Capítulo III: El Trance
A la mañana siguiente, Yvonne, Adaira y Mauro se encontraban sentados frente a un plato de panqueques con miel de maple y mantequilla por encima y desde hace rato se había instalado un silencio extraño entre ellos, en cuanto a las dos amigas, les venían flashes de los episodios anteriores y si debían ser sinceras, habían tenido una noche un tanto inquieta, cada una por su lado y a su propia manera particular. Mauro las veía a ambas realizar movimientos puramente mecánicos mientras cortaban trozos de sus tortitas. Los cubiertos chirriaban contra la cerámica de los platos cada vez que ellas hacían eso y se llevaban esos pedazos a la boca.
—¿Están bien? Las noto algo calladas hoy —expresó, provocando que su esposa lo observara y Adaira le diera una corta mirada.
—Estamos bien, solo... no dormimos mucho que digamos, es todo.
Hizo el intento de huirle a sus analizadores ojos pues no había despertado con muchas ganas de que la cuestionaran y prefería permanecer en total silencio, al menos hasta que terminaran de desayunar, actitud que le extrañó un poco a Mauro, el cual quiso dejarlo pasar por el momento, pensaba que tal vez era simplemente uno de esos días en los que, para Vonne, hablar por la mañana especialmente, estaba de más, y no quiso volver a preguntarle si de verdad estaba bien, y a su amiga tampoco le hizo ningún tipo de pregunta.
Pasados unos tres cuartos de hora aproximadamente para cuando Mauro se logró terminar su taza de té de jengibre sin azúcar junto a su desayuno igualmente, las dos amigas culminaron con sus platos también sin ninguna otra novedad, se levantaron y se dirigieron a dejar la vajilla sucia en el fregadero al fondo de la cocina, como la pareja se solía repartir las tareas diarias del hogar, a él le tocaba ocuparse de fregar, sacar la basura y hacer lo que pudiera con el jardín (ya que, además de amante de las antigüedades con significado, le apasionaban por igual las plantas, la tierra y la decoración del patio junto a las zonas verdes, así que lo hacía con gusto).
Volviendo con las dos chicas, ese día debían acabar de acomodar las cosas en el resto de la casa y mientras menos tardaran era mejor, pues el día próximo comenzaban la semana con sus jornadas de trabajo, lo que por un lado les parecía algo genial, ya que de vuelta ocuparían su tiempo y no se quedarían pensando cualquier cosa y por el otro, sus puestos no los debía ocupar ni un suplente ni nadie en absoluto pues las dos integrantes del par sabían y conocían perfectamente la manera de movilizarse en cuanto a estas, sus jefes habían estado muy contentos con sus desempeños, la puntualidad y la pulcritud con que se manejaban y realmente podían decir que estaban impresionados.
—Muy bien, cariño, yo estaré lavando los platos y luego pondré un orden en ese manojo de hierbas del jardín haré que hasta el ser menos expresivo, se maraville al pasar por fuera de nuestra casa, ya lo verás, lo digo por si me necesitan, así sabrán dónde encontrarme —les sonrió cálidamente.
—Ay, treasure... —exclamó algo enternecida, acunando la mejilla ajena en la palma de su mano —nosotras estaremos en el primer piso, todavía quedan muchas cajas que abrir, si tú nos necesitas, sabes dónde encontrarnos a nosotras —habló sonriendo de lado, al final agregó —: y por lo de hace un rato, discúlpanos, no nos encontrábamos con humor de charlar —realmente se veía arrepentida, el hombre solo negó con su cabeza.
—No digas tonterías, ustedes no hicieron nada malo, ¿de acuerdo? —La tranquilizó.
Compartieron entre sí un pequeño beso tranquilizador y reconfortante antes de separarse y adentrarse de lleno cada quien en sus quehaceres asignados de ese día. Él, tal y como expresó desde un inició, lavó los trastes que se encontraban sucios con el máximo detalle. Mientras esto, la dos mujeres se dirigieron escaleras arriba visualizando la montaña de cajas de tamaño importante, decidieron esta vez abrir todas y apilar los diversos objetos contra una esquina, de esa manera solamente debían de pasar por cada habitación barriendo, trapeando y desempolvando un poco antes de tomar cada objeto entre sus manos y llevarlo a su debido lugar.
Por supuesto que una vez más, se ocuparon ellas de la ambientación musical, aparte que también a él le gustaban sus elecciones en cuanto a ritmos, cantantes, letras y notas, pues con su pareja se sabía que compartían el gusto por estilos muy similares y hasta variados, por ejemplo, en aquel preciso momento, por el altavoz de la corneta se escuchaba "Takin' Care of Business" de Bachman-Turner Overdrive y las tres personas presentes realizaban sus tareas entonando cada línea a toda voz y moviendo su cuerpo al compás de la melodía perteneciente al género del rock de la década de los setenta.
A lo tonto, las dos amigas luego de un par de horas habían logrado organizar tres de las habitaciones y también las habían dejado limpias, solo les quedaba pulir los suelos pero decidieron dejar ese pedazo de último para todos los cuartos y continuar con el ritmo que llevaban.
Por el otro lado, Mauro acabó con la vajilla, secó y guardó todo en su debido lugar, además sacó las bolsas negras que las chicas habían dejado al pie de las escaleras, las sacó al caminito fuera de la casa, el que llevaba al porche pero las ubicó en un sitio que sabía que no le iba a estorbar en cuanto comenzara con los patios y jardines. Desde su antigua casa, había ido consiguiendo, obteniendo y comprando semillas de diferentes plantas, hierbas, árboles y flores, asimismo tenía pensado hacer un pequeño huerto, siempre le había llamado la atención cultivar todo tipo de cosas y parte de sus sueños consistía en producir de manera natural gran parte de los alimentos que consumían. A diferencia de su esposa, él contaba con una oficina localizada a tres cuadras de allí, pero no iba todos los días, él trabajaba los lunes, miércoles y viernes de diez a seis y los martes había decidido que atendería dudas desde la comodidad de su ahora nuevo hogar y solamente en el horario de once a tres, de manera tal que tenía el resto del día para él.
En cuanto a los demás días, deseaba tenerlos para pasar tiempo atendiendo sus hobbies, descansando y haciendo cosas que no tuvieran que ver con el trabajo (la mayor parte de ellas, claro está).
De vuelta a las asignaciones de Velmondo, lo primero que hizo fue barrer la entrada y las hojas de los alrededores haciendo uso de un rastrillo y una escoba mientras silbaba una tonada, el día pintaba muy bonito, parecía ser el momento idóneo para ocuparse de los espacios exteriores, cosa que estaba más que dispuesto a hacer. Cuando terminó con la entrada y espacios en torno, se movió hacia la derecha de la casa comenzando a rastrillar por ese lado lo mejor que le saliera, de ahí se iba moviendo rodeando la casa y pasando el rastrillo, formaba montículos de hojas y maleza que después pasaría a recoger, ahora, haciendo uso de unos guantes y unas bolsas mucho más grandes que las de basura de su casa, introducía las hojas, también arrancaba hierbas de maleza, raíces y plantas podridas, marchitadas o dañadas, también recortó y podó los arbustos que daban la bienvenida a los que pasaban al frente de la casa, cortó algunas ramas de varios árboles, lo que no servía lo tiraba.
Luego de cortar, limpiar, rastrillar, podar lo máximo y a profundidad, Mauro consiguió llenar ocho bolsas con toda la basura, suciedad y plantas sobrantes, las cuales junto a las de la casa, las llevó de dos en dos a los grandes botes plásticos reposando junto a la esquina de la cuadra, ahora se podía ocupar de la plantación, el cultivo y el riego con total libertad, vertió tierra rica en nutrientes en todo el sitio antes de armarse con una pala de jardinería, con la que hizo huecos en sitios estratégicos de la tierra, frente a la casa y alrededor de la fuente colocó semilla de flores de diferentes tipos y colores como formando un patrón, a las pocas plantas que habían sobrevivido desde la última familia habitante de aquella casa antes que ellos las ató cuidadosamente a unas estacas improvisadas para que crecieran mucho más fuertes y derechas; en otro espacio plantó algunos árboles, unos de estos eran frutales, en otra zona plantó pasto. Acto seguido, colocó abono en cada zona chica donde había puesto semillas y también alrededor de la tierra donde yacían las flores, árboles y arbustos pertenecientes a la casa en sí.
En cuanto a su amada huerta, raspó la tierra con suma paciencia y en cuanto hubieron pasado varios minutos, extrajo de su bolso diminutos sacos de tela, en cada espacio que veía con surcos en aquella demarcación colocó y esparció el contenido de los saquitos con cierta distancia entre cada trozo del terreno fértil que pronto conformaría un hermoso y colorido oasis, si tenía suerte y le salía bien aquello. Una vez cada saquito estuvo vacío, cubrió los sitios con algo de tierra de la que había comprado para ese trabajo y se levantó, secándose el sudor de la frente con un trapo, lo cierto era que el sol estaba radiante, se alegraba por un lado pero todo aquello le había generado incluso sed, así que se dio un descanso para hidratarse un poco.
Se dirigió hacia la casa quitándose los guantes en el proceso, fue directo a la cocina, a la nevera, más concretamente, donde sacó la jarra del agua y se sirvió un gran vaso del preciado líquido, también aprovechó a mojarse un poco la cara y la parte trasera del cuello en el fregadero. Se percató de que la música que tenían puesta las chicas seguía sonando, pero extrañamente, él había comenzado a percibirla ligeramente distorsionada, arrugó la frente y retiró una de las sillas del comedor para sentarse mientras sentía que su cabeza le daba vueltas, al fondo, las conocidas campanadas del reloj en el salón se hicieron notar por encima de la música e igual de imponentes que la vez que las había vuelto a escuchar aquella madrugada de su llegada a la gran mansión.
De repente, pasados unos pocos minutos, sin poder tener control de sus propias extremidades, sintió cómo se levantaba sobre sus pies y comenzaba a caminar dando pasos pesados. Internamente, Mauro trataba de sacar fuerzas para decir o expresar cualquier cosa fuera de sus labios. Sin embargo no salió ruido alguno de ahí dentro más que una especie de zumbido. Tampoco era capaz de de frenar a sus propios pies, no le estaban obedeciendo, para cuando se vino a dar cuenta, se hallaba frente a frente con su más nueva adquisición, era como si el objeto de los engranajes y las manecillas se estuviera burlando vilmente de él, inconscientemente sintió que le bajó un sudor frío por la espalda al ver como desde la compuerta del reloj se asomara un par de sombras de manos que parecían tener largas garras (o esa impresión le dio al de los ojos azules cuando visualizó aquello).
Permaneció observando esa escena como si estuviera bajo la influencia de alguna especie de trance raro, lo aterraba pero se quedaba embelesado mirando no pudiendo apartar la mirada de todo lo que ocurría frente a sus ojos. De forma inconsciente su propia mano se elevó y se fue acercando a la sombra, pero cuando estaba a unos escasos dos centímetros, todo volvió a su normalidad, la diferencia era que, Mauro había despertado de su trance pero lo hizo con su cabeza apoyada en la mesa de la cocina, ¿se había quedado dormido y todo eso había sido una mala jugada de su imaginación? No podía ser, se dijo que se había sentido demasiado real como para ser algo meramente de su cabeza, él recordaba haber entrado del jardín para tomar un receso y buscar lo necesario para poder arreglar el sistema de riego, luego recordaba sentir su cabeza pesada y sentarse mientras todo le daba vueltas pero raramente, después de ello no estaba siendo capaz de recordar qué sucedió, tenía flashes confusos.
—A lo mejor sí me dormí... —se dijo a sí mismo —, más tarde lo hablaré con Vonne.
Sin querer dejar que cualquier pensamiento fuera de lugar lo invadiera, buscó las herramientas necesarias para instalar el sistema de regado y alumbrado de los espacios de afuera, quizá el trabajo lo lograba distraer de tan terrorífica visión.
Armándose de paciencia se embarcó en la búsqueda de cables, tubos, tornillos, tuercas y bombillas y salió una vez más, estaba dispuesto a terminar aquello entre ese día y el siguiente a más tardar y nadie podría evitar que lo hiciera, así que una vez más, se puso manos a la obra.
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¡Hola mis buitrecitos del señor!
Qué tal están? estamos en un nuevo capítulo y les aviso que... HABEMUS TERCERA FASE, no se sabe cómo ni en qué momento sucedió, solo lo hizo.
En fin, cuéntenme qué han hecho, qué tal les parece el nuevo episodio del reloj en cuestión? díganme qué opinan en comentarios, por mientras veré cómo va siguiendo esta historia. Tendrán capítulo pronto, se los aseguro C:
En fin, la yo se va retirando, si tienen alguna sugerencia déjenla por ahí abajo, no tengo más que agregar, solo cuídense y si se portan mal que sea a consciencia ;)
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Se les quiere y se les aprecia 💘
Con parte de mi amor 💜
Tiniebla.
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