Capítulo 42
Suni se ha topado con sirvientes, organizadores de boda, camareros... Todos se han detenido, indecisos, como si se debatieran entre decirle algo o continuar sus tareas. Que Suni pasara de largo con indiferencia les ayudaba a optar por la segunda opción.
Hasta que entra en una sala común y encuentra a un invitado. Deduce que es un invitado por su elegante traje malva, y por el deleite que muestran sus ojos al verla. Y son unos ojos muy grandes; a Suni le recuerda a los de un sapo. Él inclina su sombrero mientras suelta palabras en ílgaro.
Suni se da la vuelta, dispuesta a salir tal como entró, pero el joven se apresura a hablar en iora.
—Discúlpeme, señorita ¿Firelips? —La chica se detiene y él se acerca apresurado; hay una sonrisa ansiosa en su cara delgada—. Soy Emil Folkerang, un buen amigo de la infancia de su prometido. Es un placer conocerla. —Vuelve a inclinar la cabeza hacia ella.
—Galáctico, supongo —responde Suni dejando a Emil perplejo durante un pestañeo.
—¿Soy el primero? Sé de muchos que desearían el honor de conocerla antes del enlace.
—¿Ah, sí? ¿Por qué?
Emil emite una risa baja; solo le falta frotarse las manos para parecer una mosca.
—Usted está en boca de todos, señorita: la sanadora que salva moribundos.
Suni experimenta un ramalazo de incomodidad, que se atenúa al pensar en que su idea podría funcionar.
—Me tengo que ir...
Hace el amago de salir, para llevar a cabo su improvisado plan necesita salir al jardín, cuántos más invitados haya, mejor. Emil se interpone entre ella y la puerta.
—Por favor, le ruego que comparta unas palabras conmigo, seguro que puedo resultarle interesante.
Suni le regala una expresión escéptica.
—Viene de un país muy distinto al nuestro, seguro que se encuentra un poco perdida, yo puedo ofrecerme a ser su guía.
—¿Con qué intención?
—La de ser su amigo, por supuesto.
Suni estudia en silencio la figura alargada de Emil, sus cabellos pajizos asomando tras el sombrero, las manos delgadas que no dejan de jugar con los botones de su traje...
—Hum. No sé, Emil, me da que tú quieres otra cosa. Venga, suéltalo o me voy.
El joven vuelve a quedar perplejo y, en esta ocasión, tarda varios segundos más en recuperarse.
—Es usted una joven muy perspicaz, señorita Firelips. En efecto, mi deseo va más allá de construir una amistad con usted, que, desde luego, lo deseo fervientemente...
Suni bosteza.
—Me aburro.
La boca de Emil se abre sin emitir sonido. Ahora parece una sardina boqueando.
—Discúlpeme —balbuce—. Seré claro: deseo recuperar la amistad de su prometido.
—¿No decías que erais amigos de la infancia?
—Lo éramos, desde luego que sí. Sin embargo, con la caída de los Lexer las cosas cambiaron. No podía estar con Djeric, pese a desearlo, le aseguro que así era, pero mi familia no me lo permitía. Es algo que lamento, y desearía que él me comprendiera.
—Así que quieres acercarte a mí para acercarte a él.
Emil estira la comisura de sus labios como si se estuviera obligando a ello.
—Vale, pues dime algo que no sepa sobre este matrimonio.
Suni hace verdaderos esfuerzos por no reírse de la cara aturdida del muchacho. Sapo, mosca, sardina... Suni aguarda el momento en que se parezca a un lémur ratón.
—No sé si la comprendo —murmura—. Todos los enlaces deben cumplir un propósito, desde luego.
—Y está claro que amarse no es uno de ellos.
—Oh, he escuchado historias sobre los iora y sus enlaces amorosos. Es una visión peculiar, sin duda. Nosotros somos más prácticos.
—Ajá. Pues dime razones prácticas para este matrimonio que no sean las que ya sé: mi poder y restaurar el honor de los Lexer. Si me cuentas algo de valor te daré puntos por ello. Cuando llegues, digamos, a unos cien puntos, te ayudaré con tu problema. ¿Trato?
Ahora sí que tiene cara de lémur ratón. Suni disimula una risa con una tos. Conocer a los invitados va a resultar más divertido de lo esperado.
—Me parece que no se me ocurren más razones.
—Qué decepción. Entonces háblame de la caída de los Lexer, ¿qué pasó?
Las manos de Emil comienzan a retorcer el bajo de su chaqueta.
—Señorita, si no lo sabe y lo descubre por mí, de seguro Djeric no querrá retomar nuestra amistad.
—¿Por qué?
—Es un tema delicado.
—No sé, Emil, pero no me estás resultando nada revelador —suspira Suni con gesto decepcionado.
—Déjeme pensar. —Emil se quita el sombrero y ordena su pelo rubio pajizo con expresión concentrada—. Estoy convencido de que puedo serle útil. Podríamos iniciar por lo básico. Supongo que ya sabrá cómo funciona la política en Ilgarar.
—¿Monarquía?
—Casi. Oligarquía de familias nobles. La Alta aristocracia es la que ostenta el poder.
—La verdad es que la política nunca me ha interesado en Ioral, menos aún me va a interesar aquí.
—Tal vez sí le interese saber que una de las Altas Familias son los Ashburg.
—Mierda.
La palabra escapa de los labios de Suni rápida y contundente, dejando a Emil en un nuevo estado de no saber cómo actuar. A Suni la política le provoca sopor, pero sabe que con el suficiente poder hay también un mayor miedo a la pérdida, lo que motiva a la gente a cometer acciones extremas, como matar a otra gente.
Las advertencias de Elsta tal vez no fueran exageradas.
—Significa que acabo de ganar algunos, ¿cómo dijo? ¿Puntos?
Suni aprecia la observación del muchacho con una ligera sonrisa.
—Diez puntos, nada mal. Te faltan noventa para ganarte mi favor.
Suni mete las manos en el bolsillo de la falda, tal vez Emil pueda ayudarla en su idea.
—Verás, Emil, tengo algo que confesar.
El muchacho pasa de estar incómodo a tenso, una tensión expectante que se transforma en confusión al ver el cuchillo de Alon.
—Es de dilmun, ¿ves? Sin embargo, cuando yo lo toco, permanece como un cuchillo normal.
Suni siente una punzada de decepción al ver que él no reacciona del modo esperado. Un rostro sorprendido, una exclamación en ílgaro, algo más allá que la espera de una revelación.
—Sabes lo que eso significa, ¿verdad? —insiste Suni—. El dilmun no reacciona a mí.
Emil permanece a la espera.
—Actúa como si yo fuera una singracia.
Emil continúa esperando. Suni empieza a pensar que es idiota.
—Ese poder de sangre del que todos hablan... no lo tengo. —Agarra con fuerza el mango del cuchillo—. ¿Ves? Es falso. No soy la persona que todos creen. La boda no debería celebrarse.
Ahora hay un brillo en los ojos de Emil. Un brillo depredador.
—¿No desea casarse?
—La verdad es que no. También sé que mi opinión carece de importancia —resopla—, pero todos esperáis algo de mí que no puedo dar. Mi poder está dañado.
—Comprendo. —El brillo en sus ojos se acentúa tanto que incomoda a Suni—. Su opinión debería ser relevante, señorita Firelips, y conozco a las personas indicadas para que la escuchen. ¿Me acompaña?
~~~
—Al fin os encuentro —exclama Oto Lexer en mitad del corredor donde caminan Djeric y Carin en dirección al jardín—. Tanta gente y no hay forma de dar con vosotros.
Djeric reconoce la intervención de su madre en lo bien abotonado que está el traje de su padre, en sus puños lisos, en el cabello echado hacia atrás bajo su sombrero. Como un gran señor. Debe de estar deseando que llegue el final del día para quitárselo todo.
—Querido, es el momento de presentarnos, sería prudente que relajaras tus nervios —aconseja Carin tomando el brazo de su esposo como si fuera una correa.
—Mi hijo se casa, todos han regresado con regalos y alabanzas, soy un hombre dichoso; y lo seré aún más cuando este día acabe.
Djeric no se molesta en disimular una sonrisa; Carin entorna los ojos con severidad.
—No me mires así, mujer, estoy feliz, pero las Altas Familias me ponen de los nervios. Tanta formalidad, tanta pompa, tanta hipocresía, ¡agota a cualquiera!
—Querido... —El tono de Carin desciende al nivel de un susurro.
—No te enfades, mujer, sé comportarme, llevo veinticuatro años casado contigo. —Oto planta un sonoro beso en la mejilla de Carin que la deja más descolocada que complacida.
—¿Cómo te sientes, hijo? —pregunta al tiempo que palmea el hombro de Djeric con fuerza suficiente como para dislocárselo, aunque el joven responde con una sonrisa amplia—. Tu abuelo estaría tan orgulloso de verte hoy... ¿Llevas la daga?
—Por supuesto. Siempre.
Oto parece a punto de reventar de orgullo dentro de su traje. Su calor contagia a Djeric, y la nostalgia pellizca su corazón. Desearía tanto que su abuelo paterno estuviera hoy aquí... Que viera que está cumpliendo lo que le prometió antes de que muriera, cuando le entregó la daga: la familia unida y llena de honores.
Su abuelo materno desde luego estará, y su abuela, pero ellos... Tienen la calidez de un glacial. Desde luego le felicitarán, y tendrán planes para Djeric. Los Ashburg siempre tienen planes. Pero él ahora sigue su propio camino, y sus propios planes.
—Bien. Continuemos —dice Carin tomando el brazo de ambos hombres y encaminando sus pasos hacia el jardín.
Hasta que Elsta aparece al final del corredor. Su forma de andar rápida despierta las alarmas de todos.
—He encontrado a Suni —anuncia con gravedad; a continuación, clava sus afilados ojos en su hermano—. Está con los Gesemberg.
Djeric recibe la noticia con una calma tan fría como los Picos de Hielo, pese a que su interior se revuelve feroz al saber que está frente a un desastre.
¿Cómo ha conseguido Suni acabar reunida con la familia más peligrosa de Rajtariv?
***
Gracias por otra semana de lectura 💙🩵💙 Sigo muy ocupada y por eso ando un poco desaparecida en redes, pero me alegra traeros otro capi ✨
¿Qué os va pareciendo el avance de la historia? ¿Conseguirá Suni impedir la boda? 🤔 ¿O será peor el remedio que la enfermedad? 🫣
¿Cómo os imagináis a los Gesemberg?
Millones de gracias por vuestros votos y comentarios, me anima mucho teneros conmigo en cada capítulo ✨✨✨
¡Mil besazos! 💋
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro