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🎄

Un peligris se encontraba recostado sobre el colchón de su desordenada cama, pensando con profundidad la situación en la que se encontraba: le gustaba Park Jimin, su mejor amigo desde hacía tres años, y muchísimo.

Incluso pensar en él hacía que le temblara la panza.

A pesar de que entre ellos había una máxima confianza, nunca se había atrevido a decirle nada al respecto, el miedo a arruinar la fuerte y linda relación amistosa que mantenían era latente a diario y lo encadenaba todo el tiempo. Siempre tenía que cuidar la forma en que le miraba para que no se le notara tanto lo idiotizado que le tenía, debía estar alerta a no suspirar en su presencia o a no pensar en voz alta lo guapo que era... e iría a pasar la navidad en casa de los padres del menor por segunda vez, oh vaya.

Los padres de Yoongi vivían en Daegu y los de Park vivían en Busan. El año anterior, habían ido a casa de los padres del pálido a pasar navidad y esta vez la pasarían con los del peliazul, era algo que ya habían acordado muchísimo tiempo atrás, pero eso no quitaba que se sintiera terriblemente nervioso. Si no hubiera logrado dejar atrás el hábito de morderse las uñas y el dedo, eso mismo estaría haciendo justo en ese momento ante los nervios y la ansiedad.

En eso, Min pudo escuchar pasos acercándose a la entrada del departamento a través del pasillo de ese piso del edificio e intentó despejar sus ideas lo más pronto posible y no verse afectado por su mente, poco después oyéndose la puerta de la casa ser abierta con las llaves y Jimin acercándose a la habitación con pasos arrastrados y sosos mientras se iba retirando de encima las prendas extras que llevaba para cubrirse del frío invierno.

La puerta de su habitación fue abierta y a través de esta cruzó el peliazul en tanto se quitaba los zapatos y el pantalón de uniforme del trabajo con movimientos cansados, algo que no era extraño entre ellos al haber mucha confianza de por medio. El menor suspiró cansino al quedar solamente en bóxer y la camiseta del uniforme, se encaminó a la cama de su mejor amigo y se dejó caer a su lado, apegándose a él para sentir su calorcito corporal, acurrucándose en el lado izquierdo del cuerpo del mayor. La calefacción estaba encendida y afuera hacía un frío del demonio.

El peligris rio bajito y abrazó por la cintura al de labios gorditos, cubriéndolos a sí mismos con la manta calientita antes de depositar un casto beso en la frente contraria, algo que ya era costumbre entre ambos. Él se había encargado de que fuera así o sino estaría muriendo por no poder al menos besar sus sienes y que el menor hiciera lo mismo con él.—¿No piensas cenar, Jiminnie?

—Estoy muy cansado, mi estómago lo entenderá— le respondió en tanto inhalaba el aroma de su mejor amigo. Su loción era de cítricos y la espuma con la que se duchaba también lo era, además de que siempre se encontraba comiendo una mandarina y ese era un olor habitual y agradable de detectar en él a diario.

—No es bueno que te quedes con el estómago vacío hasta mañana. Nos prepararé avena de fresa, ¿de acuerdo?— Park asintió antes de agradecer. Yoongi dio un pequeño apretón al cuerpo de su mejor amigo entre sus brazos y, cuando quiso separarse y levantarse de la cama, él no lo soltó e hizo estallar de al menos mil formas distintas a su enamorado corazón.—¿qué sucede?— disimuló.

—Es que estás muy caliente...— permaneció callado por unos instantes y suspiró.—¿ves? Estoy tan cansado que ya ni puedo reírme del doble sentido de lo que dije— replicó dramáticamente, haciendo reír al peligris.

Finalmente, Jimin dejó libre el cuerpo de Yoongi y pudo sentarse en la cama, se colocó sus pantuflas, se puso de pie y estiró su cuerpo entumecido y saltó de la impresión al sentir la pequeña y extremadamente fría mano del peliazul colándose malévolamente entre su espalda y su suéter para tocar su piel calientita.

—¡A-ay!— se giró a mirarle y bufó al verle reír divertido por su pequeña travesura.—no puedo creer que haya tanta maldad en un ser tan pequeño y bonito como tú— le recriminó con ojos entrecerrados antes de salir de la habitación con pasos ruidosos para delatar que estaba "molesto", porque obviamente no era así.

—Lo siento~— canturreó Park, el pálido se detuvo, le miró y después siguió caminando hacia la cocina con indignación fingida, escuchando detrás de sí a su mejor amigo estallar en risitas.

Cuando estuvo en la pequeña cocina del departamento, pudo oír que el menor salía de la habitación y al asomarse para saber qué sucedía, le vio llevar en brazos su toalla para la ducha y su pijama en tanto se dirigía tranquilamente hacia el baño.

Regresó a la cocina y se acercó a la alacena, abriendo sus puertas para comenzar a buscar el conjunto de paquetitos de avena de fresa instantánea que habían comprado el fin de semana pasado en el súper mercado, siempre hacían las compras para la despensa juntos.

Aún recuerda muy bien cómo se conocieron.

Al ambos venir de distintas ciudades, llegando a Seúl para estudiar la universidad no tenían nada, por lo tanto tampoco tenían dónde quedarse. Yoongi buscó durante mucho tiempo un departamento, pero varios estaban por encima de su presupuesto y decidió buscar por uno donde compartiría espacio con rommies, ya que era más económico y temporal para cuando llegase el momento en el que pudiera y quisiera costear los gastos para su propio departamento.

Una semana antes de deber irse hacia Seúl, cuando ya tenía canas verdes por no encontrar un lugar dónde quedarse, por arte de magia encontró un anuncio en internet que llamó su atención. Al pedir información, quedó maravillado, pues se trataba de una sección muy pequeña que solo contaba con dos habitaciones, un baño, un comedor, una sala pequeña y un balcón que, si bien era pequeño, tenía buena vista y suficiente espacio. Era un lugar pequeño que solo compartiría con una persona, así que mucho mejor no podía parecerle, además, el edificio se situaba cerca de la universidad.

Cuando llegó el dichoso día en el que llegó a la ciudad y estaría por primera vez en aquel departamento, se llevó una impresión bastante peculiar de su compañero de sección, quien ya tenía poco menos de un mes viviendo ahí.

Al estar dentro del lugar, pudo ver a Park Jimin usando solamente un bóxer y una bata mientras iba saliendo de su habitación con un montoncito de ropa sucia en sus brazos.

Al verse a los ojos, ambos chicos se sonrojaron furiosamente. Yoongi se dio media vuelta para salir del departamento pero olvidó que había cerrado la puerta y chocó con fuerza contra ella, golpeándose la frente y cayendo de espaldas al suelo a causa de la tercera ley de Newton. Jimin se giró sobre sus talones, dispuesto a huir hacia su habitación, pero no contó con que un calcetín que se le había caído sin darse cuenta unos instantes antes le haría resbalar y caer sobre su trasero, terminando por golpearse la cabeza contra el suelo y el resto de la ropa sucia volando por los aires antes de esparcirse en el piso.

La señora Kang -la dueña de los departamentos, cuartos y pisos que se rentaban con rommies en ese edificio- se asomó alarmada por la ventana al oír el par de golpes y se guardó una carcajada con su gordita mano al ver a través de esta a ambos chicos en el suelo, terminando por irse sin más al ver que no habían sido accidentes graves.

Min recordaba perfectamente el momento en el que el chico -que en aquel entonces era pelinegro-, después de ponerse de pie, se le acercó y le tendió su mano para ayudarle a que se levantara en tanto con su mano libre se cerraba lo más que podía la bata para no exponerse de nuevo ante su nuevo compañero.

Después de eso, ambos se habían ganado un chipote a causa del golpe: Yoongi en la frente y Jimin en la nuca.

Al principio, eran muy tímidos entre sí por la primera impresión que tuvieron, pero una noche en la que se desvelaron juntos buscando anuncios de empleo en el periódico y en internet bastó para que se rompiera el hielo. Y cuando finalmente se hicieron cercanos y mejores amigos, fue una semana después de que comenzaran a trabajar juntos en la misma cafetería, cuando al padre de Jimin le dio un infarto.

Ya que se les daría su primera paga el sábado y era jueves, Park no contaba con transporte ni con dinero para correr a Busan con sus padres, por lo que Yoongi le dio sus últimos ahorros con los que planeaba comprarse cosas para su habitación y también viajó junto a él hasta allá, acompañándolo en todo momento. Afortunadamente, el padre del menor había podido llegar a tiempo al hospital y ser tratado antes de que fuese demasiado tarde. En la actualidad, el señor se encuentra muy bien de salud después de seguir al pie de la letra los tratamientos que el cardiólogo y el nutriólogo le indicaron.

Finalmente salió de sus pensamientos y recordó que estaba por preparar la avena de fresa para ambos, así que continuó con lo que había estado haciendo antes de perderse en los recuerdos de hace tres años.

Cuando encontró los paquetitos de avena instantánea, los dejó sobre la encimera y se acercó al refrigerador, de donde sacó un cartón de leche, luego se encaminó unos pocos pasos hacia el estante donde tenían los trastes acomodados y de él tomó dos bowls de cerámica que habían hecho juntos, Yoongi había escrito en uno de ellos el nombre de Jimin con un corazoncito.

Teniendo todo listo, vertió un poco de leche en ambos recipientes y después tomó los paquetitos, abriéndolos con ayuda de unas tijeras y depositando el contenido de cada uno en cada bowl. Entonces metió uno al microondas y le asignó tres minutos e hizo lo mismo con el otro una vez que el primero salió.

Cuando ambas avenas estuvieron humeando en la encimera, les vertió más leche fría, les colocó un cubito de hielo cada una y mezcló con ayuda de una cuchara para que se enfriaran más rápido y así poder comenzar a comer en poco tiempo.

Entonces, Jimin abrió la puerta del baño dejando escapar el humo que había en el interior y saliendo con su pijama calientita puesta en tanto comenzaba a secarse parcialmente sus azulados cabellos.

—¿Ya está listo, hyung?— preguntó el menor una vez estuvo en la pequeña cocina.

—Síp— asintió y ambos llevaron sus platos hondos levemente humeantes aún a la pequeña mesa del comedor.

Se sentaron frente a frente y, con una sincronización casi perfecta, tomaron una cucharada del contenido para soplarla y enfriarla.

Yoongi desvió su vista a los labios rechonchitos de su menor abultándose en un pucherito que dejaba escapar aire hacia su cuchara y se perdió por unos momentos, admirando el volumen de estos y lo lindos que eran. Pensando en cuántas veces ha querido besarle esos belfos perfectos y el miedo a arruinar todo le contuvo con cadenas de hierro, pensando en lo magnífico que se habría de sentir con un simple roce o si quizá se sentiría en el cielo al hacerlo, pensando en lo mucho que quería besarlo, aunque sea un pico, en ese mismo instante.

Jimin llevaba un rato que había comenzado a comer y notó que su hyung le miraba hacia los labios, frunció el ceño confundido.—¿Tengo avena en la boca?

—Un poco, sí— le contestó el peligris, Park tomó una servilleta y se limpió tranquilamente.—listo, ya no tienes nada.

Con el tiempo, Yoongi había aprendido a disimular muy bien, aunque siempre había excepciones en las que su corazón enamorado no le permitía fingir del todo.

Cuando cada quien terminó de cenar, Jimin lavó los trastes usados mientras el mayor guardaba lo que había utilizado y tiraba lo que era desechable y ya había terminado su tiempo de uso. Revisaron que las puertas de la entrada y la del balcón estuvieran cerradas correctamente y apagaron las luces antes de dirigirse cada quien a su habitación, debían dormir a buena hora, pues al día siguiente saldrían rumbo a Busan temprano por la mañana.

Al día siguiente sería veinticuatro de diciembre e irían a Busan en el auto que ambos habían comprado en conjunto a mitad de ese año, ya estaban de vacaciones en la universidad y habían pedido permiso a su jefe de faltar al trabajo de ese día festivo al treinta y uno, por lo que no tenían problemas.

Min estaba recién sentándose en su cama, descalzándose las pantuflas, listo para apagar su lámpara en el buró y recostarse para dormir, cuando Jimin le llamó desde la otra habitación.—¡Yoonie hyung!~

—¿Qué sucede?— contestó en voz alta, comenzando a colocarse de nuevo sus pantuflas por si su menor necesitaba su presencia o algo que implicara levantarse y caminar.

Entonces, se escucharon los pasos de Park acercándose a la puerta antes de que se asomara y pasara al interior de la habitación con una sonrisita nerviosa.—Hay una cucaracha homosexual en mi cuarto.

El pálido frunció el ceño con extrañeza.—¿Cómo sabes que es homosexual?

—Porque salió del closet... ba dum pts— al oír su tonta respuesta, Yoongi rio divertido.—Yah, en serio, ¿podrías ir a matarla?

Min formó una línea recta con sus labios y asintió.—Vale, ya voy— aceptó antes de ponerse de pie.

Ambos se dirigieron a la habitación contigua, Jimin siguiendo por detrás al peligris. Al entrar, Yoongi le preguntó con la mirada dónde estaba el bicho y el menor le señaló la esquina en la que estaba con su gordito dedo índice.

El mayor miró a los alrededores y tomó uno de los zapatos del peliazul que estaban cerca de su posición, acercándose sosamente hacia el insecto y dispuesto a asesinarlo como todo un cucarachacida.—No entiendo por qué le tienes miedo a las cucarachas— le dijo para hacerle molestar.

—No me dan miedo, hyung, me dan asco— le corrigió cambiando su gesto a una mueca de asco, arrugando infantilmente su naricita.

Yoongi rio cortamente por su contestación y se acercó al insecto, alzando el zapato del menor para estrellarlo contra él.—No es tan difícil mat- ¡MIERDA, ES DE LAS QUE VUELAN, CORRE!

Ambos huyeron de la habitación, en dos segundos ya estaban afuera y cerraron de un portazo la puerta, recargándose en esta con respiraciones alteradas y pulso acelerado.

—Creo que esta noche dormirás conmigo.

—Sí, definitivamente.

Estando en la habitación del mayor, Yoongi notó que Park aún tenía mojado su cabello azul, así que sacó la secadora de cabello de la mochila donde la había dejado empacada para el día siguiente y le indicó que se sentara sobre la cama, siendo obedecido sin cuestiones por el contrario cuando le vio con el aparato en mano.

El pálido conectó el cable al enchufe que estaba a un lado de la cama y se acercó a Jimin, poniéndose de rodillas detrás de él y encendiendo la secadora en el nivel medio.

Pronto estuvo pasando sus dedos entre las hebras azuladas del menor con esa paciencia que le caracterizaba mientras apuntaba el aire caliente de la secadora hacia sus cabellos. Todo estaba en silencio y el ambiente era realmente cómodo, así que ninguno dijo palabra alguna para no romper la burbuja que los encerraba. Así pasaron varios minutos en los que Jimin sentía que estaba a nada de perder las fuerzas y caer en el profundo sueño, pues se sentía adormilado por las suaves caricias que estaba recibiendo en su cabeza.

Justo cuando el menor sintió que ya no podría mantener sus ojos abiertos por unos instantes más, el peligris apagó la secadora y la dejó apartada en algún lado del colchón.—Listo— habló por lo bajo en tanto se inclinaba y se estiraba hacia la cajonera. Tomó el cepillo que estaba encima del mueble y regresó a su lugar, poco después comenzando a cepillar los levemente alborotados cabellos de Park con delicadeza y tomándose su tiempo.

Cuando terminó, dio unos toquecitos al hombro del menor para despertarlo, ya que se había quedado dormido estando sentado en posición de loto, y así indicarle que ya podía recostarse para dormir cómodamente.

Jimin se acomodó debajo de las mantas de su mejor amigo y se apegó a él cuando también se acostó a su lado.—Gracias Yoonie hyung, eres el mejor hyung de todos— le dijo y depositó un casto y soso beso en la parte trasera de su cuello, ya que estaba apegado a su espalda.

Mientras, Min solo pedía que los fuertes latidos de su corazón no fueran notados por su menor.

🎄

—¿No falta alguna maleta?— preguntó Yoongi después de acomodar una mochila en el maletero del auto. Su rostro estaba algo hinchado, sus ojos más entrecerrados por el sueño y su nariz y mejillas habían adquirido un tono carmesí a causa del frío que hacía durante la mañana del veinticuatro de diciembre, época navideña e invernal.

Eran las ocho de la mañana, todo estaría en completo silencio de no ser porque algunas pocas personas salían de los edificios, carros pasaban y otros caminaban por ahí; ambos estaban un poco adormilados aún pero querían llegar a buena hora a Busan.

—No, solo son esas— le contestó Jimin después de cerrar la puerta trasera del coche, pues había metido una hielera térmica donde iban unas cuantas bebidas para el camino y unos lonches que comerían después, además de también haber puesto un par de mantas dobladas sobre los asientos traseros.

El pálido asintió y bostezó en tanto se enderezaba después de estar inclinado hacia delante para acomodar las maletas en el interior del maletero, pero no contó con que estaba inclinado de más y que al reincorporarse se golpearía la cabeza con la tapa de la cajuela.

Inmediatamente se encogió en su lugar en tanto gruñía por el dolor en su nuca, tomándose la zona con ambas manos.—Ouh, ¿hyung te lastimaste?— habló preocupado Jimin dejando lo que hacía para acercarse a su mejor amigo, apresándolo en un abrazo de consuelo.

Hizo que se inclinara a su cuello, con el brazo izquierdo lo abrazó por la cintura y con la mano diestra apartó los grises cabellos de su nuca para inspeccionar el golpe y saber si se había lastimado gravemente o si necesitarían pasar al doctor antes de partir.

—Creo que todo está bien, no veo un corte o sangre... quizá solo tendrás un chipote— dijo por lo bajo mientras peinaba con cuidado sus hebras.—Creo que sería mejor que yo manejara el primer tramo, hyung— sugirió.

Ya había terminado de revisar, pero le encantaba abrazarlo; Yoongi no era un monstruo gigante con músculos encima de músculos, pero tampoco era un chico pequeñito y flacucho. Él era él y tenía el tamaño perfecto. Podía abrazarse su cintura por completo, acurrucarse en su pecho para oír los latidos de su corazón y su altura era la exacta para poder apoyar su mentón sobre su hombro, y le encantaba. A veces tenía unas inmensas ganas de apretujarlo en un fuerte abrazo duradero, justo como en ese momento. Y es que podía ser que Yoongi fuese delgado, pero era panchoncito al mismo tiempo.

¿Cómo? Que no le preguntaran porque no tenía la menor idea de la razón.

Duraron así unos largos minutos, hasta que el frío les caló y decidieron que debían partir ya.

Como Jimin sugirió, fue él quien manejó el primer tramo en la carretera mientras impulsaba a Yoongi a que cantara junto a él para evitar que se quedara dormido, pues eso era para nada recomendable después de un golpe tan fuerte como el que había tenido.

—¡Suavementeeee bésameeeee...!— cantó -berreó- el mayor.

—¡Que quiero sentir tus labios besándome otra vez!— le siguió el peliazul con todo el entusiasmo del universo.

Todo iba bien, cantando como un par de borrachos en Francia con los ánimos por los cielos y las ganas de un perreo intenso hasta el subsuelo, y lo fue así hasta que algo impactó con tremenda fuerza contra el vidrio del parabrisas.

—¡MIERDA!— gritó Jimin con media alma fuera de su cuerpo en tanto el auto se descontrolaba un poco a causa de su impresión.

—¡MAMÁ NO QUIERO MORIR!— lloriqueó Min con todas las fuerzas de sus pulmones al estar aferrándose al gancho del techo con su mano derecha y con su mano izquierda en el antebrazo de su mejor amigo.

Con su corazón latiendo maratónicamente, Jimin logró estabilizar el vehículo y se orilló en la autopista.

Park estaba con sus manos firmemente apegadas al volante y el pálido parecía un gato asustado que se aferra a un techo, como el gato de Lottie al inicio del la película de la Princesa y el sapo.

Ambos miraron el parabrisas, notando una pequeña grieta en el lado del copiloto causada por el impacto de un ave que permanecía ahí mismo, sospechosamente sin vida alguna.

—Valió barriga señor verga— habló Yoongi sin pensar y Jimin se carcajeó estruendosamente al entender la referencia.

Poco a poco la risa disminuyó hasta desaparecer, dejando un silencio tenso en el ambiente, y el gesto del menor denotó preocupación pura.—¿Crees que esté bien, hyung...?

El peligris se mordió el labio inferior con nervios y le dedicó una mirada de incertidumbre. Como si fuese telepatía la de entre ellos, ambos salieron del auto al mismo tiempo para ver la gravedad del asunto.

Aparentemente, el cuerpo de la criatura estaba drenado de vida y permanecía inmóvil, no parecía que aire circulara en su cuerpo, sus ojos estaban fijos como los de una muñeca y no les daba vibras de que aún estuviese viva. Se miraron entre sí con mucha preocupación, ¿y ahora qué harían? No eran expertos para deducir que el animal estuviese vivo o muerto.

—Tócalo— empujó Jimin a Yoongi para que hiciera lo que le acababa de indicar.

—¿Qué? Definitivamente no. Tócalo tú— contradijo de inmediato, alejándose y acercándolo a él hacia la escena del avecidio.

—¿Y yo por qué?— refunfuñó con el entrecejo fruncido y ese piquito en los labios que hacía inconscientemente cada que hacía un berrinche, apartándose y empujando de vuelta a su hyung.

—¡Pues porque fue tu idea!— e hizo los mismos movimientos que Park.

Sin darse cuenta, comenzaron a forcejear para empujar al otro a que revisara si el pájaro seguía con vida, jalándose y empujándose entre sí.

Entonces, Jimin, con la idea de morder la mejilla de Yoongi y mordisquearle hasta que este cediera y aceptara hacerse cargo, por accidente, se desvió por el forcejeo y terminó rozando casi con rudeza sus belfos sobre los del mayor.

Al instante, ambos detuvieron cualquier movimiento y sus cuerpos se trabaron para quedarse inmóviles en la posición exacta en la que estaban. Se sonrojaron, sí, pero de los dos quien parecía un tomate por completo era Min, que su mente había quedado en blanco y en un shock profundo que no solo inmovilizó por completo sus movimientos, sino también sus ideas y pensamientos.

El peliazul, avergonzado, se alejó de su mejor amigo y se acercó al parabrisas en silencio, tomando al ave entre sus manos como si nada y examinándola con extrema concentración. Después de unos instantes, miró titubeante al pálido.—Ay Drake, sí se murió en serio...

Entonces, Yoongi salió de su trance y reprimió una risa al entender la referencia, pues era una situación seria. Acaba de fallecer el pájaro, Min, te tantito respeto, se reprochó mentalmente.

—¿E-estás... seguro?— cuestionó y Jimin asintió en tanto sus ojos se cristalizaban levemente.

En cuanto a animales, Jimin era demasiado sensible y una prueba de ello fue cuando se encontró con una paloma a la que le faltaba una papita y le dieron ganas de llorar. Se sentía muy culpable. Si no hubiera estado bobeando con su hyung, no hubiera aumentado la velocidad y quizá el animalito hubiera tenido una pequeñita esperanza de sobrevivir, aunque ignoraba el hecho de que eso era bastante improbable al considerar la velocidad con la que habría estado volando el pájaro hacia su dirección.

Yoongi, conociendo a su menor, lo entendió y le retiró el ave de la manos para esta vez cargarla él en tanto se acercaba a la parte trasera del coche, específicamente al maletero.—¿Y ahora q-qué hacemos?— preguntó Jimin con voz temblorosa después de seguirle por detrás hasta la cajuela.

El mayor le miró y suspiró antes de presionar el botón que tenía la tapa del maletero para abrirse por su cuenta sin necesidad de usar el mando a distancia o de presionar el botón que estaba a continuación de la palanca de cambios, teniendo la seguridad de que se abriría, pues las llaves estaban puestas y retiraron los seguros al bajarse del auto.

Sacó una pequeña caja del maletero y le retiró las pocas cosas que tenía en su interior para después depositar dentro al ave inerte.—Nos queda el enterrarla— le contestó después de cerrar la cajita.

Así como Yoongi indicó, Jimin tomó una piedra grande que estaba cerca y se ayudó de esta para cavar un hueco medio profundo un poco más grande que la medida del "ataúd" improvisado, y así enterraron al animalito dentro de la caja.

Cuando la tierra estuvo bien puesta y ambos de pie, Min se giró a mirar a su menor y le tomó de las mejillas cuando le vio con ojitos aguados.

—Oye... no podíamos hacer nada más, son cosas que pasan y desafortunadamente no seremos los únicos, ¿sí? Ya no te mortifiques, bebé— le habló con suavidad y dulzura, como era costumbre entre ellos. Para ambos, no había nada de extraño ese tono de voz tan dulce ni en ese tipo de apodos.

Al estar Jimin mordiendo con culpabilidad su labio inferior, este quedó con una tonalidad rojiza y levemente hinchado, algo que el peligris no pudo pasar por alto.

Estaba a escasos centímetros del rostro ajeno, mirando a exactitud los perfectos y abultados belfos de su mejor amigo. Apostaría lo que fuera a que eran tan suaves como el arrullo de las olas de la playa en la noche. Quería, deseaba y anhelaba unir sus labios con los de él, experimentar por primera vez un beso suyo en lugar de seguir pensando en cómo sería aquello, quedarse sin respiración, rozar sus labios tranquilamente con dulzura y experimentar de nuevo el errático pulso de su enamorado corazón completamente emocionado ante eso como le había sucedido hace unos minutos.

Pero de nuevo, las espinas de la inseguridad y el miedo apretujaron sin piedad su corazón y, en cambio, depositó un dulce beso sobre la punta de la fina nariz ajena.

—Creo que es hora de irnos, esta vez yo continuaré con el recorrido y si quieres puedes dormir un poco, ¿de acuerdo?— habló Min y el peliazul asintió.

Se subieron al vehículo, Jimin esta vez del lado del copiloto y Yoongi del lado del piloto. El menor se acomodó sobre el asiento y se dispuso a dormir tranquilamente después de tomar una botella de jugo de naranja de la hielera y beber un poco de ella, pues no quería tener ganas de ir al baño después.

Durante el resto del camino, Yoongi no podía parar de pensar en aquel roce de labios que hubo.

Ambos eran abiertamente homosexuales entre ellos pero jamás hubo un más allá en su amistad de mejores amigos, por mucho que él lo anhelara. Nunca antes habían estado en una situación así, era muy aparte a los mimos inocentes que se daban entre ellos con total confianza, ninguno de los dos había sabido cómo reaccionar.

También, por su cabeza rondaba el escenario imaginario en el que Jimin había tenido novio y lo había llevado al pequeño departamento que compartían. De ser real, no lo hubiera soportado, de eso estaba seguro. Y es que, además, era algo extraño que dos hombres homosexuales y con el tipo de lazo entre ellos vivieran juntos sin ser nada más que amigos. Por ejemplo, entre Jimin y Taehyung, amigo muy cercano de ambos pero más del peliazul, era algo que sí te podías imaginar, pero no es lo mismo a Yoongi con Jimin.

Estaba muy confundido.

🎄

—¡Mis niños!

Se escuchó el emocionado grito de Park Seyeon al ver a su hijo mayor y al mejor amigo de este bajarse del auto que estaba estacionado en la vereda afuera de su humilde hogar.

Ambos chicos pausaron el sacar las pocas maletas del auto para aproximarse a la mujer y apretujarla en un fuerte abrazo al mismo tiempo, los tres comenzaron a balancearse levemente y con lentitud hacia los lados sin soltarse, era un poco incómodo pero para ellos estaba mucho más que bien.

—¡Woah! Ya no son pelinegros como la última vez que nos vimos de frente, ¿qué sucedió?— preguntó la señora Park una vez se separaron del asfixiante abrazo, acariciando con dulzura los cabellos teñidos de los dos contrarios más altos que ella.

Ambos chicos se miraron entre sí y reprimieron una carcajada al recordar la razón del por qué se habían cambiado el color de sus cabellos.

Todo sucedió en el cumpleaños de Jimin en ese mismo año, habían bebido más de lo que podrían recordar y contar, por lo que era totalmente de esperarse que hicieran una estupidez en estado de ebriedad.

¿Pero teñirse el cabello por perder en el Uno? Santa Ramona, esa sí que había sido una estupidez.

No recordaban mucho del día anterior, menos al despertar a las cuatro de la tarde con la cruda de sus vidas, de la cual después juraron que no volverían a tomar así a ese nivel. Promesa que no se cumplió.

Al revisar sus teléfonos celulares en busca de una pista del por qué tenían el cabello de otro color, encontraron videos de ellos haciendo un berrinche universal después de perder una partida en el Uno contra Jungkook, donde Namjoon también tuvo que teñirse el cabello, aunque el de él había sido de color rosa.

—¡TÚ ME DEJASTE CAEEEER!— gritaba Jimin en uno de los videos donde ambos aparecían en tanto se decoloraban el cabello.

—¡PERO ELLA ME LEVANTÓ!— le seguía Yoongi.

—¡LLÁMALA POCA MUJEEEER!

—¡PERO ELLA ME LEVANTÓ!

Y así, el video mostró como ellos en un alto estado de ebriedad bailaban ridículamente frente al espejo con peinados de umpalumpa y Jimin accidentalmente picaba el ojo de Yoongi con una brocha, el celular terminó cayendo al suelo por la impresión. Poco después se escuchó que el soporte de la toalla pequeña se caía, y hasta la fecha ninguno recordaba cómo y por qué se había caído, pero culpaban a Namjoon y sus manos destructoras.

Al final, sorprendidos de que se habían teñido el cabello demasiado bien para un par de borrachos, decidieron mantenerlo en ese color e irlo retocando cada que debían.

—Una larga historia de la cual no recordamos mucho— al fin contestó el peliazul.

—En resumidas cuentas: perdimos un reto mientras estábamos borrachos— agregó el pálido con una risita divertida.

—Ouh...— rio divertida la mayor, aunque no estaba extrañada por la respuesta que le dieron sus muchachos.—bueno, reto de ebriedad o no, les queda de maravilla el color— halagó hacia los menores.

—¿Dónde están Myunjin y papá?— preguntó el de mejillas regordetas por su progenitor y su hermana menor.

—Fueron al súper mercado por unas cuantas cosillas que necesito de último momento— respondió su madre con sencillez y sin poder borrar de su rostro la enorme sonrisa que le nacía al tener a sus dos niños frente a ella de nuevo.

Finalmente, Yoongi y Jimin se dispusieron a seguir bajando su equipaje del coche y, cuando terminaron, lo subieron hacia la habitación del menor, donde dormirían durante toda su estadía.

Pronto llegaron los otros dos integrantes que faltaban de la familia y, después de saludarse por no haberse visto desde varios meses atrás, todos contribuyeron de manera justa en la cocina; cenarían pierna de puerco con la receta especial de la señora mamá Park.

Cuando todo estuvo listo y preparado para solo ser llevado a la mesa, los cinco subieron a las habitaciones para arreglarse lo mejor y más rápido posible.

Jimin y Yoongi se bañaron juntos, Myunjin y Seyeon se bañaron juntas... y en cuanto a Hyunmin, el señor Park solo esperó pacientemente a que una ducha se desocupara, completamente despreocupado por el tiempo al ser el que menos invertía de este para estar listo.

Los primeros en salir de bañarse fueron Yoongi y Jimin, ambos vistiéndose en total confianza frente a la desnudez ajena con la ropa que habían escogido exclusivamente para la cena de noche buena.

—Jimin, hay algo que me preocupa en verdad— habló el peligris repentinamente con mucha seriedad, dejando de aplicarse su perfume.

El más bajo se preocupó y dejó de lado su zapato, manteniéndose con uno solo puesto en su pie izquierdo.—¿Qué cosa, hyung?

—Ven— le hizo el gesto con la mano de que se acercara y eso fue lo que el menor hizo, encaminándose hacia donde su hyung se había estado aplicando perfume hace unos instantes frente al espejo de cuerpo completo que estaba empotrado a la pared de su habitación.—En verdad me preocupa que haya tanta hermosura en nosotros dos, e-es que... míranos. Que no nos dé el Sol porque derrite bombones, eh.

Ante esa respuesta, Jimin no tardó tres segundos en soltar una estruendosa carcajada antes de tirarle un manotazo a su mejor amigo por sus ocurrencias.

—Ay babosa me asustas burra— le recriminó el peliazul, ambos riendo con un poquito de fuerzas extras ante la referencia.—Realmente creí que algo andaba mal, hyung.

—No, y es que sí hay algo que anda mal...— murmuró antes de hacer dar vuelta a su menor y dar una palmada a su trasero frente al espejo.—¡¿Cómo rayos tener semejante cabuz no es ilegal, Park Jimin?!— berreó.—¡te juro por Dieguito Maradona que no lo entiendo!

Nuevamente las carcajadas hicieron acto de presencia en la escena y, sin darse cuenta, pronto estuvieron palmeándose los traseros frente al espejo, sacando sus retaguardias hacia el cristal reflejante como si fueran un par de patitos para bailar ridículamente y fanfarronear con lo atractivos que eran.

—Chicos, ¿ya desocuparon el ba-...— las palabras de Hyunmin se atascaron en su garganta al ver a ambos chicos mostrando sus culos al espejo en tanto decían incoherencias sobre ser descendientes de Afrodita y dándose palmadas sobre sus traseros.

Un silencio incómodo se les atravesó por unos segundos y después soltaron tremendas carcajadas.

—Vale, no voy a preguntar, con ustedes todo es anormal— habló el mayor en tanto se limpiaba una pequeña lagrima que se le había escapado entre risotadas, antes de retirarse de la habitación.

Estando arreglados y a solas, Yoongi y Jimin sacaron sus camisetas extra grandes del anime de Shingeki no kyojin, para después colocarse unas gorras de Pokemón y cadenas que dejaban guindar un dije de un par de esferas del dragón.

Se miraron al espejo y asintieron satisfechos al ver el resultado, decidiendo que estaban listos para ir a modelar sus vestimentas a Seyeon y Myun. Salieron de la habitación y se encaminaron directamente hacia la de la señora Park, abriendo la puerta de un azote dramático que hizo a ambas femeninas pegar un brinquito de la impresión.

Seyeon vio al par de chicos parados bajo el umbral de su puerta con la imagen que mostraban y solo atinó a tallarse las sienes.—No de nuevo...— murmuró con fastidio fingido.

—Mami, respeta el flow— dijeron el peliazul y el peligris al mismo tiempo.

🎄

Cuando todos estuvieron listos, bien bañados, perfumados y ya cambiados, ya que obviamente Min y Park no habían planeado pasar el resto de la noche con aquellas ropas porque sino habría sido una pérdida de tiempo el escoger las que ahora portaban, decidieron salir a divertirse un poco en la calle con los globos de cantoya que el señor Park y Myunjin habían comprado de paso a su parada en el súper mercado.

—Muy bien, Myunie, trae el encendedor por favor— le indicó Hyunmin a su hija y la menor asintió, haciendo sus cabellos bailar al movimiento, y salió corriendo hacia el interior de la casa.—Seyeonie, Yoon, Jiminie... ustedes ayúdenme a extender el globo, por favor— les pidió a los otros tres restantes.

Todos obedecieron las indicaciones del señor Park, Myunjin regresó con un par de encendedores y pronto ya se encontraban tratando de prender fuego en el aro correspondiente que era exactamente para eso.

Era el primero de varios globos, todo parecía ir bien...

—¡PUTA MADRE, YOONGI TE ESTÁS QUEMANDO!

Hasta que, sí, precisamente como Hyunmin señaló, Yoongi comenzó a quemarse, pues un trozo de papel a quemada media se acomodó tranquilamente sobre la tela de su camisa, haciéndola arder con fuego en una cantidad que podía manejarse aún, no grave.

—¡PENDEJO, AL SUELO Y RUEDA. AL SUELO Y RUEDAAAA!— aunque, bueno, para Jimin todo lo que tuviera que ver con fuego y su mejor amigo en la misma oración era muchísimo más que grave.

El de labios gruesos tiró al pálido al suelo para hacerle rodar, ya que él no reaccionaba por su propia cuenta a hacerle caso, pero no contó con que terminaría empujándolo hacia la parte baja de la calle que descendía un largo tramo.

Así, fue como Yoongi rodó y rodó por gran parte de la bajada, deteniéndose cuando su cuerpo impactó con un poste que golpeó directamente su abdomen plano y, como consecuencia, haciéndole expulsar todo el aire que tenía dentro de su sistema.

—¡Oh por Dios, Yoongi oppa!— Myunjin corrió alterada hacia el mejor amigo de su hermano al ver que este no daba luces de moverse, pero no imaginó que correría con la misma suerte del pálido y terminó rodando también después de tropezar.

Jimin estuvo por hacer lo mismo que su hermana menor, pero su madre lo jaló en un abrazo por la cintura para detenerlo.—No, ah-ah... primero baja con cuidado o terminarás igual— le recomendó al ver las intenciones de las que iban a ser sus acciones.

El menor dio una sonrisa apenada hacia su madre y aceptó su consejo para después descender cuidadosamente hacia donde su mejor amigo y su hermana permanecían inmóviles contra el grueso poste de concreto que manejaba cables de electricidad. Revisó que ambos estuvieran bien y los ayudó a levantarse para guiar a cada uno que se colgaba de sus hombros hacia arriba, a la vereda de la casa.

Yoongi, respirando agitadamente para recuperar el aire que expulsó al impacto, dijo:—Creo que Myun y yo tendremos que irnos a arreglar... de nuevo— y recibió un asentimiento de parte de todos, inclusive la menor.

Una vez que Min y la hija menor de los Park se adentraron al interior de la casa y tiempo después salieron bien arreglados por segunda vez, los padres estaban por lanzar su globo en conjunto, abrazándose por la cintura y sosteniendo con sus dedos cada uno un costado del aro grande del globo.

Finalmente lo soltaron justo cuando Yoongi llegó al lado de Jimin al igual que Myunjin, solo que ella estaba del otro lado de su hermano mayor.

El pálido giró a ver hacia el más bajo y, sus lindos ojos reflejando las luces navideñas y la de aquel globo mientras se entrecerraban ligeramente por causa de su sonrisa, fue, es y sería la mejor de sus vistas de Park Jimin.

Lanzaron todos los globos de cantoya que restaban y regresaron al interior de la casa para acomodar la mesa en conjunto, colocando la vajilla especial de ese día y llevando toda la comida que habían preparado, y comenzaron a comer la cena cuando todos estuvieron sentados en la mesa.

—¿Cómo te ha ido a ti en la escuela Myunie?— preguntó Yoongi después de todos estar platicando un largo rato, notando que la menor estaba algo ausente.

—Bien, oppa. Mis calificaciones siguen igual y sabes que soy una bola de desastre muy responsable. Nada nuevo que contar— respondió con una leve sonrisa. Myunjin era de esas estudiantes que hacían alboroto y travesuras, pero también era muy inteligente para zafarse de las consecuencias y algo que le respaldaba era la demostración de ser una estudiante de muy buen promedio y responsable.

Pero Min Yoongi no era tonto, había algo más que la mocosa no estaba contando.—¿Algún... novio?

La menor se sonrojó y boqueó como un pez, no sabiendo exactamente qué contestar, mucho menos cuando sus padres y hermano mayor le miraban sorprendidos.

—Es complicado, ¿cierto?— inquirió y torció los labios en una mueca al ver a la menor de los Park asentir.

—Les llamo casi todos los días, ¿por qué no me lo habías contado?— entre preguntó y reclamó Jimin, se supone que entre él y su hermanita había confianza para contarse esas cosas.

Myunjin bajó la mirada, notándose decaída y Yoongi miró a su mejor amigo con reproche, dándole a entender que su reacción no había sido la mejor. Debía haber una razón para que la chica se lo mantuviera callado, porque bien sabían todos en esa mesa que los señores Park le daban el visto bueno a que quisiera tener una relación, siempre y cuando estuvieran enterados, pues para ellos era más importante el que su hija les tuviera la confianza de contarle esas cosas y poder guiarla en lo que ellos consideraran que podría significar un peligro para su hija, pero en ella siempre estaría el aceptar los consejos de sus padres o aprender a base de ensayo y error.

—Si te hace sentir mal e insegura más de lo que te hace feliz y plena, sal de ahí. Eres una gran chica que no merece malos tratos y eres genial, seguro habrán varios más queriendo ocupar el lugar que le estás dando— habló Yoongi con voz suave y dulce, mirándola con una sonrisa reconfortante que le decía "Todo estará bien".

Los señores Park dieron un apretón cada uno en las manos de su hija menor para hacerle saber que siempre podía contar con ellos. Y también estaba Jimin, que le dio un codazo con una sonrisita traviesa para hacerle entender que él, como su hermano mayor, siempre iba a estar para ella sin importar qué.

—Gracias— murmuró Myun con una sonrisa más relajada hacia los demás.

Continuaron comiéndose la cena tranquilamente entre charlas, contándose cosas que les habían sucedido a lo largo del tiempo en el que no se vieron.

—Oh, por cierto— llamó la atención Seyeon.—Yoongi, ¿cómo vas con lo del departamento?

—¡Sí!— asintió Hyunmin al recordar el tema.—¿ha salido uno que sea conveniente?

En ese momento, los cubiertos que había estado usando Jimin resonaron contra la mesa, y Yoongi sintió que su alma se le estaba yendo en ese mismo instante.

—¿De qué hablan, Yoongi?— le cuestionó duramente una vez que este se giró a mirarle.

—Espera... ¿Jimin aún no lo sabía?— Seyeon se sintió culpable, pensando en que su hijo ya conocía del tema, pero se había equivocado.

El peliazul ignoró las palabras de su madre y se centró en el pálido.—¿Piensas mudarte a otro departamento y no me lo dijiste?

El ambiente se tornó demasiado tenso. Hyunmin, Seyeon y Myunjin tenían la necesidad de irse y dejar que el par de chicos discutieran en privado, pero tampoco sabían cómo y a dónde escapar, además, no era como si ellos debieran hacerlo. El señor Park tenía las palabras "Por favor, no discutamos hoy, ¿sí?" Atoradas en su garganta.

—Jimin, no es lo que crees— atinó a decir el peligris en voz baja para que solo el mencionado le escuchara.

—Lo que creo es que te mudarás a otro departamento y que se lo dijiste a mis padres pero no a mí— habló con su entrecejo fruncido en molestia, para después denotar tristeza.—¿piensas dejarme solo?

Y antes de que su mejor amigo dijera algo más, se levantó de la mesa en dirección al baño, pues sus ojos se llenaron de lagrimas a una velocidad increíble y no tenía planeado que su hyung ni que su familia le viesen así.

Rápidamente Yoongi se levantó y le siguió por detrás a pasos largos y apresurados, logrando tomarle del brazo en un sutil agarre antes de que abriera la puerta del baño, haciéndole recargarse sobre la superficie de esta para que no escapara.

Jimin apartaba su llorosa mirada del pálido, frunciendo sus cejas hacia arriba y mordisqueando con insistencia su labio inferior para evitar soltar un patético sollozo mientras las lagrimas se desbordaban y terminaban descendiendo por la piel de sus mejillas hasta su mentón. El mayor pudo ver que el peliazul trataba de tragarse el nudo que tenía en la garganta, se notaba molesto, triste y decepcionado, derrotado.

Y es que llevaban tres años viviendo juntos, mismos de su relación como mejores amigos, ¿y no decirle que planeaba mudarse sin él? Era demasiado.

—Oye, mírame...— el menor pasó a morder el interior de su mejilla y negó.—por favor...— no pudo resistir y cedió, volteando a mirarlo, aunque las lagrimas no le dejaban verlo del todo.

Yoongi pudo ver en sus ojos lo mal que Jimin se sentía y él nunca había querido eso. Ya sin poder frenar sus movimientos, lo tomó con ambas manos de las mejillas y unió sus labios con los del menor.

Pasaron unos instantes para que el menor reaccionara a que estaba siendo besado por su mejor amigo y corresponder tímidamente, ambos suspirando al corresponderse mutuamente, moviendo lentamente y con parsimonia sus belfos sobre los contrarios, Yoongi con sus manos en el rostro de Jimin y las del peliazul sosteniendo las muñecas del mayor.

El aire les hizo falta, pues ninguno planeaba que eso sucediera y no habían estado preparados, por lo que se separaron en la última succión que Min hizo al labio inferior del más bajo, apegando sus frentes al final.

—Mochi tonto— dijo Yoongi y pellizcó sus mejillas.—¿quién dijo que quería mudarme sin ti, eh?

—P-pero...

—La idea era que, regresando a Seúl, yo manejara el auto hacia un departamento que me parece muy bien, en lugar del departamento que compartimos— le interrumpió con una sonrisa socarrona.—Quería llevarte de sorpresa para que vieras el departamento y le dieras el visto bueno. Es más amplio, más bonito, acorde a nuestra capacidad económica, sería nuestro y podríamos hacerle las modificaciones que queramos sin tener que sujetarnos a las restricciones de la señora Kang. Además, si Myunie planea estudiar la uni en Seúl, podría quedarse con nosotros— agregó sin quitar la sonrisa de su rostro.

Park miró atentamente los orbes obscuros del chico frente a él, le miraban con el mismo cariño de siempre pero esta vez con una intensidad libre.

¿Aquel beso había sido su declaración? Oh vaya, y él que llevaba tres años sufriendo sus penas al pensar que su mejor amigo no correspondería sus sentimientos, porque sí, también estaba perdidamente enamorado de él. No podían culparlo, durante la mayoría del tiempo, Yoongi era un excelente actor y eso hacía desvanecer las sospechas y esperanzas de un "quizá" en que su relación amistosa evolucionara a una amorosa.

—Entonces, ¿en realidad planeas que... me mude contigo, hyung?— le cuestionó inseguro, a la espera de la broma.

Yoongi acarició con sus pulgares los pómulos humedecidos por las anteriores lagrimas de su menor y le miró ensoñado a los ojos.—Bebé, quiero pasar esta y las próximas navidades contigo, ya sea en nuestro propio departamento o en casa de los padres de alguno de los dos— le susurró, estaban tan cerca y la distancia tan eliminada que no había razón para aumentar el volumen de su voz.

Preso de la emoción, esta vez fue Jimin quien estampó de sus labios en los contrarios, demasiado receptivo a las emociones que le atropellaban y le hacían temblar entre el cuerpo de su mayor y la superficie de la puerta del baño. Al separarse volvió a admirar las facciones del pálido y, en un desliz, su sonriente mirada fue a parar en el trío de cabezas que se asomaban tras el muro del pasillo que les miraban atentamente, no sorprendidos para nada ante lo que veían.

—Les dije que entre esos dos habría algo en algún momento— habló orgullosa Myunjin hacia sus padres.—Ojo de loca no se equivoca— recalcó y extendió su mano hacia sus padres, quienes bufaron antes de sacar sus billeteras y carteras para darle el dinero que habían perdido por la apuesta a su hija.

Yoongi y Jimin fruncieron el ceño con sonrisas incrédulas, ¿en serio habían apostado sobre ellos?

—Okay. ¿Ahora ya podemos ir a continuar con la cena?— habló Seyeon hacia el par de chicos.

—Síp, iremos en un momento— contestó Jimin y su familia se fue a sentar al comedor.

Cuando estuvieron en soledad pura, el peliazul se abrazó a Yoongi como tanto le gustaba: apoyando su cabeza muy abajo en el puente de su cuello para aspirar su aroma y escuchar los latidos del pulso ajeno. Sintiéndose pleno como nunca antes cuando las grandes manos de Min acariciaron sus cabellos con dulzura.

—No sabes lo patético que me siento ahora mismo— se burló el menor en voz baja.—Tres años, desde que me acompañaste hasta acá por mi papá, tres otoños estando idiotizado por ti y nunca te lo dije por miedo a que te alejaras de mí, y resulta que soy correspondido...

Yoongi lo apretó un poco entre sus brazos y apoyó su mentón en la coronilla del más bajo.—Somos patéticos— secundó divertido.

Pero Yoongi patético estaba pasando navidad con su Jimin patético, entonces todo estaba más que patéticamente bien.

Holaaa:D

Esperando que estén más que bien, les traigo un poquito tarde el oneshot navideño que mencioné en la parte cero de Him, ojalá sea de su agrado c:

Espero hayan pasado una bonita Noche Buena y, si no lo celebran, que hayan tenido un buen día tranquilo uwu

Cuídense muchísimo y feliz navidad💕

—Adem🎄

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