Capítulo 21
Suni atraviesa un humo denso de distintos olores: caramelo, menta, quemado. Tose. Observa la moqueta roja, la barra de bebidas, las múltiples mesas repletas de personas fumando, bebiendo y gritando. Es como un pub nocturno bajo tierra.
El vigilante del pasillo la ha guiado aquí porque Sifri Hakon se encuentra entre toda esta gente. Suni va a la barra a preguntar por él. Le cuesta hacerse entender con el primer camarero, pero el segundo asiente y le pide que espere.
Suni respira hondo, da giros de muñecas y tobillos, como si se preparara para montar en napa. Necesita mantener la calma, su oportunidad de regresar a casa depende de lo que pueda negociar con un tipo al que no le tiembla la mano a la hora de chantajear, secuestrar y a saber qué más. Da giros de tobillo cuando un hombre alto se aproxima a ella.
Lleva un sombrero rojo con rayas negras, unos pantalones a juego y camisa blanca con ribetes rojos que van desde el cuello abierto hasta el pecho. Es flaco, muy alargado y tiene unos ojos verde pálido fijos en Suni.
—Una joven iorra preguntando por mí —Inclina el ala de su sombrero hacia ella—. ¿A qué dios debo agradecérrselo?
—¿Sifri Hakon? —Él realiza otra inclinación acompañada de una sonrisa— Tenemos un enemigo en común.
El hombre parpadea.
—Me cuesta crreer que una encantadorra joven tenga algún enemigo.
—Djeric Lexer. Es mi prometido.
La expresión de Sifri cambia de aduladora a cauta en un pestañeo.
—La prometida de Lexer ¿aquí? —Consigue mantener la voz firme, casi curiosa— ¿Hoy? Qué interresante —Sus ojos escanean a la multitud con disimulo—. Imagino que tu prometido también estarrá en la fiesta.
—No quiero casarme con él, ¿entiendes? Oí que tú y él no os llevabais bien, así que pensé... que tal vez podrías ayudarme.
Sifri la estudia durante unos segundos antes de esbozar una mueca a medio camino de una sonrisa. A continuación, realiza un gesto de cabeza a alguien a espaldas de la chica.
—Vamos a mi despacho, querrida.
A Suni le resulta curiosa la forma de caminar de Sifri, se bambolea un poco, como si estuvieran en la cubierta de un barco. Aunque sus brazos son lo que más la inquieta: dan la impresión de ser más largos de lo que deberían.
Salen al pasillo, y atraviesan una puerta que estaba cerrada y que carecía de ningún símbolo. El interior parece una simple oficina; con escritorio de madera roja, sofá negro y moqueta granate.
Sifri le indica que se siente en una de las sillas frente al escritorio, sirve un par de copas de algo especiado de color caoba, le entrega una copa a Suni y él se sienta sobre la mesa. Sonríe mostrando unos dientes blancos e irregulares. La chica toma un pequeño sorbo para humedecer los labios.
—Así que tú erres la sanadorra. Un poder de sangre valioso —Suni se remueve inquieta en la silla de madera y ratán—. Los poderres de sangre están para engrandecerlos, parra que brillen. Las sombras son para los singracias.
A Suni le choca la palabra empleada por Sifri. Rara vez se usa en Ioral porque se considera ofensiva, pese a que la mayoría de personas carecen de poderes de sangre.
—Si por mi fuerra, solo los hombres con gracias destacadas deberrían participar en el Laberinto. El resto ser espectadorres de la magnificencia de las gracias. ¿Qué opinas tú?
Suni no sabe qué protocolo de conversaciones se sigue en este país, pero necesita ir al grano.
—Me da igual, supongo —Carraspea—. Me gustaría que habláramos sobre cómo impedir mi boda.
Sifri ríe, tiene una risa aguda, casi estridente.
—A los iorra no os gustan las dilaciones, vais siempre con prisa parra todo.
Sifri saca de su bolsillo una goma elástica negra que estira y encoge mientras da un buen trago a su copa.
—Nosotros nos tomamos las cosas con más calma, perro me adaptarré a tu ritmo. Dime, sanadorra, ¿cómo puedo ayudarte?
Suni le cuenta las disparatadas reglas del contrato matrimonial al que está atada.
—¿Hay alguna posibilidad de que mi padre quedara libre de enfrentarse al desafío si yo me largo?
Sifri juega con su goma; una sonrisa lenta, pensativa se dibuja en sus labios.
—Quizás... yo podría ocupar su lugar.
Esa respuesta sorprende y esperanza a Suni a partes iguales.
—¿L-lo haría?
Él baja sus ojos hacia ella.
—Podríamos llegar a un acuerrdo. Alguien como tú puede serrme muy útil.
Suni entorna los ojos con desconfianza.
—¿Útil para qué?
—Parra sanar, por supuesto.
Esa respuesta no logra relajar a Suni. Sifri da la vuelta a su escritorio y saca unos papeles de uno de sus cajones.
—¿Qué tal tus servicios como sanadorra por un año?
—¿Qué? No. Lo que quiero es regresar a mi casa. Lo antes posible.
—Hum. Comprendo —suspira—. Me encantarría serte de ayuda, pero no veo cómo.
—Aquí hay napeo, ¿verdad? En Rajtariv —Sifri asiente, intrigado—. ¿Apostáis? —Vuelve a asentir— ¿Cuándo es la próxima competición?
—Dentro de tres drías se celebra una en el polideportivo.
Suni se clava las uñas en las palmas de puro nervio. «El día antes de la boda».
—¿Puede participar cualquiera?
—Cualquierra que sepa napear —puntualiza Sifri.
—¿Y se puede apostar cualquier cosa? Por ejemplo, ¿aceptar un desafío o un contrato de sanación de un año?
Sifri alarga su sonrisa.
—¿Por quién quierres apostar?
—Por mí.
Suni se sobresalta ante la sonora carcajada de Sifri.
—¿Quierres napear tú? ¿Y ganar?
Suni empieza a sujetar su copa con más fuerza de la necesaria. Lleva más de media vida subida a un napa, ha ganado competiciones desde los once años, y los delkas están muy por detrás de los iora en cuestión de napeo. En cuestión de todo.
—Voy a ganar.
Otra carcajada de hiena.
—¿Cuál serrá tu equipo?
Suni se queda muda unos segundos.
—¿Puedo participar sola?
A la carcajada de Sifri le acompañan ahora un par de lágrimas mientras asiente.
—Necesitaré también dinero y documentación para poder regresar a Blazh —agrega Suni conteniendo su enfado.
Sifri la contempla con ojos brillantes de humor y algo más oscuro. Llama a uno de sus hombres y le pide que redacte un contrato con las cláusulas que han acordado. Si Suni gana, Sifri asumirá la deuda de sangre en lugar de Jared Firelips por la ruptura del contrato matrimonial, además, entregará a Suni la documentación y el dinero necesario para regresar a Blazh.
—Después de la competición zarpa un barco parra Blazh, si erres rápida, podrás subir a él. Sale después de la caída del sol.
El corazón de la joven bombea lleno de esperanza. Pero, si Suni pierde, pertenecerá a Sifri por un año, como sanadora. Sifri saca unos papeles de un cajón.
—Este es un contrato por poderres de sangre, lo hacemos cuando querremos los servicios de alguien. Es de un año. Si pierdes, lo firmarrás.
—No entiendo una palabra.
—Ah, discúlpame, no tengo ninguno en iorra.
Lo peor es descubrir que todas las cláusulas de la apuesta están escritas en ílgaro.
—Tienes que escribirlo en iora.
Sifri estira la goma hasta el punto de dar la impresión de que va a romperse.
—Ah, perro no puedo hacer eso, todos nuestros acuerrdos, apuestas y contratos deben de ser en ílgaro.
Suni maldice su suerte. ¿Qué riesgo es más asumible? Está convencida de su victoria, pero fiarse de un extraño como Sifri no le gusta nada. ¿Y cuál es su otra opción? ¿Resignarse a perder su vida?
—Dile al tío que está en la puerta que entre.
Sifri alza las cejas ante la petición de la chica, pero accede. Cuando el gorila entra, Suni le ordena que lea en iora todo lo que acaban de redactar. Sifri asiente a su hombre para que obedezca. El corazón de Suni se relaja cuando lo que lee concuerda con lo dicho.
—¿Todo bien, querrida?
Suni asiente, pese a todo, firma con mano temblorosa.
—Erres una jovencita interresante. No sé si muy valiente o muy inconsciente; desafiar así a tu prrometido...
—Me secuestró. ¿Se supone que tenía que conformarme? Él no me da miedo.
—Inconsciente entonces.
Suni abre la boca para replicar, cuando las luces se apagan y la oficina queda a oscuras.
—Parrece que Lexer y Sven ya están aquí.
***
Gracias por pasar otra semanita con Suni y Djeric. 💙🩵💙
¿Qué te ha parecido el capítulo? ¿Suni estará mejorando su situación o empeorándola? 🫣
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Mil besotes 💋
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