Tomé el baño más rápido que pude y fui a escoger la ropa a mi armario.

-Roto, viejo, sin brillo. Ugh ¿Qué diablos es esta mancha?-Dije revisando cada prenda de ropa.Estaba apurado, pero yo era Magnus Bane. No iba a presentarme ante esos idiotas con cualquier cosa.

Opté por elegir una camisa negra con un pesado saco marrón con detalles dorados, unos pantalones de cuero del mismo color y un par de anillos con el símbolo de mi reino y la "B" inicial de mi familia.

Salí de mi habitación decidido, las leyes debían cambiar con urgencia. En el pasillo, me encontré con Ragnor y Raphael, ambos con sus uniformes de cazador, característicos de Terra.

-Magnus, los ojos.-Susurró Ragnor acomodando su pelo blanco.

-Cierto, casi lo olvido.-Pasé una mano por mis ojos, haciendo que cambiaran de unos de aspecto de gato, color verde-dorado, a unos completamente verdes, con aspecto humano.

Abrí las puertas de roble oscuro que daban al gran salón, donde se encontraban los Lightwoods con varios caballeros de fondo con el símbolo de fuego. Tanto Robert, como su esposa y sus tres hijos, se encontraban impecablemente vestidos de rojo.

-Señor Lightwood, es un placer conocerlo en persona.-Dije extendiendo la mano con una sonrisa falsa. Tenía un conjunto de color rojo con un tapado casi tan espeso como el mío.

-Es un placer, señor Bane.- Obviamente estaba mintiendo tanto como yo. Desde que mi padre murió supe que sería su blanco, pues, si yo hubiera muerto con él, el reino de Terra hubiera quedado a su merced para implementar todas las estúpidas leyes que se le antojen. Tomó mi mano para luego retirarla y mirar a su familia.- Le presento a mi esposa, Maryse.-Besé la mano de la mujer, quien tenia un vestido que llegaba hasta el suelo. A diferencia de la de su esposo, la sonrisa de la mujer si parecía dulce y honesta. Lo cual me hizo preguntarme si ella fue quien lo convenció de venir hasta aquí a firmar la paz en primer lugar.- Y estos son mis hijos: Isabelle, Jace y Max. Mi hijo mayor, Alexander, tuvo ciertos problemas pero posiblemente llegue mañana al amanecer.- Alexander...bonito nombre para ser un Lightwood. Reprimí una risa al imaginar al mayor enfadado, haciendo berrinche porque quería hacer su arrogante entrada con un caballo de lo más costoso.

-Lamento escuchar eso. ¿Ellos serán quienes pasen la estadía aquí?-Pregunté señalando a su hijos. La chica que Robert había presentado como Isabelle, llevaba un vestido rojo entallado, con un escote que no dejaba nada a la imaginación, pero a su vez llevaba una corona de rosas en la cabeza y una sonrisa tan dulce como la de su madre. El pequeño a su lado, Max, estaba algo escondido detrás del vestido de su hermana, pero aún así sonrió tímidamente y me saludó con una mano. Todos los Lightwood eran de ojos celestes como el cielo y el cabello negro como la noche. Todos, a excepción del chico que presentaron como Jace, quien tenía rizos dorados y los ojos del color del sol. Su único defecto aparente era su sonrisa completamente arrogante y de superioridad. Quizás pueda...irritarlo un poco para bajarle los humos.

-Sí. Mi esposa, Max y yo nos quedaremos en unas cabañas a las afueras del reino, mientras tanto Jace, Alexander e Isabelle se quedarán aquí.-De pura cortesía fingida se les había dicho a la familia si quería hospedarse en el castillo. Claro que aprovecharán la oportunidad para espiarnos, pero teniendo en cuenta la desconfianza de Ragnor y Raphael, ya todo estaba cubierto. La estadía de los famosos "monstruos de ojos azules" era indefinida, lo cual podía ser una oportunidad para convencerlos de que sus leyes son ridículas y de paso molestarlos, solo un poco.