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🍂Capítulo tres🍂


—¡Maldita sea, Christin! ¡Déjame salir de una puta vez! —Bramó Alex, quien después de escuchar lo que Axel le había dicho quiso salir de inmediato para hacer de la suyas.

No, Alex, él es mi hermano. Podemos manejarlo.

—De la única forma que podremos manejarlo sería desapareciéndolo del mapa. ¿Que dices?

—¡No!

Christin se apresura a reaccionar de la mejor forma posible. Coherente ¿Qué haría una persona coherente en esa situación? Ella no sabía mucho. Pero haría su mejor esfuerzo.

—Axel, yo... No se dé que me hablas.

Axel la mira con incredulidad disimulada.

—¿Segura? —Había un dejo de duda en el tono de voz de Axel.

Menudo idiota, ¿por qué no puede conformarse con eso? —Dice Alex, pero Christin decide ignorlo y sigue con su rumbo normal.

Christin decide contestar la pregunta de inmediato, pero no piensa bien antes de soltar lo que sea que le iba a decir:

—Sí. A menos que esa voz rebelde dentro de mi subconsciente cuente.

—¿Cuál voz? —Axel pareció darse cuenta de algo. Por su mirada se sabía.

Oh ohhhh.

Idiota. Le reprocha Alex.

—¡Cállate! Ya se que la cagué.

—Bueno, y ¿Qué harás ahora?

—Correr.

—¿Correr?

Sin pensárlo dos veces Christin se paró de su asiento intrépidamente y corrió.

Si.

Corrió.

Salió del aquel local disparada como una bala, sin importarle que ubieran personas que la miraron raro. Al pobre Axel ni le dio tiempo de reaccionar. Christin corrió calle abajo teniendo en mente como próxima parada: su casa, pero recordó que viven en la misma casa, así que cambio su dirección hacia la de Morphil.

Christin sentía una profunda confusión. ¿Como Axel, uno de sus hermanos  puede saber algo acerca de Alex? Era totalmente absurdo.

Ella no sabía muy bien porque corría, pero su sabía que si no lo hacía las cosas quizás no terminen tan bien, ni para ella, ni para Axel.

Christin estaba tan centrada en correr y pensar en las posibilidades, que se le olvidó que estaba en medio de la calle y que un coche se aproximaba hacia ella a toda velocidad...

Y luego... ¡Buuum!

El mundo de Christin se volvió oscuridad...

🍂

Oscuridad...

Solo había oscuridad y... espera ¿voces?

Christin estaba aún más confundida. Lo último que recordaba era que había salido dispara de aquel lugar, pero... No recordaba bien por qué. Ella abría los ojos lentamente. Intentó moverse, pero un dolor punzante en todo el cuerpo la detuvo en seco.

Demonios, como duele.

Cuando abrió los ojos por completo, se encontró con una habitación tenuemente iluminada. Era como la de un chico; no estaba decorada, era más o menos pequeña, tenía un escritorio no muy lejos de la cama y un closet. Si, definitivamente era la habitación de alguien...

Pero no la de ella.

Christin entró en pánico. ¿Dónde demonios estaba? Esa no era su habitación, menos la de Morphil.

En ese momento, de repente, se sumió de nuevo en una densa oscuridad. Como si se ubiera transportado a otro mundo. Luego, ella estaba de pie. La oscuridad permanecía, pero había algo de iluminación en donde ella se encontraba, lo suficiente como poder ver lo que estaba a unos metros lejos de ella.

—Chris. —Ella se quedó perpleja al escuchar esa voz. Era esa voz que conocía tan perfectamente.

Era el.

La voz que no la dejaba en paz a menos de que estuviera muy enojado o triste, lo cual le parecía absurdo porque no se supone que deba tener ese tipo de sentimientos, según ella.

Christin se volteó lentamente, para encontrarse con algo...

¿Lindo?

—¿Crees que soy lindo? —Le dijo con una sonrisa de lado, sin mostrar los dientes.

Christin no podía creer lo que estaba viendo: tenía a un chico frente a ella; sus ojos eran azules, su cabello  negro azabache era alto y delgado. Y lo que llevaba puesto...

Era otro tema.

¿Por qué llevaba puesta una bata de hospital como si estuviera internado?

—¿Alex?

No. No puede ser él.

—Si puede ser. —Alex la miraba divertido, como si lo que estaba pasando le divirtiera mucho.

Christin sale del pasmo y trata de enfocarse.

—¿Puedes leer mi mente?

—Estamos en tu mente. Soy parte de tu mente. —Dice haciendo énfasis en las últimas palabras.

—¿Qué hago yo aquí?

Cristin no puede ocultar su desconcierto.

—Fuiste atropellada. ¿Lo recuerdas?

Ella se puso a pensar en lo qué pasó, y efectivamente si. El tenía razón.

—Si, lo recuerdo... ¿Eso que tiene que ver con yo este aquí?

—Tomé tu lugar y te puse a salvo.

¿Por qué cada palabra que decía sonaba tan... cortante?

Luego de eso, una duda existencial le surgió de repente. Necesitaba hacerle unas cuantas preguntitas.

—Alex. ¿Puedo hacerte unas preguntas?

Alex suspira como de cansancio, pero en realidad solo oculta lo adorable que le pareció su expresión de duda. El no la veía mucho. Solo cuando ella se miraba en el espejo, el podía verla a través de ella cuando Cristin estaba frente al espejo, criticándose a ella misma, pero como ella y Alex rara vez estaban de acuerdo, el nunca pensó lo mismo de ella.

Nunca.

—Supuse que dirías eso.

—Entonces... ¿Puedo?

—Claro —dice para luego ponerse de cuclillas y sentarse como los indios. El palmea el espacio frente a él—. Siéntate. —Ella obedece. Ahora ambos estaban frente a frente y más cerca que antes, como a un brazo y medio de distancia.

Christin respira profundo antes de hablar:

—¿Realmente estás vivo?

La pregunta le pareció tan estupida que la respuesta salió como si fuera lo más obvio del mundo:

—No, Chris. De hecho, soy un fantasma y te follo espiritualmente todas las noches. ¿Tu que crees?

Y ahí estaba de vuelta el Alex de siempre. Ya lo echaba de menos.

—Hablaba enserio, imbésil hijodeperra. —Y como era de esperarse, Christin se enoja con él como siempre suele pasar.

Alex no puede evitar reírse abiertamente. Ella se queda viéndolo embobada, mientras cada pizca de enojo en su interior se evapora. Era la primera vez que lo veía reírse. Claro que lo había escuchado muchas veces, pero nunca lo había visto. A pesar de que lo había imaginado varias veces, la imagen que estaba viendo en ese momento ni se asemejaba a las otras.

—De acuerdo. Mmm... —Alex se pone a pensar como si buscara la forma de poder explicarlo sin que ella se confunda—. Es un poco complicado. Si estoy vivo, pero no como tú lo estás. No somos iguales.

¿Qué?

—¿Qué quieres decir? —Christin parece haberse olvidado de que lo que estaba pasando era como una ilusión, un sueño y, sin querer, despierta.

Así es. Despierta.

Ella, por impulso, intenta levantarse de golpe, pero de nuevo ese dolor intenso la invade y vuele a quedarse tiesa como estaba. Christin intenta llamar a Alex varias veces, pero el no responde. Ella maldice por lo bajo.

¿No encontré un mejor momento para despertar? Piensa Christin, desepcionada.

Vuelve a pasear su mirada por toda la habitación, y se detiene cuando ve algo que no estaba en el primer vistazo: en la puerta del closet, se encontraba una nota con una letra lo suficientemente grande como para que pudiera leerlo desde donde estaba, aunque la cama no se encontraba tan lejos del closet.

Decía:

"Lamento no poder aclar todas las dudas que de seguro debes tener ahora mismo, pero espero que este lugar te sirva para obtener algunas respuestas. De nada ;).

Con amor: T. I. L"

La hoja de papel era bastante grande, no pasaba desapercibida ni un poquito.

Pero eso no era lo importante aquí...

¿Quién demonios había puesto esa nota allí?

¿Había alguien más, en aquel lugar misterioso?

¿Quien era T. I. L?

De repente, la idea de que quizá Alex fue quien había escrito la nota y la había puesto ahí no parecía tan absurda. Pero vamos, eso era imposible..

¿O no?

Y de nuevo la oscuridad nubló la mente Christin... otra vez.


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