Capítulo 23
Sifri Hakon comienza a aplaudir. A su espalda, está el grandullón que leyó el contrato a Suni.
—Has encontrado a la joven Dagny —La voz de Sifri es como un arañazo en una pizarra que pone rígidos a todos—. Comprobarás que está en perrfectas condiciones. ¿Verdad, querrida que te hemos tratado bien?
Dagny alza la barbilla con ojos brillantes de indignación.
—Hijo de mil perras, siempre buscando el modo de joder.
—Alon Sven, siemprre tan alarrmista. Nunca te veo relajado, ¿quierres una melisa? —Sifri señala la mesita dónde hay varias tazas y unos dulces.
—Quiero dibujar mi puño en tu mejilla, ¿crees que podrías decirle a tu perro que no intervenga?
Sifri se limita a sonreír. Djeric dirige una expresión severa a su amigo, al tiempo que señala a Dagny con la cabeza. Alon se pone rojo de impotencia.
A continuación, Djeric regala a Sifri una mirada capaz de congelar el infierno.
—Te agradezco, Hakon, el aliciente que me has proporcionado para competir en el Laberinto. Tu derrota sabrá más dulce este año que ningún otro.
Las facciones de Sifri se ensombrecen, pero no pierde la sonrisa porque sus ojos se clavan en Suni.
—¿Sabes, Lexer, qué he tenido el honor de conocer a tu prrometida? —Suni niega con la cabeza, horrorizada— Es una mujer muy interresante.
Sifri da un par de pasos hacia ella antes de que Djeric se interponga. La sonrisa de Sifri se estira como si fuera elástica.
—Siemprre tan protector... No es necesarrio, la señorrita y yo nos entendemos bien, ¿verdad, querrida?
Suni aprieta puños y labios con fuerza. «Cállate, capullo, vas a arruinarlo todo». Nota la mirada de Alon pasar de Sifri a ella, también la de Dagny, y ambas parecen abrasarla. Agradece tener la espalda de Djeric enfrente para que no pueda verla.
—Hemos llegado a un acuerrdo de lo más inusual...
—Pero ¿qué dices? —interrumpe Suni entre dientes.
—Disculpa, querrida, perro esto es algo que tu prometido deberría saber.
Cuando el gorila de Sifri entrega a Djeric unos papeles, Suni cierra los ojos con fuerza. «Será cabronazo».
Djeric necesita leer dos veces lo que tiene en sus manos. Se vuelve hacia ella con una expresión de profunda perplejidad, como si fuera la criatura más extraña que la naturaleza hubiera engendrado. —¿Has apostado a que ganarás la competición de napeo que hay dentro de tres días? —pregunta con lentitud.
Dagny emite un ruidito extraño y se cubre la boca con las manos. Suni siente como el peso del mundo cae en su estómago mientras asiente.
—¿Has apostado a que ganarás... tú?
Suni vuelve a asentir, ahora con un deje de fastidio. Alon le quita los papeles a su amigo, y sacude la cabeza como si ahuyentara moscardones. Los labios de Djeric se le afinan en una línea delgada, como el filo de un cuchillo.
—Asombroso, ¿verdad? —ríe Sifri—. Es como si los cielos se hubierran abierto parra mí.
Djeric se esfuerza en recomponer la serenidad de su rostro antes de decir en tono calmado:
—Este contrato no es válido, Hakon. Ella es menor de edad, sin padres ni tutores, esto no vale nada.
Alon apoya sus palabras tirando los papeles al suelo como si fueran basura.
—¿Olvidas dónde hemos realizado este acuerrdo? —Sifri extiende los brazos abarcando la estancia—. ¿Quierres hablar de legalidad aquí? —Su risa de hiena retumba por las paredes—. Solo necesito un testigo, y lo tengo —señala al gorila a su espalda.
—Impugnaré esta apuesta.
—Hazlo, por favor, serrá divertido ver cómo explicas qué hacía tu prometida en una casa de apuestas clandestina —Se tapa la boca con la mano—. Serrá un escándalo delicioso. ¿Podrá el apellido Lexer cargar con otro más? —canturrea.
Djeric está rígido como una estalagmita, como si estuviera empleándose a fondo en controlarse. Alon ni lo intenta, avanza hacia Sifri, pero su matón le corta el paso.
—¡Mal rayo te parta! ¿Qué harás el día que no tengas un perro que se te ponga delante?
Sifri continúa como si nada.
—Ah, y no debes olvidar que si ella no se presenta a la competición serrá como si hubierra perdido. Entonces, serrá mía.
Alon salta hacia Sifri con dos cuchillos en la mano. Djeric sujeta a su amigo.
—Lo mato, Djer. Deja que lo mate.
—Hay otra alterrnativa, por supuesto. Puedo anular la apuesta, olvidar todo lo sucedido, si vosotros dos os retirrais de la competición del Laberinto.
—¡Pide a gritos que lo mate!
Suni siente su corazón pender de un hilo muy fino. Si sus esfuerzos solo sirven para beneficiar a ese imbécil y ella se queda como estaba, esto habrá sido el fracaso más absoluto de...
—Participaremos Alon y yo en la competición de napeo como parte de su equipo.
Las palabras de Djeric detienen el empuje de Alon y congelan la sonrisa de Sifri. Dagny se cubre los ojos con las manos. Suni arruga el ceño sin comprender nada.
—Siempre tomando el camino larrgo, Lexer, ¿no sabes rendirte? —Sifri estira una goma hasta que los dedos se le ponen blancos—. Aprenderrás cuando ella pierda.
—No entiendo en qué me ayuda que vosotros participéis —farfulla Suni confusa.
Djeric y Alon se vuelven hacia ella con miradas asesinas. Casi hubiera deseado no preguntar.
—¿Has visto alguna vez las competiciones de napeo ílgaro, criatura estúpida? —la voz de Djeric desprende el suficiente veneno para matar a una ballena.
Suni traga saliva. Ha visto y participado en muchísimas competiciones de napeo, pero Djeric ha usado un matiz en el que ella no había pensado: «ílgaro». Napeo ílgaro.
—Napeo es napeo, ¿no?
Sifri suelta una carcajada que se clava en los oídos de la chica como púas.
—Eso lo explica todo —dice entre risas.
Suni no comprende a qué se refiere, y tiene la impresión de que es mejor no entenderlo.
—¿Te has metido en una competición sin saber en qué consistía? —Es Dagny quién pregunta, con una voz tan aguda como el chillido de un ratón.
Suni empieza a desear dar marcha atrás el día, regresar al momento en que se despertó en el suelo de la habitación, y pensar con más calma qué hacer a continuación.
Djeric parece tener un tic en la mano, se abre y se cierra como si deseara apretar algo, probablemente el cuello de Suni.
Sifri da una orden a su gigante, y él se dirige hacia un proyector al fondo de la habitación. Apaga la luz. Unas imágenes aparecen en la pared.
—Observa, querrida, el napeo ílgaro, y dinos si encuentras alguna diferrencia.
A Suni no le agrada el tono burlón de Sifri, y la mirada afilada de Djeric aún le gusta menos. Se centra en las imágenes proyectadas en la pared.
Un rectángulo de arena rodeado de gradas. Hay dos barras en el aire, deduce que una es de salida y otra de llegada. Ningún obstáculo entre medias, salvo... los propios napeadores.
El rostro de Suni demuda de color cuando los napeadores se golpean entre ellos para desestabilizarse de los napas y caer a la arena. Lo peor es cómo lo hacen. Algunos estiran sus cuerpos como si fueran de goma, otros dan saltos que parece que vuelan, otros endurecen sus cuerpos como si se convirtieran en armaduras humanas... Dagny se cubre los ojos con las manos.
—El napeo ílgaro es un combate de poderres de sangre en el airre.
Un joven cae de su napa al ser golpeado en pleno pecho de una patada brutal. Se ve a cámara lenta cómo se estampa en el suelo, su brazo en un ángulo extraño mientras lucha por respirar.
«Mis clases de defensa personal no me prepararon para esto», piensa horrorizada mientras observa como se atrapan unos a otros, se arrojan a la arena y pelean ahí hasta que uno vence y sube al napa.
La arena está llena de salpicaduras de sangre.
Sifri llora de risa mientras exclama:
—¿A quién no le gustan las apuestas fuerrtes?
***
Gracias por estar otra semanita más por aquí 💙 La semana que viene subo el último capítulo de esta segunda parte del libro. Se viene capítulo intenso, solo digo eso.🤭
¿Qué te ha parecido este capi? ¿Qué tal ves el napeo ílgaro? ¿Cómo crees que les irá?
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¡Mil besazos!
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