Capítulo II: Cinco para las cinco
Lo primero que las dos amigas hicieron fue ubicar las cajas en cada habitación correspondiente por separado de modo que tenían una visión más detallada de lo que debían de guardar y acomodar en cada cuarto y dividir las tareas lo más efectivamente posible, se decidieron a comenzar por la cocina, en vista que Yvonne y Mauro ya la habían estrenado y era mejor tener ubicados los alimentos, vajillas y cubiertos antes que cualquier otra cosa.
Se pusieron manos a la obra y mientras Adaira cortaba la cinta adhesiva de las aberturas de las cajas, Yvonne se armó con un trapo y un limpiador en espray, pero antes de siquiera comenzar colocó el reproductor de su teléfono celular en el aleatorio y le subió el volumen al máximo para entrar en ambiente y en acción. Ahora, la dueña de la casa fue abriendo cada puerta de todas las estanterías y fue rociando el trapo con el limpiador para luego pasarlo por el interior de cada cubículo de las estanterías, luego colocó el soporte metálico de la vajilla.
—Ady, ve sacando los platos, por favor —mandó a su amiga.
—¿Eh? ¿has dicho algo, Von? —preguntó sobre la música.
La pelirroja la observó póker dejándole un golpecito de indignación en el hombro y le señaló el soporte que recién había situado dentro de la primera puerta de la alacena con ojos entornados.
—He dicho, que vayas por favor sacando los platos y si puedes los apilas en la mesada para yo guardarlos —repitió con voz más alta.
Cuando se dio a entender, Ady formó una letra "a" con sus labios y asintió con su cabeza buscando los platos entre las cajas. Duró unos tres minutos en su busca, hasta que dio con ellos y los extrajo con todo y los cartones intermedios, tuvo la idea de utilizar las cajas como un provisional lugar de reciclaje pues por esa zona era algo mandatorio seguir un protocolo de reciclado en pro del medio ambiente; la gente parecía complacida con esta práctica pues no se habían presentado quejas al respecto, era un barrio muy limpio y en parte por eso también habían elegido este para mudarse.
Vonne se encargó de quitar los cartones de entre los platos y los tiraba dentro de la caja dispuesta para el reciclamiento, después puso cada plato en su ranura correspondiente por orden de tamaño y los que no entraron los situó en el estante superior apilados en dos grupos, la morena se había asignado la tarea de guardar los vasos en otros estantes, los de plástico en uno y lo de vidrio en el de al lado, lo cierto era que no se tardó nada y mientras eso, ambas se movían al ritmo de la música y cantaban o tarareaban las letras que salían, la verdad se la estaban pasando bien durante la organización. Yvonne sentía que aprovechaba de manera productiva los pocos días libres con los que contaba, muchas veces descansar le parecía algo fuera de lo normal debido a que su trabajo en la fábrica siderúrgica le exigía actividad física constante durante diez horas de lunes a viernes, que se dividían en dos partes y un receso a mitad de estas el cual en teoría duraba una hora, por lo que mantenía un horario de trabajo bastante normal para el punto de ver de cualquier persona promedio.
Pasada una hora en la que las dos amigas se dedicaron a la acomodación y limpieza de cada estante, gaveta y armario, también limpiaron los electrodomésticos y metieron los alimentos en la alacena, la nevera y algunos cajones cerca del de los cubiertos y cuando estuvieron satisfechas con el resultado, chocaron los cinco como hacían siempre de niñas cada vez que lograban algo importante, lo último que hicieron fue retirar los plásticos de la gran mesa de comedor para luego levantarla entre las dos y llevarla al centro de lo que sería pues el comedor, lo mismo hicieron con las seis sillas y a cada una le quitaron la delgada capa de polvo que traían, de vez en cuando realizaban algún movimiento con el cambio de canción, parecían dos peces en el agua; Adaira de visualizaba en algún supermercado de los que en algún momento habría sido empleada mientras Yvonne se veía en aquella planta siderúrgica, el par ejecutaba movimientos dignos de sus trabajos pese a que se encontraban en un escenario completamente diferente al que en verdad imaginaban, se compenetraban completamente en lo que estaban haciendo con poco y mucho diálogo a la vez entre sí.
Posteriormente pasaron a la parte de las cristaleras del comedor y las dos salas de estar, limpiaban los muebles, los situaban y sobre ellos y dentro, colocaban los diferentes cristales de arte murano -traído de Latinoamérica- moldeado en diversas formas de animales, flores, objetos en todos los tamaños y colores, en la cristalera del comedor se decantaron por colocar más vasijas, botellas, cestas y vasos mientras que en la mesita de la sala de estar se decidieron por algunos animales y flores, se diría que surtieron y llenaron todo aquel nivel de cristal brillante y colorido y fácil se habrían tardado un par de horas más añadiendo la colocación de las alfombras y el frotado, barrido y pulido de todos esos suelos. Se encargaron además de sacar todas esas cajas y envoltorios hacia el territorio del reciclado.
—Me parece ahora que es momento de colgar los cuadros ahora que nos deshicimos de las cajas de todo este nivel.
La que se percató fue Adaira, del hecho que existían muchos cuadros envueltos apoyados en el piso junto a las paredes, próximos a ser clavados y serían los que darían calidez a esos muros fríos, así que escogieron cuál les gustaba para cada pared, Yvonne tomó un martillo con una caja de clavos y se dispuso a llenar cada uno de los muros de pequeñas marcas metálicas.
—Creo que esta serie queda bien aquí por los colores que tiene, además es una pared de tamaño importante y estos cuatro combinan en ella, ¿estás de acuerdo? —Señaló la ojigris gesticulando con sus manos de forma un poco exagerada.
—Me gustan tus gustos, amiga, por eso pegamos tan bien —alardeó con gracia.
—Ay sí, mis gustos son una maravilla, querida, si no mira a Mau.
Se sorprendió a sí misma perdiéndose en sus recuerdos con el chico y mordiéndose fuerte el interior del labio, cual adolescente enamorada, su acompañante giró los ojos moviendo su mano frente a la cara de la otra.
—Tierra llamando a Miss Tormenta, cambio.
La zarandeó durante unos segundos tratando de hacerla volver de la dimensión Velmondo, como tendía a llamar ella el extraño lugar, en todo el centro de sus ensoñaciones donde su mejor amiga se perdía reviviendo los recuerdos con su pareja como si fuera la primera vez y como si no llevaran diez años juntos y cinco de casados; hasta cara de boba ponía, ‹‹me falta solo sostener la vela y la cubeta y estamos››
—Te traigo el babero, ¿quieres? —preguntó cuando por fin logró traerla de vuelta a tierra.
Ella frunció los labios procesando lo que dijo hasta que una tonalidad rosada se apoderó de sus mejillas como si de una infanta avergonzada se tratara, la ojimiel simplemente liberó unas risas burlonas molestando un poco a su amiga, lo que aumentó el sonrojo.
—Silencio, Dunn, no estoy para tus juegos raros —reclamó.
Este reclamo bastó para que la otra rompiera a reír en su cara, le divertía la actitud que tomaba cuando se apenaba, aquello solo alimentaba sus ganas de seguirla jodiendo pero solo cuando veía que realmente se enojaba, entendía que era momento de parar, así que para que no terminara echada a patadas, esta vez se limitó a abrazarse a ella como un koala y poner cara de perrito regañado hasta ser perdonada.
—Bájate que no eres muy livianita, eh.
Le palmeó la espalda, permanecía con una clara cara de seriedad, sin embargo, muy adentro se estaba aguantando las ganas de soltar la risa, en su lugar atinó a elevar sus comisuras en una sonrisa cerrada. Satisfecha de ello, Adaira se bajó por fin y después pasó colgando los cuadros como habían dicho que harían, en la entrada pusieron también un espejo de cuerpo entero, lo que daba un toque más fresco a toda la vivienda. Terminando, sacaron igualmente los cartones y papeles que venían envueltos en torno a las cornisas de los lienzos y los depositaron en la zona del reciclaje tal como habían hecho con los otros.
—Para no ser decoradoras o algo así nos ha quedado todo hermoso.
La ojigris se rascó la nariz respingada al decir aquello, vio el resultado de su trabajo y soltó un suspiro algo cansado, de ese nivel nada más quedaba el pequeño cuarto de baño y el murito alrededor de la discreta chimenea que contaba con una abertura mediana y un revestimiento en roca blanca, resultaba elegante a la vista y con algunos adornos aquí y allá, pronto destacó de entre todos los muebles. La televisión no la instalaron pues hacía falta taladrar en la pared y el que tenía las herramientas adecuadas se hallaba en algún rincón remoto de la mansión probablemente desarmando algún artilugio para variar y no quería desconcentrarlo de lo que estaba haciendo, por lo que desistió y decidieron que los niveles superiores los arreglarían al día siguiente, estaban contentas de haber podido avanzar tanto ese mismo día pero ya consideraban que hacía falta un descanso.
—¿Alguna idea del qué hacer? —inquirió Adaira tomando un mechón azul eléctrico de su cabello dándolo vuelta entre sus dedos con aire pensativo.
—Hablemos un poco pero déjame preparar los batidos primero —sonrió levantándose.
—Recuerda traer uno de fresa —pidió Ady.
Aquello le había generado a Vonne algo de ternura, pues por momentos veía de vuelta a aquella chica sentada en el fondo del salón de la facultad de ingeniería y lo seria que le parecía. Claro que esa coraza la abandonó desde el segundo uno, en el que decidió intercambiar un simple "mucho gusto" y la contraria no solo estrechó su mano sino que tuvo el detalle de dejarle un casto beso en la mejilla y presentarse de la manera más efusiva que pudo pese a estar en medio de una clase importante y estar interrumpiendo muy descaradamente la explicación del profesor.
Ambas se habían ganado ese día la vetada de su primera clase de universidad y junto a ella una inquebrantable amistad que les duraría posteriormente muchos años, que pretendían alargarla lo máximo que les fuera posible.
Volviendo a la actualidad, en la cocina, Vonne libraba una batalla en contra del recipiente de helado ya que este estaba muy congelado y la cuchara no colaboraba. En vista de que se tardaba, Ady acudió en su ayuda.
—¿Te está dando pelea? ¿te ayudo? —ofreció.
—Yo puedo, espera un poco.
Aferrando aquella cuchara en su puño y apretando la mandíbula puso su empeño y su fuerza contra el helado hasta que logró sacar un par de bolas de helado de cada sabor, ejecutando una danza triunfal. Luego que celebró, pudo hacer las malteadas, una de galleta y la otra de fresa, también sacó algunas galletas adicionales y las puso en un cuenco.
—Bueno, veo que saliste victoriosa de la pelea, te felicito —apretó su hombro con una sonrisa —. Además creo que valía la pena, porque esto está delicioso.
Daba rápidos sorbos a su azucarada bebida y con cada uno sonreía bien grande, le encantaba tolo lo que tenía que ver con lo dulce y el azúcar, aunque la pelirroja no terminaba de explicarse cómo era que ese cuerpo recibía tantas dosis de dulce y continuaba en sus tallas normales, para ella, eso debía considerarse un superpoder, uno donde el metabolismo le metía el turbo y desaparecía la comida como si fuera magia.
—¡Bendito sea tu metabolismo, mujer, el verdadero quien pudiera! —exclamó provocando una risa en su compañera.
—Son mis dotes de súper heroína, me faltó volar, pero a mi creador le faltaron ingredientes y quedé defectuosa —lloriqueó en broma.
—Qué tonta que eres —rio negando con su cabeza.
—Tu envidia me fortalece, alimentas a mi ego, puedes continuar, gracias —se abanicó con la mano.
—Claro, porque yo te guardo mucha envidia, tiene lógica —se burló esta.
—¡Qué cruz debo cargar! —dramatizó ganando un zape en la parte trasera de su cabeza y una mirada burlesca —, ¡no me mires así, mujer! Cuando sea famosa vendrás corriendo hasta mí en busca de un poco de fama y te diré que no.
Se cruzó de brazos haciendo una mueca chistosa, a continuación, las dos volvieron a estallar en carcajadas, Adaira estaba loca (o eso decía Yvonne como broma) pero así la quería y no tenía claro qué haría si no la tuviera de amiga o siquiera si no la conociera.
—En fin, no me dijiste cómo la pasaste en la visita de la nueva sede de la siderúrgica, ¿tiene algo que envidiarle a la principal?
—Lo cierto es que sus máquinas son un tanto más modernas pero menores en número y los protocolos de seguridad e higiene no se cumplen tan estrictamente pues no cuenta con suficiente personal todavía, el jefe está viendo cómo va a proceder, a quién mandará y eso pero le expresé que no quería que me moviera a mí porque me resulta más cómoda la ubicación de esta, en general me gustó pero no tiene mucha diferencia realmente, normal —se encogió de hombros.
—Te entiendo completamente, a mí me querían llamar para una cadena mucho más grande de supermercados pero el trato para con los empleados es peor, así que, entre ser tratada como una mierda y ser tratada con respeto elijo la segunda aunque paguen un poco menos que en el otro.
—Tu paz mental y emocional siempre sobrepasa cualquier buena paga o lugar gigante, hiciste muy bien y yo te admiro, la verdad.
Mordió una de las galletas mirando un punto cualquiera en el fondo de la habitación, volviéndose a perder en sus pensamientos pero esta vez con otra temática. Sin embargo, pasados unos minutos en que las dos muchachas hubieron quedado en silencio, se oyeron cinco campanadas largas y profundas provenientes de la pared derecha, aquello hizo que tanto una como la otra pegaran un brinco en su mismo lugar, se miraron extrañadas y después giraron los ojos hacia dicha pared, reparando en el cuerpo alargado de madera, el reloj que tanta emoción le había traído a su esposo en cuanto supo que alguien lo puso en venta.
Ady vio aquello igualmente y se paró del sofá para examinarlo con mucho más cuidado de cerca, con extrañeza se percató de que no marcaba las cinco en punto sino que iba retrasado por unos pocos minutos. Tomó su celular mirando a la pantalla de este, no había visto nada extraño hasta que sus ojos fueron testigos de que la hora de su reloj se atrasaba cinco minutos sin que ella lo hubiera pensado o hecho, como si el pequeño aparato fuera tomado vida propia solamente para atrasarse, quedó ahí pasmada largo rato hasta que Yvonne se levantó para acudir a ella en busca de una explicación.
—Ady, ¿por qué tienes esa cara?
—El reloj presenta cinco minutos de retraso pero vi cómo mi celular se atrasaba al compás también —expresó bien segura de lo que estaba diciendo.
—Habrá sido idea tuya, ya ves demasiada ficción y fantasía...
—No, Yvonne, en serio te digo que la hora se cambió sola —interrumpió a su amiga.
Yvonne negó aún algo incrédula pero apretó su hombro a modo de reconfortarla y para transmitirle tranquilidad. No fue hasta que miró en el espejo y por una pequeña milésima de segundo vio su reflejo con los ojos inyectados en un color negro total, lo que la hizo tropezarse contra la pared y refregarse los ojos rápidamente mirando de nuevo pero esta vez vuelta a la normalidad.
—S-Será simple sugestión... ¿te quedas a dormir?
Cambió de tema negándose a pensar que hubiera algo extraño en la casa, Adaira todavía seguía estupefacta pero aun así dio un lento asentimiento, ella sabía lo que había visto e Yvonne aunque negada, también; ya verían lo que les esperaba con estos episodios.
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¡Hola mis buitrecitos del señor!
Otra vez por aquí, es un milagro de navidad adelantado pues hubo dos días de actualización, nunca antes visto, hagan una oración o pidan un deseo, pasa una vez cada año... más bien, coloquen Christmas The Whole Year Round de la poderosa Sabrina Carpenter y así hacemos que sea navidad todo el año, siiiiii. Okno, cuéntenme cómo va ese viaje por lo turbio hasta ahora.
Bueno, no tengo mucho más que decir, solo que han de tenerme paciencia y para dejar constancia de este escrito, lo estoy publicando el 02/04/22, en fin, eso es todo, gente, nos leeremos en el próximo cap que espero sea pronto... Adiooooooh C:
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Se les quiere y se les aprecia💜
Con parte de mi amor💘
Tiniebla.
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