Chaeyoung's pov

Con Mina todo era fácil. Desde el momento en que me tomó de la mano por primera vez, supe que no había nada en el mundo que pudiera compararse con estar a su lado. Éramos diferentes, sí, pero nuestras diferencias encajaban como las piezas de un rompecabezas. Yo era impetuosa, directa, siempre dispuesta a lanzarme al vacío. Mina, en cambio, tenía una calma que me anclaba, una dulzura que me hacía querer quedarme en cualquier lugar donde estuviera ella.

Nuestra relación fue como un sueño. Recuerdo las noches en mi departamento, donde el tiempo parecía detenerse. Mina siempre encontraba excusas para quedarse más tiempo. Decía que le encantaba cómo decoraba, aunque no podía ser más simple: una lámpara de neón que parpadeaba, un par de cuadros mal colgados. Pero ella decía que esas cosas me representaban, y que por eso le gustaban.

Una vez me confesó que nunca había amado a alguien como a mí, y yo me lo creí. Porque, ¿cómo no iba a hacerlo, cuando cada mirada suya me hacía sentir como si fuera la persona más especial del mundo?

Hasta que todo cambió.

Presente

Era diciembre. Mi apartamento estaba decorado con luces cálidas que parpadeaban tenuemente, tratando de imitar una calidez que yo ya no sentía. La Navidad se había vuelto un recordatorio de lo que había perdido. En mi cabeza, Mina seguía siendo mía, aunque sabía que eso era una mentira que me contaba para sobrevivir.

Estaba en mi cama, la luz azulada de mi teléfono iluminando mi rostro. Había prometido a Jihyo que no miraría las redes sociales de Mina, pero el autoengaño era lo único que me quedaba. No fue difícil encontrarla; su perfil seguía siendo el mismo: elegante, limpio, como siempre había sido ella.

Al abrir sus historias, el tiempo se detuvo. Allí estaba Mina, con su sonrisa radiante, más feliz de lo que jamás la había visto. Pero no estaba sola. A su lado, una chica de cabello oscuro le abrazaba la cintura, demasiado cerca, demasiado íntima. Sus dedos se entrelazaban, y al fondo, las luces de un árbol de Navidad titilaban, ajenas al desastre que provocaban en mí.

Mi pecho se comprimió.

"No me odies por esto, Chaeyoung. No quiero arrastrarte a algo que no será justo para ti."

Su voz resonó en mi mente, clara como el día en que me lo dijo.

Flashback

Estábamos en mi habitación, sentadas en el borde de mi cama. Mina había venido con su expresión distante, y algo en su mirada me había advertido que esa conversación sería diferente.

— Voy a mudarme a Los Ángeles — dijo de repente, su voz quebrándose al final de la frase.

— ¿Qué? ¿Por qué no me dijiste nada?
— pregunté, sintiendo el pánico subir por mi garganta.

— No quería preocuparte hasta estar segura
— dijo, evitando mi mirada.

Un silencio pesado cayó entre nosotras.

— Chaeyoung, esto es lo mejor para mi carrera, pero no puedo pedirte que esperes por mí. No sería justo para ti.

— ¿Por qué decides eso por mí? — protesté, mi voz al borde de romperse.

— Porque te amo. Y amarte significa no hacerte daño.

Mis lágrimas rodaron antes de que pudiera detenerlas. La abracé, tratando de aferrarme a lo poco que quedaba de nosotros, pero Mina se apartó suavemente, dejando un vacío en su lugar.

Esa fue la última vez que la vi en persona.

Fin del flashback

Ahora, viendo cómo alguien más ocupaba mi lugar en su vida, entendí lo que realmente había significado su "no quiero hacerte daño". Lo había hecho de todos modos, solo que a su manera.

Las luces de Navidad seguían titilando en mi ventana, pero yo ya no quería mirarlas. Bloqueé el teléfono y lo dejé a un lado, cubriéndome con la manta. Me dolía respirar.

Era nuestra primera Navidad separadas. Y, por primera vez, entendí lo que realmente significaba la soledad.