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🍂Capítulo cinco🍂

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Christin.

Christin salió de la habitación dando un portazo. Ya no le interesaba nada. Ya no quería nada. Simplemente quería irse y olvidar todo acontecimiento extraño ocurrido en su aburrida y patética vida.

Antes, cuando Christin era más estupida e ingenua quería que pasara al menos algo fuera de lo normal, algo emocionante, algo misterioso, algo que la ayudará a escapar de su rutinaria vida.

Pero ahora está más que arrepentida.

¿Algo emocionante?

¿Enserio?

¿En qué Chuchas estaba pensando su versión de niña de trece años?

Christin sigue caminando por el largo pasillo, habían muchas habitaciones, sin mencionar que el lugar tenía un aspecto sombrío. Parecía como si los dueños del lugar se hubiesen mudado ayer.

Ese pasillo únicamente se extendía hacia la derecha, ya que su habitación se encontraba en el fondo del pasillo. No había iluminación eléctrica, pero había un ventanal en el fondo de donde ella provenía. Ese era su única fuente de luz y mientras más se alejaba más tenue se volvía hasta desaparecer por la densa oscuridad del lugar.

Christin no se detuvo, siguió avanzado.

Ya estaba allí, ¿no?

En su interior, en su muy profundo corazoncito, Christin estaba aterrada, pero ella era demasiado buena ocultando sus emociones, ella necesitaba ocultar el profundo miedo que sentía para poder pensar con claridad lo que haría después.

Pero no podía evitar que un sudor frío le bajara por la espalda, y sus piernas ya flaqueaban. Y
Pero cuando Christin creía que las cosas no podían ponerse más aterradoramente extrañas...

Vio a unos cuantos metros que de una de las puertas que se encontraban allí, provenía una luz que se deslizaba con intensidad por debajo de la puerta. No era luz solar, pero lucia demasiado viva como para ser la simple luz de una bombilla. Christin seguía avanzando y mientras más se acercaba una sensación de compañía crecía y crecía. Era como si en aquel lugar hubieran otras personas conocidas cercanas a ella. Sintió confianza de entrar en aquella habitación, también tenía curiosidad, pero el miedo era capaz de hacer muchas cosas.

Cuando ya estaba frente a la puerta, vio una nota con la misma letra que la anterior de la habitación que había dejado atrás.

Decía:

"Si quieres salir, debes entrar.

Lo siento pero no hay otra forma. Si sigues caminado por el pasillo solo encontrarás más encierro, y esta es la única puerta que tiene algo bueno detrás, no querrás saber lo que tienen las demás.

Con amor: T. I. L"

En ese momento, Christin solo quería salir de ese lugar aterrador.

Ella debió sentir desconfianza. Debió sentirse observada, eso sería lo normal cuando una persona se encuentra totalmente sola en un lugar. Debió alejarse corriendo de allí en pánico, también sería lo normal.

Debió actuar con normalidad, y alejarse de allí por inercia, o quedarse encerrada en la habitación por miedo a que algo le pasara.

Pero, como Christin no es, nunca fue y nunca será una persona normal, ella solo avanzó, giro el pomo...

Y entró.

🍂

Lo primero que vio fue una luz intensa que la cegó, pero poco a poco se fue aclarando. Y luego ella se encontraba en una habitación totalmente diferente a la que había estado.

Esta si estaba decorada, o bueno, un intento de decoración por así decirlo; habían pegatinas de One piece de tamaño mediano por todos lados, la habitación era más grande, la cama también, y el escritorio parecía que tuviera más de un uso, o sea, para además de estudiar y hacer apuntes también se utilizará para jugar videojuegos.

Y desorden. Había mucho desorden.

Christin arrugó la nariz tan pronto lo notó. Ella odiaba el desorden. Muchísimo más que su existencia.

Pero aun así, una extraña sensación de familiaridad la impulsó a avanzar y seguir husmeando el lugar con curiosidad, pero también como si estuviera buscando algo, algo que ella no sabe qué es, ni por que lo tiene que encontrar.

Ella había cerrado la puerta por si acaso, es raro si, pero precaución ante todo. Se adentró a la habitación y observó con más detalle algunas cosas: la cama estaba desarreglada, el escritorio tenía papeles y cuadernos tiroteados, sin mencionar la cantidad ridículamente grande de lápices regados por doquier. También había un ventanal rectangular en el lado derecho de la cama.

Tanto desorden hacia que a Christin le picaran las manos por ordenarlo todo. Pero se contuvo. Debía recordar que ese lugar era súper extraño y que tenía que tener cuidado con esas cosas. No le pertenecían.

Christin seguía husmeando con una sorprendente tranquilidad. No debería estar tranquila, pero lo está. Ese es otro dato que no debe ignorar.

Cuando de repente... Christin se quedó tiesa en su lugar.

No. Puede. Ser.

Escuchó unas voces que provenían del pasillo. Se escuchaban cada vez más cerca, al parecer se dirigían hacia donde se encontraba Christin. Y lo confirmó cuando estás se detuvieron frente a la puerta y pudo escuchar la conversación con más claridad:

—Vamos, Milton. ¿Es enserio? —Escuchó decir de una voz femenina y, por el tono, dedujo que le estaba pidiendo algo. La otra persona que debía contestar, no lo hizo—. ¿Ves? Siempre haces lo mismo, me calientas luego te retractas y te vas. ¡Eso no es justo!

Christin escucha unos zapateos. Como de berrinche.

—Lo siento, Mar. Realmente no estoy listo para eso ahora. —Dijo la voz de un chico, serio.

Christin abrió los ojos de par en par. ¿De verdad lo estaba escuchando? ¿A el? ¿Qué tiene que ver este imbecil con aquella habitación? ¡¿Era de él?!

—¡Oh! ¡No está listo! —Exclama la chica con un tono exagerado.

—No grites. Los vecinos te pueden escuchar y sabes que son demasiado exagerados.

A Christin le pareció bastante curioso que el mismísimo Alex estuviera detrás de esa puerta hablando con quien sabe quien. Además, era obvio que no le agradaba hablar con ella, ese tonito lo conocía muy bien. Así que si Alex le estaba hablando así, debe de irritarle bastante la presencia de ella.

—Ojalá el motivo de mis gritos fuese otro —Dice enfatizando la última palabra.

Alex no responde.

Pero se escucha el sonido de la puerta abriéndose.

Oh mierda.

Sin darse, cuenta Christin se había acercado a la puerta para escuchar mejor. Por lo que solo se encontraba de pie frente a esta viendo como idiota como el pomo de la puerta giraba.

Tenía que hacer algo. Algo rápido y eficiente.

Piensa. Piensa. Piensa...

Gira su cabeza rápidamente hacia la cama.

Okay, no está nada mal.

Y sin pensarlo demasiado, Christin se tira al suelo rogándole al destino que la madera no esté floja. Se impulsa con las manos y los pies.

Gracias al cielo hoy me puse mis converse.

Christin se arrastra con agilidad debajo de la cama a una velocidad sorprendente hasta para ella. Pero eso no es lo que importa ahora.

Se acomoda para que sus pies no queden a la vista.

—¿Cuándo dijiste que tus padres llegaban del trabajo? —Le pregunta Alex a la chica tras haber ingresado a la habitación. Lo sabe porque puede escuchar sus pasos dirigirse a alguna parte de la habitación.

Pero no podía ver nada además de la pared, la posición en la que estaba le impedía ver fuera de la cama.

—Eso no es lo que importa ahora. —Dice la chica con un tono suave y seductor.

La chica avanzaba a pasos lentos hacia Alex. Cuando estuvo muy cerca, alza sus manos para acariciar su pecho, pero Alex la aparta alejándola con delicadeza.

—No lo intentes. No funcionará. —Le advierte con un tono de voz suave.

—¿Por qué? ¿Es que no me quieres? —La chica parecía que iba a llorar.

—Si te quiero, pero no mereces que te lo demuestre de esta forma, Margaret.

El tono de Alex seguía siendo suave. Pero Christin se sintió un poco incómoda con lo que dijo. ¿El la quería de verdad? ¿De esa forma? ¿Por qué le estaba mostrando esto?

En ese momento unas inmensas ganas de salir de allí y correr lejos la invadieron. No le apetecía presenciar una escena romántica en ese momento. Esas cosas eran muy absurdas para ella y hasta ese momento pensaba que para Alex también. ¿Ella lo conocía realmente? ¿Quién era ese que estaba en esa habitación?

Christin lo desconocía.

Definitivamente no sabía nada de Alex por lo que ve.

¿Era posible que haya podido tener otra vida antes de ella? No. Imposible. Eso sería demasiado ilógico.

El era parte de su mente. ¿No se supone que el había nacido con ella aquel día?

Y otra cosita muy importante... ¿Por qué rayos la chica esa lo había llamado Milton?

¡¿Quién coño es Milton?!

El sonido de la puerta cerrándose con fuerza interrumpe los pensamientos de Christin. Perfecto. Ya se fueron.

Ella decide salir de su escondite cuidadosamente, sin hacer ruido. Iba a largarse de allí. Cuando Chritin por fin sale, se dirige directamente hacia la puerta, gira el pomo y...

Estaba cerrada.

Me lleva la que me parió.

—Yo no haría eso si fuera tú.

Mierrrrrrda.

Christin se queda tiesa en su lugar. No mueve ni un solo músculo. Solo puede sentir el sudor que hace brillar sus manos.

Por un momento ella no reacciona.

—Relájate. No soy un monstruo ni nada parecido y tampoco me voy comer tú alma. —Añade Alex detrás de ella.

Christin pestañea y decide voltearse lentamente, en sus ojos se puede ver que tiene más dudas y preguntas que gotas en el mar.

Bueno no, pero así se sentía ella ¿okay?

—No me mires así o empezaré a pensar que te gusto. —bromea Alex con una sonrisa pícara.

Ese comentario hizo que Christin sintiera una cosquillita fugaz y extraña en el estómago, pero lo ignoro por completo.

Christin lo escanea, lo re escanea y lo vuelve a escanear. Estaba vestido de forma diferente que la última ves; tenía una camiseta gris debajo de una camisa roja remangada hasta los codos, Jeans negros con correa negra y converse rojos.

Se sabe vestir. Hay que admitirlo.

—¿Disfrutando de la vista?

A Christin no le da tiempo de pensar en las palabras que suelta:

—Cierra lo boca, Alex. Ahora mismo lo que quiero es asesinarte. —Rsponde ella reaccionando por fin.

Alex levanta las manos en señal rendición, con una expresión divertida y muy poco afectado con su comentario.

—No creo que eso te convenga mucho, la verdad.

—¿Perdón?

—Todo tu lenguaje corporal me dice que deseas arrancarte todas esas dudas y preguntas de la cabeza o ¿me equivoco?

No se equivocaba. El tenía razón.

Pero...

Por una extraña razón Christin siente la necesidad de recordarle lo que estaba haciendo anteriormente con la chica que se hacía llamar Margaret.

—Quien diría que acabas de tener una conversación amorosa donde medio rompías con tu novia. —Dice Christin mirándolo fijamente.

Alex le da una mirada insinuante. (Ya sabrán ustedes lo que estaba insinuando).

Por un momento el no dice nada, solo la mira cuidadosamente antes de hablar:

—Eso solo era un recuerdo.

De acuerdo, eso no se lo esperaba. Christin no tiene idea de cómo reaccionar o cómo debe de sentirse en ese momento. De pronto no sabe nada y solo se limita a sentarse en el suelo y cerrar los ojos. Necesitaba volver en sí.

Christin respira hondo y vuelve a mirar a Alex.

—¿Cómo...? —Christine duda un momento porque no sabe exactamente cómo formular la pregunta.—¿Qué...?—Lo intenta de nuevo pero falla.

Alex sabiendo bien lo que está pensando Christin decide responder su pregunta sin que ella la llegase a formular.

—Lo que acabas de ver es uno mis recuerdos. Y si, tuve una vida antes de ti. —Suelta Alex con una expresión impasible.

Christin se levanta de golpe, mirándolo perpleja.

¿Una vida antes de mi? ¿Es eso posible?

¿Qué demonios...?

—Si. Si es muy posible. ¿Quieres que te diga por qué?

Por un momento las palabras de Alex se quedaron flotando entre ellos, hasta que Christin reacciona y asiente con la cabeza rápidamente, ansiosa por saber.

Alex se dirige hacia la cama y se sienta en el borde de esta.

—Ven, siéntate.

Christin obedece casi de inmediato. En otro momento claramente no ubiera sido así, en absoluto.

De pronto, Christin parece haberse percatado de algo.

—¿Por qué estás afuera y no adentro? ¿Estamos o no estamos en mi mente?

Alex la mira sorprendido antes de reírse de ella descaradamente.

—¿Ahora lo notas? Yo que creía que eras más inteligente. —Alex niega con la cabeza, fingiendo decepción. Christin iba a decir algo, con la clara intención de insultarlo, pero el se adelanta para decir—: Aunque se entiende. Dadas las circunstancias, cualquier pequeño detalle se te ubiera escapado. Como por ejemplo: el hecho de que nunca saliste de tu habitación.

¿Cómo que?

¿Qué?

—¿Qué?

—Tomé el mando y te sumergí en mi mente.

Christin parpadea, ya que al parecer se había olvidado hasta de cómo parpadear.

—¿Pero como es que estás aquí?

—De la misma forma que estabas aquí mientras tenías el mando. ¿No te acuerdas? —Pregunta Alex confuso con una ceja enarcada.

Si. Ella recordaba que antes habían tenido una conversación en su mente y que al igual que ahora podían verse. Pero no lo había hecho ella, ¿o si?

—Si, Christin. Lo hiciste tú. Tu fuiste quien me convocó. ¿No eres consciente de eso?

Cristin simplemente niega con la cabeza.

Alex suspira, dando a entender que la charla que estaban a punto de tener iba a ser muy, pero muy larga...

«Ay mi pequeña e inocente Christin».



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