente e intentar de dormir un poco más a gusto.
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¡Hola mis buitrecitos del señor!
He aquí otro capítulo, qué dicen ustedes? nos acercamos ya o todavía no al momento decisivo? los leo C:
Bueno, le intentamos meter al turbo como supongo se imaginan, ni idea si me estoy yendo al carajo con todo esto, si está muy turbio o le falta, solo dejo ser a mi cabeza a ver qué me sale, voy a decir que acepto sugerencias, teorías y cualquier cosa que gusten acotar. En fin, haré corta mi despedida porque nos veremos más pronto de lo que creen, se viene cap pronto, espérenme C;
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Se les quiere y se les aprecia 💘
Con parte de mi amor 💜
Tiniebla.
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