
Especial [VegasPete]: What if? - IV
Pete sonrió agradecido, mientras recibía una deliciosa tajada de pastel de chocolate en un plato de porcelana. La tía Chen lucía orgullosa por no solo haber complacido su supuesto antojo, sino por hacerlo con una increíble eficiencia. El omega no percibiría la nuez en el glaseado, la mujer se encargó de que la mezcla del café con la vainilla fueran los protagonistas en el postre. Por lo que seguramente obtendría varias felicitaciones de parte del jefe de seguridad de Khun Tankhun y hasta quizás un reconocimiento del heredero de Khun Korn por consentir extraordinariamente a su futuro compañero.
Así lo entendió Pete ante la mirada de la tía Chen, ella estaba en la expectativa de que diera el primer bocado y saboreara del postre. Lo que no pensaba hacer, este pedazo de pastel no era para él. Pete simplemente estaba fingiendo emoción, una que lo excusó para retirarse de la cocina sin tener que arruinar el dulce. Pudiendo borrar cualquier rastro de alegría para retomar su rudeza, no necesitaba fingir frente a sus otros compañeros de campo. Ellos lo conocían, sabían que sus sonrisas solo eran para sus amigos y su jefe Tankhun. El que se haya expandido el rumor de que sería él con quien Khun Kinn se enlace no cambiaba nada.
Salvo el extremo fastidio de Pete.
El guardaespaldas había dejado de ser quien sirva para convertirse en un jodido prisionero de la mansión. No podía acercarse a las afueras ni al jardín, tampoco recorrer solo los pasillos o incluso entrenar. Sus propios compañeros se habían vuelto su sombra, una que ellos ingenuamente creían que era ajeno. Más de tres veces se había tentado en interceptarlos, en averiguar de qué precisamente lo vigilaban. Era claro que no podía salir, menos usar el puto teléfono que tenían los guardaespaldas en su piso. Él ya estaba enterado de la intención de Khun Korn por aislarlo completamente desde que sus documentos de identidad se perdieron al igual que su celular de trabajo.
Había que aplaudir la rapidez del patriarca Theerapanyakul y lo certero de sus acciones. Porque lo habían dejado vulnerable, poco útil le sería su habilidad en batalla o los secretos que llegó a conocer en sus años de labor. No podía librarse frontalmente, no como él lo deseaba. Sin embargo, resignarse no era una opción para él.
Él no podía pertenecerle a Khun Kinn.
— ¡Pete! —Pol lo saludó, el alfa estaba resguardando las horas de relajo de Khun Tankhun en el spa. Aburrido y cansado. Que al verlo llegar con el pedazo de pastel, lo hizo sonreír. —. Dime que es para mí.
—Lo es. —Pete se la entregó, porque efectivamente le pidió aquel postre a la tía Chen para él. Tenía sus razones, unas que más tarde le harían disculparse con su amigo. Pero que terminaban siendo razonables e indispensables, al omega indirectamente lo habían arrastrado a una guerra en la que si perdía, sería enlazado con un hombre que no desea. Debía actuar y sin arrastrar a ninguno de los suyos. —. En compensación de haberme relevado con el cuidado de Khun No.
—Créeme que con ponernos bajo a tu servicio cuando te conviertas en un Theerapanyakul será más que suficiente, Pete. —Pol habló en broma, al alfa y a su pareja le había informado sobre la petición de Khun Korn. Se guardó para sí su negativa, esto para evitar que escojan un bando. No quería que ni Pol o Arm sean parte de su lucha, a ellos no tendría cómo protegerlos de fallar.
— ¿Entonces me llevo el pedazo de pastel?
—No, es mío. —Pol se metió el primer bocado del dulce, el omega vio cómo lamía el glaseado de la cuchara. Al alfa le encantó la combinación del café y vainilla que siguió probando el glaseado, dejando el queque para el último.
A Pete le bastó, se despidió de su amigo y caminó tres pasillos lejos de la zona de spa. Se apoyó en la pared, sacó un cigarro y lo encendió. Tenía que esperar que la colilla de su cigarro llegase a la mitad para irse realmente. Porque fue en esa mitad que escuchó a Pol toser con fuerza. Una y otra vez. Supo que la primera parte de su jugada se había concretado, por lo que aplastó la colilla de su cigarro y se fue en dirección de Arm.
Reverenció a Erika, digitó su código de acceso y se adentró a la oficina de su otro amigo -de una de las zonas de la mansión que no está supervisada por las cámaras. La sonrisa que Arm le dio como bienvenida se esfumó apenas él le contó sobre la exagerada toz de Pol. El beta de lentes, asumiendo que esa toz se trataba de alguna reacción alérgica, salió corriendo en dirección del alfa; dejándolo solo.
Pete suspiró. —Realmente lo siento.
Aunque expuso a Pol a un mínimo riesgo, no podía escapar del remordimiento. No era propio de él ir en contra de ellos, o incluso burlarlos. Sin embargo, requería de usar la computadora de Arm para salvaguardar la seguridad de sus abuelos.
Pete se sentó frente al computador, retiró de su bolsillo el codificador que logró quitarle a Arm y lo conectó. Las diversas viñetas que aparecieron lo mareó, jamás fue el experto en ciencias. Aquello era la labor del beta, siendo un absoluto ingenio. Mas lo que le caracterizaba a él era su avispada observación, esa que en incontables ocasiones lo llevó a contemplar el trabajo de su amigo de cerca. Que decir que aprendía con verlo no era una mentira, no cuando estaba distribuyendo los códigos de seguridad de los valiosos puertos, de cajas fuertes en los bancos de la primera familia y cierta información que acredita la autoría de Khun Korn sobre la desaparición de familiares de sus aliados.
Aquello pondría en jaque a Los Theerapanyakul, expondría la hipocresía con la que solidificó y quizás los volvería el objetivo de una posible y peligrosa unión por sus víctimas. Realmente no deseaba su caída o que se sometan a un cruel enfrentamiento, especialmente por Khun No y sus amigos. Que el omega internamente rezaba a Buda para que la furia de Khun Korn por desobedecerlo no alcance a sus abuelos, que sea solo su vida la que tome. Mas no había garantía de ser escuchado por Buda y tenía un deber con la única familia que le quedaba.
Esto se publicaría, siempre y cuando, sus abuelos se vuelvan el blanco: El mensaje se había grabado.
Pete masajeó su frente agobiado, cerró sus ojos y resopló con pesadez un par de veces. Jamás imaginó que estaría en esta encrucijada, que le negaría la salvación al hijo del hombre al que le juró una absoluta lealtad. Más allá de la frustración, enojo y de la indignación que sentía por el actuar del mayor, estúpidamente creía que no lo merecía, que el único villano era él. Porque resultaba sencillo salir de este lío, Khun Kinn no era un tirano del que debía huir. Sin embargo, podía jurarse incapaz de aceptarlo.
Él no podía pertenecerle, porque ni siquiera se pertenecía a sí mismo.
Estaba jodido, tremendamente.
"El amor es la muerte del deber", recordó la frase que Vegas le leyó en uno de sus tantos encuentros. No vislumbró su verdad hasta en ese momento, que lágrimas amargas recorrieron su mejilla.
Él ya no podía servir a la primera familia.
Pete secó sus lágrimas, debía acabar con las esperanzas del mayor. Él no se enlazaría con Khun Kinn, no seguiría siendo más su guardaespaldas. Tenía que renunciar a la vida que conocía, porque ya no era suya. Lo que llevaba a preguntarse cuándo dejó de serlo, cuándo Vegas empezó a adueñarse de él.
No se detuvo a responder, no cuando sus pasos lo llevaron hacia la habitación de Khun Kinn y el aroma a madera lo envolvía. A diferencia de meses atrás, el alfa se mostraba más saludable y altivo -como si hubiera recuperado el propósito de su vida, lo que le hacía sentir doblemente culpable. Tardó unos segundos en responder su cálido recibimiento con una sonrisa a medias, no estaba cómodo con él. Así que no se atrevió a sentarse a su costado, prefirió quedarse de pie y frente a él. Lo que llamó la atención del heredero de la primera familia.
— ¿Qué ocurre, Pete?
El omega tomó aire, esperando que sus palabras no lo hieran o rompan alguna ilusión -una que nunca buscó. —Usted me preguntó si un corazón inexperto puede sanar a uno roto, ¿lo recuerda?
—Perfectamente. —La sonrisa del alfa era una de esperanza, como si lo que escucharía a continuación fuese a ser que lo escogía -que sí aceptaría un enlace con él.
—Temo decirle que no puede. Porque este corazón inexperto no se pertenece. —El aroma a madera se intensificó, reflejando una peligrosa ola de enojo. A Pete no le intimidó, no con la claridad de sus sentimientos. —. No puede acoger el suyo, sanarlo y prometerle que lo amará. Porque ya tiene dueño y no renunciará a él.
— ¿Entiendes lo que tus palabras significan?
Pete asintió, se retiró la insignia de la primera familia que aún portaba en su saco. —Siempre le seré leal y agradecido a la primera familia, pero no puedo seguir traicionando mis sentimientos.
— ¿Entonces nos traicionas a nosotros? —Pete guardó silencio como respuesta, Kinn se levantó de golpe y tomó el mentón del guardaespaldas. El alfa se sentía completamente ofendido, lo estaban rechazando por primera vez. Sin embargo, también encontraba cierto placer ante la determinación y coraje del omega. Era ese amor decidido que anhelaba y del que no desistiría. —. ¿El dueño de tu corazón sabe lo que sacrificas por él?
—No.
— ¿Crees que lo merezca? —Pete bajó la mirada, la cercanía de Khun Kinn se le hacía insoportable. El aroma a madera le provocaba náuseas, era evidente que buscaba doblegarlo a través de sus feromonas. Mas no reaccionaría como esperaba, no cuando era el sándalo el que tenía poder sobre él.
—No se trata de merecer, sino que ya lo tiene con él, Khun Kinn.
—Y aún así, no puso su marca en ti.
—No le pedí que lo hiciera.
—Lo justificas, porque sabes que cuando un alfa desea y quiere a un omega para toda su vida anhela marcarlo para que así verdaderamente se pertenezcan. —Kinn llevó su nariz al cuello de Pete; queriendo sentir esa lavanda que apenas recordaba. El omega era receloso, su precioso aroma se lo guardaba para sí y solo en dos ocasiones pudo percibirlo y por su hermano Tankhun.
Pete llevó sus manos hacia el pecho del alfa, pretendiendo empujarlo para así alejarlo. Pero Kinn fue más rápido y las tomó con fuerza, una que por mucho que quisiera no superaría.
—Mírame, Pete. Mírame y entérate que soy yo quien realmente te desea y quiere para toda su vida.
Pete lo obedeció, pero no para saber si era anhelado o no por el alfa, sino para desafiarlo. Porque no le interesaba si Khun Kinn lo quería, él no le correspondería.
No era Vegas.
—Pero no es usted a quien yo deseo y quiero, Khun Kinn.
—Por ahora.
Pete sonrió de lado, cualquier sentimiento de culpa se esfumó al ver cómo la máscara del alfa se caía. Khun Kinn no era distinto a su padre, no era una víctima que arrastraba en su voluntad. Por lo contrario, lucía como el que tiraba de los hilos y armaba el espectáculo para su beneficio.
—Habla como si tuviera tiempo.
—Lo tengo, Pete. —Kinn tiró más de él, frustrado de tener que abandonar su papel de ingenuo y gentil. —. Recuerda que tú eres mi salvación.
— ¿Así que me forzará a seguir siéndolo?
—Quise que fuera por las buenas.
—Idiota. —Pete le lanzó un cabezazo al alfa, pudiendo librarse de su agarre.
Había sido ingenuo suponer que aceptarían su negativa, que en contraste reclamarían su vida y lo condenarían a muerte por traición; que Khun Kinn sería más honorable.
—Jamás le voy a pertenecer. —Pete sacó su arma y lo apuntó con el alfa. Kinn se reincorporó, teniendo una mano hacia su boca para limpiarse la sangre que salía de ella.
—Dispara, condena a tus abuelos a una tortuosa muerte y rompe el corazón de Tankhun. ¡Hazlo! ¡Dispara! —Pete sacó el seguro de su arma, decidido a disparar.
Sin embargo, sintió que apuntaban contra él.
—Baja el arma, Pete. —La voz de Big resonó, en lo que dos de sus compañeros lo sometían.
*
*
*
Kinn se está condenando solo, ¿no lo creen? Porque ni Pete lo librará 🤭
Pd: Calculo que dos capítulos más y terminamos este especial 👀🔥
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro