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No te necesitamos

     —Por favor, no. —Sofía se arrodilló a sus pies suplicándole; Christian la ignoró. Se agachó para sujetarla por el cabello y arrastrarla hasta la puerta en donde sabía que Lorena alcanzaría a escucharla. La castaña lloraba y gritaba tanto que parecía que se le desgarraba la garganta, por un instante se preguntó si los vecinos alcanzarían a escucharla; de cualquier manera, estaba muy enojado como para que eso le importara. Tomó el cuchillo con fuerza y le hizo una línea en la piel, desde el pecho hasta el hombro, después le hizo una cortada en la espalda. La arrastró hacia la cama y la aventó.

     —No deseaba hacerte esto, Sofía —admitió—. Ni siquiera te necesitamos. Sólo estás aquí para que Lorena no intente escapar. Verás —se acercó a ella moviendo el cuchillo de un lado a otro. Sofía pegó su espalda a la pared en un intento desesperado por alejarse de él—, aunque hayas sido una zorra malagradecida con ella en la fiesta, sé que se sigue preocupando por ti. Tú eres la razón por la que se quedará a mi lado —sonrió mostrando sus dientes antes de salir del cuarto cerrando la puerta tras él. Respiró hondo antes de entrar al lugar en donde su amada se encontraba. Al abrir la pesada puerta, vio a su hermano de espaldas, sin camisa, con los pantalones hasta el suelo y con el bóxer a medio trasero, a sus pies estaba la ropa de Lorena, completamente rota. Ese maldito la iba a penetrar, si es que no lo estaba haciendo ya—. ¡Thomas! —Gritó furioso—. ¡Aléjate de ella en este instante! —Cuando el pelinegro se alejó dando un par de pasos hacia atrás, Lorena se sentó en el suelo y se abrazó tratando de tapar su delicado cuerpo. Se veía tan indefensa en ese momento que Christian tuvo que resistirse para no correr a abrazarla—. Te dije que yo quería ser su primera vez. —Tom puso los ojos en blanco y empezó a vestirse de nuevo para salir del cuarto. Christian se acercó a la chica de una manera tan cuidadosa que parecía una persona acercándose a un pequeño perro que ha sido maltratado antes, ¿acaso no entendía que él no quería hacerle daño? Cuando tocó su brazo sintió que dio un pequeño brinco, le ofreció darse una ducha para tranquilizarla un poco a lo que ella aceptó, probablemente sólo para salir de aquel cuarto.

     Christian salió de aquel lugar para ir al baño en donde había toallas; sabía que a Lorena no le gustaría deambular por la casa desnuda, no después de lo que le había pasado con a manos de Thomas. Después de tener una toalla en sus manos, fue a la sala a tomar la llave que estaba detrás del televisor la cual liberaría el tobillo de su amada. Cuando regresó vio que ella seguía exactamente en el mismo lugar en el que la había dejado, se notaba que había llorado mientras él estaba arriba. Cubrió su perfecto cuerpo, sacó la llave del candado que cerraba la cadena, la soltó y la ayudó a ponerse de pie. La abrazó para ayudarla a caminar, pero cuando llegaron hasta la puerta Christian se detuvo para amenazarla esperando que ella entendiera que si intentaba huir su amiga, Sofía, sufriría las consecuencias. Ella asintió sin mirarlo; era una buena chica. Subieron las escaleras en dirección al baño. Lorena se quedó con la boca abierta al ver lugar en donde se ducharía pues, comparado a su casa, eso era otra cosa; obviamente al castaño no le importaba en lo más mínimo que ella no fuera alguien de mucho dinero. Sin poder evitarlo Christian sonrió al verla; sorprendida, dormida, sonriendo, hiciese lo que hiciese era perfecta. Confió en ella así que la dejó sola para que no se sintiera incómoda mientras se duchaba. Grave error, porque, en cuanto estaba a punto de sentarse en el sillón de la sala, escuchó los gritos de ayuda que emitía Lorena desde el baño, también se escuchaba que golpeaba la ventana. Corrió lo más rápido que pudo hacia el lugar de donde salía su desesperada voz, abrió la puerta y vio a la rubia gritando arriba del WC hacia la pequeña ventana que había sobre el escusado; seguramente no había salido por ahí porque su cuerpo se habría quedado atorado. La tomó por la cintura atrayéndola hacia él, cayó sobre su pecho. Chris le tapó la boca para que dejara de gritar preocupado de que los vecinos la hubiesen escuchado.

     Thomas había estado asfixiando a Sofía afuera del cuarto de metal para sentir la adrenalina de que intentara pedir ayuda pero se detuvo en cuando escuchó a la rubia haciéndolo. Metió a Sofía de nuevo a la habitación dejándola encerrada para subir a callar a la otra porque, al parecer, su hermano no estaba haciendo muy buen trabajo. Se lo encontró afuera del baño tratando de comprobar si ella no volvía a gritar.

     — ¿Qué mierdas acaba de pasar? —Thomas se acercó a él dispuesto a entrar en donde ella estaba y golpearla hasta que perdiese el conocimiento.

     —No se repetirá. —Aseguró el castaño poniendo una mano es su pecho para interponerse en su camino.

     — ¿Que no se repetirá? —Susurró—. Los vecinos seguramente llamarán a la policía.

     —No —movió la cabeza de un lado a otro—, ellos creen que no están bien de la cabeza...

     —Te juro que si un oficial toca la puerta la voy a matar, y después a ti. —Amenazó. Christian lo siguió con la mirada mientras se alejaba. No permitiría que su hermano le hiciera algo, aunque entendía que estuviese molesto con ella, él también lo estaba.

     Subió a su habitación en busca del hermoso vestido rojo con escote que le había comprado para aquella ocasión junto con maquillaje, sólo que no era un experto en esto último; esperaba que un labial, un delineador, un poco de polvo y un rímel fueran suficientes, aunque ella podía estar sin maquillaje y aun así lucir hermosa. Cuando ya tuvo todo lo que quería que ella se pusiese para él, bajó al baño entrando sin tocar; ahí estaba Lorena, recostada en la tina, el jabón hacía que su piel se viera suave y resbalosa. Al castaño le dieron ganas de acariciarla en ese mismo instante, pero se contuvo para no hacerlo; ya tendría su momento para tocarla, después de la cena. Fue a la cocina a preparar lo que comerían y acomodar la mesa con intención de que quedara lo más romántico posible. Tomó unas velas que estaban en un cajón debajo del televisor y las puso sobre la mesa, acomodó las flores que le había comprado y, cuando supuso que Lorena ya habría terminado de arreglarse, sirvió la carne con verduras que había hecho. Escuchó justo cuando ella abría la puerta del baño, con mucho cuidado se escabulló para asustarla por detrás.

     Parecía estar buscando algo, ¿a él? No, seguramente a su amiga.

     Christian se puso atrás de ella y se cruzó de brazos recargándose en la pared como si la hubiese estado esperando por mucho tiempo en el mismo lugar.

     —Cierra los ojos. —Ordenó el joven. Lorena dio un salto del susto girándose hacia él, Christian hizo lo mismo al verla, sus ojos estaban rodeados por una mancha negra y sus labios lucían igual, pero en su caso la mancha era roja. ¿Qué rayos se había hecho en la cara? Dudaba que esa fuera alguna clase de moda que no conocía. Parecía como si hubiese intentado limpiarse el rostro con agua pero sin lograrlo en absoluto y obteniendo como resultado ese desastre. Decidió ignorarlo; no quería arruinar la noche. La llevó a la cocina obligándola a cerrar los ojos. Cuando los abrió se sorprendió al ver lo que el castaño había hecho, Christian movió una silla para que se sentara.

     La cena había ido relativamente bien hasta que se escuchó que tocaron la puerta.

     —Policía —se escuchó afuera de la casa—, por favor, abran. —Christian se puso de pie rápidamente tomando el cuchillo con el que había estado cortando su carne y empujó a Lorena, quien se había puesto de pie en cuanto escuchó aquella voz, hacia la pared. Colocó su brazo sobre el cuello de la rubia y acercó el cuchillo al rostro de la joven, amenazándola.

     Thomas bajó las escaleras lo más rápido que pudo sin hacer ruido para que el policía no sospechara.

     Diablos, iba a matar a esa mocosa por llevarlos a su puerta.

     — ¿Qué sucede —se dio cuenta de que no era uno, sino dos—, oficiales? —Preguntó al abrir la puerta intentando controlar su acelerada respiración.

     —Nos reportaron que escucharon unos gritos de ayuda. —Informó uno de ellos

     — ¿Enserio? —Fingió extrañarse—. Yo no escuché nada.

     —Afirmaron que fueron bastante fuertes. —Bajó la voz acercándose a él. Thomas no supo qué responder; si volvía a negar el haber escuchado los gritos, los policías sospecharían que estaría ocultando algo. Se preguntó si sobornarlos serviría para librarse de ellos aunque no quería arriesgarse a ser rechazado, después de todo no los conocía y no sabía que tan honestos podían llegar a ser. Aunque estaba seguro de que sí les habían dado un buen dinero a sus superiores; si descubrían algo y querían hacerlo público, seguramente serían despedidos. Abrió la boca para decir algo pero justo en ese momento Lorena y Christian salieron de la cocina sorprendiéndolo, en especial la chica por lo que se había hecho en el rostro conmaquillaje.

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