Capítulo 39
Suni avanza por el corredor siguiendo a Elsta un par de pasos por detrás. La débil luz del sol se filtra a través de los grandes ventanales, también el murmullo de los invitados en el jardín, y las cortinas de seda danzan con una brisa tibia. Aunque el ambiente es claro y fresco, Suni no puede sacudirse la inquietud debido a la actitud enigmática y distante de Elsta.
La joven se detiene al final del pasillo, frente a una enorme puerta de roble y cristal facetado con motivos florales. A Suni le cautiva las facetas del cristal que parecen cambiar de tonalidad con cada ángulo de luz solar. Lo que no le gusta nada es que Elsta cierre con llave una vez están dentro.
—Galáctico, te doy el premio a la mejor actitud de suspense. El toque de cerrar con llave, como si me estuvieras encerrando, le da un punto de dramatismo perfecto.
Que Elsta la ignore hace que la situación le vaya gustando cada vez menos. Unas grandes cortinas de terciopelo púrpura sumen la sala en penumbras. Elsta descorre algunas de ellas, revelando un mar tranquilo del que despuntan afiladas rocas negras.
Suni observa su entorno con cautela. Se encuentra en una sala amplia, de techos altos, paredes repletas de cuadros, y muebles tapizados de terciopelo púrpura y bordados dorados. El ambiente es el más opulento y solemne que ha visto hasta el momento en la mansión. ¿Por qué la ha traído aquí?
—¿Tienes intención de contarme algo o solo querías encerrarme?
Suni nunca ha destacado por su paciencia, y Elsta está empezando a ponerla de malhumor.
—Ambas cosas —responde al fin, caminando hacia una pequeña y oscura mesa redonda, con patas doradas, donde descansa un enorme cristal facetado en forma de lágrima—. ¿Qué sabes de mi familia?
Suni arruga el ceño ante esa pregunta.
—Lo que tu hermano me contó: origen de pescadores, campeón...
—No hablo de mi línea paterna —corta Elsta con sequedad—, te pregunto por mi familia materna. ¿Qué sabes de los Ashburg?
—Hum... Tu hermano no se ha mostrado muy hablador sobre ellos.
Elsta asiente pensativa, sus ojos pálidos absorben el cristal facetado como si viera algo ahí dentro.
—¿Tampoco te ha hablado de su poder de sangre?
Suni recuerda cuando se encontró a Djeric recostado sobre un banco de piedra, mientras ella escapaba para tomar el tren hacia la embajada de Ioral. Él sentía su presencia sin verla.
—Algo, sí.
—Los Ashburg somos una familia muy antigua y poderosa, la caída de los Lexer les ha impedido poder venir aquí hasta el día de hoy...
Suni ya ve por dónde va y pierde el interés.
—Ya sé, ya sé, estás deseando volver a salir en sociedad, hoy es el gran día, el honor restaurado, bla, bla, bla... y, claro, no quieres que yo lo estropee.
—Por supuesto que no quiero que lo estropees, —Elsta la mira airada—, pero por razones muy distintas de las que crees. Si por mi fuera, Djeric no se casaría contigo, ni con nadie que nos devuelva a la alta sociedad.
Suni acaba de recuperar el interés.
—Creí que eso era lo que todos deseabais.
—Todos los que desconocen el peligro de regresar, sí.
—¿De qué tipo de peligro hablas?
Suni ruega que no mencione la palabra honor o deseará lanzarla al mar. Pero Elsta vuelve a sumergirse en la variedad de facetas del cristal.
—Sé que quieres esconderte o hacer algún disparate para que la boda no se produzca, —esas palabras sobresaltan a Suni—, y es mi deber advertirte del riesgo.
—¿Sabes lo que estoy pensando? Tú... ¿captas los pensamientos de la gente?
Elsta se pone rígida como una estaca, como si Suni le hubiera escupido en la cara.
—¿Cómo te atreves a considerarme una saiwo? —sisea.
«Mierda, es verdad». Para Suni, los poderes sensoriales y extrasensoriales ni los distingue ni le importa. «Olvidé que Ioral es el único país cuerdo de Andilia».
—Los Ashburg desarrollamos un poder del tacto que nos permite sentir en nuestra piel las intenciones ajenas —explica Elsta más relajada, como si se hubiera dado cuenta de que Suni no quería ofenderla—. Las verdades, las mentiras... Solo mi madre, Djeric y yo heredamos ese poder.
El corazón de Suni se desboca.
—¿Djeric puede saber cuándo le miento?
Elsta sacude la cabeza en una negativa pausada.
—Djeric ha heredado un poder tan profundo y lo ha desarrollado de la forma más básica y superficial posible. —Chasquea la lengua con desdén—. Siente cuando van a atacarle físicamente. Supongo que es útil para enfrentar los desafíos del Laberinto —añade con una mueca desdeñosa.
Suni se relaja, al mismo tiempo comprende que su pánico no tenía fundamento. Djeric nunca ha sabido de sus intenciones ocultas.
—No veo que a tu hermano le vaya mal.
Elsta despega sus ojos del cristal para hundirlos en Suni.
—Los Ashburg hemos conocido las intenciones del resto de las Altas Familias de Rajtariv, ¿puedes hacerte una idea de lo poderosa que es una familia de la alta sociedad con esa habilidad? —La voz de Elsta es como el mar que susurra a lo lejos, tan tranquilo y suave, mientras sobresalen de él rocas oscuras y puntiagudas—. Ningún campeón de los Islotes alcanzaría jamás una posición tan elevada. Es tal y como te dijo mi madre: el verdadero poder está en las raíces, en lo oculto. Pero tú miraste con desdén, porque eres tan estúpida como la mayoría.
«Creo que no le caigo bien».
—Acércate —ordena Elsta.
Suni empieza a notar un atisbo de irritación. No obstante, la curiosidad puede más y decide obedecer. Se coloca frente a Elsta, separadas por el enorme cristal facetado.
—Este es el símbolo de los Ashburg. ¿Puedes adivinar por qué?
Suni se sumerge en los distintos tonos que arranca la luz de cada una de las facetas del cristal. Empieza a entender por qué Elsta ha estado tanto tiempo mirándolo como hipnotizada. Nunca ves lo mismo, es tan diverso y profundo... parece como si nunca pudieras verlo en su plenitud.
—¿Representa vuestro poder? —conjetura Suni tocando con sus dedos la frialdad del cristal.
—Representa las facetas de cada ser humano. Tantas y tan diversas, según la luz que reciba en cada momento. Los Ashburg podemos percibirlas, sentirlas en nuestra piel, y cuánto más poderosos somos, más somos capaces de sentir.
—¿Qué quieres decirme con esto?
—Que no intentes engañarme, no lo conseguirás. Si tratas de estropear el enlace de hoy, lo sabré, y haré cualquier cosa por detenerte.
—Galáctico, otro premio en preparar el ambiente para una amenaza. Empiezas a parecer toda una villana.
—¿Crees que estoy bromeando? —La frente de Elsta se arruga como la corteza de un árbol.
—Empiezo a dudar de que sepas gastar bromas.
—Nunca bromeo cuando la vida de mi familia está en juego —responde en un siseo; Suni parpadea un par de veces, perpleja—. Y tú tampoco deberías, porque ahora que formas parte de nuestra familia, también peligra tu vida.
Suni abre y cierra la boca un par de veces antes de conseguir formular una pregunta.
—¿Aquí ejecutan a la gente si arruinan una boda?
Elsta la contempla como si Suni tuviera la inteligencia de un gusano. Uno especialmente estúpido.
—No —responde despacio—. Sal de tu burbuja y escucha atentamente. —Elsta rodea la mesa y se coloca al lado de Suni obligándola a alzar los ojos: es media cabeza más alta—. Si crees que irte de tu casa es lo peor que puede pasarte, es porque no tienes ni idea de dónde te has metido. Y créeme cuando te digo que más vale que no lo descubras nunca.
Es difícil dejar a Suni sin palabras, pero Elsta Lexer lo ha conseguido de forma magistral.
—Ve con pasos cuidadosos. Los enemigos que vendrán hoy al enlace no los verás venir, pero ellos van a estar muy atentos a ti.
Suni se siente igual que si la hubieran arrojado a una centrifugadora y, al salir, se encontrara en un universo diferente. Tiene tantas preguntas estallando en su cabeza que no es capaz de capturar ninguna.
—Si continúas empeñada en no formar parte de todo esto, y haces alguna estupidez —prosigue Elsta con su voz baja y sibilante—, descubrirás que hay cosas mucho peores que dejar tu país atrás.
Suni nunca pensó que esta boda pudiera ser más terrorífica para ella, pero reconoce que añadir secretos y amenazas de muerte son buenos incrementos de terror.
—Voy a darte un consejo, y harías bien en seguirlo. Abre los ojos y úsalos sabiamente.
Elsta se aleja con pasos tranquilos en dirección a la puerta.
—¿Qué significa eso? —Logra preguntar.
—Observa a los invitados, Suni. Observa lo que te rodea.
Son las últimas palabras de Elsta antes de salir de la sala; deja la puerta entreabierta. Suni traga saliva y mira a su alrededor como si hubiera algún monstruo acechando. Esta vez se fija en los cuadros. Todas las personas retratadas tienen melenas blancas, ojos azules, y visten con gran ostentación. Los Ashburg parecen seguirla con la mirada. Una mirada fría y astuta.
—Esta familia me da escalofríos —murmura.
Las preguntas van ordenándose en su cabeza. ¿Qué peligro rodea a los Lexer si vuelven a la sociedad? ¿Será alguno de los invitados? ¿Serán los propios Ashburg?
Surge otra pregunta que encoge su corazón: ¿sabría su padre algo sobre el asunto y por eso decidió traicionarlos?
***
Gracias por otra semana de lectura ✨ Espero que hayáis disfrutado del capítulo. Tenía muchas ganas de que conocierais a los Ashburg 🤭
¿Qué opináis de esta línea familiar de Djeric?
¿Suni desistirá en su intento de arruinar la boda?
Amo vuestros comentarios así que no os dé pena dejar muchos 😂 También me encantan vuestros votos. 💙
Gracias por dejar huella en la historia 🥰
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