Capítulo 46
Suni siente que en cualquier momento va a hacerse añicos. Su cuerpo tiembla de tensión, el cuchillo vibra en su mano, la luz verde vuelve a intensificarse después del estallido anterior.
Una sombra se mueve en su periferia. Un encapuchado. Quizá el mismo que mantiene a Djeric y a Alon retorciéndose en el suelo. Si es él, ella también va a caer. No puede moverse. Ni siquiera puede gritar. Lo único que puede hacer es luchar por no desmoronarse.
El saiwo se acerca con pasos seguros. Hace gestos con las manos, los dedos moviéndose con precisión, como si intentara algo. Suni piensa que quizá esté tratando de hacer que suelte el cuchillo, si lo consigue tendrá que darle las gracias.
La chica siente un grito formarse en su garganta cuando el cuchillo vibra con una fuerza incontrolable. Otro haz verde explota en todas direcciones, como una tormenta de luz. Pero esta vez, alcanza al incauto saiwo que tanto se había acercado: cae al barro con un sonido sordo y viscoso.
A ella le gustaría poder alegrarse, pero la tensión continúa aumentando, sus dientes tan prietos que crujen. Lo peor es que su mano es incapaz de aflojarse ni una milésima, por más que ella lo intente. Suni sabe que si no suelta el cuchillo morirá.
De pronto, una mano grande rodea la suya y el color verde se mezcla con otro más frío, más azul. Y frío es la palabra precisa para lo que experimenta al contacto con esa mano. Un frío tan agradable como el que se siente cuando estás ardiendo de fiebre y te ponen un paño helado en la frente. Sus músculos se relajan, el brillo verde mengua a la vez que el azul se intensifica. La mano de la chica se abre fatigada, y la del joven se queda con el cuchillo.
—Djeric... —suspira aliviada mientras su espalda se acomoda en el pecho del muchacho.
—Nunca me cansaré de oírte pronunciar mi nombre, mishmi —murmura en su oreja.
Nota una suave presión en su cabeza, como si él la hubiera besado. Esa idea ridícula calienta las mejillas de la chica. También se da cuenta de que la tiene sujeta por la cintura, y casi todo su peso está apoyado en él. Pero no quiere apartarse, no está segura de poder sostenerse a sí misma en este momento.
Alon aparece soltando palabras duras y cortantes, mientras se acerca al cuerpo caído del saiwo y le da la vuelta con un puntapié.
De pronto, las sombras se alargan a su alrededor. Por lo menos diez encapuchados surgen por todas partes, rodeándolos. Suni jadea, aterrada. Están acabados.
—Tranquila, son Purificadores —susurra Djeric en su oído.
No se queda más tranquila. Suni observa a los recién llegados buscando alguna diferencia con los saiwos. Todos van encapuchados y enmascarados, y se mueven como sombras entre los cuerpos caídos. La muchacha imagina que la única diferencia real estará en sus poderes.
Siempre ha sabido que fuera de Ioral los poderes sensoriales y extrasensoriales están en guerra, pero saberlo y vivirlo son dos cosas muy distintas. «Están locos y ni siquiera se dan cuenta».
Ese pensamiento la impulsa a alzar la cabeza hacia el joven sobre el que está apoyada. Desde esa posición, tiene una vista perfecta de su nuez. Parece atento a los Purificadores, e incluso habla con ellos en ílgaro. Suni no sabe qué pensar de él. Lo peor de todo, es que tampoco sabe qué pensar de ella misma.
Se mira las manos, ya no pican y están exhaustas, todo su cuerpo lo está. Recuerda el color del cuchillo en sus manos, su favorito, el mismo tono de sus mechas perdidas... ¿Cómo un suceso tan horrible ha desencadenado algo tan hermoso? ¿Cómo algo tan hermoso casi la destruye?
Tiembla. Aunque hace rato que la lluvia es tan fina como un velo de niebla, sigue calando su piel, cabellos y ropas. Sin previo aviso, Djeric envuelve con su brazo la parte trasera de sus muslos y la levanta con facilidad.
Suni abre los ojos con una mezcla de sorpresa y espanto; se aferra al cuello del joven por instinto, sus dedos hundiéndose en la tela mojada de su traje blanco con enredaderas negras.
—¿Q-ué haces? —farfulla incómoda.
—Evitar que te congeles. —Su voz tiene un tono grave que contrasta con la suavidad de su mirada.
Djeric le dice algo a Alon mientras se aleja con paso firme por el césped. Suni cierra los ojos, debatiéndose entre apoyar la cabeza en el pecho del joven o seguir esforzándose en tocarlo lo menos posible.
Es una lucha muy dura. El pecho de Djeric es cálido, sólido y reconfortante, una invitación demasiado seductora. Ni siquiera entiende cómo, si él parece incluso más mojado que ella: la tela se pega tanto a su piel que marca sus pectorales.
Suni apoya la cabeza lentamente, dejando que la gravedad haga su trabajo, como si ella no tuviera nada que ver en el asunto. Cuando se siente envuelta en el calor del joven, se relaja e inspira su olor: barro, metal y sangre.
Entonces la lluvia cesa, el ambiente se seca y hay voces que parlotean excitadas. Suni entreabre los ojos y descubre que ya están en la mansión. Vuelve a cerrarlos. No quiere ver a nadie, tampoco que la vean así, en brazos de Djeric como una novia recién casada.
«Al menos ya no habrá boda», piensa tratando de animarse.
—¿Qué va a pasar ahora? —pregunta la chica en un murmullo.
—Los Purificadores detendrán a los saiwos que queden en pie —explica él en tono neutro—. También a los caídos. Vendrán sanadores a atender a los heridos... En una hora, como mucho dos, estarán todos fuera, Purificadores incluidos.
Las voces se alejan. Djeric debe de haber tomado una dirección contraria a ellas, y Suni se siente agradecida por ello. Aunque jamás lo diría en voz alta, desearía quedarse así el resto del día. Al abrigo de su abrazo. Al compás de su corazón.
Suben escaleras. El silencio los rodea, solo roto por las botas de Djeric y la suave lluvia que golpea los cristales. Suni abre los ojos y descubre muros curvados a su alrededor: están en una de las torres, ascendiendo por la escalera de caracol.
—¿Por qué el cuchillo casi me hace pedazos? —murmura Suni mirándose la mano que aún está en el cuello del muchacho.
Djeric se toma unos segundos antes de responder.
—El dilmun canaliza los poderes de sangre, cuando canalizó el tuyo... simplemente desbordó.
—¿Por qué?
—Porque careces de dominio sobre tu poder.
Suni da vueltas a esa idea hasta que entran en un salón semicircular donde la pared de enfrente está cubierta por un armario ropero, la luz tenue del exterior se refleja en múltiples espejos de cuerpo entero. ¿Un salón vestidor?
Djeric cruza otra puerta y la cierra con el pie. Un calor seco les da la bienvenida. Entra muy poca luz del exterior, las nubes siguen siendo espesas y oscuras. Suni no tiene oportunidad de ver la estancia porque él va derecho hacia la chimenea. Se sienta en una alfombra de pelo con la chica todavía en sus brazos. El fuego los recibe con su agradable crepitar.
Suni apenas se atreve a mover un músculo estando en el regazo de Djeric. El calor la reconforta, pero la ropa está pegada a su piel, haciéndola demasiado consciente del roce de sus cuerpos en esta nueva posición.
—¿Qué hacemos aquí?
—El fuego es muy efectivo contra el frío. —La voz de Djeric tiene un timbre ronco que calienta la sangre de la chica mucho más que las llamas de la chimenea—. He pensado que este sería un lugar muy adecuado para hablar.
«Hablar», la mente de Suni repite esa palabra y, por alguna razón, le hace gracia.
—¿Hablar de qué?
—Me siento intrigado. Recuerdo que me llamaste «idiota» por querer salir ahí fuera para defender la mansión de los saiwos...
—Lo eres.
—Minutos después, sales tú con un napa... ¿para ver qué sucede?
—La curiosidad me vuelve estúpida —dice encogiéndose de hombros—. A los gatos también les pasa.
—Curiosidad —repite Djeric como si masticara la palabra, y se inclina hacia ella—. ¿Habrías sentido esa curiosidad si yo no hubiera salido?
El silencio que acompaña a la pregunta resuena más fuerte que el crepitar de las llamas.
Despacio, muy despacio, Suni alza la mirada hacia la nuez del joven, asciende por su cuello, por sus labios, se detiene en la pequeña cicatriz de su nariz recta, continúa hacia su cabello húmedo y desordenado cayendo por su frente... finalmente lo mira a los ojos.
Y el aire parece condensarse a su alrededor.
Hay una luz aletargada, casi mortífera, en esos ojos oceánicos. Entrar en contacto con esa mirada provoca en Suni un chispazo que la recorre hasta la punta de los pies. Sabe que acaba de cometer un gran error, no debería haber apartado la vista de las llamas, porque ahora las llamas están dentro de ella.
La respiración de Djeric es pesada, su expresión contenida y sus ojos oscuros, en especial cuando se desvían hacia la tela mojada que se adhiere a los pechos de la chica.
Suni toma repentina conciencia de cómo debe de verse bajo la luz del fuego. Y trata de separarse empujando el pecho del muchacho, pero las manos de Djeric se mantienen firmes en su espalda y cintura.
—Renuncia a apartarme de ti, Suni, es completamente inútil —murmura Djeric deslizando la mano lentamente por su espalda.
Suni niega con la cabeza y vuelve a empujar; los dedos de Djeric se aprietan sobre su cintura antes de atraerla más hacia él.
—En el fondo no quieres apartarme —susurra sobre los labios de la chica—, negarlo tanto acabará volviéndote loca; y a mí también.
Suni clava los dedos en los hombros de él, en el tejido empapado, palpando la resistente musculatura que hay debajo, como única ancla que la mantiene estable mientras su pecho sube y baja de forma errática.
—Te lo dije —jadea—, el deseo no es suficiente.
Djeric apoya su frente en la de Suni mientras ríe con suavidad.
—¿Cómo puedes decir eso si nunca nos hemos entregado a él?
—Tú...
Djeric hunde la lengua en su boca arrancando un gemido sorprendido de la chica. El beso es largo y profundo, unido a caricias firmes sobre su cintura. ¿Por qué? Es la pregunta que ronda la mente de Suni mientras su sangre se espesa y su cabeza da vueltas.
¿Por qué tiene que sentirse así con alguien que supone una amenaza para recuperar su vida? ¿Por qué con alguien del que intenta escapar una y otra vez sin éxito? ¿Por qué con alguien que parece guardar secretos peligrosos?
De pronto, siente su cintura más ligera, y comprende que él le ha desatado el corsé.
***
Gracias por otra semana más de lectura 💙 Espero que estéis disfrutando de las aventuras de esta parejita. 🤭 ¿Se casarán al final?
Muchas gracias por vuestros votos y comentarios, son una bonita manera de formar parte de la historia y darme vuestro apoyo ✨🥰
Trataré de subir el próximo capi pronto. ¡Mil besazos! 💋
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