🍂Capitulo nueve y medio🍂
-9.05-
Actualidad.
Absael.
Absael. La única frase que lo describe sin necesidad de tanto palabreo es: hijo de puta.
No literal. El lo es en todos los sentidos que te puedas imaginar, pero no literal, su madre es un amor, aunque un poco homofónica.
Lo primero que hace al levantarse de la cama es lavarse los dientes, bañarse, luego tiende su cama y ordena el poquito desorden que queda de la noche anterior. Como te puedes imaginar, él es el tipo de hombres que cada noche lleva a una mujer diferente a su cuarto.
De seguro debes estar pensando en que ni se acuerda del nombre de ninguna de ellas, ¿verdad?
Pues no es así.
Absael recuerda cada detalle; de qué color era su cabello, color de piel, si era alta o bajita, si tenía el cabello largo o corto... incluso su nombre. La chica que estuvo con él la noche anterior se llamaba Cloe, o se llama. Si es que aún no está muerta.
Absael se viste con su traje favorito esa mañana:
Luego de eso, baja a la cocina para desayunar. El nunca desayuna comida pesada ni jugos muy espesos.
El decide prepararse dos huevos hervidos y dos plátanos también hervidos. Mientras come, su teléfono vibra con una llamada entrante de un número desconocido.
—Adelante. —Dice a la persona del otro lado de la línea.
No hubo respuesta por unos segundos, eso le pareció muy extraño a Absael y, en cierto modo, le molesto un poquito así que decidió hablar otra ves:
—¿Con quien tengo...?
—¿Así es como le hablas a tus colegas, Morreti?
Oh.
—¡Señor Róberth! Vaya, disculpe mi ignorancia, debí saber que era usted. —Bromeó.
La persona del otro lado emitió una risita sarcástica.
—Muy gracioso, Morreti. Pero en esta ocasión vengo a hablarte de un tema serio.
El rostro de Absael se ensombreció mostrando su verdadero ser.
—¿Sucedió algo?
Suena un chasquido molesto del otro lado de la línea.
—Tu sabes lo que sucedió.
Absael suspira.
—No tengo idea de lo que está hablado señor Róberth.
—¿A no? ¿Necesitas que te refresque la memoria un poco?
¡Claro! Debió saberlo, estaba hablando con Róberth Claus. Debe haber una razón muy fuerte por la que lo estaba llamando a esas horas de la mañana. Literalmente recién amanece.
—Estas jugando con mi paciencia y eso te puede salir muy caro, Morreti —su voz realmente sonó amenazante y lo que menos deseaba Absael en ese momento era crear una disputa con uno de sus colegas más confiables.
—Señor Róberth, realmente me gustaría saber en qué le he faltado.
—Mi hija... —mencionó, despacio.
Absael estiró el cuello sorprendido.
—¿Qué? —no se le dio respuesta a esa cuestión, por lo que intuyó que esperaba que él lo descubriera por su cuenta—. Discúlpeme, pero no entiendo que tiene que ver su hija con esto.
—Tiene todo que ver, desgraciado hijo de puta. Si le vuelves a tocar un solo pelo, óyeme bien: te mato.
Y colgó sin dar oportunidad de aclarar ni defender nada.
Y claro, Absael estaba que goteaba de los nervios.
¿Qué carajos has hecho, hijo de puta?
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