No tienes idea
Thomas investigó si la tierra en donde tenía planeado situar su proyecto tenía dueño; no era así. Hizo algunos arreglos con las autoridades de la ciudad para obtener un permiso de construcción. David tardó un total de ocho meses en finalizar la casa él sólo.
—Sí, muy bien —Thomas hablaba por teléfono con el obrero—. Claro, nos vemos hoy a las 7:30 —David le había explicado que no tenía vehículo lo cual era muy extraño, ¿cómo había llevado todos los materiales necesarios para la construcción de la vivienda sin un auto? El pelinegro decidió no pensar en eso, la casa estaba lista y eso era lo importante—. ¿Quieres que pase a tu casa por ti? —Recibió una respuesta positiva de su parte—. De acuerdo, dame la ubicación.
Cuando iba subiendo a la camioneta se preguntó por qué David no le había dicho que mejor pasara por él al taller. Antes de recogerlo fue a una tienda a comprar un vino tinto y un par de copas.
—Buenas... —David le sonrió.
—Hola —le devolvió la sonrisa—, ¿listo? —El castaño asintió.
— ¿Y? —David analizó su rostro una vez que estuvieron frente a la casa—, ¿qué te parece?
— ¡Vaya! —Los ojos del pelinegro se iluminaron—. ¡Quedó tal como yo quería!
— ¿Gusta verla por dentro?
—Por supuesto. —Ambos entraron. David le mostró el comedor, la cocina, el baño y las habitaciones. Thomas estaba bastante satisfecho con el resultado. Regresó a la camioneta para sacar el vino y las copas.
— ¿Para qué es eso? —Preguntó David viendo las dos copas. Thomas se sentó en el suelo en donde planeaba poner una mesa y sillas en el futuro.
—Acompáñame, vamos a brindar por mi nueva casa —lo miró levantando la cabeza. David vaciló por un par de segundos antes de aceptar sentándose a su lado. Entre los dos se terminaron la botella en muy poco tiempo—. Tengo algo de calor, ¿te molesta si me quito la camisa? —El castaño tragó saliva poniéndose nervioso. Thomas evitó sonreír para no asustarlo aún más; su plan era abusar de él, torturarlo y matarlo. No pudo evitar mostrarse sorprendido por su respuesta.
—Si usted se la quita, yo haré los mismo —El pelinegro parpadeó varias veces; no se esperaba aquello—. Debo admitir que yo también muero de calor. —Thomas se quitó la camisa. Descubrió al otro analizando su torso marcado. David se mordió un labio de manera disimulado antes de imitar lo que el de ojos azules hacía. Thomas también examinó su pecho.
— ¿De dónde eres? —Preguntó el pelinegro rompiendo el silencio aunque acercándose más a él.
—De México —respondió—, vivo aquí desde hace un par de años.
—Interesante... —Susurró antes de besarlo. David alejó su rostro intentando asimilar lo que acababa de pasar.
—Creo que estamos bastante ebrios. —Soltó una pequeña risa. Thomas volvió a besarlo, esa vez empujándolo para recostarlo boca arriba en el suelo, acomodándose sobre él. David lo volvió a empujar como pudo.
—Señor, no creo que...
— ¿No quieres? —Se preguntó si habría mal entendido las señales, aunque tampoco es que le importara lo que el castaño deseara, ¿o sí?
—No —le sonrió—, sí quiero. Es sólo que creí que yo no era su tipo. —Thomas acarició su frente deslizando los dedos hacia el cabello. Pocas veces había estado con una persona que sí quisiera acostarse con él. David sujetó sus mejillas y levantó la cabeza para pegar sus labios de nuevo. Comenzó a plantarle pequeños besos en el rostro, pasando a su clavícula para después morderlo en el hombro. David soltó un gemido, lo tomó del cabello y volvió a besarlo en la boca.
—Esto es tan extraño. —Susurró el castaño.
— ¿Sabes qué es aún más extraño? —Thomas desabrochó el pantalón del otro y metió su mano en el interior del mismo.
— ¿Que? —Preguntó David acompañado por un gemido.
—Que seas gay y seas obrero —David sacó la mano del pelinegro de su pantalón antes de empujarlo para quitárselo de encima. Se sentó mostrando su molestia—. ¿Qué?
— ¿Acaso crees que somos débiles?, ¿deberíamos estar trabajando en una tienda de ropa o en una estética? Pues te informo que nosotros somos tan capaces de hacer un trabajo "para hombres" —hizo comillas imaginarias en el aire con los dedos—, al igual que lo son las mujeres.
—Las mujeres son débiles, no deberías compararte con ellas. —Ante eso, David se puso de pie, agarró su camisa del suelo y se dirigió a la puerta, pero Thomas lo sujetó por los hombros y lo hizo girar 180 grados pegando su espalda a la pared.
—Eres el típico machista, misógino y homofóbico que en el interior muere por tener un pene en la boca.
— ¿Me estás ofreciendo el tuyo? Porque eso sí me interesaría. —David no pudo evitar reírse ante aquello.
—Ni siquiera sé por qué me atraes... —Thomas llevó un dedo a su barbilla obligándolo a levantar el rostro.
—Tal vez porque soy increíblemente atractivo y —rozó sus labios con los de él sin besarlo— si no deseas acostarte conmigo justo ahora, te mataré.
—Estás loco. —El castaño soltó una carcajada creyendo que era una broma. Thomas rio; no tenía idea del peligro en el que se encontraba en ese momento.
— ¿Qué dices? ¿Quieres hacerlo? —Le dio un beso en el pómulo—, ¿o tendré que matarte?
—No quiero morir hoy... —Susurró cerrando los ojos.
—Buena elección.
Cuando terminaron, Thomas se puso de pie y empezó a vestirse, volteó a ver las copas de vino, pensando en lo que acababa de suceder. Giró su cabeza hacia el castaño quien se encontraba acostado, sonriéndole. Se imaginó apuñalándolo una y otra vez, deseaba hacerlo. Salió de la casa sin decir nada.
— ¡Tom! —Escuchó la voz de David detrás de él. Dio media vuelta para mirarlo. El de ojos cafés caminaba hacia él aún abrochándose los pantalones.
— ¿Qué? —El pelinegro apretó las mandíbulas; si pasaba otro segundo con aquel hombre tendría que matarlo.
— ¿Qué fue esto?
— ¿A qué te refieres?
— ¡A esto! —Extendió los brazos a ambos lados para que lo viera por completo—. ¿Fue sólo una noche de pasión?, ¿una aventura?
—David —suspiró—, no lo entiendes...
—Explícamelo. —Dio unos últimos pasos hacia él para quedar frente a frente.
—Soy malo —evitó mirarlo a los ojos—. Malo en verdad.
—Nadie es completamente bueno. —Dijo en un intento por calmarlo. Thomas puso sus manos sobre los hombros de David.
—No —negó con la cabeza—. Lastimo a las personas que están cerca de mí y tú —lo miró a los ojos— no mereces que te haga algo así.
—Entonces no lo hagas —David puso una mano sobre la mejilla de Thomas—. No te vayas. Si te vas, me lastimarías... —Tom sonrió intentando apartar las imágenes que pasaban por su mente de sangre y tortura.
—Créeme que no sería la peor forma en la que podría hacerte daño. —Subió a su camioneta.
— ¡Ey! —Gritó al ver lo que estaba haciendo—. ¡No me puedes dejar aquí sólo! —Thomas suspiró frustrado al darse cuenta de que tenía razón; dejó que David se subiera pero no dijo nada. Después de una hora de completo silencio, David fue el que decidió empezar a hablar—. No me respondiste...
— ¿Qué cosa? —Preguntó Tom volteando a verlo sólo un segundo antes de regresar su vista al camino.
— ¿Qué fue lo que pasó?
— ¿De qué?
—No te hagas, sabes muy bien a lo que me refiero —al ver que no le respondía decidió aclarar su pregunta—, ¿fue una aventura?
—David... —Suspiró de manera ruidosa—. Sí, fue sólo una aventura. No significó nada para mí.
—No te creo.
— ¿Entonces para que mierda me preguntas si de cualquier forma no me creerás?
—Porque... —David pensó por unos segundos—. Te conozco.
—Tú no sabes nada sobre mí. —Soltó una carcajada.
—Podrías permitirme conocerte.
—Me odiarías si lo hicieras. —Afirmó.
—No podría. —Thomas se estacionó frente a la casa de David.
—Deberías irte... —Giró su rostro al lado contrario de donde estaba el castaño para evitar verlo.
—No quiero.
—David... —Voleó la cabeza hacia él. El castaño besó a Tom interrumpiéndolo. De repente sonó el celular de Thomas haciendo que los jóvenes se separasen—. ¿Hola? —Escuchó la voz de su hermano al otro lado—. Ya voy —Thomas miró el reloj en su muñeca. Ya pasaban de la media noche, ¿había pasado tanto tiempo con David? —. Sí, Christian —el castaño escuchaba atentamente, ¿iba a ir a ver a un tal Christian tan tarde?, ¿tenía pareja?, ¿por eso no quería nada con él? —. ¡Te dije que ya voy! —Gruñó justo antes de colgar.
—Tom, ¿quién es Christian? —Thomas sonrió con malicia.
— ¿Acaso estás celoso? —Al ver que David no contestaba, soltó una carcajada—. Christian es mi hermano; no le avisé que volvería tan tarde.
— ¿No lo tenías planeado? —El de ojos azules negó con la cabeza—. ¿Entonces por qué llevabas vino en tu camioneta y dos copas? —Thomas sonrió aún más, aquel chico era mucho más inteligente de lo que pensaba. Aunque seguramente no pasaba por su mente que había pensado emborracharlo para poder abusar de él.
—Está bien, me has descubierto —volvió a reír—. Debo volver a casa, mi hermano está preocupado.
—Entiendo... Adiós. —Se dieron otro beso antes de que David bajara de la camioneta y se metiera a su casa. Thomas condujo de regreso al lugar en donde su hermano y él tenían cautiva a una pobre chica, se preguntó qué reacción tendría David si alguna vez descubría su verdadero yo, ¿acaso seguiría queriendo estar a su lado como tanto afirmaba?
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