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La nieve comenzaba a cubrir las calles, formando una capa suave y brillante que crujía bajo los pasos de la multitud. Las luces navideñas parpadeaban en las fachadas de las tiendas, y los villancicos llenaban el aire con una calidez que contrastaba con el frío del invierno. Hyunjin ajustó su bufanda alrededor del cuello mientras observaba el bullicio desde una esquina de la cafetería.

Con las manos envolviendo una taza de chocolate caliente, dejó escapar un suspiro. A su alrededor, las risas de los niños y el tintineo de las campanas creaban un ambiente festivo que él debería estar disfrutando, pero su mente estaba en otra parte. Más específicamente, en alguien.

La puerta de la cafetería se abrió de golpe, dejando entrar un torbellino de viento helado y copos de nieve. Y allí estaba él. Felix, con las mejillas sonrojadas por el frío y una sonrisa tan radiante que parecía iluminar toda la habitación.

-¡Hyun! -saludó con entusiasmo, acercándose rápidamente a su mesa. Traía un gorro rojo con un pompón blanco que apenas podía contener su cabello rubio, y un paquete envuelto en papel verde que colocó sobre la mesa.

-Llegas tarde -dijo Hyunjin con un intento de fingir molestia, aunque la curva de sus labios lo delataba.

-Es Navidad, los retrasos no cuentan -respondió Felix mientras se quitaba los guantes y se frotaba las manos para entrar en calor.

Hyunjin lo observó en silencio, notando cómo pequeños copos de nieve aún se aferraban a las puntas de su cabello. Había algo en Felix que siempre lograba captar toda su atención, algo más allá de su energía contagiosa o su risa fácil. Era esa forma en la que hacía que todo a su alrededor pareciera menos frío, menos complicado.

-¿Qué es eso? -preguntó Hyunjin, señalando el paquete.

-Ah, nada importante. Solo algo que vi y pensé que te gustaría. Pero primero, ven conmigo. Quiero enseñarte algo.

Antes de que pudiera protestar, Felix lo había agarrado de la mano y lo estaba arrastrando fuera de la cafetería. La nieve seguía cayendo suavemente, cubriendo los techos y los autos, pero Felix parecía no sentir el frío.

Caminaron hasta la plaza central, donde un gigantesco árbol de Navidad se alzaba, adornado con cientos de luces y estrellas brillantes. Hyunjin observó cómo Felix giraba sobre sí mismo, tratando de atrapar copos de nieve con las manos, su risa resonando como un villancico en medio del aire helado.

-¿No es hermoso? -preguntó Felix, deteniéndose a su lado.

-Sí, lo es -respondió Hyunjin, aunque sus ojos no estaban puestos en el árbol.

Felix le devolvió la mirada y durante un momento, el mundo pareció detenerse. Hyunjin sintió cómo el calor subía a sus mejillas, y se apresuró a apartar la vista, fingiendo que algo en la decoración del árbol había captado su atención.

-Vamos, hay algo más que quiero mostrarte -dijo Felix, tirando suavemente de su abrigo.

Lo condujo hasta un rincón menos concurrido de la plaza, donde una rama de muérdago colgaba decorada con luces doradas. Hyunjin reconoció el lugar al instante y sintió un nudo en el estómago.

-Espera... ¿esto es...? -preguntó, señalando hacia arriba.

-El lugar más especial de la ciudad -respondió Felix, con una sonrisa tímida pero llena de intenciones.

Hyunjin no supo qué decir. El corazón le latía con fuerza, y por un instante, la música, las luces y el murmullo de la plaza parecieron desvanecerse, dejando solo a Felix frente a él, con esa sonrisa que lo hacía sentir que la Navidad era más que una simple festividad.

-¿Sabes lo que significa, verdad? -preguntó Felix suavemente, sus mejillas aún más rojas, esta vez no solo por el frío.

Hyunjin tragó saliva, incapaz de responder. Pero, en el fondo, supo que ese momento sería el principio de algo que cambiaría sus vidas para siempre.

✨❤️🤍❄️

Hyunjin sintió cómo el aire parecía quedarse atrapado en su pecho. Su mirada se elevó automáticamente hacia el muérdago que colgaba sobre ellos, brillando con pequeñas luces doradas que parpadeaban como estrellas. Felix lo miraba expectante, con una mezcla de nerviosismo y algo que Hyunjin no podía descifrar del todo, pero que hacía que su corazón latiera más rápido.

"Claro que sé lo que significa," pensó Hyunjin. Lo había visto en películas, en historias románticas donde todo parecía tan sencillo, tan natural. Pero ahora que estaba allí, bajo ese símbolo cargado de promesas, las palabras parecían haberse congelado junto al frío de la noche.

-Hyun, ¿estás bien? -preguntó Felix, inclinando un poco la cabeza, sus ojos buscando los de él.

-S-sí, estoy bien -logró decir, aunque su voz sonó más temblorosa de lo que esperaba.

Felix soltó una risa suave, ese sonido que siempre lograba desarmarlo. Hyunjin no podía apartar los ojos de su sonrisa, la forma en que sus labios se curvaban con tanta sinceridad.

-¿Sabes? Esto es divertido -dijo Felix, dando un paso hacia atrás mientras miraba hacia arriba.

-¿Qué cosa? -preguntó Hyunjin, aún intentando recuperar el control de sus pensamientos.

-Toda esta tradición del muérdago. Es cursi, pero... también bonita. Es como si fuera una excusa para dejar salir lo que sientes, ¿no crees?

Hyunjin se quedó en silencio. Cada palabra que Felix decía parecía dirigida a él, como una invitación a dar el paso que llevaba semanas, quizás meses, evitando. Pero la posibilidad de arruinar lo que tenían lo mantenía anclado en su lugar.

Felix dio otro paso, esta vez más cerca, tanto que Hyunjin pudo ver cómo la luz del muérdago se reflejaba en sus ojos.

-No es que necesite una excusa para decirte lo que pienso, Hyun. Pero creo que este lugar... este momento, lo hace un poco más especial.

Hyunjin abrió los ojos con sorpresa, sintiendo cómo su corazón daba un vuelco. Antes de que pudiera procesar las palabras, Felix se adelantó:

-Siempre he pensado que eres increíble, ¿sabes? -dijo Felix, su voz suave pero cargada de emoción. Bajó la mirada por un momento, como si estuviera reuniendo el valor para continuar.

-No sé si te has dado cuenta, pero estar contigo hace que todo sea mejor. Incluso las cosas más simples, como un paseo o un chocolate caliente, se sienten diferentes cuando estoy contigo.

Hyunjin lo miró, sin saber qué decir. Había soñado con escuchar esas palabras, pero nunca imaginó que llegaran de una manera tan honesta, tan desarmante.

-Felix, yo... -comenzó, pero la voz se le quebró.

Felix sonrió de nuevo, aunque esta vez había algo de incertidumbre en sus ojos. Dio un paso atrás, rompiendo un poco la tensión.

-Lo siento, quizás no debería haber dicho eso. Es solo que... -hizo una pausa, llevándose una mano a la nuca-. A veces tengo miedo de que si no lo digo ahora, nunca me atreva.

Hyunjin sintió que algo dentro de él cedía. No podía dejar que Felix pensara que había cometido un error, no cuando sus sentimientos eran un reflejo exacto de los suyos.

-No te disculpes -dijo finalmente, dando un paso hacia él-. Porque si tú tienes miedo de no decirlo, yo llevo meses con el mismo miedo.

Felix alzó la mirada, sus ojos brillando como si hubieran captado la luz de todas las estrellas de la noche.

-¿Hyun?

Hyunjin respiró hondo. Era ahora o nunca.

-No necesito un regalo, ni el árbol de Navidad más bonito, ni siquiera un día perfecto de nieve -dijo, con una voz que poco a poco se volvía más firme-. Porque cuando estoy contigo, Felix, ya tengo todo lo que necesito.

El silencio que siguió fue breve, pero para Hyunjin se sintió eterno. Hasta que Felix sonrió, esta vez de una forma diferente, más segura, más feliz.

-Entonces, ¿puedo darte un regalo ahora? -preguntó Felix, señalando hacia arriba.

Hyunjin no pudo evitar reír suavemente, aunque su corazón latía con fuerza.

-Por supuesto.

Felix no dudó. Se acercó lentamente, acortando la distancia entre ellos. Cuando sus labios finalmente se rozaron, fue como si el frío de la noche desapareciera por completo. La nieve seguía cayendo alrededor, y las luces doradas del muérdago parpadeaban sobre ellos, sellando el momento como algo mágico e inolvidable.

Cuando se separaron, ambos se miraron con una mezcla de timidez y alegría.

-Feliz Navidad, Hyun -dijo Felix, con una risa suave que todavía llevaba el eco de los copos de nieve.

-Feliz Navidad, Lix -respondió Hyunjin, sabiendo que esta sería una Navidad que nunca olvidarían.

✨❤️🤍❄️

La plaza parecía haberse detenido en el tiempo. Aunque las risas y los murmullos de las personas a su alrededor seguían presentes, Hyunjin y Felix solo podían escuchar sus propios latidos. El beso bajo el muérdago había cambiado todo, pero al mismo tiempo, lo había hecho sentir natural, como si fuera exactamente lo que debía suceder.

-Así que... -comenzó Hyunjin, con una risa nerviosa mientras se apartaba un poco, sin soltar la mirada de Felix

-¿Qué hacemos ahora?

Felix inclinó la cabeza hacia un lado, su expresión traviesa y brillante como siempre.

-¿Ahora? Creo que deberíamos celebrar.

-¿Celebrar? -preguntó Hyunjin, entre curioso y divertido.

Felix dio un paso atrás, extendiendo la mano hacia él.

-Sí. Esta noche, esta Navidad... nosotros. Todo esto merece una celebración, ¿no crees?

Hyunjin no pudo evitar sonreír. Había algo en la energía de Felix que lo hacía imposible de resistir, como si la nieve que caía a su alrededor estuviera hecha de pequeños fragmentos de felicidad que él sabía cómo compartir.

-De acuerdo. ¿Qué tienes en mente?

-Ven conmigo. -Felix tomó su mano, y juntos comenzaron a caminar por la plaza.

La ciudad estaba más hermosa que nunca. Los escaparates brillaban con decoraciones navideñas, los olores de canela y chocolate caliente llenaban el aire, y las luces parpadeaban como pequeñas constelaciones sobre sus cabezas.

Felix no soltó la mano de Hyunjin en todo el camino, y aunque no dijeron mucho, la comodidad de estar juntos lo decía todo.

-¿Recuerdas cuando éramos niños y solíamos venir aquí cada Navidad? -preguntó Felix de repente, deteniéndose frente a un puesto de dulces que vendía bastones de caramelo y galletas en forma de estrella.

Hyunjin asintió, con una sonrisa nostálgica.

-Claro que lo recuerdo. Aunque creo que tú eras el que siempre convencía al vendedor para darnos dulces extra.

Felix se encogió de hombros, riendo.

-Tenía mis encantos, ¿qué te puedo decir?

-Y aún los tienes. -Las palabras escaparon de los labios de Hyunjin antes de que pudiera detenerse, pero no se arrepintió al ver cómo las mejillas de Felix se encendían, tan rojas como las decoraciones navideñas que los rodeaban.

-Hyun... -Felix empezó a decir algo, pero lo interrumpió un grupo de niños que pasó corriendo a su lado, lanzándose bolas de nieve mientras reían a carcajadas.

Felix los siguió con la mirada y luego sonrió de forma traviesa.

-¿Sabes? Creo que es hora de un poco de acción.

Hyunjin arqueó una ceja.

-¿Qué tipo de acción?

Sin decir una palabra, Felix se agachó, tomó un puñado de nieve y formó una bola perfecta antes de lanzarla directamente contra Hyunjin.

-¡Eso es trampa! -exclamó Hyunjin, riendo mientras trataba de esquivar, pero la bola de nieve lo alcanzó en el brazo.

-Nada de eso. Todo es válido en una guerra de nieve. -Felix ya estaba preparando otra bola, su sonrisa iluminando su rostro como un rayo de sol en medio del invierno.

Hyunjin no tardó en unirse, y pronto estaban corriendo por la plaza, lanzándose nieve y riendo como si fueran niños otra vez. La gente a su alrededor los miraba con curiosidad, pero ellos estaban demasiado inmersos en su pequeña batalla como para notarlo.

Finalmente, después de varios minutos de risas y ataques fallidos, ambos terminaron exhaustos, con las mejillas sonrojadas y las manos frías. Se dejaron caer en un banco cercano, todavía recuperando el aliento.

-Creo que gané -declaró Felix, con una sonrisa satisfecha.

Hyunjin lo miró con incredulidad.

-¿Qué? ¡Yo claramente tuve mejor puntería!

-Pero yo fui más rápido. Así que, técnicamente, eso me hace el ganador. -Felix levantó la barbilla, como si estuviera reclamando un trofeo invisible.

Hyunjin sacudió la cabeza, riendo.

-Eres imposible.

-Y tú me amas por eso. -La frase salió con tanta naturalidad que ambos se quedaron en silencio por un momento, sus miradas encontrándose una vez más.

Felix fue el primero en romper la tensión, inclinándose hacia Hyunjin y apoyando suavemente su cabeza en su hombro.

-Gracias, Hyun. Por esta noche, por todo.

Hyunjin miró hacia el cielo, donde las estrellas brillaban débilmente detrás de las nubes. La nieve seguía cayendo, pero él apenas la sentía.

-No tienes que agradecerme nada. Estoy donde quiero estar, con quien quiero estar.

Felix levantó la cabeza, mirándolo con una ternura que hacía que todo el frío desapareciera.

-¿Lo prometes?

Hyunjin no dudó ni un segundo.

-Lo prometo.

Y mientras las campanas de una iglesia cercana comenzaban a sonar, marcando la medianoche, Hyunjin supo que esa promesa sería tan duradera como el amor que sentía en ese momento.

✨❤️🤍❄️

Después de descansar bajo la nieve y compartir aquella promesa que ya parecía grabada en sus corazones, Hyunjin y Felix continuaron su paseo. La plaza estaba más tranquila ahora, con la mayoría de las familias y parejas refugiándose en sus hogares, pero las luces seguían encendidas, parpadeando como estrellas en cada rincón.

Frente al enorme árbol de Navidad, decorado con ornamentos dorados y plateados, Felix se detuvo de repente, mirando hacia arriba con admiración.

-Es hermoso, ¿no crees? -preguntó, girándose hacia Hyunjin con una sonrisa radiante.

Hyunjin asintió, aunque no miraba el árbol.

-Sí, es hermoso.

Felix arqueó una ceja, confundido al notar que Hyunjin lo observaba directamente.

-¿Qué? ¿Tengo algo en la cara? -bromeó, llevándose la mano a la mejilla.

Hyunjin negó con la cabeza, riendo suavemente.

-No es eso. Es solo que... -Se detuvo por un momento, eligiendo cuidadosamente sus palabras-. A veces pienso que las luces, la nieve, incluso este árbol gigante, no brillan tanto como tú.

Felix parpadeó, sorprendido. Las palabras lo tomaron desprevenido, y aunque normalmente sería capaz de devolver un comentario juguetón, esta vez no encontró qué decir.

-¿Yo brillo? -preguntó finalmente, con un tono que mezclaba incredulidad y timidez.

Hyunjin dio un paso más cerca, su voz reduciéndose casi a un susurro.

-Eres como un ángel vestido de blanco. Siempre lo has sido, Felix.

El silencio que siguió no fue incómodo. Al contrario, estaba lleno de emociones que no necesitaban palabras para ser entendidas. Felix sonrió, una sonrisa pequeña pero sincera, y extendió una mano hacia Hyunjin.

-Baila conmigo.

Hyunjin lo miró con sorpresa.

-¿Aquí?

Felix asintió, su mirada decidida pero suave.

-¿Por qué no? Nadie nos está viendo, y aunque lo hicieran, no importa. Solo somos tú y yo.

Hyunjin dudó por un segundo, pero la calidez en los ojos de Felix disipó cualquier inseguridad. Tomó su mano, entrelazando sus dedos con los suyos, y juntos comenzaron a moverse lentamente al compás de una música que no existía más que en sus cabezas.

Las luces del árbol se reflejaban en sus rostros, creando un brillo que parecía propio de un cuento de hadas. Hyunjin no podía apartar los ojos de Felix, de la forma en que sus movimientos eran tan ligeros y naturales, como si hubiera nacido para ese momento.

-Eres increíble, ¿lo sabías? -dijo Hyunjin, rompiendo el silencio.

Felix rió suavemente, inclinándose un poco más cerca.

-Solo intento seguirte el ritmo, Hyun.

Siguieron bailando por unos minutos más, hasta que el frío empezó a hacerse notar. Felix se acercó, envolviendo sus brazos alrededor de Hyunjin en un abrazo cálido.

-Prométeme algo -dijo Felix, apoyando su cabeza contra el hombro de Hyunjin.

-Lo que quieras.

-Prométeme que esta será solo la primera de muchas Navidades juntos.

Hyunjin cerró los ojos, permitiendo que las palabras calaran hondo en su corazón antes de responder.

-Te lo prometo.

Se quedaron así por un rato, abrazados bajo el árbol, mientras la nieve seguía cayendo suavemente a su alrededor. Ninguno de los dos necesitaba decir nada más.

Poco después, comenzaron a caminar por la ciudad, tomados de la mano. La risa de Felix resonaba en el aire, mezclándose con los villancicos que salían de las tiendas y los faroles de las calles. Hyunjin no podía evitar reír también, sintiendo que la felicidad de Felix era tan contagiosa como un fuego que lo mantenía cálido por dentro.

Desde la distancia, la imagen de ambos paseando bajo las luces navideñas, con sus siluetas dibujadas por el resplandor de los escaparates, parecía sacada de un sueño.

✨❤️🤍❄️

Un año después, la ciudad volvía a llenarse de decoraciones navideñas, y la nieve cubría las calles con su habitual manto blanco. Hyunjin y Felix estaban en el mismo lugar donde todo había comenzado, justo debajo del árbol de Navidad.

Felix sonrió mientras sacaba un pequeño paquete de su bolsillo y se lo entregaba a Hyunjin.

-Ábrelo.

Hyunjin levantó la tapa con curiosidad, encontrándose con un pequeño muérdago hecho de cristal, colgado en una fina cadena plateada.

-Pensé que este símbolo debía ser algo más que un recuerdo. Quiero que lo tengas contigo siempre.

Hyunjin sintió cómo su corazón se llenaba de calidez. Levantó la mirada, encontrándose con los ojos de Felix, que seguían siendo igual de brillantes que aquel invierno pasado.

-Es perfecto, como tú.

Felix sonrió, inclinándose para dejar un suave beso en los labios de Hyunjin.

-Feliz Navidad, Hyun.

-Feliz Navidad, Lix.

Y mientras la gente a su alrededor seguía celebrando, ellos sabían que nada sería más especial que aquel momento compartido, porque el verdadero regalo siempre había sido el amor que habían encontrado el uno en el otro.

Su brillante y mágica unión hacía que la Navidad sea roja y blanca.

❤️Fin🤍

Read you soon...
-Mimi 🦋

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