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🎄Capítulo III🎃

Jungkook dio un pesado suspiro al cruzar el umbral de su hogar, pero esta vez, en relación a ocasiones anteriores, una sonrisa risueña y soñadora estaba plantada en su rostro, pues hacía mucho tiempo que no sentía esa plenitud, el presentimiento de estar con la persona correcta. Pero en el lugar y momentos incorrectos.

Cuando se dispuso en seguir su camino a la sala de estar encontró un sobre en una pequeña mesa del recibidor, lo cual le extrañó debido a su peculiar color rojo.

Revisó el sobre para encontrar su nombre en la parte posterior, sintiéndose con todo el derecho de revisar su contenido para llevarse una grata sorpresa. Su mamá lo estaba invitando a su hogar.

Le fue inevitable no dar saltos de emoción, después de tanto tiempo, de lo que parecía una eternidad sin saber de ella y el resto de su familia, ella le proporcionó la dirección del nuevo lugar en el que residían, no extrañándole en lo absoluto que tuviera un nuevo domicilio. Los Han se habían tomado muy en serio el castigo de alejarlo de los suyos hasta que su preciada Sohee tuviera un hijo de él.

Revisó la hora en la torre de reloj cerca de él y consideró que sería buena idea ir donde ellos en una fugaz visita, al menos para recibir un abrazo de sus padres y hermanos, por lo que salió de su hogar y emprendió un viaje a su nuevo destino, ya lidiará luego con Sohee y sus descaros.

Al llegar a la dirección proporcionada, le extrañó un poco ver que la casa señalada en la dirección del sobre era la única que no estaba iluminada en su interior por velas. Según lo que él recordaba, su familia solía dormir pasadas las diez de la noche y aún eran las nueve.

Sacudió su cabeza para alejar los malos pensamientos, tratando de ignorar ese detalle bajó del coche que solía utilizar para movilizarse cerca del pueblo y se aproximó a la entrada, verificando con dudas un par de veces más que la dirección es correcta pero al ver que todo encajaba perfectamente no vio más remedio que ir a la puerta y tocar para ver si alguien le recibiría.

Supo que todo estaba mal cuando hizo el amago de golpear la puerta y observó que ésta ya se encontraba apenas abierta, por lo que empujó de ella muy despacio y se asomó a verificar el interior, no encontrando nada más que penumbras dentro.

—¿Mamá? —Preguntó a medida que ingresaba a pasos cuidadosos en el lugar—. ¿Papá?

Siguió caminando a pesar de no obtener respuesta alguna, ni un crujido de la madera en otra parte de la casa, ni un solo sonido era emitido en el trayecto más que los provocados por él mismo.

—¿Gemelos? —Insistió una vez más—. ¿Yeonjun, Beomgyu?

Fue al llegar a la cocina que un resplandor en el patio trasero captó su atención, por lo que se asomó con cautela a través de una ventana y trató de enfocar mejor su vista debido a la intensidad de la luz. Pero cuánto desea no haber visto lo que vio porque su cuerpo se paralizó cual estatua, frío como el mármol, hueco y sin aliento.

Le habrá tomado unos considerables minutos recuperar la compostura, pero Jungkook corrió hacia la puerta que daba al patio para atravesarla, sencillamente no daba crédito a lo que presenció, necesitó ver más de cerca porque esa no podía ser su familia, ellos no podían ser los que se encontraban colgados en un enorme árbol en medio de ese lugar, iluminados con antorchas que estaban colocadas a propósito para que él no perdiera detalle alguno del castigo que se recibe para aquellos que desobedecen las leyes impuestas por la iglesia.

Ni siquiera tuvo tiempo de acercarse a ellos, en medio de lágrimas que caían por su rostro y estado de perplejidad, no se percató que dos hombres ya lo esperaban para amordazarlo e inmovilizarlo de ambos brazos, impidiendo cualquier oportunidad de defenderse.

—Esto es lo que pasa cuando uno es pecador, Jeon.

Escuchó la voz de su suegro aproximarse desde el interior de la casa, viéndolo salir de ella, con su esposa y Sohee detrás, la última viéndose afectada en llanto y dolor.

—Sabía que ellos mentían, se lo dije, padre —dijo Sohee entre un llanto ahogado, que más parecía fingido pero muy bien actuado de todos modos—. Seguí a Jungkook hoy hasta el bosque porque no solía perderse por tanto tiempo y lo vi cometer el peor de los pecados. ¡Estaba besándose con un hombre!

Jadeos de sorpresa e indignación no se hicieron esperar. Jungkook por su parte, sintió que el alma abandonaba su cuerpo al verse descubierto y lo peor había sido que su familia fue quien pagó el precio de su insensatez, aquello que tanto había evitado que sucediera finalmente le superó.

—Aberrante y asqueroso —pronunció el hombre mayor—. Tu familia intentó encubrir tu mentira, por eso fueron castigados. Los Jeon son sangre sucia, una familia de brujos que fornican hombres con hombres y mujeres con mujeres como un acto de depravación y vínculos satánicos, se ofrecen como sacrificios para innombrable.

—Eso no tiene ningún sentido —consiguió defender Jungkook—. Además, mi familia no sabía nada, eran inocentes. Fui yo quién se enamoró de otro hombre a escondidas de ellos. Debí ser yo quien sufriera el castigo, no mis hermanos y padres.

—Mentiras y más mentiras —se mofó el señor Han, sacando de su abrigo un papel doblado—. Si lo que dices fuera cierto, no habríamos encontrado esta carta en una caja hechizada que guardaba la bruja Jeon, tu madre. Lo escuchaste bien; una carta, oculta en un objeto maldito que desprendía alguna especie de melodía del infierno.

—No... —susurró con terror, recordando la pequeña caja musical que había dejado en su antiguo hogar, todo para justamente evitar problemas como en los que ahora están.

Querido Kim Taehyung —comenzó a recitar el hombre, consiguiendo que Jungkook palideciera por completo.

"... No puedo evitar sonreír al recordar tus ojos, esos ojos que, cuando se encuentran con los míos, parecen entender cada palabra que no te digo. Hay algo en el aire cuando estoy contigo, entre esos árboles, que me llena de paz, como si el mundo allá afuera es olvidado y solo existiéramos tú y yo, compartiendo momentos que solo nos pertenecen a nosotros.

Tus risas, tus susurros, tu cercanía... Todo parece encajar tan bien, como si todo esto fuera lo único que siempre quise y nunca supe cómo encontrar.

Recuerdo especialmente aquella tarde, en la que me entregué en cuerpo y alma a ti; la luz del sol que caía sobre tu piel, tan suave y dorada, hacía que me olvidara de todo, como si el tiempo mismo hubiera decidido detenerse para seguir perdiéndonos el uno en el otro. No solo te vi con mis ojos, sino que sentí cada parte de ti, como si fuéramos uno solo.

Fue en un instante que me atreví a tocarte. Un gesto tan sencillo, que provocó el acercamiento de nuestros cuerpos, todo lo que éramos se desbordó en un suspiro compartido, en un roce que hablaba de deseos no dichos, pero entendidos en la pureza de ese instante. No fue solo la pasión la que se encendió entre nosotros, sino también el consuelo, la certeza de que, en ese rincón escondido, en ese bosque que es solo nuestro, somos libres.

Me pierdo en la memoria de esos días, y a veces, incluso en mis sueños, el eco de tu risa, de tu voz, de tu toque, sigue conmigo. Cada momento juntos es un regalo que atesoro en mi pecho, sabiendo que cada uno de ellos es nuestra verdad, nuestra única verdad. No hay nada que desee más que continuar viviendo estos días a tu lado, tan lejos del juicio y tan cerca de lo que mi corazón sabe que es lo único que importa.

Espero ansioso el día en que podamos encontrarnos nuevamente, con nuestra casa en el campo y todos los animales que querías en ellos, lejos de los prejuicios y ojos curiosos que solo sabrán juzgarnos.

Hasta entonces, seguiré esperando, con la promesa de que todo esto, todo lo que compartimos, es más real de lo que cualquier otra cosa pudiera ser.

Con todo mi amor, siempre tuyo y solo tuyo,

Jeon Jungkook."

Cuando el hombre terminó de leer una parte de la carta, Jungkook se había perdido en su memoria, en el día que escribió esa carta y empezó a llorar en el acto, pues fue la última carta que le escribió a Taehyung y no envió porque había sido más un desahogo personal de aquel entonces que en sí tener como propósito el envío de la misma.

—Entre los demás objetos encontramos las respuestas de ese otro pecador —interrumpió el hombre la estupefacción de Jungkook, al ver que no emitía respuesta—. Una vez que tú recibas tu merecido, iremos al bosque por el hereje maldito y correrá con la misma suerte que tú. Pero él verá tu cuerpo ardiendo en llamas y entonces sabrá por qué es malo desobedecer a la naturaleza.

«Se atrevieron a profanar tu cuerpo...»

Jungkook recordó aquellas palabras de Taehyung dichas hace nada. Por lo que al ver la situación en la que se encuentra y, con mucho dolor, recordar que su familia había perecido por culpa suya, lucharía una vez más porque Taehyung tenía razón.

«Sabes defenderte aún si algo te asusta»

Era su mejor cualidad, pues el miedo no solía cohibirlo como pasa con algunas personas, eso más bien le daba fuerzas para hacerle frente a las adversidades. Fue haciendo uso de esa motivación que le dio una patada en el estómago a uno de los hombres que lo sostenía, ya que le vio intenciones de amarrarlo con una cuerda. Cuando ese había caído al piso el otro intentó someterlo con más fuerza pero Jungkook atinó a dejar un puñetazo en su cara y comenzar a correr, empujando en el procesos a los Han para irse por la puerta de enfrente.

Estando afuera, agitado y con la adrenalina circulando en sus venas, buscó su coche pero tal parece que se lo habían robado, por lo que no tuvo otra opción que emprender su escape corriendo, sobre todo cuando identificó a un lado de la calle una turba de pueblerinos con antorchas dispuesto a castigarlo también por su más grande pecado: amar a otro hombre.

Corrió en sentido contrario, escuchando como los demás iban detrás de él también a alta velocidad.

Pensó en ir al bosque, ya que inconscientemente su mente lo estaba guiando hacia ese lugar, al que siempre consideró su refugio. Pero esta vez se refería al hombre que ahí lo esperaba y sabe que lo podrá tranquilizar para pensar en algún otro plan que no incluya a más personas lastimadas.

No obstante, pensar en Taehyung le trajo consigo el miedo de lo que toda esa gente podía ser capaz de hacerle a él. Si, es verdad que está muerto, pero no sabe hasta dónde eso pueda ser bueno o malo y tampoco a favor de quién.

Un enorme edificio estaba casi frente a él, por la entrada del pueblo que pasando de él daría inicio al bosque. Tal edificio aún estaba cerrado porque su inauguración no estaba lista, pero sin pensarlo ingresó en el lugar, creyendo que podría despistar a quienes ya había dejado muy atrás y creerían que se ocultó en cualquier otro lado.

Abrió la puerta y la cerró de golpe una vez que entró.

—Mierda —susurró, con la respiración alterada y sus manos temblando, preso del pánico.

Trató de relajar los intentos de inhalación de aire que hacía para poder escuchar lo que ocurría afuera. Pero cuando escuchó a un pueblerino hablar supo que era su fin.

—¡Lo vi ingresar en ese edificio! ¡Es de una sola puerta, así que entren tras él!

Taehyung estaba caminando a paso tranquilo por el sendero, con sus manos en los bolsillos y una atolondrada sonrisa en sus labios. De todos los escenarios caóticos que cruzaron su mente al tener la idea de visitar a Jungkook, no esperó que de verdad éste pudiera aceptarlo de regreso en sus brazos.

Había pasado muchísimo tiempo, incluso cabía la posibilidad de que Jungkook estuviera ya enamorado de otro hombre e hiciera la vida que ambos habían planeado. Pero Taehyung lo ama tanto, que incluso si hubiera encontrado esa situación, lo habría dejado vivir feliz. Así y solo así él se olvidaría de Jungkook y le dejaría seguir adelante con felicidad y experimentando todas las buenas experiencias que merece. Fue una experiencia agridulce, porque para su buena suerte pero para desdicha del contrario, las cosas no se habían dado así.

Taehyung detuvo sus pasos ante una peculiaridad que captó su atención, estaba próximo a salir del sendero para entrar a la calle principal pero el bosque estaba en silencio absoluto. No estaba el sonido de los búhos, ni los grillos cantando o luciérnagas danzando cerca y algo que él sabe muy bien al visitar la mayoría de veces el bosque por la noche, es que si éste se encuentra en silencio es porque una amenaza está cerca.

Miró a su alrededor sin dejar de caminar en la calle principal por un buen rato, permaneciendo alerta y listo para atacar de ser necesario. Pronto, los ruidos de lo que parecía una enorme manifestación llamaron su atención, obligándolo a detener sus pasos al ver un enorme grupo de personas ingresar a un edificio cercano, armadas de antorchas y objetos que estaban destinados a lastimar a alguien.

Él sabe perfectamente que están detrás de otra víctima de su fanatismo y que la cacería de brujas había comenzado, por lo que sigue con la vista a las personas que van perdiéndose en la edificación hasta que no quedó nadie afuera. Alzó su mirada hasta la azotea y encontró en el borde al objetivo del grupo furioso de personas pero cuando enfocó mejor la silueta en el techo pudo jurar que ni siquiera cuando él estaba a punto de morir sintió tanto terror.

—¡Jungkook! —gritó, con la esperanza de ser escuchado por su amado y viendo que, en efecto, éste volteó rápidamente al percibir su voz.

Taehyung estaba paralizado, no fue capaz de dar ni un solo paso ante la impotencia de tal escena. No podía creer que estaban por linchar al amor de su vida.

Jungkook por su parte ya había aceptado a la muerte con brazos abiertos. Desde el momento que se vio al final de esas escaleras supo que no tenía escapatoria, moriría ahí, quemado vivo por todas esas personas que ni siquiera le han dado el derecho de defenderse ni a él ni a su familia.

Cuando escuchó la voz de Taehyung, al verse en el borde del edificio, ya acorralado y a esperas de que ingresaran por la puerta para capturarlo, fue como un último soplo de vida, lo que necesitaba para sentirse tranquilo incluso si la situación no lo ameritaba.

Giró su cuerpo completamente y decidió que si iba a morir ahí, quería que fuera Taehyung lo último que viera, incluso si aún se encontraba lejos. Por la distancia que calcula, sabe que él debió haber gritado su nombre con todas sus fuerzas.

Vio cómo le tomó mucho tiempo a Taehyung reaccionar y empezar a correr en su dirección, no siendo inevitable reír para sus adentros con una lágrima escapando ante el cambio de su semblante.

—Tonto, no vas a poder hacer nada —dijo con la voz rota, hablando en casi en susurros.

Jungkook dio un paso más en el borde de esa azotea, provocando que Taehyung volviera a gritar desesperado.

—¡No lo hagas, amor! —insistió, preso del pánico y la desesperación. Sus pasos se sentían pesados y el camino se le hacía cada vez más lejano.

La puerta que Jungkook había trancado finalmente cedió a la fuerza de la multitud enfurecida y comenzaron a ingresar para ir tras él. Y luego todo pareció suceder en cámara lenta para ambos.

Taehyung intentó conjurar algo, lo que fuera que pusiera a salvo a Jungkook, pero fue víctima y presa de sus propios temores, siéndole imposible actuar a tiempo cuando vio que su hermoso chico extendió los brazos, con una sonrisa en su boca y la salinidad bañando sus pómulos, sus ojos estaban puestos sobre él sin dejar de verlo por ningún instante antes de inclinar su cuerpo hacia adelante.

Observó cómo Jungkook se dejó caer al vacío, desde una edificación demasiado alta y él solo pudo dejar de correr y perder el aliento para luego presenciar cómo su cuerpo impactaba contra un carruaje que se encontraba ahí estacionado, con un sonido que salió en seco y lo desmembró casi a totalidad.

La multitud enmudeció al ser testigos inoportunos del suicidio que Jungkook había cometido. Ingresaron de nuevo al edificio para bajar a toda velocidad y verificar que en serio estaba muerto, debían condenar su espíritu al haber sido una persona que cometió los pecados más graves de la vida.

Taehyung por su parte llegó a la escena, caminando en automático hasta el lugar y no supo qué decir o hacer cuando el cuerpo del amor de su vida se encontraba desprendido, con partes de su cuerpo en todo el perímetro y sangre goteando de los bordes del carruaje destrozado. Reprimió sus labios y sintió cómo si gotas de agua hirviendo cayeran por los bordes de sus ojos, quemándolo levemente en su trayecto.

Escuchó que las personas empezaban a bajar para salir ahí mismo. Por lo que regresó al bosque tan rápido como le fue posible, llevando consigo los restos de Jungkook.

—¿Qué traes ahí? —Hoseok vio que Taehyung corría hacia su casa pero iba cargando consigo una caja de tamaño considerable.

—Consigue hilos y aguja en mi estudio, por favor, está en la planta de abajo —respondió ignorando la pregunta de su amigo, viendo de reojo cómo le obedecía sin cuestionar nada.

Al entrar a su hogar llevó la caja a un mesón que utilizaba para sus investigaciones. Hoseok, que llevaba consigo lo solicitado, trató de seguirle el paso de cerca e ingresó a la habitación de experimentos casi al mismo tiempo que él.

—¿Por qué luces agitado y nervi-? ¡¿Qué es eso?! —gritó despavorido cuando Taehyung destapó la caja y pudo ver lo que parecían restos humanos.

—Hoseok-ah, yo nunca te trato mal y te quiero mucho pero necesito que ahora mismo cierres la boca en lo que trabajo.

Hoseok asintió repetidas veces a la petición hecha por Taehyung, por lo que se limitó a ver lo que hacía y llevar una mano a su boca tratando de fingir que no estaba por desmayarse al menos unas cinco veces.

Trataba de comprender la situación, entender por qué Taehyung estaba sacando los restos de la caja y acomodándolos en la mesa, pero pronto unió los puntos en su mente y adivinó lo que quería hacer, por lo que una vez que se acostumbró a toda esa escena tan bizarra, le ayudó a acomodar todo en su lugar.

—Oh, era muy bonito —susurró cuando las partes de la cabeza habían sido puestas al fin—. ¿Quién era él?

—Pásame la aguja —respondió nuevamente evitando las preguntas.

Hoseok formó una línea en sus labios, intuyendo el porqué sus preguntas eran ignoradas y no sabiéndole bien nada de lo que ve, pues no consigue dimensionar qué pudo ir tan mal en el mundo de los mortales para que volvieran así.

Los siguientes minutos se limitó en observar cómo Taehyung cocía cada parte del cuerpo y lo unía para formar uno solo. Se ofreció en ayudarle pero éste se negó, haciéndole saber que lo que planeaba hacer solo funcionaba si era él quien lo completaba.

Habiendo terminado su cometido, Taehyung observó el cuerpo ya completo en una sola pieza y esperó, nervioso, que funcionara el egoísmo que estaba por hacer.

Se aproximó al rostro de Jungkook y dejó un suave beso en sus labios, esperando que su adoración más grande pudiera volver con él.

Apenas se retiró un poco de él vio que su cabello extrañamente pasó de ser castaño oscuro a un rojo intenso, al tiempo que empezaba a abrir sus párpados con lentitud, dejando ver sus grandes ojos como si tuvieran vida pero llenos de confusión.

—¿Taehyung? —preguntó despacio y aturdido, al ser lo primero que apareció en su campo de visión.

—¿Te duele algo? —inquirió con miedo, pero pudo respirar solo un poco al verlo negar.

Jungkook se enderezó despacio en la mesa hasta sentarse, con Taehyung sosteniendo su espalda y una de sus manos para ayudarle.

—Si funcionó —la voz de Hoseok había provocado que Jungkook viera hacia su dirección al tomarlo por sorpresa—. ¿Te sientes bien?

—Mejor que nunca, de hecho —Se vio a sí mismo y luego se dirigió a Taehyung—. ¿Por qué estoy desnudo sobre una mesa?

Al percatarse de ese detalle, Taehyung vio con odio a Hoseok, destellando fuego de sus ojos y consiguiendo que su amigo saliera corriendo mientras alegaba no haber visto más de lo debido.

—Tae, ¿en dónde estoy? ¿Qué es este lugar? —Su voz salió temblorosa, estaba próximo a tener un ataque de pánico al no recordar qué había sucedido—. ¿Por qué tengo marcas e hilos en todo mi cuerpo?

—Calma, estoy aquí, vas a estar bien.

—¿Qué es-? ¿Qué me pasó? —comenzó a llorar y temblar de miedo al ver sus piernas, abdomen y brazos en esas condiciones y tuvo mucho más miedo cuando pasó sus dedos por el rostro, percibiendo también múltiples costuras en él.

—Amor, estoy aquí, mírame —Taehyung, con suma delicadeza, tomó su rostro con ambas manos, intentando tranquilizarle—. Mírame un momento, tesoro.

—Ellos me estaban siguiendo —comenzó a recordar apenas vio a Taehyung—. Yo salté, lo sé, fuiste lo último que vi y... ¿Estoy muerto?

Con mucho pesar, Taehyung asintió a su pregunta.

—Yo te traje aquí, porque estoy seguro que pensaban seguirte agrediendo incluso muerto —su voz empezó a quebrarse poco a poco—. Perdóname, no fui capaz de ayudarte, no supe cómo. Tenía miedo de lo que estaban por hacerte y me parecía irreal que tú estuvieras hasta arriba de ese edificio. Prometí protegerte de todo y te fallé.

—No me dejes solo —susurró en respuesta, tomando los hombros de Taehyung—. Tengo miedo, Tae, por primera vez siento mucho miedo y no sé qué haré ahora. Por favor, no me abandones.

—No lo haré —se acercó a sus labios a dejar besos repetidamente sobre ellos—. Y no puedes tener miedo ahora, mi amor es muy valiente de todos modos. Pero estás conmigo, nadie te hará daño nunca más.

—¿Tampoco te harán daño a ti? —Vio a Taehyung negar con una leve sonrisa—. ¿Lo prometes? Si no me lastiman a mí, no quiero tampoco lo hagan contigo, no otra vez.

—Estaremos a salvo los dos, tienes mi palabra.

Taehyung se levantó de su lugar una vez que consiguió tranquilizar por completo a Jungkook y acercó ropa para él, quién se levantó lentamente de la mesa, con temor a su nuevo cuerpo y comprendiendo que éste podía funcionarle casi igual al que tuvo en vida. Se vistió sin prisa alguna con la ropa oscura y elegante que le fue extendida.

—¿En serio estás cómodo con esto? Puedo dejarte descansar en paz si no quieres estar aquí. Lo entenderé. —se acercó a él para abrazarlo de la cintura. Sus ojos cargados de culpa no abandonaban su semblante.

—Cásate conmigo —soltó de pronto, sorprendiendo a Taehyung y riendo algo apenado al ver que el otro se quedó sin habla alguna. Tomó sus mejillas entre sus manos y lo acercó a él—. Si esta será mi eternidad a tu lado, quiero que sea como tu esposo. Puedo acostumbrarme a esto solo si tú me das la mitad de tu alma, a cambio te daré la mitad de la mía.

Taehyung sonrió en grande, levantando a Jungkook y dejando que enrollara sus piernas en su torso para abrazarlo con fuerza ante la maravillosa propuesta que le había hecho.

—Entonces nos vamos a casar, mi Spooky Koo —respondió feliz—. El rey está solo bajo tus órdenes y te daría su alma entera si con eso eres feliz.

En ese momento Jungkook no había entendido lo importante de esas palabras, pensó que solamente se trataba de Taehyung bromeando y alardeando con alguna tontería de ser el rey de todo ese mundo. Más tarde se daría cuenta que estaba en Halloween Town, en donde, efectivamente, Taehyung era considerado el máximo soberano, un rey o ente supremo entre todos los habitantes.

Taehyung lo había presentado como su consorte y mano derecha, como su igual e incluso superior. Estaba dejando claro que Jeon Jungkook era intocable, invaluable y muy anhelado por él.

Cualquiera que se tomara el atrevimiento de siquiera pensar en lastimar al amor de su vida, clamaría por el descanso eterno en comparación a toda la tortura que podría esperarle a esa pobre alma equivocada que se hozara posar un solo dedo encima de Jungkook.

Jungkook se había adaptado bastante rápido, acostumbrándose al lugar y sus costumbres porque tenía a Taehyung a su lado y sabe que estará bien. Además, con Hoseok siendo su fiel y mejor amigo, no había día que no sonriera en grande.

Ni siquiera las profundidades de aquella arboleda fueron testigos de la libertad que sentía en ese lugar, ni de las sonrisas que llevaba consigo casi siempre.

Cada vez que tocaba celebrar Halloween, entre todos en el pueblo preparaban diversas actividades de sustos y Jungkook estaba encantando con cada aparición que hacía su esposo, Taehyung. Como la ocasión en la que entró sobre un caballo de paja y él simulaba ser un espantapájaros clavado sobre madera, para luego prenderse fuego a sí mismo y comenzar a dar vueltas sobre la plaza. Más tarde Taehyung le explicó que solía hacer eso a modo de burla por las personas que lo habían matado de esa manera.

«Tenían razón en quemarme y por eso no escucharon que suplicara por mi vida. Si no me mataban lo habría hecho yo con ellos tarde o temprano.»

Al fin había comprendido el por qué Taehyung solía omitir información de su familia, prefiriendo no hablar de su madre y abuela con la misma intensidad que él hablaba de sus padres y hermanos; no es fácil admitir que tu familia era vista como herejes ante los demás porque si se dedicaban a actos de ocultismos y brujería.

Lejos de ofenderse ante tal confesión, se sintió más cercano a Taehyung, pues le había confiado todos sus más oscuros secretos, alimentando la unión que poseen y empatizando con él.

Hay personas que están destinadas a conocerse, a ser una sola en la vida y juntarse para enfrentar la adversidad del mundo. Pero lo de Jungkook y Taehyung trascendía cualquier vínculo del destino, estaban hechos el uno para el otro y aunque en vida no pudieron demostrar que hacían un excelente equipo, solo fue cuestión de tiempo para que Jungkook demostrara que con él tampoco se juega...

Siete años después.

—Hoseok-ah —habló Taehyung, sosteniendo a Jungkook en sus brazos mientras estaban recostados en lo alto de una colina y éste dormía plácidamente sobre su pecho, acurrucado y privado de su entorno.

Hoseok había llegado hasta ahí por salir a caminar con Jungkook, pero Taehyung apareció de pronto al salir del bosque cercano y se unió a ellos.

—Dime —su voz salió siempre serena y con su atención puesta en la flor que sostenía.

—Cuando fui a ver a Jungkook hace años, en aquel bosque que me indicaste, vi muchas puertas y dijiste que llevan a diferentes mundos. ¿Por qué tenían formas de todas las festividades que celebramos cuando estamos vivos?

—Son como nosotros, lugares en donde los jefes de esas festividades se dedican en organizar y preparar todo para el día que les toca salir al mundo y celebrar lo que sea que hagan.

—¿Me dices que en acción de gracias sale un pavo de su mundo a que lo maten y se lo coman? —lo ve arqueando una de sus cejas.

—Bueno, ese no sé exactamente cómo funciona —rasca su nuca con duda—. Pero, por ejemplo, el del árbol de navidad te lleva al polo norte y el que tiene la forma de un huevo de pascua, pues, te lleva con el conejo de pascuas. Ahí están los jefes de esas celebraciones y es de donde salen a repartir sus respectivos obsequios para los mortales.

—¿Dices que cada mundo tiene un jefe?

—Sí, para llevar un orden y controlar lo que hacen. ¿Por qué preguntas?

—Por nada en especial... Simple curiosidad.

Hoseok pensó por un momento pero le resto importancia, por lo que se alzó de hombros y siguió jugando con las pequeñas flores en sus manos, no pudiendo ver la sonrisa ladeada y macabra que Taehyung había instalado en su boca.

—¿Y tú cómo sabes todo eso? —preguntó Seokjin luego de todo el relato que, no mentirá, escuchó atentamente.

—Yo también tengo mis trucos, Seok —se mofó Hoseok con orgullo, al tener consigo información valiosa.

—Es increíble —susurró Seokjin—. No tenía idea que existieran personas tan malas como para quemar vivas a otras. Y luego el trágico final de la familia Jeon, wow... ¿Qué ocurrió con ellos?

—Jungkook prefirió que su familia fuera a la reencarnación y tuvieran una segunda vida feliz. No se iba a perdonar nunca verlos todos los días, siendo un recordatorio de que estaban aquí por su culpa.

—Claro, no me sorprende que tú y él sean tan sensatos. ¿Se adaptó rápido a este lugar?

—Ugh, demasiado para su propio bien —su afirmación sonó a una queja, viniendo acompañada de un gesto de asco en su rostro.

—¿Qué tiene de malo? —preguntó Seokjin riendo al verlo.

—Si me dieran una moneda por todas las veces que, inoportunamente, me los encuentro follando muy cómodos en cualquier lugar y sin que a ninguno le perturbe, el rey de Inglaterra quedaría corto al lado de mi fortuna.

—No te creo —Seokjin soltó una carcajada y aplaudió escandalosamente, divirtiéndose ante el relato—. ¿Cuál te provocó más escalofríos?

—Una vez los encontré en el sarcófago de un vampiro —Hoseok fingió que una corriente eléctrica pasaba por su cuerpo—. Taehyung casi me vuelve a matae por haber visto a Jungkook desnudo sobre él y Jungkook lo regañó porque todo había sido su idea.

—Si lo cuentas así, no suenan desagradables, de pronto pienso que son una pareja muy temeraria y divertida —Seokjin mermó su risa poco a poco, suspirando al último y viendo a su alrededor—. Ni parece que hablemos del mismo loco que llegó a mi casa con los tres mocosos y me secuestraron.

[...]

—Si el problema son los malditos regalos no te preocupes —Taehyung sonrió demasiado escalofriante para él cuando estaba siendo neutralizado—. Yo los repartiré por ti este año, tú dedícate a descansar... Para siempre.

—¡Eres un idiota! —Gritó Seokjin mientras forcejeaba con las cuerdas y movía su cabeza para evitar la mordaza—. ¿Nunca escuchaste sobre la paz en el mundo y los hombres de buena voluntad?

—Ni la escuché, ni la vi, ni la olfatee, ni la sentí —Taehyung lo vio en silencio por un par de segundos—. Tampoco la viví.

—¡No puedes hacer esto! ¡Regresa al hoyo del que saliste pero no-!

—¿Qué decías? —le preguntó con fingido interés en escucharle pero viendo cómo habían conseguido tapar su boca—. Lo siento, solo escuché hasta "puedes hacer esto", así que lo haré. Estarás orgulloso de mí, ya verás.

[...]

—Lo siento mucho por lo que hizo —se sinceró Hoseok, volteando hacia Seokjin con total honestidad—. No insistí lo suficiente y se tomó muy en serio lo de dominar los mundos para mantener a Jungkook protegido y a la aldea feliz. De todos modos, Jungkook tampoco pudo hacer mucho porque cuando se enteró ya era demasiado tarde y no alcanzó a convencer a Taehyung para que desistiera de su absurda idea, y se supone que es su esposo.

Seokjin le sonrió a Hoseok mientras negaba despacio, haciéndole entender que no debía disculparse por nada. Después de todo, terminó comprendiendo que no era su culpa y tal vez las intenciones de Taehyung no eran malas pero tampoco las correctas.

Antes de poder decir nada, ambos escucharon a lo lejos como se afilaba algún metal con insistencia y odio, lo que les dio indicios de ser instrumentos con los cuales pensaban acabar con ellos.

—Disculpe, señor Claus... o Seokjin —se corrigió entre el nerviosismo, sacando su mano para tantear la jaula de su compañero de prisión y obtener su atención—. Yo sé que eres poderoso, guapo y magnífico, así que debe tener algún truco que nos ayude a salir de aquí.

—Créeme que yo no tengo menos miedo que tú —tragó pesado cuando el sonido dejó de reproducirse y luego se volvió a escuchar, provocando que ambos se sobresaltaran— Muy bien, déjame ver qué puedo hacer.

Polo Norte

—Esto es explotación laboral, debería ser prohibido que trabajemos tantas horas mientras el jefe está en su casa al lado de la chimenea y bebiendo un chocolate caliente con malvaviscos y bastones de caramelo.

—Jimin —Yoongi llamó su atención, en un semblante serio y cansado de escuchar sus quejas—. Literalmente solo trabajas dos meses en todo el año y aún así tienes una hora de comida diaria y ocho laborales, sin mencionar que tienes prestaciones y pagos por hacer nada de enero a octubre.

Vistiendo de uniforme verde, medias de rayas y gorritos con cascabel en la punta, ambos elfos se encontraban en el taller de juguetes; Jimin tratando de hacer funcionar un robot que llegó en mal estado y serviría para ser juguete en el futuro; Yoongi estaba revisando una tableta electrónica con el inventario del día y seleccionando los juguetes a salir ese año.

—Oigan, par de flojos —Jihee, la elfa asistente de Seokjin, llegó con mal semblante hasta ellos, seria y de mal humor—. ¿Por qué el jefe aún no viene por los regalos y trineo? Llevo todo el día esperando a ver que cruce esa puerta y se lleve todo este desastre.

—Tú lo que quieres es verlo para ser la señora Claus algún día —contestó Jimin con el ceño fruncido.

—Yoongi también se quiere meter con él y no veo el pecado en esto.

—¡Oye!

—¿En serio? —Jimin volteó hacia Yoongi, con sus ojos brillantes y curiosos, casi sonriendo por saber la verdad—. ¿Por qué no me contaste? Creí que éramos amigos.

—Somos compañeros de trabajo. Y tú —señaló a Jihee—. Deja de ventilar mis secretos.

—¿Pero si haremos trío con el jefe o no?

—¡Yoon, sería tu oportunidad para un ascenso!

—Jimin, cállate. Es más, cállense los dos —Yoongi se quejó con ambos mientras se cruzaba de brazos y ellos se reían a carcajadas en su cara—. Son demasiado degenerados para trabajar fabricando juguetes para niños.

Yoongi ignoró lo que sea que estuvieran diciendo sus dos compañeros luego de esa para nada productiva conversación. De pronto, sintió la tableta en sus manos vibrar, sacándolo del inventario y mostrar lo que parecía ser una llamada entrante, arqueó una de sus cejas porque sospecha que nada bueno viene si responde, pero no le queda otra opción al ver el nombre de Seokjin en él.

—¿Qué quiere?

¿Disculpa? Así no se saluda a un superior —reprendió Seokjin desde el otro lado de la línea.

—Perdón —aclaró su garganta para volver a responderle—. ¿Qué quiere, jefe?

—¿Es el jefe? —Jimin y Jihee preguntaron al unísono, tratando de llegar hasta Yoongi entre empujones que se iban dando.

—¡Jefe, quiero un aumento! —gritó Jimin al seguir forcejeando con Jihee.

—¡Decoré muy bonito su trineo este año, merezco un reconocimiento! ¡Ah! —Jihee empujó a Jimin pero éste se la llevó consigo hasta el suelo.

Yoongi se limitó en observar todo con el mismo semblante serio y aburrido que había mantenido en todo el día, mientras los otros dos giraban en el suelo al seguir discutiendo y jalando sus cabellos. No era nada nuevo verlos así cuando lleva años conviviendo con ambos.

¿Por qué siempre que estoy en apuros tienen que salir los mismos tres elfos problemáticos de los cientos que tengo allá? —Seokjin se lamentó casi llorando.

—Si quiere llamo a Woozi, de todos modos yo no quería hacer nada hoy.

Olvídalo, un terrier tiene mejor carácter que él. Ustedes me sirven.

—¿Le servimos para...?

Me secuestraron —cuando Seokjin dijo eso, los tres elfos obtuvieron su atención instantáneamente, interesados y preocupados de su bienestar—. En este momento no está en juego solo la navidad cómo la conocemos, sino mi vida y probablemente la del resto de los mundos.

—¿Qué podemos hacer?

—Les daré las indicaciones, ustedes verán cómo se organizan pero tienen que venir para ya.

Los tres escucharon atentos el plan de Seokjin, y aunque implicaba dividirse en grupos, saben que están capacitados para sobrellevar cualquier situación que amenazara con su integridad en general.

—Muy bien, ya lo escucharon —Yoongi se colocó frente a sus dos compañeros y cruzando sus manos en frente—. Jimin, irás por ese tal Taehyung y lo llevarás a la aldea de Halloween para que calme a sus bestias. Jihee y yo iremos a tratar de liberar al jefe, o de distraer a lo que sea que esté por devorarlo mientras llegas con el inútil. ¿Alguna duda?

—Ninguna —dijo Jimin, sacando por debajo de su estación de trabajo lo que parecía un arma militar con colores similares a un dulce navideño—. Déjenme a ese Taehyung, yo me arreglo con él.

—C-creo que mejor voy yo a buscar a T-Taehyung —sugirió Jihee mientras Yoongi asentía estando de acuerdo, ambos viendo con ojos y boca abierta a Jimin, quién se quejaba de no ser parte de la diversión para las misiones.

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