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Capítulo 49

Suni nunca ha asistido a una boda, y jamás hubiera imaginado que la primera sería la suya. Aunque no tiene ni idea de cuáles son los rituales ílgaros, está convencida de que no le van a gustar. Principalmente por ser ella la novia.

El salón de baile se ha llenado de sillas aterciopeladas formando un semicírculo que finaliza con la estatua del dragón y los pegasos. Suni se encuentra en el centro del semicírculo, junto con Djeric, rodeados por los Lexer y los Ashburg. La chica imagina que su padre y su hermana también se sentarían ahí, si estuvieran.

—¿Qué se supone que va a pasar ahora? —pregunta Suni en un susurro agitado, para no alzarse sobre el murmullo de los invitados.

Djeric se inclina hacia ella.

—Vamos a ver una danza tradicional, siempre es antes del ritual.

Suni cierra los ojos. Parece increíble que después de tanto esfuerzo esté aquí, a punto de casarse, y sin ninguna vía de escape. Siente una caricia sobre sus nudillos y abre los ojos con lentitud. Contempla la mano de Djeric cubriendo la suya, hasta que varios instrumentos de aire y cuerda comienzan a sonar.

Sobre una tarima de madera hay cinco personas tocando una melodía suave. Aparece un muchacho vestido de negro en el extremo de la pista de baile, y una joven vestida de blanco al otro extremo. La música marca sus movimientos. Son suaves, pausados, hasta que comienzan a unirse más instrumentos y los bailarines se acercan el uno al otro. La pareja se une y se separa, el ritmo se acelera y se ralentiza.

—Esta danza es la interpretación de la cosmogénesis del corazón —explica Djeric en voz baja—. Supongo que no la conocerás.

—Pues que sepas que estudiamos eso en alguna ocasión —replica Suni antes de añadir—: Aunque lo olvidé.

El pulgar de Djeric se desliza entre los dedos cerrados de la chica hasta abrir su mano.

—Trata sobre la Energía Primordial dividiéndose a sí misma en infinitas expansiones, hasta que llegue el momento de la gran contracción y todo vuelva a unirse.

—Como el latido de un corazón —murmura Suni, recordando.

Es recompensada con una leve sonrisa por parte de Djeric.

—El matrimonio representa esa creación eterna. Contracción y expansión. La unión de la pareja, que se transforma en la expansión de la familia.

Suni no necesita que le recuerden más el asunto de la procreación. De hecho, está empezando a ponerse un poco histérica con ese tema. Cierra los puños con fuerza, sin importarle atrapar el dedo de Djeric en el proceso.

—Me gusta lo de ser solo uno —dice, tensa.

Djeric ríe, es una risa ronca, sensual, que envía un dulce estremecimiento a las piernas de la joven. «Tiene un poder de sangre en la voz, estoy segura».

—¿Sabes que la forma en que vuelve a ser uno es conteniendo al otro? Estoy impaciente por ser uno contigo, mishmi.

Suni agradece que la música suba la intensidad, y que la pareja se ponga a hacer piruetas. La danza frente a ella le ayuda a evadir el efecto de las palabras del joven. De hecho, se propone ignorarlo por completo. Algo que al muchacho no parece importarle, ya que continúa acariciando su palma con el pulgar.

Suni lucha por centrarse en los bailarines. Le intriga que, mientras bailan separados, la chica lance pétalos azules y el chico pétalos rojos; cuando se unen, lanzan pétalos violetas y sus cuerpos crean armonías visuales de contrastes perfectos.

—¿Esos bailarines...?

—Son asereths —interrumpe Djeric—, entrelazan los destinos de las parejas en una coreografía que simboliza su vida juntos. Habría sido interesante enseñarte todo esto, pero teníamos que entrenar para una competición absurda.

—Me gustó esa competición.

—A mí también.

Esa respuesta sorprende a la chica. Recuerdos de ella agarrada a los hombros de Djeric mientras volaban juntos salpican su mente, y calientan sus mejillas.

Tanto se pierde en esos recuerdos, que tarda en darse cuenta de que los pétalos forman dos caminos: uno azul y otro rojo, que se unen en un círculo violeta en el centro de la sala. Los asereths danzan juntos en el círculo, dando vueltas y más vueltas, hasta que finalizan con sus cuerpos contraídos en un abrazo en el suelo.

Djeric besa el borde de la mano de Suni antes de levantarse. La chica lo observa interrogante, hasta que alguien toca su hombro: Dagny a un lado y Aine al otro la invitan a levantarse. Al hacerlo, la guían hacia la pista de baile y eso anuda su estómago con fuerza.

Le gusta bailar, pero de forma muy distinta a lo que acaba de ver. De hecho, ella se mueve dando brincos, y sacudiendo la cabeza como si estuviera poseída. Su música favorita tampoco se parece a la que acaba de sonar.

Llega hasta el inicio de las flores azules, con Aine y Dagny a su espalda indicándole que camine, sola. La iluminación de la sala se atenúa, la melodía cambia, y el aire en el salón se vuelve más solemne.

Las piernas de Suni parecen haberse rellenado de plomo, cada paso que da se vuelve más pesado al comprender que no va a bailar: se está casando. Djeric está avanzando por el camino de pétalos rojos, y cada paso que dan los acercan al círculo de pétalos violetas.

«Me va a dar un infarto y será maravilloso porque muerta no me podré casar».

Llegan al final de sus respectivos senderos a la par. Suni no se atreve a dar un paso más, y Djeric parece aguardar. ¿Si ella no avanza él tampoco? Fantasea con la idea de quedarse eternamente ahí, al final del camino, al inicio del círculo.

Los ojos de Djeric están clavados en ella, su rostro ya no es juguetón sino grave. Se pregunta si estará nervioso. Él no quiere casarse por las razones comunes, —comunes en Ioral—, sino por otras. ¿Sentirá parte de los nervios que Suni experimenta? ¿O será un ritual vacío y protocolario para él?

A Suni, el círculo se le antoja una cárcel de flores donde van a unir a dos prisioneros. Quizá Djeric acabe matando al carcelero, pero está bastante segura de que eso no la liberará a ella de él.

—Suni. —La voz de Djeric es un ronco murmullo que solo escucha ella.

No dice nada más, y tampoco es necesario. No hay escapatoria, lo sabe. Cada paso que Suni ha dado para evitar dar este último, ha sido en vano. Y tampoco parece que vaya a aparecer su padre con una solución inesperada. Está sola.

Suni da un paso al frente, y lo siente igual que un salto al vacío. Djeric la imita, entrando al unísono. La sala se ilumina, la música se alza, y los invitados parecen suspirar. Los asereths regresan acompañados: la mujer de otras jóvenes con vestidos negros, y el hombre con otros muchachos con trajes blancos, cada uno con una vela en la mano que colocan alrededor del círculo. Excepto la pareja de asereths que llevan dos copas que entregan a los novios.

Djeric entrelaza su brazo con el de Suni, ofreciéndole su copa, y ella lo imita con torpeza. Él bebe de ella, y ella de él. Beben sin dejar de mirarse, igual que antes en la terraza. Suni tiene la sospecha de que Djeric lo hizo como un preludio de esto.

Cuando el contenido de las copas se vacía, los asereths se las llevan, Djeric entrelaza sus dedos con los de Suni y los invitados se levantan lanzándoles pétalos de flores azules, rojas y violetas.

Suni está atrapada en ese océano profundo que son los ojos de Djeric, mientras su cabeza da vueltas y sus piernas tiemblan. Él también parece absorto en ella, mientras la música se vuelve más ligera y alegre.

Cuando los asereths y sus acompañantes inician una danza, Djeric toma la cintura de Suni, con los pétalos aún cayendo a su alrededor, y da un primer giro lento. Ella se deja llevar por los movimientos de él. Llevar una falda tan larga y ancha es perfecto para que no se aprecie la torpeza de sus pies, el temblor de sus piernas.

—Sabes bailar —suelta la chica.

—Es un requisito obligatorio para la baja y la alta aristocracia —responde Djeric despacio—. ¿Te sorprende?

Ella niega con la cabeza.

—¿Te gusta que nos hayamos casado en el mismo lugar donde nos besamos por primera vez?

La pregunta dispara la adrenalina de Suni, lo que despierta parte de su aturullado cerebro.

—Ni me acordaba de eso —miente tranquilamente.

Por supuesto que no se siente nada tranquila, y menos cuando él sonríe socarrón. Pese a lo ancha que es su falda y las múltiples capas de telas que llevan ambos, el calor que desprende el cuerpo de Djeric se filtra a través de su vestido.

De pronto, Suni se da cuenta de que los invitados también están bailando alrededor de ellos, como si los novios fueran el epicentro de un remolino de vida y energía.

—Así que... ¿esto es todo? ¿Nada de fuego, espadas o duelos a muerte? —Djeric la contempla perplejo—. Esperaba que una boda ílgara tuviera cuchillos, como mínimo.

—Hay velas. ¿Te sirve eso como fuego? —Hay una sombra de sonrisa en rostro del muchacho.

—Hum. No sé. Sois muy bélicos, me sorprende que no hubiera un corte en la mano y la unión de esa sangre. Algo así.

—Es una boda. No hay rituales sangrientos en las bodas.

—Baile, flores, bebidas... —continúa Suni en tono de decepción.

—Menos mal que vinieron los saiwos o te habrías aburrido.

De pronto, los asereths quitan las velas del círculo y las distribuyen por toda la sala, los pétalos se dispersan y los novios comienzan a bailar con los invitados. Perder la calidez de la mano de Djeric es como una ráfaga de aire frío en el pecho de Suni, que se acentúa en cada baile con extraños.

Algunos tratan de hablar con ella, otros solo sonríen o se muestran excesivamente educados. Para Suni son sombras que la engullen hacia un abismo donde toma consciencia de lo sucedido. Está en un mundo que no es suyo, rodeada de gente que no significa nada para ella, iniciando una vida que no quiere.

Se ahoga. Como si alguien presionara su garganta con mano firme. Se mueve por inercia, y necesita... necesita... Necesita escapar.

Cuando Emil se acerca para ser el próximo en bailar con ella, Suni no aguanta más. Anuncia que va al aseo, y se aleja de todos sin mirar a nadie. Busca refugio en el primer cuarto de baño que encuentra, cierra con pestillo y se queda con la espalda pegada a la puerta.

Hay espanto en su rostro. Lágrimas no derramadas en sus pestañas. Afiladas garras estrujando su pecho. Lo peor que podría pasarle ha sucedido. Se ha casado. ¿Qué será de ella ahora? Se despega de la puerta para encontrarse de frente con un espejo de cuerpo entero.

Suni se queda inmóvil. Su horror aumenta al no reconocer su reflejo. No hay en él casi nada de ella. Tiene bucles en vez de pelo lacio, flores en lugar de mechas verdes, tonos suaves en sus ojos en vez de su familiar ahumado, guantes de seda azul en vez de sus guantes sin dedos a rayas o de rejilla... Ella que siempre ha ido con ropa ligera y cómoda, ahora lleva un vestido que la hace sentirse como una muñeca en un escaparate: preciosa y sin apenas movilidad.

Las lágrimas comienzan a caer una tras otra: silenciosas, amargas, llenas de frustración, pérdida y desesperanza. ¿Qué va a hacer ahora? ¿Qué tipo de vida le espera? ¿Tener hijos, ser objeto de intrigas entre nobles y guerras entre poderes de sangre?

Niega con la cabeza a su extraño reflejo. Nada de eso tiene que ver con ella. Nada en absoluto. Las lágrimas caen sobre su falda y Suni hunde las manos en los bolsillos ocultos, en busca de algo con lo que limpiarse la cara. Pero encuentra algo distinto: fino, pequeño, de papel.

Un sobre azul oscuro.

El corazón acelera su marcha, ella no lo ha guardado y no tiene ni idea de quién ha podido hacerlo. Lo abre con manos temblorosas, y saca una pequeña nota que necesita leer tres veces para creer lo que hay escrito en ella:

«Si deseas regresar a Ioral puedo ayudarte. A cambio, deberás entregarme la daga de ámbar rojo agrietado que posee Djeric Lexer.
Mañana al alba sale un barco con destino a Blazh, te espero allí».

Sin firma.

El aire se detiene en sus pulmones. Su mente se llena de mil interrogantes. Salpicaduras de recuerdos de Astrud acuden a su mente. Ella le dijo que podía ayudarla, ¿se refería a esto?

Mañana. Un barco a Blazh para mañana al alba. Saldría de este lugar de intrigas, guerras y una vida que no desea vivir. Volvería a casa. Recuperaría sus mechas verdes, sus ropas, su napa, su braz, sus amigos, su familia. Se recuperaría a sí misma.

El precio es traicionar a Djeric.

***

Gracias por otra semana de lectura 💙🩵💙 Quería subir el capítulo la semana pasada, pero me fue imposible 😭 Espero que os haya gustado ✨

¡Iniciamos la recta final del libro! Me emociona mucho 😍 Se viene noche de bodas intensa 🤭 ¿Con traición incluída?

¡Tenemos también canción de Suni! Una donde he dado voz a sus sentimientos conflictivos, ¿ya la habéis escuchado? Os la dejo por aquí 👇🏻

Recordad que amo vuestros comentarios y votos ✨ Las aventuras son para vivirlas en compañía 🫂

¡Mil besazos! 💋

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