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🎄Capítulo II🎃

30 de octubre, 1590
Larkwood, Inglaterra.

Con su cabello recogido en media cola, algunos mechones sueltos que escapaban de ella, portando una camisa de tirantes que ya se había ajustado a su cuerpo debido al sudor pero le daba mejor movilidad para trabajar, Kim Taehyung se encontraba perfeccionando los últimos detalles en la calabaza que portaría para el día siguiente a esas horas.

Recién había finalizado de hacer unos grabados en madera, vocación que en verdad le había apasionado, pero se dedicó a dejar hecha su máscara de mañana y así tener más tiempo de organizar sus ideas.

No solo sería una noche más en la que vería a Jungkook y le profesaría su eterno amor, sino que supone ser una ocasión memorable. Por fin le propondrá hacer una vida juntos, cumplir el sueño del que habían conversado esa misma tarde y hacerse de una vida tranquila en el campo, lejos de ojos curiosos y acusatorios, de personas que pudieran hacerle daño a su amor.

Tomaría los ahorros de toda su vida y con ello lucharía para conseguir lo necesario y darle a Jungkook la vida que merece; llena de amor, paz y tranquilidad pero sobre todo de libertad y seguridad.

Su integridad física quedó en segundo plano cuando Jungkook se convirtió en su prioridad. Lo cuidaría bajo cualquier costo, enfrentaría a quien sea por mantenerlo a salvo y sería así hasta el último de sus días.

Soltó un fuerte suspiro cuando había terminado de limpiar la calabaza por completo y el rostro tallado quedó perfectamente alineado a sus ojos y boca para poder ver y respirar bien. Taehyung sonrió pequeño ante el resultado, siempre le había gustado esa época del año y hacer las temibles máscaras junto a su madre y abuela, es el nostálgico recuerdo que conserva de ambas mujeres y lo mucho que a él le permitían jugar con lo que tuviera a su alcance para la creación de los mismos.

Lo criaron muy bien, eso lo sabe. El amor en su hogar siempre fue del diario vivir y nunca necesitó de la desconocida figura paterna para crecer como un hombre completo y seguro. Pero nada nunca lo preparó para perder a sus dos principales pilares de vida cuando era solo un pre-adolescente.

Jamás le iba a perdonar al pueblo de Cairnmore que arrojaran en un río a ambas féminas cuando él apenas tenía doce años.

Ya residían en Larkwood cuando aquello ocurrió, pero una trampa les fue tendida y debieron regresar al pueblo vecino, donde fueron acusadas de ser brujas por sus conocimientos en botánica y literatura, sumado a que intentaron imponerse ante los hombres de la iglesia, lo que les valió como un castigo asegurado a perecer en el enfurecido río.

Lo cierto es que los Kim siempre habían sido genios adelantados a sus respectivas generaciones, pero cuando la cacería de brujas cobró más fuerza en ese siglo, era inevitable que personas como ellos no fueran vistos como enemigos de los lugares que habitaban.

Señalados, despreciados y en la minoría de casos, incluso, cazados como venados en el monte, vulnerables y a expensas de caer en las fauces de pueblos que los quieren ver muertos.

Cómo justo ahora, Taehyung estaba por descubrir que todas las amenazas antes dirigidas a su persona cobrarían sentido esa noche.

Fue al escuchar un estruendo proveniente de afuera de su casa que obligó a Taehyung alzar su vista, extrañado de tales ruidos colocó sus utensilios en la mesa de la cocina.

Comenzó a caminar con sigilo hacia la entrada de su hogar solo para escuchar cómo se intensificaban los ruidos que parecían ser evocados por un gran número de personas. Pero el susto más grande se lo llevó cuando un resplandor rojo y naranja se asomaba en las ventanas frontales.

Con cuidado se asomó en una de ellas y supo que estaba en problemas cuando identificó lo que sería una turba de pueblerinos enfurecida en su entrada, con antorchas al fuego vivo y tridentes en las manos de otros más.

—¿Y ahora qué carajos quieren? —pronuncia para sí mismo entre dientes, bastante molesto del acoso de las mismas personas.

Un ladrillo impactó en la ventana contraria a la que él estaba asomado y entonces supo que nunca antes había estado en verdadero peligro cuando los escuchó gritar.

—¡Maten al brujo, su sangre debe perecer!

—¡Toda esa familia está podrida! ¡Hay que desaparecerlos!

—¡Acaben con todos los Kim!

Escuchó un insulto tras otro, mientras veía cómo avanzaban a su propiedad.

Trancó la puerta con todas sus llaves. Estaba en clara desventaja, intentar salir a razonar con esa gente ya no era una opción, por lo que corrió de vuelta a su cocina para tratar de salir por la puerta trasera pero al intentar forcejear con la manija se encontraba atascada.

Algo no iba bien, ¿por qué si querían hacerle daño no buscaban entrar a su propiedad? Además, ¿en serio tan ensimismado estuvo en su trabajo que no se percató cuando antes le habían bloqueado esa ruta de escape?

Probó suerte en correr hacia una de sus ventanas laterales y salir por ahí, la cual si estaba abierta, pero justo se encontraba al borde y percibió con su olfato ese aroma que lo paralizó por completo, abriendo sus ojos con pavor y comprendiendo que ese sería su inevitable final.

—Alquitrán... —fue su último susurro antes de escuchar una explosión a un lado de su casa.

Se encogió en su lugar y se vio obligado a retroceder de nuevo, cuando el fuego exterior se propagó a toda velocidad con ayuda del líquido inflamable.

Miró botellas con alcohol siendo arrojadas a su sala de estar por las mismas personas que se asomaban a verlo sufrir a través de las ventanas ya rotas, avivando el fuego en su hogar. La residencia que lo había visto crecer y le sirvió de refugio por algunos años se estaba reduciendo a cenizas, los tablones quemados caían en las esquinas, el sacrificio de su madre y abuela, los años de maltrato que debió soportar por todas esas personas.

Todo, para nada.

Comenzó a toser y caminar tambaleante hacia donde no hubiera tanto fuego y humo, tapando su rostro con el antebrazo y cubriéndose cómo mejor pudo. Alcanzó la calabaza y se la colocó para intentar tomar la última bocanada de oxígeno que ahí le quedaría.

Se recostó en una pared viendo a todos lados, viendo desde afuera rostros de furia e indiferencia, atrapado y sin salida, pues el fuego se propagó absurdamente rápido, deslizó su espalda hasta quedar sentado en el suelo, sus ojos lagrimeando por el humo que poco a poco le hacía perder la consciencia, sus brazos enrojecidos ante la exposición al calor. Le dolía todo el cuerpo, su pecho se hinchaba tratando de inhalar aire limpio pero le dolía respirar y las quemaduras que estaba empezando a recibir por los tablones que caían desde el techo y muy cerca de él.

Pero más le dolía pensar que Jungkook lo esperaría solo en aquel lago y él nunca podrá ir a verlo otra vez.

—Mi amor... Mi chico bonito...

Sus párpados comenzaban a pesar, mientras escuchaba el crujir de la madera que iba cediendo al incendio y la inestabilidad ocasionada. Pronto, Taehyung perdió la consciencia debido a la intoxicación del ambiente, desmayándose en el acto y su cuerpo siendo abrasado entero por fuego que suponía purificar a los pecadores. Entonces, la casa se derrumbó sobre él y los verdugos festejaron su cometido.

Afortunados y desdichados son los hijos de Lilith, destinados a morir de maneras trágicas y dolorosas, pero él había sido bendecido por ella, porque no le dio placer al hombre maldito de escucharlo gritar, de rogar por piedad y humillarse ante él, no.

El 30 de octubre de 1590, los pueblerinos de Larkwood habían acordado a lo largo del día ponerle fin a la vida del joven conocido por ellos como Kim Vante, al considerar que ya habían permitido que el hijo de unas brujas asesinadas viviera demasiado tiempo entre ellos. No podían arriesgarse a que fuera a corromper a los niños e incluso llegar a ser una amenaza para ellos y exponerlos a tal peligro.

La vida de Taehyung se apagó esa misma noche.

El 18 de febrero de 1594, Jeon Jungkook contrajo matrimonio con la hija de los recién llegados, bajo la bendición de la iglesia, Han Sohee.

Los pueblos de Larkwood y Cairnmore se habían sentenciado a sí mismos al enviar a su muerte a Kim Taehyung, despertando así a un espíritu vengativo que se cobraría con lágrimas y sangre todo el daño que le han provocado.

Como si de un letargo profundo se tratase, Taehyung despertó tirado sobre un césped seco y oscuro, sintiéndose pesado y débil. Lo primero que vio frente a él fue la calabaza que recuerda haber usado en su último aliento.

Se levantó muy despacio, con miedo a sentir algún dolor, pero no hubo nada, comenzó a revisarse a sí mismo para descubrir que gran parte de su piel y carne se había perdido, dejando a exposición de huesos su rostro y cuerpo.

Comenzó a hiperventilar, muy asustado de verse en ese estado, era irreal y no parecía ser él mismo, tampoco comprendía qué estaba ocurriendo, en dónde estaba y qué había sucedido después del incendio que tan lúcidamente recuerda.

Sacudió sus ropas y se colocó de pie, haciendo presión con sus dedos a la tela que lo viste y mirando a su alrededor, logrando identificar lo que le parece un pueblo abandonado, viejo y desgastado en su arquitectura.

—¿Es nuevo? —escuchó un murmuro provenir de alguna parte.

Giró sobre su eje muy rápido, tratando de identificar de dónde vino aquel sonido.

—¿Hay alguien ahí? —preguntó con evidentes nervios en su voz.

—Debes esconderte —alguien más dijo desde otro lado.

—¿De qué? No entiendo nada...

—Solo busca refugio antes de que te vea.

—Pero tengo miedo —dijo con nerviosismo, admitiendo que tal emoción empezaba a consumirlo y provocaba temblor en su voz—. No sé en dónde estoy y no puedo verlos a ustedes.

—Oye, ven aquí rápido, pueden atraparnos —aquella gentil voz se hizo a su lado de manera repentina—. Luego puedo explicarte pero, por favor, vamos a ocultarnos.

—¿De qué nos vamos a-

Taehyung ni siquiera pudo terminar de preguntarle nada al chico desconocido porque fueron embestidos por dos grandes cuerpos que iban a alta velocidad, consiguiendo que salieran despedidos en el aire y cayeran contra el pavimento.

—Otro niño mal portado para Boogie —habló un hombre robusto, con una bolsa de lona en su cabeza.

Se acercó a Taehyung sin cuidado alguno mientras éste aún no se recuperaba del golpe, así que no tuvo tiempo a reaccionar cuando Boogie lo tomó de su blanca quijada y lo alzó en el aire con una fuerza sobrehumana.

No estaba cerca de lastimarlo, Taehyung ya se había dado cuenta que todo su cuerpo es un completo esqueleto dentro de un traje formal que tampoco supo de donde salió. Pero si le estaba impidiendo la movilidad, encima de sentir cómo su cabeza se desprendía del cuerpo.

Por el rabillo del ojo observó cómo lo que parecía un enorme lobo erguido en dos patas sujetaba al chico que antes se le había acercado para intentar ayudarlo y lo acorralaba contra una pared.

—¿Cómo te atreves a entrar en el reino de Boogie? —le sacudió el otro, provocando que regresara la atención en él—. Aquí todos me obedecen y estas no son horas de que rebeldes como tú deambulen por mis calles.

Arrojó con furia a Taehyung al suelo y le pateó en las costillas luego.

—¿No vas a hablar? ¿El fuego te quemó la lengua? —Se burló a carcajadas mientras le seguía repartiendo golpes—. Qué muerte tan patética. Nunca voy a entender cómo es que entre ustedes los humanos se asesinan, ese es un trabajo que nos toca a nosotros cuando alguno de ustedes cae aquí.

Boogie volvió a tomar a Taehyung de la cabeza para estrellarlo contra un basurero. No podía creer que fuera tan fácil de dominar, así que sus burlas se extendieron por otro rato.

Aturdido por la paliza que estaba recibiendo, no entendía por qué su cuerpo no era capaz de defenderse, también sabe que no es rival para una fuerza bruta como esa. Sin embargo, en su interior sintió aquella chispa que despertaba su instinto protector cuando fueron los gritos de la persona que intentó ayudarle antes lo primero que alcanzaron a sus oídos, otorgándole mayor lucidez a su estado actual.

—¡No, por favor! —gritaba desconsolado aquel desconocido, tratando de defenderse del hombre lobo que arañaba el escudo improvisado de madera que había alzado para prolongar el sufrimiento al que será sometido.

—Levántate y pelea, ni siquiera fue para tanto.

Boogie había vuelto a hablar, escuchando cómo se aproximaba a él otra vez y de fondo los gritos del inocente joven se intensificaban cuando el monstruo había destruido la madera y alcanzó a tomar su brazo en su hocico para comenzar a sacudirlo.

Era caótico y un completo desastre. Se encogió, cubriéndose los laterales de su cráneo con miedo, incapaz de saber cómo razonar ni qué hacer para escapar de aquella pesadilla.

De manera inesperada, la calabaza que lo acompañaba apareció rodando junto a él. Al alzar la vista, vio una luz tenue en su interior, que crecía en intensidad a medida que pasaban los segundos. Fue en ese momento cuando recordó quién era y el inmenso poder que poseía, un poder que su madre y su abuela le habían revelado y demostrado en su debido momento.

—¡Te estoy hablando, maldito esqueleto! —Pateó la basura a su paso, tratando de llegar a Taehyung pero confundido al notar que no había nada cuando llegó—. ¡Respóndele a tu rey!

—No, más bien tú te vas a callar ante tu nuevo rey.

Taehyung apareció a espaldas del monstruo para susurrarle aquello, y de un solo tirón, aprovechando la confusión de Boogie, le arrancó uno de sus brazos, provocando que soltara alaridos mientras caía al suelo y se retorcía, con múltiples insectos saliendo de la herida abierta.

El hombre lobo, que aún tenía en sus fauces al inocente humano, se vio tentado en prestar atención al repentino giro que había dado el ataque.

Las demás personas que estaban ocultas en sus casas y entre desperdicios que había en las calles se asomaron ante el disturbio que se escuchaba y jamás, en todo lo que llevan de habitar ese lugar, pudieron prever algo como lo que ahora acontecen ante ellos.

El esqueleto con el traje negro de pronto tenía fuego en su cabeza, dejando ver con claridad y mayor afinidad los cortes que tenía la calabaza en sus ojos y boca.

—¡¿Quién demonios eres tú?! —gritó Boogie desde el suelo, aún resintiendo la pérdida de su extremidad pero retrocedió a rastras al ver como Taehyung se acercaba a él, viéndose acorralado cuando chocó su espalda contra un muro.

Taehyung se acuclilló a su altura y acercó su flameante cabeza hasta él para dejar un débil susurro que resolvería las dudas de quien se atreva a desafiarlo otra vez.

Ae'thal os'sir venari, althar Lilith, daetha moros.
(Soy el hijo de la diosa oscura Lilith)

Se levantó de su posición y comenzó un incendio por todo el lugar, hacia donde Taehyung dirigiera su mirada llamaradas de fuego provenientes de él mismo, descontrolado y furioso, empezaron a calcinar las estructuras de toda la villa, posteriormente vio hacia el hombre lobo que aún acorralaba al otro joven y lo redujo a cenizas en cuestión de segundos, ni siquiera dándole tiempo de quejarse de dolor.

Aunque todas las personas debieron correr fuera de sus casas creyendo que el fuego les lastimaría, lo cierto es que no tuvieron tiempo de reaccionar y tampoco nadie tenía una sola herida, otros incluso permanecían dentro de donde habitaban y el fuego no les hizo nada.

Ese nuevo ente era poderoso, peligroso, porque podía decidir libremente a quién puede lastimar y quién no.

—Te irás ahora —pronunció Taehyung hacia Boogie, con el fuego aún visible dentro de la calabaza—. Y si vuelvo a verte cerca de aquí o de cualquiera que viva en este lugar, serás lo próximo que se hará cenizas lenta y tortuosamente.

Boogie no supo con qué agilidad lo hizo, pero torpemente volvió a pegar su brazo a su cuerpo y se levantó tan rápido como pudo para huir de ahí, no tomándose la molestia de contradecir a Taehyung.

Él lo escuchó claramente y vio de lo que era capaz, sabía que esa no era ni la mínima parte de lo que ese endemoniado ente podía hacer. Era el hijo de Lilith y todos aquellos nacidos bajo el amparo de la diosa eran castigados en tierra, desdichados y condenados a morir por agua o fuego.

—Eso fue asombroso —susurró el mismo desconocido cuando Taehyung ya había extinto el fuego de todo el pueblo y de sí mismo. Se acercó a él con dificultad—. Por fin alguien saca a Boogie de aquí y te agradezco que me salvaras. ¿Cómo te llamas?

—Kim Taehyung —respondió con pesar mientras clava su vista en la calabaza—. Aunque todos en vida me conocían como Kim Vante... Excepto uno de ellos.

—Yo soy Jung Hoseok, aquí y en donde sea siempre he sido Hoseok —le sonrió con alegría para tratar de distraerlo, pues intuye a qué se debe su triste semblante y voz acongojada—. Me da gusto conocerte, Taehyung, no creo que exista manera de agradecer lo que has hecho por mí... Por todos nosotros.

—¿Tu brazo está bien? —señala el brazo herido de Hoseok pero éste le resta importancia.

—Se regenera por su cuenta en unas horas, no te fijes en eso.

Taehyung miró al chico frente a él, de piel casi gris y una marca alrededor de su cuello que supone fue provocada por una soga.

—Entonces no fue nada.

—Desde hoy cuentas conmigo para lo que necesites —reverenció un poco hacia él—. Seré leal a ti y puedes incluso contar con mi amistad si algún día lo consideras.

Extendió su mano para estrecharla con la ajena pero cuando Taehyung elevó la suya fue inevitable no sorprenderse al recordar que es un esqueleto. Y fue por su cambio de expresión que Taehyung alejó su mano de él.

Vio los largos y blancos falanges que posee, decidiendo inmediatamente que no desea verse así de vulnerable por nadie, no es la apariencia que quiere conservar para su nuevo amigo y el resto de personas que escucha que le aplauden y vitorean a lo lejos por su hazaña.

Es gracias a su misma magia, aquella que trató de ocultar de curiosos en vida, que comenzó a regenerar su cuerpo por completo y aunque luego se dará cuenta que no luce exactamente como lo hacía antes, por lo menos ahora no se ve desagradable para los demás.

—Gracias por salvarnos de ese monstruo —un hombre con sombrero alto y un rostro que parecía de porcelana se acercó al par—. Solía ser el alcalde de esta villa antes que esos engendros nos dominaran y controlaran a su gusto por tantos siglos. Mi nombre es Kim Namjoon, bienvenido a la aldea de Halloween.

Taehyung alzó sus cejas con sorpresa ante el nombre que había escuchado, sabe que por fin está donde pertenece. En casa. De pequeño, su mamá solía relatarle la historia, tan solo parecía un cuento inventado de una villa perdida en el tiempo, donde llegaban almas en pena y muertos peculiares, que lejos de ser un sitio de terror, albergaba consigo alegría y libertad, privilegios que les fueron arrebatados en vida.

Pero definitivamente no había nada de lo que ella le dijo, tal parece que habían sido secuestrados por entidades más fuertes, las pesadillas de los humanos alimentadas por sus propios temores.

—Espero que ahora estén tranquilos —respondió Taehyung con calma para el hombre—. Confieso que me sentía perdido al principio, pero creo que ahora podré conocer mi lugar aquí.

—Me alegra que seas consciente de ello —Namjoon giró su cabeza en 180 grados, ahora revelando un rostro afligido y preocupado que reemplazaba la sonrisa que tenía solo momentos atrás —Aunque, lamento decirte que eso es solo una pequeña parte.

—¿A qué se refiere? —frunció su entrecejo.

—Como esos dos monstruos hay muchas más —esta vez fue Hoseok quien intervino—. Nos han acorralado en todo este tiempo y nadie aquí tiene... Lo que sea que tú tengas para hacerles frente.

—Eres un recién llegado, lo entiendo —Namjoon colocó su mano en el hombro de Taehyung en señal de empatía—. Tan pronto como nos sea posible prometo explicarte cómo funciona todo aquí, pero antes necesitamos que nos ayudes y liberes de todos ellos.

Taehyung parecía meditar su respuesta, intercalando su mirada entre Hoseok y Namjoon quienes esperaban a que tomara su decisión.

—Si yo les ayudo, no será en calidad de perro guardián —comenzó a negociar—. Será para proclamar este lugar como mío. Y si debo incinerar a todos para conseguirlo, incluido usted, alcalde, tenga por seguro que será así.

—Después de lo que te he visto hacer, créeme que nadie estorbará en tu reinado —Namjoon sonrió nuevamente para Taehyung—. Te aseguro que todos aquí están de acuerdo conmigo.

—¿Crees poder liberarnos de todos ellos? —Hoseok se sumó una vez más a su conversación—. Ayúdenos a recuperar la libertad que estábamos destinados a gozar en este lugar y se nos fue arrebatada, Su Majestad.

Una sonrisa ladina por parte de Taehyung fue el cierre del pacto que acaba de formar con ellos, satisfecho de poder desatar toda la ira que reprimió por años y desahogarse con otro tipo de bestias igual de malditas que las que lo mataron.

No pasó mucho tiempo antes de que un estruendo lejano resonara en el aire, seguido por una densa nube de polvo que emergió de una zona distante y avanzando rápidamente hacia la aldea. Los habitantes se habían vuelto a ocultar, dejando las huellas de un profundo silencio a su paso. Aquellos monstruos habían despertado, probablemente alertados desde la huida de Boogie, motivados en deshacerse de la repentina amenaza que había descendido del cielo, erigiéndose como el nuevo soberano de su mundo.

—Ahí vienen los demás —advirtió Hoseok con miedo empujando a Namjoon para tratar de esconderse otra vez.

—Hoseok-ah —Taehyung lo llamó cuando se puso la calabaza otra vez en su cabeza, ganando con éxito la atención del nombrado—. Te prometo que estarán a salvo a partir de hoy.

Kim Taehyung había cumplido su promesa, combatiendo monstruo tras monstruo hasta erradicar algunos y exiliar a otros. Sembró el terror en toda la tierra de los muertos e infundió el respeto que tanto ansiaba ganarse de todos.

Diez largos años le tomó volver de Halloween Town un sitio seguro y afable, mismo que volvió a encender su chispa de alegría y festividad cuando el 31 de octubre se aproximaba cada vez.

Era el lugar perfecto, le costó mucho trabajo y se recrimina día y noche el haberse perdido por tanto tiempo. Pero lo hizo por él y para él. Para el día en que a Jungkook le toque partir del mundo de los vivos y recibirlo en un sitio que sea amable con él porque lo merecía.

Las personas les habían hecho la vida imposible en Cairnmore y no permitiría que lo mismo ocurriera ahí. Es por ello que utilizó todo el poder que siempre ocultó en el otro plano terrenal.

Y esperaría las noches necesarias para reencontrarse con su amado.

Amor mío, por favor.
Yo te quisiera acompañar,
A ver la luna en su esplendor.

Tenerte frente, hoy y por siempre,
Pues nuestro amor es una realidad,
Hasta la eternidad.

—Mi Spooky Koo... —susurró en lo alto de una colina, mientras observa la enorme luna en el cielo, recordando en ella los ojos hermosos de su Jungkook—. Por favor, vive plenamente mientras te espero sin prisa.

—¿Extrañas a alguien?

Taehyung giró su cabeza casi por completo al escuchar a Hoseok hablar desde atrás, viendo como traía consigo una flor a la cual le iba arrancando pétalo por pétalo.

—¿Me seguiste hasta aquí?

—Parecías muy solitario. Un rey no puede andar por ahí sin su séquito.

Taehyung dejó escapar una suave carcajada ante el comentario, haciendo una pequeña seña a su amigo para que se aproxime a él.

—Mi niño bonito quedó solo en ese maldito mundo —suspiró con tristeza—. Aunque ahora ya no debe estar tan joven. Tengo miedo de recordar cómo acabaron conmigo e imaginar lo que podrían hacerle a él al mínimo error que cometa.

—Oh, hablamos de un él —inquiere cuando se ha aproximado a Taehyung y lo observa asentir despacio—. Nunca entenderé porque los vivos se ofenden por las decisiones que otros toman, sobre todo con quién es que eligen compartir sus días. Es decir, iba a ser tu pareja, no la de ellos.

—A fin de cuentas no fue por eso que me quemaron vivo y lo agradezco. Él habría sufrido ese mismo final y es algo que no me podría perdonar nunca.

—No le digas a nadie pero si lo echas de menos puedes ir a verlo.

Tal comentario ganó la atención de Taehyung, viendo confundido a Hoseok.

—Eso es una locura. ¿Cómo podría? Estoy atrapado aquí, no hay forma de cruzar al otro lado en estas circunstancias. Lo que está muerto así permanece.

—¿Cuál sería el problema con cruzar si se encuentra la manera? Lo que está muerto ya no puede volver a morir —Hoseok se acomodó mejor en su lugar y quedaron viendo a la luna mientras sostenían la plática—. En el bosque, saliendo del lado sur hay árboles que transportan a distintos mundos. No es algo que deba ir diciendo a todos pero sé que tu chico te debe esperar allá. Toma la oportunidad que te doy y ve a visitarlo, seguro él está igual o peor que tú.

—Hoseok-ah, eres asombroso.

Ambos se vieron entre sí y sonrieron con tranquilidad. Pero muy en el fondo, Taehyung sintió como si un volcán había hecho erupción en su pecho, al imaginar que nuevamente podría ver a Jungkook, esperando sea bien recibido por éste.

No perdió más tiempo y luego de charlar con Hoseok un rato sobre las reglas a seguir y por cual puerta debía entrar, se dirigió al sitio indicado, viéndose a sí mismo en un bosque rodeado de árboles que tenían diferentes formas. Y aunque hubo una puerta, bastante colorida y con el dibujo de un árbol de navidad en ella que llamó su atención, su prioridad era Jungkook y así fue como se adentró para volver a juntarse con su amado en el mismo sitio que lo había separado de él.

25 de diciembre, 1600
Cairnmore, Inglaterra

Los diez años habían pesado sobre Jungkook como un bloque de concreto que lo aplastaba con una insistencia insoportable. Su vida había sido una serie de momentos en los que su alma se deslizaba entre la resignación y el vacío, como el agua de este lago que ahora tenía frente a él, quieta, oscura y congelada, reflejando un cielo gris que parecía hacer eco de sus pensamientos y dejaba caer despacio la nieve que simulaba una lluvia atrapada en el tiempo.

Se sentó allí, en la orilla, la tierra fría calando sus huesos, como si la naturaleza misma compartiera su desdicha. A lo lejos, la imagen del que alguna vez fue el amor de su vida aún reposa en sus pensamientos pero poco a poco se desdibujaba en su memoria, una figura que alguna vez fue una promesa y que ahora se había reducido a una sombra de lo que pudieron haber sido juntos.

Aún así, sin ver al hombre al que se entregó en cuerpo y espíritu, no podía ignorar el sentimiento de amor que latía firme en su pecho, Kim Taehyung se había prendido en su alma sin remedio alguno, razón por la que de vez en cuando seguía escapando a las profundidades de ese mismo bosque y pretendía mantener vivo el recuerdo de su frustrado amor.

Deja escapar un suspiro cuando ve en su diestra la alianza de ese maldito matrimonio que a mala hora permitió que ocurriera, un acuerdo sellado casi sin su consentimiento, la prisión que lo había atado durante años. Cada día, cada mirada evitada, cada palabra no dicha, era una cadena más que lo mantenía anclado a una vida que nunca deseó.

Había intentado, al principio, encontrar algo de esperanza, alguna chispa en su interior que lo impulsara a seguir, pero la misma se extinguió rápidamente, consumida por el peso de la decepción hacia la desinteresada y aburrida esposa que le tocó, quien ni siquiera supo ser su amiga y la misma que cree que tiene más de un amante incluso antes de vivir juntos, pero ese detalle poco o nada le puede importar; el miedo a los padres de Sohee era un problema mayor, las constantes amenazas y exigencias por un "heredero".

A los ojos de sus suegros había sido el hijo ejemplar, el yerno perfecto. Pero con el tiempo los insultos no se hicieron esperar, llamándolo inútil e impotente al no ser capaz de embarazar a una mujer, incluso si ellos planearon varios de los encuentros que se vio obligado a sostener con Sohee.

¿Pero cómo no iba a aborrecer a esa pesada? Ella se había burlado de él, la escuchó en una ocasión conversando con su suegra. Riendo a carcajadas, sin pudor ni vergüenza, le mencionó que Jungkook había sido incapaz de tener una erección con ella una noche que habían intentado tener relaciones, pues a ese ritmo veía imposible conseguir un hijo de esa manera.

La señora Han acompañó a su hija en las mofas que decía, sugiriendo que buscara "otro mozo" que fuera capaz de dejarla en encargo y así engañar a su padre para calmar las ansias de un nieto.

Qué maldito asco.

Desviaba la mirada cuando alguien mencionaba la palabra familia. Jungkook había construido muros invisibles, barreras de indiferencia, para protegerse de la presión de un destino que no le pertenecía. No había lugar para el amor en su casa, solo para el cumplimiento de expectativas que nunca fueron las suyas. Y aún así, cada vez que sus suegros sonreían, cuando su esposa lo miraba con una falsa esperanza que él no compartía, sentía cómo el peso de esa mentira lo aplastaba aún más.

Y ahora aquí estaba, en la orilla de este lago, preguntándose si alguna vez podría escapar de esa prisión. Con la esperanza de encontrar una llave que abriera la puerta de esa jaula de oro en la que ha sido confinado.

—Todo pasa, todos avanzan... —habló para sí mismo—. Y yo sigo viniendo solo al único lugar que me vio ser libre.

Un suspiro escapó de sus labios, se mezcló con el viento que arrastraba las hojas secas a su alrededor. Jungkook estaba agotado, hundido en el silencio de sus pensamientos, atrapada en el peso de los años que se habían esfumado sin darle la oportunidad de ser quien realmente era. Solo le quedaba la desdicha, y ni siquiera el lago, con toda su quietud, podía ofrecerle consuelo.

Hasta que un crujido se escuchó a sus espaldas.

Sus ojos se abrieron con terror y su respiración se agitó muy rápido, pues nadie, en todo lo que lleva de visitar ese lago, había puesto un solo pie ahí.

Nadie, excepto...

—¿Q-quién está ahí? —preguntó mientras se levantaba de su lugar y buscaba algo con qué defenderse, divisando una gruesa rama de árbol para tomarla en sus manos.

Avanzó aún si el miedo lo invadía por completo, temblando de nervios y listo para correr si era necesario, expectante a sus alrededores y cuidadoso a sus pasos.

Volvió a escuchar el arrastrar de hojas por el suelo, como si alguien se aproximara a sus espaldas, sonido que lo obligó a paralizarse al ser tomado por sorpresa de esa manera.

Giró muy despacio y definitivamente no estaba listo para lo que vio.

Un hombre de traje formal negro, con sus manos ocultas en los bolsillos de su pantalón, lo miraba fijamente, sin mover un solo músculo pero lo más impactante de ver era la calabaza que llevaba puesta en su cabeza.

Jungkook bajó la guardia por un momento, no sabiendo qué decir o cómo reaccionar, pero de sus labios salió el único nombre que hacía mucho tiempo no le era posible de pronunciar sin dolor y asociar a la única persona que sería capaz de aparecer así ante él.

—¿Taehyung? —Dijo incrédulo, pero al ver que no hubo respuesta o reacción del contrario volvió a subir la guardia y empezó a retroceder, comprendiendo que ese no era su conocido—. Escuche, si esto es una broma le aseguro que ya se divirtió lo suficiente, ya puede irse o dejarme escapar.

Cuando Jungkook vio al hombre dar un paso no tuvo más remedio que intentar huir a toda velocidad, gritando por auxilio aún si sabe que no hay nadie en todo el radio del bosque para acudir por él.

Empezó a correr, agitado y ansioso pero no supo en qué momento el desconocido fue capaz de alcanzarlo para tomar uno de sus brazos.

—¡Suéltame! —gritó despavorido para empezar a pegarle con la rama que cargaba en su mano libre—. ¡Ni siquiera sé lo que quieres porque no dices nada!

—Te quiero a ti.

—¿Qué? —alcanzó a preguntar en un hilo de voz que escapó de su garganta al perder el aliento.

No sabe si escuchó bien lo que esa profunda voz le había contestado pero fue en una fracción de segundo que su instinto de supervivencia se activó para patear en la ingle al sujeto, consiguiendo así liberarse de su agarre y ver al contrario encorvarse de dolor y sostener sus partes íntimas.

—¡Infeliz! ¡Atrevido! —comenzó a gritar mientras daba repetidos golpes con la rama en la espalda del hombre, escuchando como éste se quejaba.

—¡Espera!

—¡Insolente!

—¡Jungkook, duele, no hagas eso!

—¡Monstruo!

—¡Para, para!

—¡No me vas a llevar contigo!

—¡Spooky Koo!

Apenas escuchó ese nombre Jungkook se detuvo, desaliñado y agitado por el esfuerzo físico, le fue imposible no abrir sus ojos y fruncir el ceño.

—¿Si eres Taehyung? —preguntó suavemente mientras observó como el mencionado asentía aún estando encorvado.

Taehyung intentó enderezarse de vuelta pero otro golpe con la misma rama volvió a caer en su espalda.

—¡Estúpido! ¡Mal hombre! —Comenzó de nuevo Jungkook a quejarse con él—. ¡Mentiroso!

—¡Amor, ya para, por favor!

—¡Me abandonaste, me dejaste solo! —Jungkook comenzó a llorar sin dejar de pegarle a Taehyung—. ¡Vete, no quiero verte!

—Ya estuvo bueno —dijo Taehyung para sí mismo, en lo que pudo sostener el objeto con el que era agredido y logró sacarlo de las manos de Jungkook para arrojarlo muy lejos.

Taehyung tomó de las muñecas a Jungkook al verlo con la intención de abalanzarse a él otra vez para golpearlo. Pero le dolió en el alma ver a su niño bonito llorando desconsoladamente hasta bajar la mirada.

—Koo...

—Diez años... —habló en medio de su llanto, sin ver a Taehyung—. Te esperé toda la noche hace diez años, estaba solo y con frío. ¿Te apareces ahora como si nada, tanto tiempo después y pretendes que corra a tus brazos?

—Mi amor, déjame explicar, por favor.

—No quiero escucharte, suéltame y vete —Jungkook sintió el agarre en sus muñecas ser reforzado y tal gesto provocó que, indignado y molesto, alzara su vista para intentar alejarse de él—. Te digo que me suelt-

No pudo decir nada más cuando vio las manos que lo sostenían, rojas y con marcas de quemaduras en ellas. Solo así es que Taehyung rápidamente lo liberó y escondió sus manos en la espalda, cayendo en cuenta de lo que había sorprendido a Jungkook.

—Vine porque quería verte una vez más, mi Spooky Koo —confesó cabizbajo—. Cerciorarme de que estás bien antes de regresar. Yo... Aún te amo. Te amo con la misma intensidad o más que hace años y no pretendía faltarte el respeto.

Jungkook escuchó cada palabra dicha, mas su asombro le superaba en ese momento y no fue capaz de responder de vuelta.

Se aproximó despacio hacia Taehyung, no pasando por alto que ahora parecía ser él quien quería huir.

—No te alejes, por favor —Jungkook casi suplicó.

Taehyung obedeció a su petición sin pensarlo tanto y permitió que Jungkook se acercara más a él. Pudo sentir sus manos posarse en los costados de la calabaza y rápidamente las tomó para que no la retirara.

—Déjala, no quiero que me veas sin ella.

Pero supo que fue ignorado al sentir como le era retirado el objeto de su cabeza con mucho cuidado y lentitud, no teniendo más opción que resignarse y aceptar su realidad, apretó sus párpados con temor a ser rechazado.

Cuando Jungkook quitó por completo la calabaza dejó que esta cayera a cualquier lugar del suelo y se quedó estático, detallando lo que era ahora el rostro de su antiguo amado.

Múltiples quemaduras adornaban su rostro, además de heridas lineales en sus pómulos, frente y cuello. Y tal vez el impacto más grande se lo llevó al ver que Taehyung abrió sus ojos y el color en su iris había cambiado a un tono entre naranja y rojizo, con ciertos destellos amarillos.

—Ellos, siempre si te lastimaron, ¿verdad? —susurró sintiéndose culpable de verlo en ese estado. Ahora comprende que sí le sucedió algo muy malo esa época en la que presuntamente había sido abandonado—. ¿Qué te hicieron?

—Incendiaron mi casa la misma noche que te vi por última vez —explicó sin querer prolongar más las dudas de Jungkook—. Yo estaba adentro, lo hicieron con el propósito de matarme.

—¿Dónde estuviste todo este tiempo? —Su voz salió temblorosa, lágrimas aparecieron de nuevo en su rostro—. ¿Cómo lograste escapar y curarte?

—No pude escapar —Taehyung hizo contacto visual con Jungkook, esperando que entendiera lo que quiso decir—. Quedé atrapado y la casa colapsó sobre mí.

Tal vez Jungkook lo supo desde que escuchó que su hogar había sido reducido a cenizas, tal vez lo intuía desde que vio las marcas en su cuerpo pero en todo momento intentó pensar en otra cosa que no fuera lo obvio.

Su vista ya no enfocaba a Taehyung, sino que se perdió en cualquier otra cosa, se había desconectado del presente para entrar en la negación y dolor, en imaginar la atrocidad que el mundo era capaz de hacer por cualquier error que se cometiera en contra de las grandes masas.

Muchas veces escuchó sobre las ejecuciones públicas a presuntos pecadores en su pueblo y distintos puntos del país, pero nunca creyó que las palabras de odio dedicadas a Taehyung se materializaran y acabaran realmente con él.

—Tú no puedes estar muerto —dijo en voz baja sin verlo—. No estarías aquí de ser así.

—Solamente muerto es que me obligaron a dejarte solo, mi amor, porque en vida jamás habría sido capaz de algo así.

—Pero... Pero... —comenzó a negar con su cabeza—. Tú solo, no... No...

—Si temes de mí o te doy asco, lo puedo entender, Jungkook-ie. Lo mejor es que me vaya —Taehyung notó como esas palabras consiguieron que Jungkook volviera en sí y se fijara en él. Le sonrió pequeño para despedirse—. Me da gusto saber que estás bien y-

No siguió hablando al sentir una mano de Jungkook posarse en su pecho. Lo vio aguantar la respiración y puede adivinar que está tratando de descubrir si tiene el pulso de su corazón y al no parecer satisfecho con sentir ningún palpitar llevó dos dedos a la arteria principal de su cuello y fue solamente así que se convenció de que Taehyung decía la verdad.

Creyó que Jungkook se iría corriendo despavorido al entender todo pero muy al contrario de su imaginación lo que recibió fue un abrazo, tan acogedor como cálido, de parte del amor de vida y quién también parecía necesitar de ese consuelo.

Jungkook se aferraba a él con dolor, tal vez con miedo de perderlo otra vez o para asegurarse de que no estaba loco y no tenía a Taehyung frente a él como producto de su imaginación, convenciéndose de no haber confundido al hombre que hace momentos atrás le pegaba por terror y su mente le jugara una mala pasada.

—No, no te vayas otra vez. Te amo, Taehyung, te amo como nunca lo hice con nadie y jamás lo haré —Jungkook comenzó a desahogarse al sentir como su abrazo era correspondido—. Perdóname por no haber estado ahí para ayudarte, no merecías que te hicieran eso.

—Tú no tenías nada que hacer ahí —respondió mientras dejaba caricias en la espalda de Jungkook—. Nunca te llevé a mi pueblo porque sabía que era cuestión de poco tiempo para que algo así ocurriera y lo último que quería era exponerte al peligro.

—Esas personas en serio te querían matar. ¿Tuvo algo que ver con tu nombre? ¿Siquiera si te llamas Taehyung? Recuerdo haberte ido a buscar y nadie sabía de ti.

—Eres el único que conoce mi nombre real. Mi mamá y abuela solían llamarme Vante cuando estábamos en las calles y cerca de desconocidos. Decían que era una manera de protegerme y volver a salvo con ellas.

—¿Por qué conmigo te presentaste con tu nombre real?

—Intuí desde el principio que serías especial en mi vida —sonrió inconscientemente ante el recuerdo de la primera vez que hablaron—. Te sentías tan cálido, como estar con mi familia en casa.

—Casa... Estar contigo siempre se sintió como un hogar, ahora que lo pienso. Mi lugar seguro —su voz salió tan pequeña y la reacción que obtuvo fue sentir a Taehyung separarlo con suavidad del abrazo para poder encararlo—. Siempre me protegías, te asegurabas de que yo estuviera bien y cuando te fuiste... Todo eso se perdió.

—Siéntate un momento conmigo —Taehyung lo llevó consigo cerca de un árbol en donde pudieran sentarse lado a lado sobre sus raíces y poder hablar cómodamente. Acarició la mejilla de Jungkook al ver que intentaba escapar de su mirada, en un intento por captar su atención y mantener sus rostros frente al otro—. No te han tratado bien a ti tampoco, ¿verdad?

—Me casé con la hija de una familia que llegó a Cairnmore ese mismo año —sintió como la caricia que le era brindada cesó de repente, vio cómo el semblante de Taehyung pasaba de ser pacífico a un rostro endurecido con rabia, por lo que optó en aclarar la situación rápido—. Fui obligado, Taehyung, no te hagas ideas raras.

—Eso lo pude adivinar muy fácil —respondió muy tosco y aunque había detenido sus caricias no abandonó el cuerpo que mantenía muy cerca del propio—. Lo que me da rabia es imaginar que tuviste que intimar con una oscurantista en contra de tu voluntad. ¿Eso sucedió?

Jungkook entendía por qué Taehyung solía tratar con desprecio a los creyentes y más ahora que sabe el fatídico final que tuvo debido a sus radicales normas y leyes. Por lo que, muy apenado, asintió muy lento a la pregunta.

—Lo siento, pero si ocurrió. Un par de veces tuve que hacerlo —admitió con miedo a ser juzgado por la persona que ama pero firme en ser honesto—. Fue horrible.

—No llores, amor —Taehyung trató de apaciguar el semblante de Jungkook al verlo tan decaído—. No te estoy culpando de nada, has sido víctima de sus amenazas.

—Esa gente es mala, Tae —sorbió su nariz y tomó con rapidez la mano de Taehyung para verlo con angustia—. Hace mucho que no me dejan ver a mi familia. No sé nada de mis padres o los gemelos. Me están castigando de esa manera porque todos estos años me he rehusado a darle un hijo a Sohee, se niegan a dejar en vergüenza a su hija y su supuesta virtud, cuando ella tiene dos amantes o más. Está desesperada porque alguien la deje en encargo y luego ella quiere intimar conmigo para volver a intentarlo como si nada.

—Amor...

—Yo no quiero esto, no quiero seguir viviendo así. Por favor, llévame contigo-

Fue interrumpido de su doloroso relato cuando Taehyung se aproximó a él para besarlo, acción que lo tomó por sorpresa pero rápidamente se dejó llevar y permitió transportarse de nuevo a esa sensación de paz y serenidad que solo Taehyung sabía darle.

Ser sostenido en sus brazos, las caricias de sus manos que danzan traviesas por todo su cuerpo mientras sus labios se empapan del dulce sabor de su boca. Era celestial, casi perfecto e irreal.

Jungkook lo acercó más a sí mismo al tomarlo de la parte posterior de su cabeza, en donde sus dedos se perdieron en la larga y brillante cabellera de su amado para no dejarlo ir, rogando porque la efimeridad de ese encuentro se prolongue solo un poco más.

—Se atrevieron a profanar tu hermoso cuerpo apenas yo desaparecí —Taehyung susurró una vez que el beso había culminado y juntó ambas frentes mientras sus ojos aún permanecían cerrados—. Ya nadie te va a lastimar.

—Fueron malos conmigo.

—Lo sé, mi amor, lo sé —Taehyung dejó un pequeño besos en sus labios que ya estaban abultados y lo atrajo para un abrazo, motivo por el cual Jungkook no pudo presenciar cómo sus ojos parecían llamas ardientes debido a la ira que colmaba su cuerpo—. Las personas malas reciben siempre un castigo.

—Espero que sí...

Muy a su pesar, Jungkook se liberó del abrazo y le sonrió con tristeza a Taehyung para ambos levantarse de su lugar.

—¿Ya debes irte?

—Por ahora sí, debo volver a casa o esas personas se alterarán conmigo. ¿Puedes esperarme aquí? Volveré por la madrugada, saldré a escondidas.

—Cuando eras más joven no tenías que ser así de rebelde, Jeon. ¿Qué le pasó a mi chico correcto?

Taehyung rio ante su comentario pero inevitablemente se asustó cuando Jungkook lo atrajo hacia él y cruzó sus brazos sobre sus hombros. Al tenerlo tan cerca, con sus grandes y hermosos ojos viéndolo fijamente, se convenció que no existe ningún cielo, de ningún mundo, que se vean más espléndidos que ellos.

—Tu chico correcto solo quiere volver a tus brazos lo más rápido posible, sentirte muy cerca y besarte hasta que me olvide que no te tuve por tantos años, grabarte en mi memoria y volver a incrustarte en mi piel.

—Mejor vete ahora —respondió al sostener con firmeza su cintura—. Porque si me sigues hablando así te quedarás conmigo aquí y nunca te dejaré.

—Eso no suena a una amenaza.

—¿No te da miedo pensar que estás solo en un bosque, con el amor de tu vida que en realidad murió hace muchos años?

Jungkook le sonrió de un modo que no pudo descifrar y sintió un efímero y delicado beso en sus labios, luego los brazos que tuvo en sus hombros los fue aflojando, permitiéndose acariciar un momento el cuerpo de Taehyung ante tal acción.

—Si me asustaste cuando apareciste, pero te falta mucho para hacer que algo me dé miedo de verdad. ¿Ya lo olvidaste?

—Lo bueno es que sabes defenderte aún si algo te asusta.

Ambos rieron ante el comentario y se despidieron una vez más, con la promesa de volverse a encontrar solo en un par de horas y reafirmar ese amor que el tiempo no pudo enterrar.

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