Vete
—Cariño, ¿quieres salir de aquí? —Preguntó Christian entrando al cuarto de metal. Mery se encontraba en el suelo abrazando sus piernas.
—Sí —se puso de pie—. Por favor. —El castaño se acercó a ella, la rodeó por la cintura y subieron a la sala.
— ¿Qué quieres hacer? —Mery no le contestó, en cambio, se puso frente a él y lo besó. Christian se alejó muy sorprendido por aquel acto tan inesperado.
— ¿Hice mal? —Ella le sonrió de manera coqueta.
—Al contrario. —Le devolvió la sonrisa antes de juntar sus labios una vez más. Mery lo abrazó por debajo de sus brazos, puso sus manos en sus caderas y las fue moviendo hasta llegar a su espalda para atraerlo más. Él enredaba una mano sobre el cabello de la chica y con la otra la abrazaba por los hombros. La joven deslizó sus manos hasta el pantalón de Christian, y metió las manos en sus dos bolsillos traseros. Christian volvió dejar de besarla sin poder creer que ella realmente estuviese haciendo aquello. Mery sólo se alzó de hombros, pero enseguida volvieron a besarse. Sus manos seguían dentro de los bolsillos traseros del chico, sintió algo metálico y supo que era lo que estaba buscando. Las sujetó entre sus dedos procurando hacer el menor ruido posible. Cuando las tuvo aseguradas se alejó de Christian.
—Quiero hacer el amor contigo. —Susurró Mery.
— ¿Qué? —Christian abrió los ojos tanto como pudo.
—Sube a tu habitación, voy al baño a —acarició el cuello de su camisa con las yemas de los dedos— ponerme más sexy para ti —se mordió el labio inferior—. Espérame arriba... —Christian frunció el entrecejo dudoso de dejarla ahí sin supervisión.
—Tengo un baño en mi recámara. —Señaló las escaleras con su pulgar.
—Chris, estás arruinando el momento... Anda, confía en mí. —Le dio un beso rápido en los labios, el castaño sonrió antes de aceptar.
—No tardes.
—No lo haré. —Prometió. Christian subió las escaleras, Mery caminó hasta el baño, abrió la puerta y la cerró para que él pensara que en verdad había entrado. Bajó al sótano, fue a la puerta de metal en dónde estaba su hermano, sacó las llaves y las metió en la cerradura una por una hasta que dio con la correcta. La abrió pero lo que vio al hacerlo la dejó horrorizada; su hermano se encontraba acostado en la cama, vestido con poca ropa la cual estaba manchada de sangre, apretaba los ojos con fuerza. Se acercó a él y tocó su brazo para que los abriera.
— ¡Alan! —Susurró—. Hermano, vámonos... —Alan abrió los ojos al escuchar su voz.
— ¿Mery? —Se incorporó lentamente.
—Sí, vamos, podemos escapar. —Empezó a jalarlo del brazo para ayudarlo a levantarse. El adolorido chico se levantó lo más rápido que pudo; le dolía todo el cuerpo. Alan pasó su brazo sobre los hombros de su hermana para recargarse en ella. Subieron las escaleras, haciendo el menor ruido posible fueron a la puerta, su ruta de escape, la abrieron en silencio y salieron. A Alan le impactó un poco la luz solar, pues había estado al menos tres días secuestrado en el sótano, sin salir ni siquiera para ir al baño.
Corrieron, aunque pareció más una caminata gracias al estado de Alan. Cuando llegaron a la esquina Mery volteó hacia atrás y vio a Christian mirando hacia el lado contrario de ellos, buscándolos.
—Ya se dio cuenta. —Susurró ella sintiendo que el pánico se apoderaba de su cuerpo.
— ¿Qué?
—Vete —miró a su hermano, ambos tenían los ojos llenos de lágrimas—. Alan, vete —repitió—, ponte a salvo. Pide ayuda.
—No —quería gritar pero se contuvo para que su secuestrador no los viera—. No te voy a dejar.
—Debes hacerlo, Alan, por favor —le suplicó sintiendo que su corazón era aplastado—. Lo voy a distraer, cuando consigas ayuda regresarás a sacarme.
—No puedo —negó con la cabeza—, no puedo dejarte aquí.
—Hazlo —lo soltó para asegurarse de que él podría continuar caminando sin su ayuda—Estaré bien —le sonrió para tranquilizarlo aunque ni siquiera ella se creía aquello—. Ahora —lo tomó por los hombros—, pide ayuda. —Alan asintió con todo el dolor del mundo. Caminó tan rápido como pudo alejándose de su hermana. Iría a la policía y les avisaría en dónde estaba Mery antes de que le pasara algo peor que el hecho de ser secuestrada.
Mery suspiró y volteó de nuevo hacia Christian quien ahora la miraba directamente. Se acercó a él caminando resistiéndose a las ganas que tenía de golpear las puertas de los vecinos para que la ayudaran. Christian corrió hacia ella.
— ¿Qué rayos hacías? —Le preguntó furioso tomándola de los hombros.
—Quise huir —admitió—. Pedir ayuda para sacar a mi hermano... Pero me di cuenta de que no puedo alejarme de ti.
— ¿Qué? —Aquella chica no paraba de sorprenderlo.
—Chris... —Lo miró a los ojos—. Te amo. —Se acercó a él y lo besó.
— ¿Es enserio? —Alejó su rostro de ella sin soltarla.
— ¿Crees que hubiera regresado si no fuera así? —Christian sonrió feliz, tenía razón.
—Vamos, regresemos a la casa. —La abrazó por la cintura. Cuando entraron al hogar de los hermanos se toparon al mayor saliendo de la cocina con un sándwich.
—Voy a dársela a Alan. —Les informó demostrándole a Mery que ellos aún no tenían idea de que él había escapado.
— ¿Se la puedo dar yo? —Preguntó nerviosa.
— ¿Y darte la oportunidad de que huyan? No gracias. —Respondió Thomas con sarcasmo. Mery apretó los dientes sabiendo que pronto descubrirían la verdad.
El pelinegro bajó al sótano, vio que la puerta no tenía seguro, se le hizo extraño, la abrió y no vio al chico por ningún lado, dio media vuelta corriendo a las escaleras.
— ¡Christian! ¡Ha escapado! ¡Christian!
Chris y Mery siguieron a Thomas con la mirada mientras bajaba. Mery estaba cada vez más nerviosa. ¿Qué haría cuando descubrieran que ya no estaba?
—Cariño —la chica llamó su atención con aquel apodo—, tengo hambre.
— ¿No dijiste que querías hacerme el amor? —Mery estaba segura de que Christian la obligaría a tener relaciones.
—Me dio hambre —se encogió de hombros—. ¿Puedo ir a la cocina?
—Vamos los dos. —Sin esperar respuesta la empujó ligeramente en dirección a la cocina. La chica había sacado un plato, cereal y una cuchara cuando Thomas entró muy agitado.
— ¡Ha escapado! ¡Alan ha escapado! —Le informó a Christian quien volteó a verla muy molesto, sabía que ella lo había ayudado. Mery tragó saliva.
—Ve por él, y lo traes ante mí —Christian le ordenó a su hermano sin apartar los ojos de la chica—. En el estado en el que lo dejaste no pudo haber ido muy lejos.
—Por favor, no —Mery suplicó pero fue ignorada. Thomas salió corriendo de la casa y Christian se acercó a ella. La rubia dirigió su vista hacia el cajón de cubiertos que había dejado abierto y sacó un gran y afilado cuchillo el cual apuntó hacia Christian.
— ¡Dile al maldito de tu hermano que no vaya a buscar a Alan! —Exigió la chica.
—Pensé que me amabas. —Mery no supo si aquello era sarcasmo o si lo decía en serio.
—Estás idiota, jamás me enamoraría de alguien como tú. —Christian estaba muy dolido por todo lo que ella le estaba diciendo. Se acercó unos pasos pero Mery subió más el cuchillo en dirección al pecho del castaño, el chico notó que ella temblaba. Sonrió victorioso.
—No vas a matarme. No puedes.
—Tienes razón —dijo sin bajar el cuchillo pero lo alejó de él dando unos pasos hacia atrás—. No podría vivir con eso. No soy una asesina de mierda como tú —el castaño la miraba sin emitir palabra alguna—. Ambos sabemos que la única razón por la que quieren a Alan es para tenerme aquí. Tal vez sería mejor que yo no viviera.
— ¿Qué? ¡No! ¡Espera! —Christian corrió hacia ella, pero fue demasiado tarde. Mery se había atravesado el abdomen con el arma, cayó en los brazos del hermano menor, quien la bajó lentamente al suelo, recostándola en sus piernas—. ¡No! Mery, no mueras, por favor —sus ojos se llenaron de lágrimas—. Te llevaré a un hospital... Estarás bien. —Giró su cabeza en busca de un celular para llamar a emergencias, pero la chica tocó su brazo llamando su atención.
—No, Chris... Déjame morir... Por favor... —Jaló del cuello de su camisa haciendo que él se inclinara y pusiera su oído en la boca de la chica—. No lastimes a mi hermano... —Christian volteó a verla—. Él no tuvo la culpa de nada... —le suplicó con la mirada— ¿Sabes? Creo... —Tosió sintiendo que el abdomen le quemaba—. Que si no me hubieras secuestrado... Habrías tenido una pequeña oportunidad de conquistarme a la antigua. —Sonrió cerrando los ojos y dejando caer el brazo que hasta ese momento había estado tocando el de Christian. El castaño vio su hermoso rostro una última vez; sus ojos azules seguían abiertos y miraba al techo, se había ido.
¿Lo que ella había dicho antes de morir era cierto?, ¿de verdad había arruinado su oportunidad con ella por tomar el camino equivocado para tenerla?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro