Sabemos quién eres, Michael Corbet
Christian estaba en la puerta de su escuela esperando a que Jacob pasara por él, ya llevaba más de 40 minutos de retraso cuando su padrastro solía ser alguien bastante puntual. Le llamó por teléfono algo preocupado, quizás no era nada, tal vez sólo se había atorado en el trabajo o en el tráfico. Tardaron en contestar, pero quien lo hizo no era su padrastro, era un hombre que sonaba mucho mayor, dijo ser policía y que Jacob había...
Christian corrió hasta su casa, no le importó recorrer el largo camino a pie. Cuando llegó vio tres patrullas estacionadas frente a ésta. El patio delantero se encontraba llena de gente chismosa tratando de ver lo que había pasado en su interior. Su hermano ya estaba ahí, hablando con un policía y negando con la cabeza. Al llegar hasta la cinta amarilla que prohibía el paso la levantó y se acercó más a la casa, un oficial de unos 40 años se interpuso en su camino diciéndole que no podía cruzar la cinta. En cuanto Thomas lo miró a los ojos vio que los suyos reflejaban un gran dolor. El pelinegro le gritó al hombre que Chris era su hermano menor, el sujeto finalmente lo dejó pasar. Mientras caminaba en dirección al pelinegro no pudo evitar girar su cabeza hacia la casa que tenía la puerta abierta. Lo primero que alcanzó a ver fue las piernas de Jacob llenas de sangre, al seguir caminando y cambiando de ángulo divisó el cuerpo de su madre.
— ¡No! ¡MAMÁ! —Corrió hacia la casa. Thomas se puso frente a él y lo abrazó con fuerza, más para sostenerlo que para reconfortarlo, Christian se retorcía pero su hermano no lo soltó.
— ¡Tranquilízate, Chris! —Le dijo al oído.
— ¿Cómo demonios quieres que me tranquilice? ¡Mis padres están muertos! —Los ojos de Chris se llenaron de lágrimas mientras miraba hacia la casa.
— ¡Lo sé! ¿Acaso olvidas que también eran mis padres? —Christian dejó de forcejear para ver a Thomas, quien también estaba llorando, no lo había visto hacerlo más que un par de veces cuando eran niños y James lo lastimaba. El castaño solía ver a su hermano mayor como una persona sádica y sin sentimientos, pero ahora sabía que no era así. Christian se aferró a él devolviéndole el abrazo.
—Prométeme que pagarán por lo que hicieron. —Le pidió mientras mojaba su pecho por las lágrimas.
—Lo prometo, Chris —lo alejó para que pudieran verse a los ojos—, y tú me ayudarás a vengar su muerte.
Mientras Christian se quedaba con los oficiales, Thomas se dirigió a la casa de enfrente antes de que algún policía lo hiciese, necesitaba sacarle cualquier información a su vecina chismosa; nunca le había agradado por lo mismo, pero justo en ese momento necesitaba sus habilidades de entrometerse en todo. Tocó la puerta, la anciana abrió pasados apenas unos segundos, seguramente lo había visto acercarse a su propiedad.
—Thomas —tenía puesta una blusa blanca y una larga falda café que le llegaba a los tobillos.
—Hola, señora Brooke —saludó—, quería preguntarle si usted vio algo o a alguien, realmente agradeceríamos su...
—Sí —lo interrumpió mientras se hacía a un lado para dejarlo pasar, cuando entró ella cerró la puerta y lo dirigió a la sala, la anciana se sentó en el sillón, él se quedó de pie.
— ¿Alcanzó a ver a los asesinos?
—Sí —repitió—, pero sólo era uno... Entró, un minuto después empezaron los disparos. Bum, bum, bum.
— ¿Puede describir al sujeto? —Ella negó con la cabeza, la felicidad de Thomas se esfumó, quería agarrar la cabeza de aquella mujer y estrellarla contra la pared en repetidas ocasiones.
—No será necesario... Sé quién lo hizo. —Entonces los deseos del pelinegro de asesinarla desaparecieron, después de todo podía ser útil.
— ¡¿Quién?!
—No quería decir nada... —Bajó la vista a sus arrugadas manos—. Lo cuidé cuando era un niño tan pequeño e inocente —se limpió una lágrimas—, nuca me imaginé que él...
—Señora Brooke —la interrumpió perdiendo la paciencia—, asesinó a mis padres, debe ir a prisión. —Le acababa de decir eso pero él no planeaba entregarlo a la policía.
—Michael... Michael Corbet...
— ¿Sabe en dónde vive? —La mujer negó con la cabeza limpiándose las lágrimas de nuevo.
—Lamento no ser de más ayuda, hijo. Tus padres eran muy buenas personas.
—No —la corrigió—, fue de mucha ayuda, gracias, no es necesario que repita todo esto con los policías, yo les diré lo que me dijo —la señora Brooke asintió lentamente—. Y sí, mis padres eran unas excelentes personas. —Sintió que su corazón era aplastado en cuanto dijo esas palabras.
Cuando regresó con los oficiales les dijo que la mujer de la casa de enfrente tampoco había visto nada, ellos le creyeron. Thomas llevó a Christian a vivir con él, pues el pobre no quería volver a dormir en el mismo lugar en donde sus padres habían sido asesinados. En cuanto estuvieron a solas lo puso al tanto de lo que le había dicho la anciana.
— ¿Y él quién es?, ¿y por qué asesinó a nuestros padres? —Preguntó el castaño confundido.
—No lo sé... Pero contrataré a un investigador privado para que me responda tu primera duda, la segunda se la preguntaremos antes de matarlo. —Ambos hermanos sonrieron al pensar en todas las maneras que lo torturarían para hacerlo pagar.
Michael creía que asesinar a una persona era tan fácil como imaginárselo, pero la primera noche que trató de dormir no pudo. Tenía pesadillas acerca de la pareja a la que había privado de la vida. Aunque probablemente ellos lo merecieran, Michael se había arrepentido de hacer tal cosa. Pasaron tres noches y aún no había dormido ni 2 horas. Una manera más fácil de haberlo hecho habría sido pagarle a un asesino a sueldo para que se encargara de Jacob y Lauren, pero todos sus ahorros se los había gastado con el detective al que había contratado desde hacía un año.
El investigador de Thomas fue a hablar con la chica que éste había liberado hacía unas semanas, explicando que era un detective privado pero omitiendo quién era su empleador.
— ¿Por qué quieren que vuelva a hablar? —Preguntó Emily al hombre—. Ya lo hice con el otro detective.
— ¿Enserio? —Se mostró bastante curioso—. No estoy informado de eso. ¿Quién fue con el que declaró?
—Dijo que se llamaba Michael Corbet...
— ¡Oh, sí! Lo conozco —mintió—. ¿Qué le dijo exactamente?
—Que un hombre de ojos azules y cabello negro fue quien me secuestró... Por favor, que aquel hombre no se vaya a enterar de que he declarado, me amenazó a mí y a mi familia de muerte.
— ¿Señaló —sacó una fotografía de Jacob— a este hombre como su atacante? —Ella asintió abrazándose—. Entiendo —guardó la foto de nuevo—. Gracias, señorita Hunter —el investigador salió de la casa y se dirigió a la de Thomas para explicarle todo lo que acababa de pasar. No sabía lo que el pelinegro planeaba hacer; no era de su incumbencia, le importaba más el dinero que éste le otorgaba—. La chica, Emily, me dijo que había declarado con un tal Michael Corbet, me he tomado la libertad de investigar su dirección. —Sacó una hoja doblada y se la extendió.
—Muchas gracias, Alan, ya no necesito de tus servicios. Tengo la información que necesito —Tom sacó la mitad del dinero que le faltaba por pagar y se lo entregó. El hombre salió de la casa—. ¡Mierda! —Exclamó Thomas mientras entraba a la cocina, donde su hermano comía.
— ¿Qué sucede? —Preguntó él confundido.
—Emily abrió la boca —golpeó la barra con el puño cerrado—. Sabía que no podíamos confiar en ella.
— ¿Quién?
—Emily Hunter... Mi padre me convenció de dejarla ir y yo de idiota que le hice caso.
— ¿Jacob —lo miró sorprendido— sabía lo que hacías? —Tom asintió lentamente.
— ¿Desde cuándo?, ¿por qué no me dijiste?
—Emily es la última con la que he estado, le prometí que la dejaría ir y que no volvería a raptar a otra chica —Christian no podía creer lo que estaba escuchando. Thomas puso los ojos en blanco al ver su expresión—, no planeaba cumplir tales promesas, pero no he podido elegir ninguna chica en semanas por el trabajo. Como decía —regresó a la razón de su enojo—, Emily habló con Michael, si ella hubiese mantenido la boca cerrada como le advertí, él nunca habría llegado a culpar a nuestros padres por lo que le sucedió y ellos aún seguirían vivos. Aunque —pensó— es posible que él haya ido a sacarles información pero, al no conseguirla, los mató.
—También tenemos que hacerla sufrir a ella. —Dijo Christian más para sí mismo que para su hermano. —Thomas asintió con la cabeza, feliz de que ambos pesaran lo mismo
En cuanto lo tuvieron todo planeado fueron a la casa de la chica por la noche. Estaba sola, ya no le gustaba salir por miedo a encontrarse con su secuestrador, irónico que el hecho de no salir fuese la razón por la que lo volvería a ver. Thomas entró a su habitación, ella empezó a gritar en cuanto lo vio, pero él se lanzó sobre ella poniéndole un trapo con cloroformo en la boca y nariz. Cuando finalmente quedó inconsciente la cargó, asegurándose de que nadie lo viera y la metió en el maletero del auto. Después se dirigieron a la dirección que Alan les había dicho que era la casa de Michael. Tom fue quien entró a ésta mientras Chris se aseguraba que la chica no despertara. Michael estaba en la sala viendo televisión, cuando lo vio se puso de pie, el sujeto que acababa de entrar a su casa era idéntico al que había asesinado hacía unos días, sólo que unos 20 años más joven. Thomas sacó un cuchillo, largo y filoso.
—Bien —habló en voz baja—, Michael —el chico lo miró asustado—, sí —Thomas sonrió—, sabemos quién eres, Michael Corbet. Saldrás conmigo por esa puerta sin decir una sola palabra, si intentas algo te apuñalaré...
— ¿Qué? ¿Quién eres? —Preguntó aunque ya se hacía una idea de la respuesta. Thomas tenía tantas ganas de matarlo ahí mismo, pero debía esperar, había un plan e iba a seguirlo.
—Si no vienes conmigo tu madre va a sufrir las consecuencias. —Amenazó.
— ¿Qué quieres de mí?
— ¡Que vengas, maldita sea! —Michael salió con Tom a su lado, quien mantenía el cuchillo pegado a su espalda en caso de que quisiese escapar. Subió al lugar del copiloto, Thomas rodeó el carro para subirse en el del piloto. Antes de que Michael pudiera hacer nada Christian pasó una cuerda por su cuello y la jaló hacia él con fuerza. El joven empezó a patalear mientras intentaba liberar su cuello sin éxito. El aire no llegaba a su cerebro, en pocos minutos se desmayó.
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