Capítulo 7
—Lástima que jamás me haya importado hacer lo correcto.
Pete retrocedió ante el avance de Khun Vegas, el porte y la determinación con la que el alfa dominante lo observaba eran embriagadoras. Podría jurar que regresaban a la noche anterior, su piel se erizaba y su omega interior se asomaba torpemente ilusionado. Su lado racional le gritaba regresarse a la mansión y no despegarse de Porsche o de Arm, evitar que lo envuelvan nuevamente en ese peligroso juego por el que su cuello terminó con marcas. Mas, era débil ante el aura del heredero de la segunda familia. Siempre le interesó saber más de él, conocer esa oscuridad que alardean y por la que muchos le temen, descubrir cuántas capas ocultas usa para sobrevivir y tal vez, sus razones. Que se sentía como una de las víctimas del Diablo Negro, atraído por esa luz que el monstruo marítimo usa para cazar a sus presas.
Su omega interior respondía a su llamado, su corazón no era ajeno.
—Voy a jugar sucio, Pete. —El alfa dominante sujetó del mentón al guardaespaldas, levantó su rostro y lo obligó a que lo mirase. El heredero de la segunda familia quería que esos ojos cafés solo tuviesen su reflejo, que brillasen únicamente por él. —. No dejaré que cumplas tu promesa con Porsche, seré yo quien te atrape.
Vegas era fiel a sus palabras, estaba jugando bastante sucio que el guardaespaldas no tenía oportunidad. Arrastró cada una de sus palabras tan cerca de los labios de Pete, que pudo rozarlos y sentir cómo su lobo lo desgarraba ante el deseo de probarlos. Estaba tentado a ceder, a quitarse la frustración de la interrupción de la noche anterior y hacerle saber a través de ese beso que no mentía. Mas disfrutaba de este juego, de ser el cazador y tensar a su presa. Pues la mezcla entre sorpresa y miedo en los ojos cafés del omega era espectacular, muy adictivo.
—You'll be mine, Pete. —Aquel era el lobo de Vegas hablando y usando su voz de dominio -ese cargado de abrumadoras feromonas, mientras que el mismo Vegas se inclinaba más a Pete. Con su nariz recorría por detrás de la oreja izquierda del guardaespaldas, ansiando encontrarse con la esencia pura a lavanda. Su dulzura lo había cautivado, su lobo podría calmar a sus demonios gracias a ella. —. I'm not asking you... Just warning you.
Pete tragó saliva, relamió sus labios y cerró los ojos. El sándalo nublaba sus sentidos, los leves gruñidos que siguieron a esa promesa del heredero de Khun Kan sometieron placenteramente a su omega interior. La otra mano libre del alfa se posó en su cintura, lo pegó a más al cuerpo del mayor quedando sus manos sobre aquel seductor pecho descubierto de Khun Vegas. Juraría que el toque de sus manos sobre la piel del alfa quemaba, su respiración se tornaba más lenta y dificultosa, sus piernas no obedecían a sus deseos de apartarse. Quizás porque no lo quería realmente, Pete no escuchaba los reproches de su lado racional.
— You got it? —Vegas centró su atención en los labios temblorosos de Pete, quería que aquellos formularan pasivamente una respuesta afirmativa.
—Khun Vegas, yo... —Pete retomó un poco de su cordura, una que pronto lo volvería abandonar. Tenía el rostro de Khun Vegas tan cerca, permitiéndole apreciar esos rasgos tan marcados. Era jodidamente atractivo, su filosa mirada imponía y debía bastarle para excusarse por su debilidad. Sin embargo, no podía. Existían tantos "peros" que ni el mismo alfa seguramente preveía. —. Escaparé antes de que usted lo consiga.
Vegas levantó su mirada, sonrió ante el endeble esfuerzo del guardaespaldas por desafiarlo. Su boca había soltado esas absurdas palabras, mas su mirada gritaba lo contrario.
— Don't stand a chance, Pete.
Pete le iba a contradecir, de no ser porque escuchó un ligero sollozo. Khun Vegas también, ambos se vieron y decidieron quedarse en silencio. El sollozo se elevó considerablemente, ambos se dirigieron hasta el estanque -que era de donde el llanto provenía. Se encontraron con Macao, el menor había secado sus últimas lágrimas por querer soltar su dolor tirando piedra tras piedra en el estanque. Su tristeza era el palpable, su tenue aroma a madera lo evidenciaba. Que el alfa dominante dio un paso hacia adelante, dispuesto a desaparecer al responsable de que su hermano sufra. Pero Pete lo detuvo, puso una mano sobre su pecho y le pidió ser el que fuera por el menor. Khun Vegas vaciló, la mirada del guardaespaldas no guardaba malicia, sino una verdadera preocupación -tanto como la suya; que terminó cediendo al creer que a Macao le convendría la compañía del omega a la de su enojo.
Pete se puso al lado del menor, cogió un par de piedras y empezó a tirarlas al estanque. Macao se giró a verla, recibiendo una cálida sonrisa del guardaespaldas. El corazón del joven alfa se estrujó, no estaba acostumbrado a esa sensación tan reconfortante que Pete le transmitía a través de esas bonitas sonrisas. Creía bastarle las de su hermano y guardaespaldas, mas aquello solo era un mentira. Quería poder ser querido por otros, que la propia mala fama que se empeñaba en mantener dejara de ser necesaria y pudiera recibir más sonrisas cálidas de los demás. Sin embargo, se preguntaba si sería merecedor de un mundo menos cruel -en uno en el que podría encajar sin tener que sufrir, en el que sus sonrisas no le faltara el brillo a causa del incesante dolor.
Los ojos de Macao volvieron amenazarlo con romperse, que tuvo que bajar su rostro hacia el tanque. Lanzó más piedras, enojado por su debilidad. Pete suspiró profundamente, se agachó por más piedras y continuó imitando al menor. El guardaespaldas se mantuvo en silencio hasta notar que el joven alfa se hallaba más tranquilo. El pecho del menor respiraba lentamente, sus manos ya no temblaban y la fuerza que usaba se redujo. Supo que era el momento de intervenir, de poder abrazar su dolor. —¿Entonces por qué lanzamos piedras, Khun Macao?
—Por mi... —Macao le iba a responder que por su constante facilidad de decepcionar a su padre, repitiendo los reclamos del mayor de Los Theerapanyakul en la segunda familia. Pero se abstuvo, no quería volver a decepcionar a su padre. No podía equivocarse y hacer caer el teatro de la familia feliz que le vende al resto, porque seguramente su padre jamás le perdonaría. Tal vez, incluso recibiría una bofetada por contárselo a un guardaespaldas de la primera familia. Solo que aquello su corazón no entendía, ansiaba que Pete escuchara lo que dolorosamente guardaba.
Sentía que podía confiar en él, Macao suspiró pesadamente ante esa encrucijada.
—No tiene que decirlo, solo déjeme acompañarlo. ¿Está bien?
Macao asintió, siguieron tirando piedras. Pete le alcanzaba par tras par, lo que ciertamente ayudaba al menor. No quería estar solo, no porque le temiera sino por el cansancio. Pasaba noches encerrado a su habitación, reprimiendo ese dolor por el desprecio de su padre y ahogándose en tantos pensamientos negativos. Que ahora su mente estaba en blanco, la compañía de Pete parecía ser el impedimento. Sobre todo, por las sonrisas de festejo que hacía cada que la caída de una de sus piedras superaba a la otra en distancia, "¿por qué P' Pete era tan gentil con él?". No recordaba haber hecho algo que mereciera su consideración, la primera vez que lo conoció se portó tan grosero como acostumbraba. "¿Entonces qué pudo ver en él? ¿No era acaso el estúpido niño del que su padre se avergonzaba por ser tan inútil?".
—Es realmente hábil lanzando, Khun Macao. —Pete sostuvo con otra sonrisa, el menor inseguro ladeó la cabeza.
—No lo creo... Soy un bueno para nada, él lo sabe. —Lo último lo susurró con la intención de no ser escuchado, fracasó. Pete frunció el ceño, no pudo entender a quién se refería. Dudaba que fuera por Khun Vegas, el alfa dominante no dudaba en hacerle saber al mundo que su hermano era su prioridad. No resultaba lógico imaginar que pensara tremenda barbaridad del menor. "¿Pero quién sí?".
No importaba en ese momento, solo Macao.
—Eso no es cierto, Khun Macao. Usted es el mejor alumno y maestro que he tenido. —El menor nuevamente se giró al guardaespaldas, sus ojitos aún enrojecidos lo miraron confundidos. A lo que Pete se apuró en explicar. —. Estoy orgulloso de enseñarle boxeo y a su vez, poder ser instruido en ese mundo de fantasías.
El menor sonrió, negando. Pete supo que iba por el camino correcto, Macao no merecía ser arrastrado a ese horrible abismo que conocía tan bien. Porque sabía que difícilmente saldría, algunas heridas son tan difíciles de sanar -especialmente, si esas se mantienen abiertas y en constante ataque.
—Puedo apostar incluso mi puesto en la primera familia a que sigue siendo el mejor en otros ámbitos que desconozco.
— ¿Por qué tomarías tal riesgo?
—Porque se trata de usted, Khun Macao. —La sonrisa que siguió caló en el corazón del menor. Esa seguridad y confianza hacia él solo las había recibido de su hermano. Que esto provocara que dude de esos repetitivos comentarios en contra de él, esos que su padre alentaba con determinación. —. Se lo dije a Khun Vegas, usted es extraordinario.
—Pero de ser así, ¿entonces por qué no puedo ser suficiente para él? —Pete se atrevió a tomar la mano del menor, apretarla con cariño. No indagaría sobre la persona que mortificaba al menor, le daría tiempo para ello. Su prioridad era borrar esa tristeza de esos ojitos, a su corazón y omega interior no le gustaba.
—Porque tal vez él no esté siendo justo. Estoy seguro que son sus prejuicios, sus frustraciones e incluso sus propios dolores lo que le impiden apreciarlo como usted realmente es. —La otra mano de Pete acarició el rostro del menor, su delicadeza hizo que la mirada del menor se cristalizara. Las palabras de Pete resonaban en su cabeza, Macao quería creerlas. —. Lo que es una verdadera pena, pues se está perdiendo a una increíble persona.
Macao se derrumbó, en el intento de no ser visto llorando se escondió en el pecho del guardaespaldas. Pete lo acunó con el mismo cariño, acarició su espalda y permitió que el menor sollozara bajo su cuidado. Entendía y valoraba la magia de los abrazos, el joven alfa necesitaba de ella y él agradecía poder ofrecérsela. Porque le hubiese gustado tenerla en esos días grises, Pete se permitió besar los cabellos del menor.
La escena desconcertó a Vegas, tenía nuevamente esa extraña sensación abatiéndole. Era inexplicable y diferente, podía jurar que se trataba de lo más cercano a la calidez de un hogar -ese que aparentemente solo podría encontrar en películas o cuentos. No podía entenderlo, lo contrario a su lobo. Él aullaba contento de no ser el único interesado en cuidar en su hermano, de tal vez haber encontrado a alguien capaz de cruzar las máscaras de Macao y quererlo. Lo que le llenaba de ilusión, una que no conocía y ciertamente le aterraba.
Pete inconscientemente desataba más lados de él, lo peor era que a todos ellos parecían gustarle y escogerlo. Vegas temía, no lo negaría. Pero lo hacía ante la posibilidad de que el guardaespaldas cumpliera con su promesa y se escapara lejos de ellos. "¿Podría simplemente olvidarse de este reciente interés por él, de querer conocerlo más? No y no, Pete iba representando más que una simple elección de su lobo".
—Uh, Pete, apestas a mi hermano. —Susurró Macao en son de broma, el guardaespaldas atinó a ladear con la cabeza mientras se encargaba de limpiar el rastro de las lágrimas del menor de la segunda familia. —. ¿Acaso te está molestando?
—En lo absoluto, Macao, solo lo estoy cuidado. —Vegas interrumpió, ambos se voltearon a verlo. Traía una sonrisa conciliadora, el menor entrecerró los ojos desconfiado. —. No queremos que nos lo roben, ¿verdad?
Macao negó, se mantenía dudoso. Su hermano tenía una promesa con él, sabía que no le rompería. Mas estas palabras y su comportamiento le hacían dudar, necesitaba conversar con él -saber si podría ayudarlo para ser ellos los que se lo roben a Khun No.
—Para nada, Pete debe de ser de la segunda familia. —El menor respondió para tentar a su hermano, satisfecho por la respuesta que sonrió.
—Entonces ayúdame, que tiene planeado huir de nosotros. —Vegas acusó, el guardaespaldas lo miró mal. No pensaba huir del menor, solo del alfa dominante. Su lado racional le indicaba que era lo correcto, mas su corazón lo traicionaba. Macao se volteó a verlo con esos ojitos de cachorro y se recriminó internamente, el alfa dominante le estaba jugando sucio -tal como se lo advirtió.
— ¿Lo que dice mi hermano es verdad, Pete?
—No, Khun Macao. ¿Cómo podría? —Pete preguntó al aire, Macao no lo escuchó tan convencido. Que le sonrió nervioso, "¿debería asustarse por la firmeza y complicidad de los dos alfas herederos de la segunda familia? ¿Repensar en lo dicho por su amigo Porsche?".
—Cierto, no tienes oportunidad. —Vegas se lo repitió para tomar su brazo y Macao del otro, arrastrándolo así de regreso a la mansión. Sus interrogantes fueron contestadas, Pete miró a Porsche y pudo jurar una sonrisa en su rostro cuando lo divisó llegar al comedor siendo sujetado por ambos alfas.
Mientras que, en la mansión de la primera familia, Tankhun se dignaba a despertar. Sus gritos asustaron a Pol, el guardaespaldas corrió piso tras piso para encontrarse con su jefe aún en la cama y sollozando. Se apuró en revisar la habitación, en asegurar que no estuviera en peligro. Lo que le impidió entender los sollozos del primogénito de Khun Korn, no dejaba de quejarse. Que estaba por llamar a cualquiera de sus compañeros, pero se convencía en pedirle ayuda de Pete -esto al ser su nombre lo que se lograba escuchar con claridad. Pero antes de que lo hiciera, Tankhun le lanzó una almohada a su guardaespaldas.
El único omega dominante de la primera familia había tenido horribles pesadillas, por culpa de Pol. Su guardaespaldas le había informado por gracia de Arm que su persona estaba de misión con el loco de su primo Vegas. A solas. Aquello desató los peores escenario en su imaginación, consciente del desagrado que el primogénito de su tío Kan le tenía. Mas lo que terminó por doblegarlo de miedo fue la posibilidad de que Vegas se interesara en Pete y quisiera llevárselo. Lo que no era una locura, el jefe de sus demás guardaespaldas era bastante atractiva. Sus sonrisas pueden ofrecer la misma magia y calidez que se obtiene al contemplar el alba por primera vez, que no culparía al bastardo de su primo por querer tenerlo a su lado -sabiendo de la oscuridad en la que se vive.
Lo último lo hizo llorar más, Tankhun quería de regreso a sus guardaespaldas, a su persona, a su Pete. —Dile al tonto de Kinn que si mi Pete es amenazado por la segunda familia, yo mismo le voy a cortar las bolas.
Pol resopló, también deseaba que sus compañeros volvieran cuánto antes. Khun No lo iba arrastrar al despido o a la locura, ninguna de esas opciones le gustaba.
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~•~
Me agrada el hecho de que el lado vulnerable de Vegas también esté viendo a Pete, que su magia lo alcance y no solo se trate de ese lado del deseo y/o la atracción. Considero que estamos en buen camino, Pete poco a poco se abre paso en la vida de Vegas y esto por el mismo Macao. Nuestro Macaquito será la razón de ser ambos, veremos muchos momentos de los tres y también de ellos dos solos. Por ejemplo, lo que se viene será la adrenalina y confianza de cubrirse nuevamente la espalda.💕👀
Este capítulo y el siguiente es para mi adorada CrisKou 🫶🏼!
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