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Trabajo en un hospital psiquiátrico

     —Oye, hermano, ¿por qué estás tardando... —Christian entró al cuarto de metal y vio a su hermano moviendo el cuerpo sin vida de Michael— tanto?

     —Eh... —Thomas soltó los pies del cadáver sabiendo que su hermano se iba a molestar.

     — ¿Los asesinaste sin mí?

     —No lo pude evitar. —Sonrió con culpa.

     —Como sea —Chris puso los ojos en blanco mientras suspiraba de manera ruidosa, sabía que no debía dejar a su hermano a solas con ninguno de los dos—. Voy por los machetes. —Cuando regresó le dio uno al pelinegro.

     Al primero que cortaron fue al joven, después guardaron el cuerpo en bolsas, a continuación hicieron lo mismo con la chica.

     — ¿En dónde los dejamos? —Preguntó Christian cuando todas las bolsas estuvieron en la sala.

     —Conozco un sitio. Es a lado de una carretera, el lugar está cubierto por un bosque. Podemos enterrarlos ahí —así pues, subieron todas las bolsas a la camioneta de Thomas y condujeron por varias horas, hasta que llegaron a la zona que el hermano mayor había mencionado. Estacionaron la camioneta y empezaron a sacar las bolsas negras del maletero, también dos palas para cada uno—. ¿Sabes? —Habló Thomas—. Voy a hacer una casa aquí y traeré a mis pequeñas víctimas, nadie las oirá gritar, este lugar está prácticamente desierto.

     —Buena idea. —Respondió su hermano sin hacerle mucho caso. En realidad era una idea estúpida si ya tenían los cuartos de metal a prueba deruidos en su propio sótano, ¿para qué necesitarían una casa en un lugar comoese?

     Caminaron varios minutos hasta que decidieron enterrar los cuerpos detrás de un gran árbol.

     Regresaron a casa, ambos se fueron a duchar para quitarse cualquier rastro se sangre que les quedara en el cuerpo. A continuación pusieron toda su ropa en agua con bicarbonato de sodio y vinagre en un intento de limpiarla.


     Los siguientes meses acosaron a una chica llamada Ashley Johnson de 18 años. Trabajaba en un cine al otro lado de la ciudad. El día que habían decidido secuestrarla ella tenía que quedarse en el turno de la noche debido al estreno de una película. Cuando dieron las 2:00 de la madrugada, Ashley suspiró aliviada de que al fin podría dormir, pues en menos de cuatro horas tendría que levantarse para ir a la universidad de medicina en la que estudiaba. Subió a su pequeño vehículo y lo puso en marcha, pero alguien la sorprendió desde el asiento de atrás, ahorcándola con un brazo y poniéndole un trapo con un olor muy penetrante en la boca y nariz. La joven pataleó y trató de tocar el claxon para ocasionar algún ruido y así lograr que alguien la viera. Pero un joven con cabello y ojos oscuros abrió la puerta de su lado y sujetó sus manos evitando que lograra su objetivo. Unos minutos después, quedó inconsciente.

     Despertó en un cuarto de metal amarrada del tobillo con una cadena. Trató de zafarse pero no pudo.

     — ¡Auxilio! ¡Ayuda! —Empezó a gritar la chica con lágrimas en los ojos. El mismo joven que le había sujetado las manos entró—. ¿Quién eres tú? ¿Qué quieres de mí? —Preguntó Ashley alejándose lo más posible de él.

     —Mi nombre no es relevante para ti —volteó a ver un sándwich que tenía en la mano y se lo extendió—. Come un poco.

     — ¡No quiero! ¡Déjame ir! —El castaño suspiró.

     —Lo siento, pero no lo haré.

     — ¿Qué quieres de mí? —Christian abrió la boca para contestar, pero su hermano lo interrumpió entrando también a la habitación.

     —No queremos nada de ti —dijo el pelinegro—, te queremos a ti.

     — ¿Qué? —La joven estaba muy asustada—, ¿por qué yo? ¿Quiénes son ustedes?

     —Haces muchas pregunta, linda —volvió a hablar Thomas—, mejor te las respondo con actos.

     — ¿Qué? —Su cuerpo comenzó a temblar.

     —Hermano —Tom volteó a ver a Christian—. Déjanos solos. —Chris asintió y salió de la habitación sin decir nada más. Después de una media hora Thomas subió a la habitación de Christian y saltó sobre él.

     — ¿Por qué haces eso? —Preguntó Chris molesto, ya que cuando su hermano cayó sobre él dobló el libro que estaba leyendo. Thomas tenía una enorme sonrisa en el rostro.

     — ¡Esta es la mejor chica que hemos secuestrado, hermano!

     — ¿Por qué lo dices? —Se extrañó, seguro de que no era la más bonita ni con el mejor cuerpo, aunque sí la que tenía más edad.

     — ¡Porque es jodidamente sexy! Y la muy idiota creyó que la liberaría si tenía sexo conmigo. Es la primera vez que lo hago con una chica sin aplicar fuerza... —Se quedó pensando unos segundos lo triste que eso sonaba, hasta que después  volvió a sonreír—. ¡Y me encantó!

     —Bien por ti. —Dijo sin ánimos el chico. Tom puso los ojos en blanco.

     —Vamos, hermanito, sólo necesitas divertirte un rato —se quitó de encima y jaló la mano de Christian animándolo a levantarse—. Ve con ella, es sensacional. La vas a amar, te lo aseguro. Chris le hizo caso. Tenía razón, aquella chica enserio pensaba que la liberarían si se acostaba con los dos. Era probable que Ashley no fuera virgen, ya que parecía tener mucha experiencia. Cuando hubo terminado subió de nuevo a su habitación en donde se topó con su hermano.

     — ¿Qué haces aquí, Tom? —Preguntó acercándose a él. El pelinegro le hizo una señal para que lo siguiera al baño.

     — ¿Te dije que amo a esta chica? —Thomas se veía por el espejo pero cuando su hermano se metió al baño con él Tom le dio la espalda para que lo viera. Estaba lleno de rasguños—. A ésta tenemos que quedárnosla por más tiempo. —Finalizó el pelinegro sin borrar aquella sonrisa de oreja a oreja. Salió de la habitación de su hermano.

     La mayoría de las veces Christian era quien le llevaba comida a Ashley y otras tantas Thomas lo hacía, aunque en realidad este último lo usaba como excusa para abusar de ella.

     —Creo que estoy enamorado. —Dijo Thomas una mañana mientras desayunaba con su hermano.

     —No puedes enamorarte de una chica sólo por tener sexo con ella un par de veces.

     —No ha sido un par de veces —Tom fingió indignación—. La hemos tenido por tres semanas, entonces han sido... —Thomas pensó en voz alta—. A ver, hay 7 días en la semana... 7 x 3... Serían... 21 días de sexo salvaje... 25 por aquellas veces en las que la he visitado más de una vez —le guiñó un ojo. Christian puso los ojos en blanco sonriendo mientras negaba con la cabeza sin creer que pudiese tener un hermano como él. Entonces le pareció ver una sombra pasar por la puerta. Se puso de pie rápidamente—. ¿Qué pasa? —Preguntó extrañado el mayor pero Chris lo ignoró. Salió de la cocina sólo para encontrarse a Ashley saliendo de la casa a toda velocidad.

     — ¡Mierda! ¡Thomas! —No lo esperó, sino que fue corriendo tras la chica. La atrapó justo en la esquina, donde le había pedido ayuda al señor Duncan, un hombre de 70 años que había ido de vacaciones a su casa por dos semanas.

     — ¿Qué sucede, Chris? —Preguntó Duncan confundido—. ¿Por qué esta chica dice que la secuestraron? —Christian tenía sujetada a Ashley por la cintura y ella se sacudía.

     — ¡Oh bueno! —Pensó en una rápida mentira que pudiese explicar aquello—. Verá, señor Duncan, me he metido a trabajar a un psiquiátrico y ella fue secuestrada hace mucho, quedando un trauma que esperemos no sea permanente —sujetó a la joven con más fuerza para que se mantuviese quieta—. Está quedándose en mi casa para que se acostumbre a estar en un lugar en el que no le inyecten cosas para tranquilizarla y mantenerla drogada, ya sabe, como un hogar, pero si se queda en su casa es muy probable que se haga daño a ella misma o a su familia.

     — ¡No es cierto! —Gritó Ashley— ¡Ellos me secuestraron!

     —Nos dijeron que si escapan... —Continuó Christian como si ella no los hubiera interrumpido—. No está lista para volver a casa... —Ashley dejó de patalear.

     — ¡No, por favor! ¡Quiero volver a casa! ¡Ayuda!

     —Lo siento, pero no has pasado la prueba —Chris volteó a ver a la chica—. Supongo que tendremos que regresarte al manicomio. —Ashley sabía que se refería al cuarto de metal.

     — ¡No! ¡Lo lamento! ¡Por favor!

     —No sabía que teníamos un manicomio en la ciudad. —Habló el anciano.

     — ¡No hay uno! —Gritó la chica intentando que el hombre reaccionara a la mentira que el castaño estaba inventando. Christian volteó a ver de nuevo a Duncan.

     — ¿Sería tan amable de avisarle a los vecinos acerca de esta situación? No quiero que se asusten ni nada.

     —Claro, Chris, buenas tardes. —Se despidió con la mano y regresó a su casa.

     — ¡No! ¡Por favor! ¡Mi nombre es...! —Christian le tapó la boca antes de que pudiese dar tal información y se dirigió a su casa cargando a la joven sin que ella dejara de forcejear.

     —Mierda, Ashley, casi nos jodes —Thomas esperaba en la sala, Chris tiró a la chica a sus pies—. Tu noviecita casi convence a Duncan de que la secuestramos.

     — ¿Qué le dijiste? —Thomas los había visto hablando. Había decidido no acercarse porque parecería sospechoso, sabía que su hermano sabría manejar aquella situación.

     — ¿No cerraste la puerta del sótano? —Preguntó Christian furioso.

     —Creí que la habías amarrado a la cama.

     — ¡Es básico cerrar la puerta!

     —El punto es que supiste manejarlo y ella no escapó. —El menor soltó aire bastante molesto por el descuido del pelinegro.

     —Y ahora, ¿qué haremos con ella? —Señaló a la chica llorando en el suelo. Thomas estiró la mano hacia ella, quien, temblando, la tomó para poder ponerse de pie.

     —Lo lamento tanto. —Dijo la chica con la respiración entrecortada.

     —Es obvio —el pelinegro estaba respondiendo la pregunta de su hermano. Tomó la cara de la chica y la besó. Cuando se alejó de ella movió las manos colocando una en su barbilla y otra la enredó en su cabello, entonces, con fuerza, abrió los brazos a cada lado de su cuerpo, de tal manera que le rompió el cuello a Ashley. Ella cayó al suelo con los ojos y boca bien abiertos marcados aún por la sorpresa, pero sin ningún signo de vida. Había muerto al instante.


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