All I want for Christmas - Yoongi
Me habéis pedido mucho un especial de la archiconocida Hold me tight... ¿pensabais que os iba a dejar sin un extra navideño? jijiji
Este relato tiene como protagonistas a un peliverde y a una chica muy tozuda. Está relacionado con el fanfic Hold me tight, pero puede leerse sin problemas.
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Empujé con cuidado la puerta del viejo apartamento que Suga compartía con Namjoon. Entré, despacio. A pesar de lo iluminadas y brillantes que estaban las calles, el lugar estaba gris y apagado. Caminé hasta la sala de estar, esperando encontrar a Yoongi allí, pero no estaba. El silencio reinaba, así que supuse que no había nadie en el apartamento. Con un largo suspiro, arrastré los pies hasta el cuarto de Yoongi y lancé mi mochila en la cama. Abrí la cremallera y saqué la tira de luces navideñas que había traído desde el trabajo; supuse que algo de decoración navideña animaría los días en el apartamento, sobretodo la habitación casi desamueblada donde dormía Yoongi.
Canturreando algunos villancicos, estiré el cable de las luces y lo coloqué en la pared, justo encima del colchón. Después, las encendí. La luz cálida y levemente anaranjada de las bombillas le daba un aire aún más acogedor a la habitación. Quizá dejarlas ahí durante todo el año no era una mala idea.
A falta de un buen árbol de Navidad, buena era la enorme y única planta de la sala de estar. Me entretuve decorando sus ramas con varios adornos, como trineos de Papá Noel o las típicas bolas de color rojo. Puse algo de espumillón, otra tira de luces y una estrella para coronar el improvisado árbol de Navidad, y listo. Satisfecha, me di cuenta al mirar por la ventana que ya había caído la noche.
Y como si con la noche siempre llegara Suga, oí el sonido de la puerta del apartamento abrirse y su voz quejosa.
—¿Hye?
Me quedé al lado de la planta, congelada. Yoongi apareció agitando su pelo verde, y al ver las luces encendidas que subían por el tronco de la planta, él también se quedó quieto. Cruzamos una mirada interrogante. Yo me limité a sonreír.
—¿Feliz Navidad?
Yoongi se limitó a enarcar las cejas y, con aire totalmente desinteresado, se volvió para caminar hasta su cuarto. Casi sin pensármelo, fui tras él. Cuando llegué a su habitación, estaba sentado en un lateral de la cama. A pesar de que la puerta estaba abierta, di un par de golpes en la madera, para avisarle de que iba a pasar. Me senté a su lado.
Él enseguida arrugó la nariz. —¿A qué vienen esas luces? — se quedó observando las bombillas.
—Es Navidad. — respondí yo, sonriente. — Nuestra primera Navidad juntos.
A lo mejor mis palabras le sorprendieron; quizá resonaron en su cabeza el tiempo que estuvo mirando las luces. Finalmente, pareció darse cuenta de que era cierto, que eran las primeras Navidades que pasábamos juntos. Yoongi asintió despacio con la cabeza, pero luego chasqueó la lengua, como si se hubiera acordado de algo.
—Odio esta época. — soltó.
—¿Por qué?
Suga inspiró, se levantó de la cama e hizo ademán de irse de la habitación, pero yo insistí. Harto, y sin la más mínima intención de responder, bufó: —Porque sí, y punto.
—¿Es porque no tienes una familia para celebrarlo? Me tienes a mí.
Se paró en seco un instante, como si estuviera procesando mis palabras. Siguió dándome la espalda, pero giró levemente la cabeza. Pude ver cómo esbozaba una sonrisa. —Sí, ya.
*****
A lo largo de mi mísera vida solo había celebrado un par de veces la Navidad, o al menos fueron dos veces las que no terminé borracho como una cuba. Sabía que la gente cenaba junta, iba a comprar regalos y paseaba para ver las luces navideñas, pero yo prefería evitarlo. Ver a críos correteando por ahí para sentarse en el regazo de un Santa Claus con una barba postiza me daba auténtica grima.
Aquel año, Hyesun decidió decorar la única planta del apartamento que había sobrevivido a las fiestas de Namjoon. Tenía un aspecto ridículo, en realidad. Cada vez que veía las bolas de plástico colgando de las finísimas ramas no sabía si llorar, vomitar, tirar la planta por la ventana o las tres cosas a la vez, por muy complicado que fuera.
Además, Hyesun pululaba por el apartamento como si pagara el puto alquiler. No me molestaba que se quedara a dormir; me molestaba que tuviera que encender las luces del ''árbol'' de Navidad casi a la misma hora, como si se tratara de un puto ritual. A veces, mientras fumaba un cigarro, observaba a Hye y me preguntaba si de verdad quería pasar la Navidad conmigo. Yo no era la persona con la que hacer algo especial, como salir por ahí de paseo o cenar en un restaurante lujoso. Espirando el humo del cigarro, me acerqué despacio a Hye. Leía un libro, tirada en el sofá.
—Eh. — llamé su atención. Ella apartó la mirada de las páginas por un segundo. —¿Pretendes quedarte aquí todo el día?
—¿Quieres que me vaya?
No, en realidad no. Me limité a encogerme de hombros. —Parece que estás aburrida. Vete a dar una vuelta por ahí.
Hyesun enarcó las cejas, suspicaz. —¿Pasa algo?
No, no ocurría nada. Simplemente tenía la sensación de que Hye estaba mejor fuera, tomando algo de aire fresco. Agité la cabeza y me giré para marcharme a mi cuarto, donde seguramente me quedaría mirando al techo, pero Hyesun consiguió alcanzar mi mano, deteniéndome.
—¿Tu libro no es lo suficientemente interesante? — dije, con sorna.
— Podríamos- — Hye tomó aire, como si lo que iba a decir era muy complicado. — Podríamos salir a cenar juntos. Hoy es Nochebuena.— sugirió.
Me reí, entre incómodo y triste. — Sí, podríamos.
Pensé que mi tono desanimado era indicador de que la idea no me parecía demasiado buena, pero Hyesun debió ignorarlo por completo y se levantó del sofá como una bala, dejando el libro en una esquina. Fue corriendo a por su abrigo, sacó de la mochila que llevaba al instituto una cartera blanca y se plantó frente a la puerta. Me sonrió.
—¡Vamos! ¡Ponte el abrigo, cálzate y ven conmigo! — estiró su brazo, invitando a que tomara su mano.
Por unos instantes pensé que Hye estaba de coña. No entendía por qué se empeñaba tanto en celebrar una festividad que en el fondo no era más que otro timo del capitalismo, pero su mirada cargada de ilusión me hizo resoplar, dar la última calada al cigarro y a buscar un par de bufandas para abrigarnos.
Salimos del apartamento en silencio. Aun así, notaba lo contenta que estaba Hye. No podía ocultarlo. Sus ojos chispeaban con alegría, sus labios se curvaban en una ligera sonrisa y hasta su forma de caminar era distinta, mucho más animada que otras veces. Me costó seguir su paso, pero como si ella me leyera la mente, extendió su mano y agarró la mía. Normalmente a nadie le gustaba el olor a tabaco, pero a Hyesun no parecía disgustarle, y no se lo pensaba dos veces si tenía que abrazarme o darme la mano. Y eso me resultaba reconfortante.
Caminamos juntos un buen rato, hasta que vi que me llevaba hacia la estación de metro. Hinqué bien los pies en el suelo y tiré bruscamente de ella para que se diera media vuelta.
—¿Qué? — preguntó, con los ojos abiertos como platos. Señaló la boca del metro. Sabía de sobra que quería ir al centro de la ciudad, a ver las luces Navideñas, los escaparates y los estúpidos niños correteando porque era Nochebuena, pero yo prefería quedarme por el barrio. — ¿Te has olvidado algo...?
— Mejor nos quedamos por aquí. — dije. No quería sumirme en un tumulto de gente. No quería sentirme observado. No quería que nadie pensara nada malo de nosotros.
Hyesun debió notar mi nerviosismo, y como de costumbre, empezó su ronda de preguntas: —¿Por qué? ¿Tienes miedo a perderte?
—Ya estás como siempre. Joder.
—¡Estarás bien! Estás conmigo. — agitó suavemente mi mano y sonrió de oreja a oreja. — No pasará nada.
Normalmente era yo el que decía esa línea, pero dejé que ella se llevara el mérito. Aún reticente, dejé que Hyesun me arrastrara hasta la estación de metro, vacía y oscura al ser una de las menos concurridas y de las más lejanas. Ella se encargó de comprar dos billetes, y sin soltar mi mano, nos subimos al primer vagón de metro que llegó con destino a las calles principales. Poco a poco, el metro se fue llenando. No me hacía ni puta gracia tener que aguantar a señoras cuchicheando, a adolescentes gritando y a bebés llorando, pero Hyesun, agarrada a mi brazo, me hacía sentir algo más tranquilo. Su pelo castaño caía por sus hombros y su mirada estaba fija en la ventana, quizá en nuestro reflejo.
La escena no era para nada idílica, pero verla a mi lado en el subterráneo me hizo sentir... algo. Como si de verdad la quisiera. Como si fuera la única persona por la que mataría. Hyesun notó que estaba observándola, así que alzó levemente la cabeza. Y como de costumbre, me sonrió. No sabía por qué lo hacía tanto ni por qué me parecía tan radiante, y no llegaría a saberlo hasta pasados unos años.
A lo mejor la Navidad no era tan mala como pensaba, y a lo mejor, en el fondo, lo único que quería es que Hyesun estuviera a mi lado.
*****
Dediqué una sonrisa a Suga. No era un chico especialmente expresivo, pero sus ojos azabache reflejaban cierto nerviosismo. La verdad es que me sorprendió que aceptara tan rápido a salir del apartamento, que era su zona de confort, y a acompañarme a las calles más céntricas para celebrar la Nochebuena. Mi idea era pasear como cualquier otra pareja, encontrar algún restaurante donde cenar y charlar de vuelta al apartamento, pero Yoongi agregaba algo de incertidumbre al plan. Quizá se cansaba y decidía darse la vuelta, dejándome atrás. O a lo mejor se perdía por alguna discoteca. Preferí no pensar en el tema y devolví la vista a la ventana, esperando ver las luces de la siguiente parada del metro.
Aprovechando que el metro se había detenido, Yoongi colocó una de sus frías manos en mi mejilla, obligándome a girar la cabeza para verle. Me quedé congelada por unos instantes. Ahí estaba el Yoongi inesperado que siempre lograba salirse con la suya. Al principio pensé que sólo quería decirme algo, pero luego me di cuenta de que simplemente se había inclinado para poder besar mejor mis labios.
Correspondí al beso, como era obvio. En lugar de muérdago, teníamos por encima de nosotros una barra de metal ya algo vieja, pero me dio igual. Las tradiciones navideñas eran lo de menos cuando ya tenías todo lo que querías tener en Navidad: alguien que, por mucho que lo negara, te amaba con todo su alma.
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Con motivo de la Navidad y del cumple de Hold me tight, que ya va a empezar a ir al cole, escribiré otro especial pronto!! Pensaba dejar de subir capítulos el día 25, pero aún sigo con algo de inspiración... así que habrá especiales hasta el 1 de Enero :)
Probablemente un día dé una explicación muuuuy larga de lo mucho que me cuesta escribir o leer Hold Me Tight, y también algunos detalles que siempre se pasan por alto... Algo así como un ''Director's Cut''
Ah, aunque ya sea muy tarde, ¡Feliz Navidad, Hannukah o simplemente feliz semana!
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