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🎄Capítulo IV🎃

El improvisado trineo se ocultaba entre el humo y los escombros, había caído sobre un cementerio cubierto por la nieve, destrozando el terreno a su paso, lápidas, estatuas y... El ego del rey.

Taehyung yacía prácticamente sepultado bajo los escombros que había funcionado como su vehículo, con su cuerpo tendido boca abajo mientras cubría su cabeza con ambos brazos. A pesar de la devastadora colisión de uno de los misiles, no había perdido la conciencia; sin embargo, la magnitud de su fracaso era innegable. En ese preciso momento, comprendió que su plan había fallado irremediablemente. La vergüenza que sentía, resultado de ser derrotado por simples humanos, lo abrumaba por completo. La idea de continuar adelante ya no tenía sentido; se encontraba sin alternativas y, lo peor de todo, con el peso de un pueblo entero que había depositado su fe en él

—Uy, sí que te humillaron bien feo.

Al escuchar la desconocida voz de una fémina alzó su vista, para encontrarse con una joven de orejas puntiagudas y ropa colorida, es por su apariencia que sabe de dónde viene.

—¿Te molesto? —pregunta Taehyung con voz rasposa, sin ánimos de hablar o siquiera deshacerse de ella—. Estoy ocupado revolcándome en mi propia miseria.

—A decir verdad, si, me molestas a mí y a todos en la aldea navideña —Jihee se aproximó a él con tranquilidad, pues por ahora no lucía como una amenaza, así que no le temía, por lo que se acuclilló apenas estuvo cerca—. ¿No salió como esperabas, eh?

—No entiendo qué pudo ir mal para ser derribado —respondió viendo a la nada, sin cambiar su posición inicial—. Tuve mucho cuidado y calculé todo para no ser detectado.

—Pues realmente no sé cómo se te pudo ocurrir tremenda estupidez —suspiró con aburrimiento mientras torcía sus ojos en blanco—. Esta festividad no te pertenece, estaba destinada a fracasar desde el momento que se te ocurrió intentar robarla, por algo cada una tiene a su jefe, ellos saben cómo llevarla a cabo sin contratiempos. Eso incluye la tuya.

—Para ser una elfina que hace juguetes para niños eres muy mal hablada —Taehyung finalmente se incorporó en su lugar y sacudió los escombros de su ropa, quedando sentado frente a Jihee, por fin dirigiendo su vista a ella—. Solo quería poner a salvo a quien amo.

—Maldita sea, ¿por qué los más guapos son los más locos?

—¿Eso se supone que fue una ofensa? Porque nadie ajeno a mi esposo me había dicho algo tan adulador antes.

—Y encima de todo ya está prohibido —llevó sus manos a la cara para ahogar un pequeño chillido que Taehyung no entendió—. Muy bien, escucha, Freddy Krueger, tenemos que volver a tu aldea porque cosas muy horribles están pasando. Aparentemente de nada te sirvió todo esto si descuidaste tu mundo.

—¿Quién es Freddy Krueger? —preguntó alzando una ceja.

—¿¡De lo que acabo de decirte solamente prestaste atención a eso!?

—Es una aldea de Halloween, elfina.

—Jihee.

—Bueno, es una aldea de Halloween, Jihee —hizo énfasis en la pronunciación del nombre—. Obviamente van a pasar cosas que te parezcan horribles.

—¿También es normal y de todos los días que una especie de monstruo deforme tenga de rehén a Santa y a dos de tus amigos? Porque sí es así, pues qué porquería de mundo.

—¿Qué? —finalmente se tomó en serio la aparición de Jihee en ese cementerio, apenas escuchó que dos de los suyos estaban en peligro y cree intuir quienes son.

—Sí, esto fue lo que dijo Santa —se aclaró la garganta y sacó de su bolsillo un celular que también dejó confundido a Taehyung—. Ah, estamos muchos años adelantados en tecnología pero eso no importa. Ahora escucha; "Estamos atrapados con un tal Boogie. A Hoseok y a mí nos tienen enjaulados y a Jungkook le destruyeron el cuerpo, sus restos están tirados en diferentes cajas. Dale los nombres a ese tal Taehyung, estoy seguro que si escucha vendrá rápido. Boogie pronto entrará a comernos a todos, se nos agota el tiempo."

Taehyung no tiene certeza absoluta, de todo ese mensaje, qué fue lo que le dio ganas de prenderle fuego a todo lo que estuviera a su paso; si el atrevimiento de Boogie por entrar otra vez en su territorio, pasando por encima de su autoridad, que Santa Claus y Hoseok estén ahí cuando no deberían ser expuestos al peligro bajo ninguna circunstancia, o que su precioso y amado Jungkook esté descuartizado en partes y arrojado como basura en cualquier lugar.

Definitivamente no lo va a tolerar, no tiene una corona por no haber hecho nada durante diez largos años, no era el más temido de su mundo por estar sentado cortando flores en un bosque y no se dedicó en tratar de expandir su poder poniendo a salvo a Jungkook para que ahora esté en manos de un monstruo.

—Yo soy el rey de Halloween —susurró, sus ojos una vez más siendo el delator de la ira creciente en él—. No van a pasar sobre mi autoridad.

—Pues muévete, ya te hicieron carnitas a un amigo y van por el otro.

—Uno de ellos no es mi amigo —dijo, mientras buscaba algo entre los escombros y cuando se hizo de la calabaza en sus manos se la colocó sobre su cabeza y giró hacia Jihee, quien se maravilló de ver en persona al hombre más temido de su mundo—. Al que mutilaron es mi esposo.

—¿Vas a moler a golpes a ese tal Boogie? —Indagó aún bajo los efectos de su propia estupefacción—. Eso eleva los estándares; proteger a tu amado.

—¿A golpes? —ladeó levemente su cabeza, soltando una risa sarcástica ante la sugerencia que recibió. La calabaza de Taehyung irradió fuego repentinamente, lo que provocó un grito de terror por parte de Jihee—. Tú vienes conmigo.

—¡¿Qué?! ¡No!

Tomó a Jihee del brazo y con una sola mano la alzó para cargarla sobre su hombro, mientras ella gritaba y pataleaba en desacuerdo a su plan, renuente a entrar a la tumba que Taehyung abrió sin siquiera tocarla, además temía por su integridad física, él podría quemarla viva en cualquier momento si a éste se le antojaba. Pero sus reclamos y súplicas sirvieron de nada y pronto entraron al portal que los llevaría a encarar la última oportunidad de rescatar los mundos que conocen.

Halloween Town

—Me hubiera quedado en el taller y fingir que trabajaba —Jihee caminaba encogida de pavor por el bosque oscuro y de árboles muertos, alerta a sus alrededores por si alguna posible amenaza se acercaba.

—¿Por qué vas con miedo? —Taehyung se había retirado la calabaza y vio a Jihee sobre su hombro mientras lideraba la caminata—. Todo este lugar me pertenece, ¿crees que alguien se nos querrá acercar?

—No traigo buenas referencias al saber que enviudaste debido a un esposo descuartizado, ¿sabes?

—Mi esposo no está muerto.

—La negación es el punto de partida para iniciar a asimilar el fallecimiento de alguien —Jihee se aferró a la parte inferior del saco de vestir que Taehyung traía puesto, aún atemorizada por cada paso que da—. Es normal, el tiempo cura to-

Se vio interrumpida al chocar con la espalda de Taehyung, pues detuvo sus pasos sin previo aviso, prestando real atención al camino que llevan.

—¿Qué ocurre? —dudó Jihee al observar cómo él se desviaba un poco de la ruta y lo vio tomar algo del suelo—. Eso... ¿Eso es una oreja humana...?

Taehyung clavó su mirada en la oreja que sostenía, y por supuesto que conocía bien al dueño del arete que ésta aún conservaba.

—Hola, Spooky Koo —Taehyung le susurró y Jihee no pudo evitar jadear con terror y sorpresa.

—¿Estás loco? ¿Por qué le hablas a una oreja?

—Cállate un rato, por favor —sentenció con su mirada seria hacia Jihee, quien puso ambas manos sobre su boca de inmediato. Al haber el silencio necesario continuó en lo suyo, dejó salir un suspiro de alivio y retomó lo que planeaba decir. De pronto, sonrió pequeño y vio incluso con algo de ternura a la oreja—. Jungkook-ie, estoy seguro que estás enfadado conmigo y tienes toda la razón. Pero, mi amor, ya estoy aquí. Puedes dejar de hacer berrinches para que yo te rescate y comenzar a armarte solo, te enseñé a hacerlo en caso de que no me tuvieras cerca.

—Un momento —Jihee frunció el ceño e interrumpió otra vez a Taehyung después de lo que escuchó—. Dices que tu esposo no está muerto y vamos a suponer que te creo. ¿Todo este tiempo él pudo pegar su cuerpo y sacar a Santa y tu amigo de allá?

—Puede que sí, puede que no —dijo mientras guardaba el pedazo de piel y cartílago en su bolsillo para seguir caminando—. A mi esposo nunca se le cuestiona nada de lo que hace pero supuse que no ha actuado por esperar que yo llegue por él y después recriminar mis decisiones.

—Los dos están igual de locos, en serio que sí.

—Gracias por el cumplido, somos una pareja muy funcional —sonrió orgulloso, resoplando una leve risa al escuchar cómo Jihee se quejaba en voz baja—. Detente un momento, necesito enviar un trueno hasta la guarida de Boogie, puedo verla desde aquí.

—Taehy- —Jihee palmeó su frente con visible irritación para arrastrarla hasta su cuello—. Ni siquiera me tomaré la molestia de preguntar cómo piensas hacer eso, solo apresúrate.

—Ya te dije que éste lugar me pertenece —respondió de todos modos, apuntando con su índice hacia el cielo y en dirección a la ubicación de Boogie—. Y puedo hacer en él lo que yo quiera.

Un estruendoso rayo impactó contra lo que parecía ser el techo de aquel sitió, obligando a Jihee que se cuestione el porqué de tal acción, mas se abstuvo de hacer cualquier pregunta cuando Taehyung siguió caminando a paso rápido y la estaba dejando atrás, así que procedió a seguirlo tan de cerca como le era posible.

—¿Cómo haces eso de hablar con otra persona mientras tocas tu nariz? —Hoseok no cabía en su asombro al haber visto a Seokjin comunicarse con sus aliados sin necesidad de tenerlos de frente—. Eres sencillamente increíble.

—Soy Santa Claus, chiquillo tonto —hinchó su pecho con orgullo—. Puedo hacer lo que sea.

La conversación de ambos se vio interrumpida cuando escucharon de nueva cuenta el sonido del metal siendo afilado con alguna piedra, ocasionando que volvieran a alarmarse de la situación.

—A ver entonces si en tu magnificencia consigues sacarnos de aquí.

Hoseok y Seokjin comenzaron a forcejear y sacudir las puertas de sus jaulas para tratar de escapar. Lo que sea que estuviera dándole mantenimiento a las armas ya había finalizado y sus pisadas podían escucharse cada vez más cerca de atravesar la enorme puerta que los separaba.

—Maldito sea el idiota que hizo estas jaulas —se quejó Seokjin al no conseguir nada más que mecerse con fuerza.

—No quiero desaparecer así —lloriqueó Hoseok—. Vamos a morir otra vez, vamos a morir otra vez.

Un fuerte rayo cayó cerca de ellos, arrancándole a ambos gritos de terror y desesperación, provocando que en su euforia sacudieran más fuerte las cerraduras que los mantenía prisioneros.

Empeorando aún más su suerte, los pasos ya se podían distinguir justamente detrás de la puerta. Sin embargo, para sorpresa de Seokjin, luego de un rato de gritos despavoridos y llorar desconsolados hasta el punto de tomar sus manos entre ambas rejas, se percató que Boogie parecía no poder abrir la puerta.

—¿Qué está pasando? —indagó Hoseok entre sollozos al escuchar un jadeo de Seokjin.

—No puede ser —susurró, abriendo sus ojos estupefacto—. Es tu amigo.

—¿Qué?

Hoseok sorbió su nariz y volteó hacia donde Seokjin estaba apuntando, viendo en la puerta cómo un brazo de Jungkook la había trabado y luego lo saludaba.

Atónitos y paralizados, ambos fueron testigos de un fenómeno extraordinario, desconcertante en su naturaleza pero, hasta cierto punto, fue el punto de partida para recuperar la esperanza. Fue en ese preciso momento cuando comprendieron que el rayo había desencadenado una reacción en él, provocando que comenzara a cumplir alguna orden desconocida.

Las cajas que contenían diferentes partes del cuerpo de Jungkook comenzaron a sacudirse con fuerza hasta que todas ellas giraron en el suelo y abrieron sus respectivas cubiertas, dejando ver movimiento de sus restos mutilados pero, para alivio de Hoseok, también visualizó que una parte de la cabeza de Jungkook abrió uno de sus ojos. Había despertado.

Su brazo derecho, que aún permanecía libre en la habitación, se arrastró con la punta de sus dedos a toda prisa para llegar a un cajón de objetos olvidados, sacando de él una engrapadora de tapicerías, llevándola consigo hasta la cabeza que se encontraba partida a la mitad, con el propósito de unirla con su otra parte.

Ambos espectadores no pudieron evitar hacer muecas de desagrado al escuchar cada golpe de la engrapadora sobre la cara de Jungkook, quien una vez tuvo su rostro unido sonrió pequeño y palmeó el suelo en una orden para que su pecho y torso se acercaran por voluntad propia a él.

Tuvo que desacomodar las prendas que aún llevaba mal puestas en su tronco superior para que funcionara bien, giró y contorneó sus brazos y cuello de maneras inhumanas para poder engrapar todo en su lugar. Bajo ese mismo procedimiento recuperó poco a poco su cuerpo quedando completo hasta sus muslos, faltando las extremidades de sus rodillas hasta los pies.

El par de piernas, que recién estaban saliendo de otra caja, comenzaron a saltar hasta llegar a él y estar cerca, haciendo una pose a su espera mientras él se despojó de sus pantalones para pegarlas con mayor facilidad.

—No lo veas si quieres vivir —aconsejó Hoseok al taparse los suyos—. Se está bajando sus pantalones y Taehyung te sacará los ojos si se da cuenta que lo viste desnudo.

Seokjin no necesitó escuchar la orden dos veces para cumplirla, por lo que optó por darle la espalda y sentirse más seguro de esa manera.

El sonido sordo de sus piernas uniéndose; crujido de huesos y carne entrando en contacto se escuchó nuevamente y seguido la engrapadora que terminaría el trabajo.

Se dispuso a colocar de nuevo sus prendas pero, al alzar una de ellas, su dedo anular salió de un pequeño escondite, adornado de la alianza que había sido obsequiada por el hombre de su vida.

Sonrió ante el efímero recuerdo de Taehyung en su memoria y unió su falange con un par de grapas para asegurarla en su sitio.

Estaba vestido y completo, su cabello rojo y ondulado recién arreglado al peinarlo con sus propios dedos, irguiéndose despacio en todo su esplendor mientras busca su propio equilibrio, reconociendo su cuerpo con uniones que ya no eran hilos.

Se reconstruyó a sí mismo en una versión que incluso él sintió mejorada.

Tiró la engrapadora no muy lejos y comenzó a hacer estiramientos con pequeños quejidos de por medio, luego guio su atención al par de jaulas que colgaban desde lo alto, ladeando su cabeza al dejar ver a Hoseok con sus ojos cubiertos y un tipo de traje rojo dándole la espalda.

—¿Qué hacen allá arriba? —habló Jungkook en lo que pareció una eternidad no haber escuchado su voz.

—¡De vacaciones! —resopló Seokjin con sarcasmo.

—¡Jungkook-ie! —Gritó Hoseok en cambio, con efusiva emoción descubrió sus ojos para verlo, consiguiendo una mirada enternecida de Jungkook—. Pensé que nunca te volvería a ver.

—No te asustes, Hoba, ya estoy aquí.

—Sí, sí, qué bonito reencuentro —Seokjin giró de una vez para ver al joven, perdiéndose por dos segundos ante su apariencia. Era como ver a un muñeco de porcelana roto pero incluso así su belleza destacaba. Sacudió su cabeza para no distraerse de lo importante—. Boogie ha estado insistiendo con la puerta hasta casi tirarla, no creo que resista más.

Jungkook iba hablar pero efectivamente la puerta fue derribada por los golpes del monstruo, quien apareció a pasos largos, furioso e iracundo al verse burlado de esa manera.

—El príncipe insolente se levantó —la malicia y sarcasmo se reflejaban en su cara—. ¿Crees que podrás hacer algo contra mí? Lo único que haces es prolongar tu extinción de este mundo. Pero ahora mismo yo me encargaré de eso.

Lejos de huir, como el par aún prisionero pensó que haría, Jungkook se acercó a una espada que ya había visto segundos atrás.

—No soy un príncipe —pronunció, pateando hacia arriba su arma para llevarla a su mano y empuñarla a la altura suficiente para hacerle frente a su enemigo—. Soy tu rey.

Con postura erguida, seguro de lo que hacía y su rostro cargado de furia se lanzó a pelear contra el monstruo sin medir ningún peligro.

Jungkook comenzó a tirar estocadas y atajadas firmes, que lejos de parecer movimientos desesperados, todos parecían ser ejecutados con técnica y conocimiento, blandiéndola con maestría en todas las direcciones que parecieran posibles vías de escape para Boogie, quien lo esquivaba apenas a roces de suerte y siendo acorralado al no esperar verse en tal situación.

Su error más grande fue haber subestimado a Jungkook, creyendo que era un simple monarca mimado, dependiente de la protección de Taehyung y ajeno a cualquier tipo de confrontación. Pero se equivocó.

Kim Taehyung poseía un espíritu demasiado vengativo, nadie escapa de él sin antes verlo a la cara y pagar el precio de cualquier acción incorrecta que haya cometido. Pero Jeon Jungkook no estaba lejos de ser un símbolo caótico a su lado, al portar un espíritu altamente destructivo, no hallaría paz en su interior hasta reducir a la nada misma lo que sea que le provoque una ira descontrolada, como justo le sucedía en ese momento.

Necesitaba ver a Boogie desperdigado por todo el suelo, como él había hecho en el bosque con su cuerpo pero incluso peor; quiere que esté arrastrándose como el miserable insecto que es y no dejar rastro alguno de que alguna vez existió. Jungkook no se iría de ahí sin que uno de ellos desapareciera por completo de ese mundo.

Con un corte limpio consiguió alcanzar una extremidad del monstruo, separando un brazo de él y escuchando sus alaridos de dolor.

—Te dije que me ibas a pagar caro lo que me hiciste en el bosque —pronunció entre dientes, con el odio instalado en su mirada, decidido en continuar sus ataques.

No obstante, en un momento de suerte y desesperación, Boogie empujó a Jungkook hasta desestabilizarlo y huir de él, no contando con que el otro lo perseguiría al instante fuera de la habitación.

—¿Ese demonio pelirrojo fue una especie de guerrero o algo así? —preguntó Seokjin aún forcejeando con la cerradura.

—Taehyung lo entrenó —pronunció entre quejidos al ejercer fuerza también con sus candados—. No siempre pasan tiempo juntos así que le enseñó a defenderse por su propia seguridad.

—¡Me rindo! —Seokjin exhaló con fuerza y se dejó caer sobre su plataforma—. Si Jungkook no vuelve para sacarnos vamos a morir de alguna otra cosa porque estoy temblando de nervios.

Hoseok también cayó sentado, dándose por vencido con todos sus intentos, teniendo en cuenta que si o si necesitaban ayuda externa para salir de ahí.

—¡Hola, jefe!

Una voz desconocida para Hoseok pero bastante familiar para Seokjin se escuchó venir desde algún rincón.

Seokjin se sentó abruptamente, buscando con su mirada al dueño de tan melodiosa voz hasta que hicieron contacto visual, siéndole imposible no sonreír enorme y aliviado de ver a uno de sus elfos saludarle efusivamente con su mano.

—¡Jimin-ah! —Gritó, elevando sus brazos con alegría pero se alegró aún más al ver el característico semblante serio y desinteresado de Yoongi detrás de él—. ¡Si vinieron!

—Sí, bueno, alguien me tiene que pagar las horas extras —dijo Yoongi con ningún tipo de emoción y buscando a su alrededor la manera de bajar ambas jaulas antes de que Boogie volviera.

—¡No se preocupen, los vamos a rescatar!

Ambos elfos abrieron sus ojos asustados, al escuchar como un grito de alguien ejerciendo fuerza se iba aproximando a toda velocidad a su dirección, por lo que tuvieron que tirarse hacia una esquina.

Boogie había embestido a Jungkook y lo estaba empujando de regreso al cuarto de juegos hasta que cayó a unos cuantos metros, impactando contra una base de metal que se levantó casi en el centro del espacio, dejándolo sentado en el suelo y recostado en dicha base, sosteniendo uno de sus costados ante un posible corte nuevo, jadeando del cansancio y frustración por haber perdido el encuentro.

—¡Insolente, mal nacido! —Exclamó con enojo, su paciencia se había drenado por completo y tomó un hacha cercana para acercarse a Jungkook—. ¡Ahora mismo te voy a mutilar en tantos pedazos que ni siquiera ese maldito brujo te va a poder unir otra vez!

Todos los presentes se encontraban aterrorizados al ver que el monstruo se había movido a alta velocidad, imposibilitando que alguno pudiera anticipar el movimiento que hizo para llegar rápido a Jungkook y lastimarlo, siendo testigos del cruel destino que estaba por sufrir aquel joven que solo intentó defenderlos.

Jungkook exhaló por última vez, sabiéndole amarga la derrota y sin esperanza alguna, parecía ocurrir en cámara lenta, igual que el día que murió en aquel pueblo y se dejó caer desde aquel edificio.

Cerró sus ojos, desilusionado de no haber visto una vez más a Taehyung para despedirse de él, esperando su fatídico destino. Pero en un giro de acontecimientos, fue el repentino grito de una fémina el que descolocó a todos, incluso a Boogie, quien se detuvo de inmediato para buscar por todos lados el origen de aquel inesperado sonido.

Tal distracción no le permitió ver que desde la base de metal que sostenía la espalda de Jungkook, Taehyung la había saltado para tirarse sobre Boogie y alejarlo de su esposo, consiguiendo que ambos rodaran en el suelo y Boogie soltara su arma.

Desprotegido y a merced del rey de ese mundo.

—Taehyung —susurró Jungkook con felicidad, sus ojos aguados de volver a verlo a salvo y cerca de él.

Entre quejidos de dolor, Boogie intentó incorporarse para escapar otra vez, no había manera de hacerle frente al rey en esas condiciones, pero cuando había girado sobre sus talones queriendo comenzar a correr, Taehyung lo tomó del sacó y lo jaló a su cuerpo dándole media vuelta para encararlo, sujetando su cuello con fuerza hasta sofocarlo.

Boogie casi comienza a sollozar de pánico, pues en lugar de ver el rostro de Taehyung se encontró con la temida calabaza encendida por dentro a fuego vivo, irradiando tanto calor que podía percibirse cuán endemoniado estaba Taehyung en ese momento.

—Cuando traje a Jungkook a este lugar decreté una ley inquebrantable, la convertí en la primera regla para evitar despertar mi ira en este mundo, una orden sagrada —Taehyung estaba hablando, pero la calabaza parecía tener vida propia al ser quien movía la boca—. Sé que la conoces porque me encargué de que tus esbirros te la hicieran llegar. ¿Cuál era?

Ante la renuencia de Boogie a responder, Taehyung comenzó a darle puñetazos en el saco que cubría su cabeza y simulaba ser su cara. Cada impacto resonaba con un eco profundo en toda la habitación que se mantenía en silencio, pues el rey estaba hablando y nadie era capaz de siquiera interrumpirle con su respiración.

—¿Cuál era? —insistió una vez más, levantando del cuello a Boogie como una vez lo hizo con él.

—Jungkook es intocable —contestó finalmente entre quejidos, tratando de quitarse el agarre en su cuello con el único brazo que tenía.

Taehyung lo azotó contra el suelo y pateó sus costillas, no dando tregua a su enemigo y repitiendo con el doble de rencor el trato que recibió el día que conoció a la indeseable bestia.

—Me pregunto qué pasó por tu mente al haberle hecho daño a mi consorte si tenías el conocimiento de esa regla —su expresión y tono de voz denotaba poder todo el tiempo—. «Jungkook es intocable en mi presencia y lo es aún más en mi ausencia.»

Luego de darle el recordatorio exacto, volvió a tomar a Boogie del cuello, quien ya vio fijamente a Taehyung, tal vez clamando por misericordia o perdón. Pero tales palabras no cruzaban por la mente del monarca en ese momento, por lo que lo elevó hasta despegar sus pies del suelo y le susurró su sentencia final.

Thal inraeth venos, thal inraeth torhaes.
(De cenizas vienes y a cenizas volverás.)

El fuego salió desde la boca de la calabaza y calcinó al instante el cuerpo de Boogie al haber pronunciado aquellas palabras, ni siquiera dándole tiempo de gritar, acabando por fin el tormento que ocasionó tal bestia y mantuvo inquietos a sus rehenes e incluso al mismo rey.

Taehyung sacudió su mano para limpiarla de las cenizas que el monstruo había dejado en él y retiró la calabaza de él mientras soltaba un suspiro de alivio, dando por finalizado el problema.

—Asombroso.

Escuchó que alguien comentó, por lo que giró hacia una esquina e hizo contacto visual con uno de los elfos, viendo como el rubio y más bajo se ocultaba detrás del que tenía una mirada estoica hacia él.

—¡Mi distracción funcionó! —Jihee salió de su escondite y celebraba con sus brazos alzados viendo a Seokjin que aún estaba en su jaula—. ¡Soy una heroína y merezco mi reconocimiento!

Yoongi y Jimin encontraron la cadena que ayudó a bajar las jaulas para abrir las puertas de los prisioneros y acercarse a ellos para liberarlos.

—¿Estás bien? —preguntó Yoongi al intentar abrir la cerradura de Hoseok.

—Bastante bien. Gracias, bonito elfo.

La respuesta de Hoseok para Yoongi consiguió que éste se sorprendiera y, de repente, un sonrojo parecía asomarse en sus mejillas al ver sonreír al otro.

—N-no es nada —respondió tímido al liberar la cerradura, evitando la gentil mirada de Hoseok.

Ambas jaulas por fin se habían abierto, Jimin y Jihee abrazaron a Seokjin al verlo a salvo, Hoseok palmeó con gentileza el hombro de Yoongi, agradeciendo su ayuda.

—¡Eres un irresponsable!

Ante aquella exclamación, todos los presentes voltearon a ver al centro de la habitación. El rey del mundo de Halloween estaba cabizbajo ante Jungkook, quien parecía estar muy enfadado, así que todos ingresaron a las jaulas otra vez, en un acto reflejo de buscar protección.

—Te dije que esto era mala idea y no me escuchaste en ningún momento —continuó reprendiendo a Taehyung—. Ese imbécil me hizo pedazos en un solo movimiento y Hoseok fue secuestrado junto a...

—Santa Claus —respondió Seokjin con temor, al ver que Jungkook le dirigió su vista para saber su identidad.

—Sí, con él. ¡Y todo eso se pudo evitar si no te hubieras ido! —Se cruzó de brazos y se inclinó ligeramente en su dirección—. Te dije que solo te necesito a ti pero eres un inconsciente, me dejaste solo, abandonaste a la aldea entera y creen que desapareciste por completo. Eres muy insensato, impulsivo, mal espo-

No continuó hablando porque Taehyung lo interrumpió al atraerlo hasta él y tomarlo de una de sus mejillas y su otro brazo envolverlo de su cintura para besarlo con fervor, sintiendo como Jungkook golpeaba sus hombros para alejarse y seguirse quejando. Pero poco a poco, haciendo caso al lado que extrañaba estar entre sus brazos, fue cediendo al cariño y correspondiendo al beso que tanto anhelaba sentir pese a lo inconforme que estaba por sus actos, colocando sus manos en el pecho ajeno y las deslizó por los hombros para atraerlo más a él si es que era posible.

—Creo que esto te pertenece —Taehyung interrumpió el beso un instante para devolverle la oreja perdida a Jungkook, quien chasqueó su lengua.

Se separó un momento para buscar la engrapadora y logró colocar su oreja en donde pertenece. Pero su liberación no duró nada cuando Taehyung lo había vuelto a abrazar y apretujó con fuerza una de sus nalgas, sacando un jadeo involuntario.

—Tenemos público, contrólate —susurró Jungkook cerca de sus labios pero nada molesto por la acción.

—Justo ahora no me importa, te extrañé demasiado. Esos perdedores pueden ver lo que quieran.

Pese a escucharlos a todos quejarse por su respuesta, Taehyung volvió a tomar con posesividad sus labios, dejándose envolver por el exquisito sabor que Jungkook siempre tenía en su boca, su lengua haciéndose espacio para explorar una vez más en ella y sintiendo como la de Jungkook se encontraba con la propia, en un danzar divino y celestial.

Ambos se entregaron por completo al gesto, como si el mundo entero desapareciera a su alrededor, dejándolos en una burbuja donde solo existían ellos y la promesa que el intenso beso había encendido.

—Bueno, salimos de aquí insultados y humillados —expresó Jihee al salir de la jaula seguido del resto—. ¿Saben lo peor? Todos en este mundo están bien guapos. Incluso ese que le hace ojitos a Yoongi está inalcanzable.

—Yo no le hago ojitos —respondió con el ceño fruncido pero evidente nerviosismo en su voz.

Se disponían a desalojar la habitación ignorando a propósito al par de monarcas que seguían ocupados en su reencuentro.

Inesperadamente el chillido de lo que parecían muchas bestias voladoras los alarmó al punto de creer que esa pesadilla nunca terminaría. Taehyung había abandonado su beso con el de Jungkook para tratar de protegerlos a todos de los esbirros al momento que ingresaron a la habitación.

Mas nadie se esperó que el ensordecedor sonido de una ametralladora colmara toda la pieza e iniciara a matar a las bestias, cayendo una a una por los disparos recibidos.

Taehyung refugió a Jungkook detrás de él, Seokjin tomó en brazos a Jihee para agacharse y cubrirla, acción que Hoseok imitó con Yoongi.

Pero entonces, ¿de quién era el arma?

Los disparos habían cesado luego de varios segundos, ya ninguno de los esbirros estaba consciente, los habían aniquilado. Esa fue la oportunidad de Seokjin para buscar con la mirada a quien le haya salvado la vida, encontrándose con Jimin y su arma pintada como dulce navideño.

—Eso fue genial —Jimin se dijo a sí mismo con una sonrisa.

—¿Dejaron que trajera eso? —exclamó Seokjin confundido hacia Yoongi, quien negó rápidamente.

—¡Pero si lo revisé antes de salir! —Yoongi apuntó a Jimin con sus dos manos para defenderse.

—Me siento poderoso —Jimin empuñó su arma y se volteó hacia Seokjin—. ¡Jefe!

—¿Qué?

—¡Quiero un aumento!

—No. Y baja eso.

—Lo di todo —Jimin se encogió de hombros y obedeció sin mayor problema.

Una vez que todos se vieron a salvo, decidieron que era buen momento para regresar a los lugares que pertenecen, dando por concluida la misión de robar la navidad, la cual finalizó en un rotundo fracaso. Sin embargo, les abrió nuevas puertas que gustosamente dejarán abiertas para todas las posibilidades.

Tan pronto como los habitantes de la aldea avistaron un grupo acercándose, encabezado por su rey, una oleada de júbilo y alegría los invadió. La promesa que él les había hecho quedó en el olvido permanente, y en su lugar, se entregaron al agradecimiento por su regreso, celebrando su presencia y la esperanza renovada de que continuaría guiándolos en su reinado

Cuando estuvieron rodeados por la multitud, una ola de celebración inundó la aldea al ver que Taehyung había regresado sano y salvo, acompañado de su consorte y demás compañeros. Todos fueron testigos de cómo su rey, con humildad, hizo una profunda reverencia ante ellos, como muestra de arrepentimiento por la atrocidad que había intentado cometer. En ese gesto de reconciliación, proclamó que se comprometería a proteger el mundo que pertenecía a todos, asegurando la seguridad y el bienestar de su gente. Además, decretó que revitalizaría cada celebración de Halloween, restaurando la alegría que les había sido arrebatada en el otro plano y otorgándoles el gozo que tanto merecían vivir.

Al ver tal gesto, Seokjin sonrió orgulloso al observar el cambio en el monarca. Con esa nueva confianza, se sintió seguro de poder continuar con su propia festividad, sabiendo que tenía el poder de salvarla y llevar la felicidad al mundo de los mortales.

—Muy bien, Taehyung-ie. ¿Qué aprendimos hoy? —Seokjin se burló de Taehyung en el preciso instante que éste se había acercado para despedirse de él.

—No meterme con las otras festividades y proteger a mi mundo entero —pronunció en el momento que hizo contacto visual con Jungkook, viéndolo con los mismos ojos de amor que siempre ha tenido para él—. También al mundo del Halloween.

—Basta, son tan románticos —pronunció Jihee, limpiando una lágrima falsa de su rostro.

—Por supuesto, ellos son quienes nos recuerdan que, entre todo este dolor y oscuridad que debimos atravesar para llegar aquí, aún es posible amar sinceramente y con todo el corazón.

Namjoon se había aproximado al grupo cuando ya habían pasado muchos minutos desde que llegaron, pues aún se estaba recuperando de los intentos que hizo Taehyung por cortarle la cabeza y cumplir con la amenaza que había dejado antes de marcharse. Afortunadamente para él, Jungkook abogó a su favor e impidió que tal disparate fuera llevado a cabo.

—¿Usted quién es? —Jimin le preguntó, sus ojos brillando ante el alto y guapo hombre con traje negro a su lado, quien le dedicó su atención al percatarse de su presencia.

—Kim Namjoon —alzó su sombrero y reverenció ante Jimin, sonriendo tan amplio que sus hoyuelos fueron visibles—. Alcalde de la aldea, a tu disposición siempre.

Seokjin rodó los ojos ante el evidente coqueteo del hombre con su elfo. No obstante, y creyendo que ya se había ausentado lo suficiente de su mundo, tocó su nariz con el dedo índice, provocando que un portal se abriera cerca de ellos para darle paso a un trineo que era jalado por dos enormes osos polares.

—¡Ricky y Martín! —Jihee corrió hacia los animales que ella había nombrado tiempo atrás para abrazarlos, sintiéndose feliz de verlos después de lo que le pareció mucho tiempo.

—¿Te das cuenta que pudo hacer eso todo este tiempo y no se le ocurrió hasta ahora? —Yoongi le susurró a Hoseok, quien asintió de mal modo ante la verdad dicha.

—No le digas nada, deja que crea que puede resolver lo que otros no —su respuesta provocó una risa pequeña en Yoongi, no pudo evitar contemplarlo con ternura ante el gesto.

—Bueno, con eso concluimos este mal entendido por ahora —anunció Seokjin, subiendo a su trineo con Jihee a su lado, los otros dos elfos se despedían de sus nuevos amigos, tomando asiento detrás de él con pesadumbre y percatándose del mal semblante que llevaban—. Nos veremos en el próximo Halloween para ver cómo nos sorprende el rey.

Ante tal anuncio, Yoongi y Jimin alzaron sus miradas con esperanza, guiando su atención hacia Hoseok y Namjoon respectivamente, felices por la promesa de volver a encontrarse con ellos y erradicando el falso sentimiento de creer que no volverían a verse.

—¿Aún es posible rescatar la navidad? —preguntó Taehyung apenado, sobando su cuello en el proceso.

—Claro que sí. Soy Santa Claus, mocoso insolente.

Con una risa divertida, Seokjin tomó las riendas de su trineo, dándole la orden a sus osos para comenzar a correr, a medida que recorrían el extenso camino despejado se iban elevando desde lo alto, en donde desaparecieron luego a través de otro portal.

—Es agradable —comentó Jungkook al llegar hasta Taehyung y abrazarlo con cariño, sintiéndose pequeño con él.

—Lo es —Dio la razón sobando la espalda de su esposo—. ¿Sabes? Todo esto me hizo recordar quién soy, él por qué he trabajado duro para convertirme en el rey de este lugar. Mis planes no estaban limitados a dominar la navidad y aterrorizar otras partes del mundo.

Tal comentario llamó la atención de Jungkook, levantando su cabeza para ver a su esposo, quien parecía tener un plan en su mirada.

—¿Qué idea tienes, amor? —Indagó con curiosidad—. Conozco esos ojos y no sé si debo volver a preocuparme.

—Vamos a casarnos en una iglesia.

Jungkook podría haberse emocionado de la noticia, pero en primer lugar, ellos ya estaban casados, no por la iglesia, pero casados a fin de cuentas. Y además, hasta donde ha entendido todo ese tiempo, Taehyung es un hereje ante los ojos de los creyentes.

Estaba confundido y con justa razón, pero con el pasar de los segundos en que hacían contacto visual pudo distinguir aquel gesto que Taehyung solía hacer cuando la palabra venganza estaba incluida en sus ideas.

Confiando en él una vez más y en que Taehyung sería incapaz de romper su corazón le dio una caricia en su mejilla y asintió a favor, estando de acuerdo con su idea.

Y puede que luego de recibir los detalles del plan, Jungkook se haya entusiasmado aún más.

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