Hermano, date cuenta
—Lore... —Christian entró al cuarto dándole unos ligeros golpes a la puerta, Lorena estaba de pie a lado de la cama dándole la espalda.
—No sé si me pueda enamorar de ti con él manoseándome y abusando de mí todo el tiempo —dijo mientras giraba 180 grados, el castaño caminó hasta situarse frente a ella—. Por favor, aleja a ese idiota de mí... —Sin pensarlo, Christian llevó su mano al cuello de la chica y lo apretó con fuerza empujándola hacia atrás haciendo que chocase con la pequeña mesa de noche.
—Recuerda que es mi hermano —apretó sus dedos un poco más— y no voy a permitir que le hables así. —Después aflojó su mano, aún sin soltarla, se acercó y la besó. Cada que la ahorcaba se sentía terrible consigo mismo; no le gustaba lastimarla pero a veces ella no sabía cuándo cerrar la boca. Por otro lado, tampoco podía mantenerse lejos de ella, tenía que abrazarla o besarla cada cinco segundos para sentirse bien. Para su sorpresa, la joven le devolvió el beso, lo que emocionó tanto a Chris que, cuando se alejó para mirarla, una enorme sonrisa se mostraba en su rostro.
—Lo siento —se disculpó ella—, pero si realmente me amaras no permitirías que él me hiciese...
— ¿Cómo puedes decir que no te amo? —La interrumpió ofendido de que si quiera llegase a pensar eso.
—Bueno, no has hecho mucho por demostrármelo.
— ¿Qué no? Te he alimentado, te he vestido, vives en esta hermosa casa... —Abrió los brazos hacia los lados señalando la habitación. Entonces recordó las palabras que Thomas le había dicho ese mismo día: "Para que se quede aquí debes demostrarle que no tiene elección". Christian iba a enseñarle a su hermano que se equivocaba; ella realmente se enamoraría de él—. ¿Quieres llamar a tu familia? —No supo en qué momento se le ocurrió esa idea pero parecía ser buena para demostrarle que la amaba de verdad y que se interesaba en su felicidad.
— ¿Qué? —Lo miró extrañada pero también sorprendida. ¡Dios! Quería besarla de nuevo.
—Como una muestra de amor de mí para ti, y también para que les digas que estás bien. No quiero que mis suegritos estén preocupados. —Le agradaba que ella no hubiese dicho nada en contra de la forma en la que había llamado a sus padres. Le acarició la mejilla; su piel era tan suave. Lorena asintió con lacabeza como respuesta su sugerencia. La tomó de la mano y bajaron a la sala en donde el pelinegro aún estaba viendo The Avengers aunque sin prestarle mucha atención debido a que se había quedado pensando en las palabras de su hermano, ¿de verdad no iba a dejar que abusara de ella?
— ¿Puedes dejarnos solos, por favor? —Christian lo sacó de sus pensamientos.
— ¿No estaban solos arriba? —El hermano mayor frunció el entrecejo.
—Déjanos solos. —Aquella fue una orden. Thomas suspiró de manera ruidosa antes de levantarse del sillón y quitar la película, cuando iba a pasar al lado del castaño en dirección a su habitación, éste lo detuvo poniendo una mano en su pecho.
— ¿Ahora qué?
—Antes de que te vayas —se miraron—, necesito que me des el celular. —Thomas desvió sus ojos a los de Lorena, no podía creer que realmente fuese a arriesgar todo sólo por ella.
— ¿Por qué?
—No te importa, dámelo. —Alejó la mano de su pecho y apuntó la palma en dirección al techo para que su hermano pusiera ahí el aparato.
—Si vas a dejar que ella... —Comenzó pero su hermano lo interrumpió.
—Igual no podrán rastrearlo, y si lo hicieran sabemos que la policía está de nuestro lado. —Thomas lo miró por unos largos segundos antes de darle el celular; no tenía sentido discutir, pero debía hablar seriamente con Christian sobre las tonterías que estaba haciendo con tal de quedar bien con su novia. El pelinegro subió a su habitación sin cerrar la puerta; quería estar listo por si las cosas se salían de control.
Christian le entregó el teléfono desechable para que marcara asegurándose de que los números que estaba presionando no fuesen para llamar a emergencia.
— ¿Mamá? —Sus ojos se llenaron de lágrimas y sujetó el celular con ambas manos presionándolo más contra su oreja, Christian se lo arrebató para poner en altavoz la llamada y así poder escuchar toda la conversación.
~ ¿Lorena? ¡Hija! ¿Dónde estás? ¿Estás bien? ¡Estamos muy preocupados por ti! ¡Vuelve a casa! ~Los gritos de una mujer salieron de la bocina.
Thomas salió de su habitación al escuchar una voz extraña, sólo para encontrarse con la sorpresa que en el piso de abajo Lorena sostenía el teléfono en sus manos. Sintió ira recorriendo todo su cuerpo; Christian estaba cegado y no veía lo increíblemente estúpido que era darle un celular a una chica secuestrada. Se quedó al borde de las escaleras escuchando todo en caso de que tuviese que entrar en acción.
—Estoy bien. —Dijo la rubia tratando de ahogar su llanto. Christian sabía que con su voz podría descubrir que le estaba mintiendo así que se colocó detrás de ella y colocó sus manos sobre los hombros de la joven de manera amenazante; era una forma de decirle "Ni se te ocurra hablar de más". Al parecer ella entendió a la perfección lo que significaba aquello.
~ ¿Dónde estás?
—Mamá, yo... —Christian deslizó sus manos hasta el cuello de la chica y apretó un poco. Sintió que ella se tensaba, al mismo tiempo, intentaba mantener su tono normal de voz—. Hui de casa...
~ ¿Tú qué? ¡Hija, por favor vuelve! Si nosotros hicimos algo mal...
—No —sintió que tragó saliva—, ustedes no hicieron nada mal. Son unos excelentes padres —se tapó la boca intentando que no se escuchara que estaba llorando—. Pero conocí a un chico y decidí irme con él, me estoy quedando con él y su hermano. —Christian apretó su agarre sabiendo lo que Lorena estaba haciendo; si continuaba, iba a arrancarle el teléfono de las manos y lo estrellaría contra la pared.
~ ¿Qué? ¿Quién?
—Mamá... —Respiró intentando tranquilizarse—. Te amo, y dile a papá que también a él.
~Mi amor, no nos hagas esto. Por favor, Lorena. Regresa. ~En ese momento Christian le quitó el aparato de las manos y colgó, entonces fue cuando Lorena empezó a llorar como jamás la había visto hacer. Chris la abrazó por los hombros; odiaba verla en aquel estado, pero era necesario para que estuvieran juntos, al menos ahora su madre sabía que su cuerpo no se encontraba en alguna fosa común. Lentamente, Lorena elevó sus brazos y los colocó sobre la espalda del castaño. Christian le dio un beso en el cabello sintiendo el cuerpo de la chica temblando por el llanto.
— ¿Quieres darte un baño? —Le preguntó una vez que se hubieron separado.
Thomas regresó a su habitación sin hacer ruido. Debía quitarle el celular a su hermano antes de que Lorena intentara, o en el peor de los casos, lograra tomarlo. El pelinegro se recostó en su cama, unos minutos después, Chris entró sin llamar antes a la puerta.
— ¿Acaso no sabes tocar? —Se quejó el mayor.
— ¿Por qué? ¿Te estabas masturbando?
—Sí —mintió—, estaba pensando en tu noviecita.
—Thomas... —Dijo su nombre con un tono de regaño que el pelinegro conocía a la perfección.
— ¿En dónde está?
—Se está bañando.
— ¿Seguro? —Cuestionó levantando una ceja, a lo que Christian lo miró sin entender—, ¿cómo sabemos que no fingió estar bañándose para que la dejaras sola y saliera corriendo mientras tú estás aquí? —El castaño se quedó pensando unos segundos antes de negar con la cabeza—. Como sea, tú y yo debemos hablar. —Se sentó en la cama poniéndose serio.
— ¿Sobre qué?, ¿trabajo?, ¿se arregló el problema con el restaurante?
—Sí, pero no es sobre eso —Christian también se sentó y esperó a que su hermano continuara—. Es sobre lo que acabas de hacer.
— ¿De qué estás hablando?
— ¿En serio lo preguntas? —Acercó su rostro al de Christian bajando la voz—. ¡Le diste un teléfono a Lorena!, ¡pudo haber llamado a emergencias!
—Sólo quería hablar con su mamá. —Dijo negando con la cabeza.
— ¿Y si le hubiese pedido ayuda a ella?
—Pero no lo hizo.
—Pero pudo haberlo hecho.
—Pero no lo hizo —repitió. Sus ojos color avellana brillaron al darse cuenta de lo que eso significaba—, pudo hacerlo y no lo hizo... —Entonces Thomas supo a lo que se refería.
—No pidió ayuda porque sabía que si lo hacía la mataríamos a ella y a su familia —intentó hacer que su hermano entrara en razón—, no porque quiera estar aquí.
—No lo sabes.
—Sí lo sé —sujetó las mejillas del castaño con ambas manos en un intento de enfocar toda su atención sólo en él—, ella no te ama. —Dijo las últimas palabras tan lento como pudo.
—Pero lo hará.
— ¡Dios mío, Christian! —Explotó soltando su rostro y poniéndose de pie—. ¿Cómo puedes ser tan estúpido para pensar eso? —Christian también bajó de la cama.
— ¡No me llames así! —Lo empujó. Thomas estuvo a punto de darle un puñetazo pero se detuvo. Respiró hondo intentando tranquilizarse; pelear con él no haría nada más que empeorar las cosas.
—Está bien —se llevó las manos a la cintura—. Sólo... No confíes tanto en ella y menos si aún no te ama —Christian abrió la boca pero Thomas no lo dejó hablar—. Porque aún no lo hace, no creas que no intentará escapar cuando pueda. Es más —agregó—, deberías ir a vigilar que no esté tratando ya. —El castaño asintió y se dirigió la puerta, pero antes de salir llamó su atención. Thomas levantó la vista justo a tiempo para ver el celular volando por los aires en su dirección, lo atrapó antes de que cayera al suelo. Para cuando volteó a ver a su hermano, él ya había salido de la habitación.
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