The Date
Chaeyoung's pov
La sola idea de salir esta noche con Mina me aterraba. Sería como nuestras citas anteriores, cuando las cosas estaban bien entre ambas, cuando no había preocupaciones y éramos la una para la otra. Pero ahora todo se sentía diferente. Habían demasiadas preguntas sin respuesta y, aunque mi corazón deseaba recuperar algo de lo que habíamos perdido, no podía evitar sentir una gran incertidumbre.
Decidí llamar a Jihyo, necesitaba su consejo, aunque ya sabía que no sería fácil escuchar lo que tenía que decirme.
— Jihyo... — empecé, antes de que ella pudiera decir algo.
— Chae... ¿estás segura de esto? — preguntó Jihyo con una pequeña duda en su voz. Sabía que me conocía lo suficiente como para notar mi inseguridad. — Sé que ver a Mina otra vez puede ser algo emocionante, incluso un poco nostálgico, pero como tu amiga, no quiero verte mal después, ¿sabes?
Me quedé en silencio, procesando sus palabras. Jihyo tenía razón, pero también sabía que mi corazón no me permitía dar un paso atrás. ¿Quién era yo para ignorar lo que sentía, lo que aún quería con Mina?
— No quiero que me recuerdes las noches en las que me quedaba hasta la madrugada porque no parabas de llorar... — continuó Jihyo, su tono ahora más suave, pero lleno de preocupación.
— Y no te lo digo por mí, lo digo por ti. Porque no sabes cómo me afectó verte tan destrozada, y ahora que te has empezado a recomponer, no quiero que vuelvas a pasar por lo mismo después de que ella se vaya.
Sus palabras me golpearon como un balde de agua fría. Jihyo había estado allí, había visto lo peor de mí, y no quería que eso se repitiera. Sin embargo, algo en mi interior me decía que debía intentarlo, que si no lo hacía, me arrepentiría.
— Lo sé, Jihyo... — susurré, tratando de encontrar las palabras correctas. — Pero no puedo evitarlo, siento que necesito esto. Necesito saber si realmente puede haber algo entre nosotras otra vez, aunque me asuste lo que eso pueda significar al final.
Jihyo suspiró, sabía que nada de lo que dijera cambiaría cómo me sentía en ese momento, pero aún así no dejó de preocuparse. — Solo prométeme que serás cuidadosa, ¿bien? No dejes que las ilusiones nublen tu juicio. No quiero verte otra vez hecha pedazos.
Asentí, aunque no estaba completamente segura de lo que me deparaba el futuro. Pero esta vez, era diferente.
— Te prometo que lo tendré en cuenta... — dije, sin mucha convicción, pero con una pequeña esperanza de que esta vez las cosas fueran diferentes.
El silencio entre nosotras duró unos segundos antes de que Jihyo hablara de nuevo, esta vez con un tono un poco más ligero.
— Oye, ¿y qué vas a ponerte? — preguntó con curiosidad, como si quisiera cambiar de tema, pero también sabiendo que necesitaba algo para animarme. — Sabes que el atuendo puede influir mucho en cómo te sientes.
Suspiré, mirando al espejo en busca de una respuesta a su pregunta, aunque en realidad no tenía ni idea de qué elegir.
— Estoy entre dos vestidos, pero no sé cuál me queda mejor... — dije, insegura, mientras buscaba en mi armario. — Uno es negro, un poco largo, con mangas largas, muy simple. El otro es rojo vino, con la espalda abierta y un poco por encima de las rodillas... es más atrevido.
Jihyo hizo una pequeña pausa antes de responder, como si estuviera evaluando las opciones en su mente.
— A ver... — dijo al fin, con un tono que indicaba que estaba decidiendo cuidadosamente. — El rojo. Sin duda el rojo. Ese es el que te hará sentir bien. Te va a dar esa vibra confiada que necesitas, sobre todo si vas a ver a Mina.
Me quedé en silencio unos segundos, considerando su recomendación. El vestido rojo era audaz, pero también sabía que siempre me hacía sentir bien cuando lo usaba. Jihyo tenía razón: si quería sentirme como yo misma, esa era mi opción.
— Tienes razón... — dije finalmente, mientras me dejaba caer sobre la cama, algo más tranquila con la elección. — Gracias, Jihyo. Siempre sabes cómo hacerme sentir más segura.
Jihyo se rió un poco, como si estuviera disfrutando de mi pequeño momento de claridad.
— Es lo que hago, ¿no? — bromeó. — Aunque, entre nosotras, si no estuviera saliendo con él, me moriría por tenerte entre mis piernas con ese vestido.
Solté una risa nerviosa, sintiendo un leve sonrojo en mis mejillas.
— ¡Jihyo! — exclamé, aún sorprendida por su comentario, pero agradecida por la forma en que siempre conseguía sacarme una sonrisa.
— Lo sé, lo sé — rió ella. — Solo quiero verte feliz, Chae. Y que disfrutes de esta cita, sin arrepentimientos.
— Lo intentaré, te lo prometo — respondí, aunque sabía que, en el fondo, el futuro seguía siendo incierto.
...
Después de un buen rato charlando con Jihyo, me puse a terminar de arreglarme. El maquillaje estaba listo: algo sutil, pero suficiente para resaltar mis facciones. Me había enfocado especialmente en mis ojos, resaltándolos con un delineado que los hacía lucir aún más grandes. Cuando terminé, me paré frente al espejo por un momento, repasando los últimos detalles.
Decidí dar el toque final con el peinado: unas ondas suaves que caían con elegancia, y luego recogí mi cabello en una coleta alta, dejando un par de mechones en mi rostro. Me miré una última vez, asegurándome de que todo estuviera en su lugar. Sentí como si, de alguna manera, esta fuera una versión de mí misma que no había visto en mucho tiempo. Me sentía diferente, pero también increíblemente segura.
Tomé mi teléfono y me aseguré de ponerme en una posición en la que pudiera ver todo mi reflejo mientras ella también lo veía.
— ¡Oh, Dios, Chaeyoung! — exclamó Jihyo, sus ojos agrandándose de inmediato. — ¡Estás absolutamente hermosa!
Me sonrojé levemente, pero sonreí mientras me giraba para que pudiera ver el vestido rojo en su totalidad.
— ¿De verdad? — pregunté nerviosa, pero con la esperanza de que sus palabras me ayudaran a calmar mis nervios.
Jihyo asintió rápidamente, no pudiendo disimular su entusiasmo.
— ¡Sí! Estás perfecta, Chae. Ese vestido te queda perfecto, resalta todo lo que debe. Y tus ojos, ¡wow! Se ven enormes, hipnotizantes. El maquillaje, las ondas... todo. Si yo fuera Mina, te caería a los pies en este instante.
Me reí suavemente, nerviosa pero a la vez feliz de ver su reacción tan positiva.
— ¿Tú crees? — sonreí tímidamente, girándome para que pudiera ver todos los ángulos. — Pensé que me había quedado un poco fuera de lugar.
— ¡No! ¡Es perfecto! — insistió Jihyo, y me dejó ver cómo sonreía ampliamente, realmente impresionada. — Si fuera Mina, te estaría pidiendo casarte conmigo ahora mismo. Te ves demasiado bien, Chae. Te aseguro que vas a dejarla sin palabras.
Me sonrojé aún más ante sus palabras. Era raro sentirme tan halagada, especialmente con algo tan simple como un vestido, pero los elogios de Jihyo me hicieron sentir increíble.
— ¡Gracias, Jihyo! En serio... no sé qué haría sin ti — dije con una sonrisa agradecida, mirando la pantalla con una mezcla de emociones.
— No es nada, ya sabes que siempre te apoyo. Pero, en serio, si fuera Mina, no dejaría que te escaparas. ¡Te ves espectacular!
Me eché hacia atrás en la silla, respirando profundamente. Estaba lista. Y por primera vez en mucho tiempo, sentí que podría enfrentar lo que se venía.
— Bueno, espero que lo piense así — respondí, con una sonrisa nerviosa pero confiada. — Pero ahora solo queda esperar a ver cómo va todo.
Jihyo sonrió con complicidad.
— Lo vas a hacer perfecto. Confía en ti misma, Chaeyoung. Te ves increíble, y lo más importante, eres tú misma. No hay nada que temer.
Me sentí más tranquila al escuchar sus palabras. Gracias a ella, todo parecía más manejable. Ahora, todo lo que tenía que hacer era disfrutar de la noche y ver qué sucedía.
...
Estaba terminando de ajustarme algunos detalles. Me di un último vistazo en el espejo, respirando hondo para calmar los nervios. La idea de pasar una noche con Mina me emocionaba, pero también me ponía un poco ansiosa. Justo cuando intentaba despejar mi mente, escuché un suave golpe en la puerta.
Me acerqué con pasos inseguros, respirando profundamente una vez más antes de abrir. Ahí estaba Mina, luciendo un elegante vestido negro, corto, que acentuaba su figura de manera impecable. Su cabello estaba cuidadosamente peinado, y sus ojos brillaban con una mezcla de emoción y calidez.
Me dedicó una sonrisa radiante.
— Te ves preciosa, Chaeyoung. Pareces un ángel.
Sentí cómo mis mejillas se encendían. Bajé la mirada un instante, tratando de calmar el calor que subía por mi rostro.
— Gracias, Mina. Tú también te ves increíble.
Sonrió aún más y extendió un ramo de flores hacia mí.
— Esto es para ti.
Tomé las flores con una sonrisa tímida.
— Gracias, son hermosas.
Los colores vibrantes del ramo contrastaban con el elegante negro de su vestido, y el gesto hizo que mi corazón latiera con más fuerza.
— Bueno, será mejor que tomes tu bolso. Tenemos una reservación y no quiero que lleguemos tarde — dijo con una ligera risa, mirando el reloj en su muñeca.
Asentí rápidamente, dejando las flores en un jarrón improvisado antes de agarrar mi bolso.
— Estoy lista. Vamos.
Mientras salíamos del apartamento, sentía la energía entre nosotras, una mezcla de anticipación y nerviosismo. El aire fresco de la noche nos acariciaba la piel mientras caminábamos hacia el restaurante, comenzando una velada que prometía ser inolvidable.
El ambiente del restaurante era cálido y acogedor, con luces tenues que creaban un aura íntima. Mina y yo fuimos guiadas a una mesa en una esquina, lejos del bullicio principal. Mientras me sentaba, trataba de mantener la calma, aunque por dentro los nervios aún me carcomían. Mina, como siempre, parecía perfectamente tranquila, pero había algo en su mirada que delataba una mezcla de emociones.
Ella me dedicó una sonrisa suave, dejando el menú a un lado.
— Espero que te guste este lugar. Lo descubrí hace poco y pensé que sería perfecto para nosotras.
Le devolví la sonrisa, aunque mi mente seguía revuelta.
— Es encantador. Me gusta mucho.
El silencio que siguió no fue incómodo, pero había una tensión palpable, como si ambas estuviéramos esperando que la otra dijera algo importante. Mina fue la primera en romperlo, su voz baja pero firme.
— Chaeyoung, hay algo que necesito decirte.
La miré, mi corazón acelerándose con cada palabra. Sabía que esto iba a ser importante.
— Desde que me fui a Los Ángeles, no ha pasado un solo día en el que no haya pensado en ti. Te extrañé tanto... — Su voz se quebró ligeramente, pero continuó. — Terminé contigo porque pensé que era lo mejor para ambas, pero me equivoqué. No hay un solo momento en el que no deseara volver a tenerte a mi lado.
Sus palabras me golpearon con fuerza. Sentí una mezcla de emociones: sorpresa, dolor, pero también una profunda alegría al saber que había estado en su mente tanto como ella en la mía. Sin embargo, la inseguridad que había tratado de suprimir durante todo ese tiempo volvió a aflorar.
— Mina... —comencé, mi voz temblorosa mientras bajaba la mirada. — ¿Qué me asegura que no me volverás a dejar? Cuando regreses a Los Ángeles, ¿cómo sé que no volveré a estar destrozada como la última vez? No quiero pasar por eso otra vez.
Mina me miró con una mezcla de tristeza y determinación, apretando mi mano con más fuerza.
— Lo entiendo, Chaeyoung. Tienes todo el derecho de sentirte así, después de lo que hice. Pero esta vez es diferente. No vine aquí para dejarte de nuevo. Quiero que intentemos algo nuevo... una relación a distancia.
Fruncí el ceño ligeramente, mi mente inundada de dudas.
— Una relación a distancia... — repetí, intentando asimilar sus palabras.
— Sé que no es ideal — continuó ella, con una voz suave pero segura. — Pero podríamos intentarlo. Podría ir a visitarte en las festividades, o incluso en otras fechas importantes. Y tú podrías hacer lo mismo. No dejaría que la distancia nos alejara otra vez.
Suspiré, procesando todo lo que decía. No sonaba como una mala idea, pero había algo que me seguía preocupando.
— No es una mala idea, Mina... pero, ¿qué pasa si te necesito en momentos importantes? ¿Qué haré cuando esté triste, o cuando simplemente necesite verte? Como antes... cuando siempre estabas ahí para mí.
Mina pareció meditar mis palabras, su mirada llena de comprensión.
— Entiendo, Chaeyoung. Sé que no será fácil, y tampoco quiero que te sientas sola en esos momentos. Prometo que haré todo lo posible para estar contigo, aunque sea en la distancia. Y si alguna vez necesitas que esté ahí físicamente, haré lo posible por estar a tu lado.
Sentí un nudo en la garganta, luchando con mis emociones. Quería creer en sus palabras, en sus promesas, pero el miedo a ser lastimada nuevamente seguía presente.
— Mina, necesito tiempo para pensar en esto. No quiero tomar una decisión apresurada.
Ella asintió, apretando mi mano una vez más.
— Por supuesto. Tómate el tiempo que necesites. Solo quiero que sepas que estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para que esto funcione. No quiero perderte de nuevo.
El mesero regresó con nuestras bebidas, interrumpiendo el momento, pero en ese instante supe que, aunque las dudas seguían ahí, también había esperanza. Quizás, solo quizás, podríamos encontrar una manera de hacer que funcionara, juntas.
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