Capítulo 5
Vegas no se había equivocado, bastó que se acercaran a la mesa de apuestas y que Pete se sujetara de su brazo para que el guardaespaldas llamara la atención. Se sabía del desafío innato que un dominante provocaba en los alfas de bajo rango y betas masculinos, que las batallas que más se libraran era el intento de arrebatarle la pareja a un dominante y el que Pete fuese un omega dominante alentaba doblemente el dichoso duelo. Los repudiables ojos de Wang no tardaron en fijarse en el omega, sus sonrisas se tornaron lascivas a medida que Pete liberaba su dulce aroma a lavanda y el tono de su voz resonaba tan hipnotizante como el canto de una sirena.
Wang había caído en la trampa, buscaba que Pete se girara a verlo apostando una enorme suma de dinero. A lo que Vegas tuvo que responder, duplicó el monto y ambos esperaron que el tiro de suerte cayera en sus respectivos números. El alfa dominante estaba consciente de que perdería, analizó la ruleta y su número no iba a ser el vencedor de esta noche. Mas había que darle una razón a Pete para que lo abandonara, para que se interesara en Wang -supuestamente. Vegas reprimió una risa cuando Pete actuó berrinchudo ante su derrota, realmente sorprendido por la facilidad del guardaespaldas de adaptarse a esas máscaras.
"Pete, querido Pete, eres demasiado bueno para la primera familia", Vegas se repitió en el preciso momento que el guardaespaldas consiguió llevarse a Wang hasta el otro salón.
El alfa dominante los siguió, escogió el segundo nivel para observar detenidamente a Pete. Su mejilla aún ardía, no imaginó que el omega se atreviera a golpearlo para agradar a Wang. Se lo cobraría, claramente. Su lobo aulló con emoción, mientras que el guardaespaldas terminaba arrastrar a Wang a la pista de baile. Tomó dos copas de champán de los meseros, le tendió uno a Wang y lo retó a beberlo de un tirón. Wang lucía encantado, obedecía a cada una de las peticiones de Pete con el propósito de tenerlo más cerca. El aroma a lavanda lo relajaba, la manera en cómo bailaba y lo hacía partícipe más las luces de colores que vibraban una a una le hicieron ceder.
Pete se había vuelto una verdadera tentación. Desplegaba e imponía su aroma sobre los otros, llevaba las manos de Wang hacia su cadera, reducía el espacio entre ambos y aprovechaba en ofrecerle copa a copa. Que su curiosidad fue confundida con el atractivo de vivir al límite, el ego de Wang llegaba a los cielos y su boca no dejaba de presumir lo peligroso que aparentemente era. Wang estaba convencido de que el omega era de esos que querían a los chicos malos, ansiosos de conocer el bajo mundo.
—Oh, ¿usted es muy poderoso? —Pete puso sus manos sobre los hombros de Wang. A pesar de su desagrado por el alfa de bajo rango, estaba acostumbrado a fingir. No era la primera misión, Khun Kinn solía preferirlo para el embuste. Y no se equivocaba, podía tomar la máscara de un tonto omega atraído en perderse en la oscuridad o en uno que luciera intimidante, dependiendo del objetivo.
Wang no era uno que valiese tanto esfuerzo, solo que Pete se callaría ese comentario. Había disfrutado darle esa abofeteada al primogénito de Khun Kan, la verdadera oscuridad la encontró esos filosos ojos.
—Soy más que poderoso, yo soy el nexo entre la mafia italiana y la tailandesa, cariño. Mañana haré entrega de dos bóvedas repletas de armas en el Puerto de Khlong Toei. —Wang soltó petulante, los ojos de Pete se convirtieron en los de un ciervo atraído por su supuesto cazador. —. Si no le temes a caminar tan tarde, quizás puedas acompañarme.
—Dependiendo de qué tan tarde sea, señor Wang. —Pete acercó su rostro al del alfa de bajo rango, tuvo que tolerar la nauseabunda combinación entre su aroma y el licor. —. Tal vez, deba quedarme con usted.
—Deberás, créeme. No es seguro rondar el puerto a las dos de la madrugada.
— ¿A esa hora estará usted, señor Wang?
—Solo yo y un par de hombres, sabremos protegerte.
Pete sonrió complacido, su misión había acabado. —Entonces iré a visitarlo.
El omega dominante no mintió en lo último, se dispuso a continuar bailando con Wang, a asegurarse de que el licor no le faltara. El alfa de bajo rango apenas se sostenía, las luces empezaban a marearlo y su visión a tornarse borrosa. No escuchaba las palabras de Pete, apenas distinguía su aroma a lavanda. Pete lo sabía, sobornó a uno de los meseros antes de ingresar al juego. Se aseguró que el champán se tornara más y más agresivo; que apenas se disculpó para ir al baño, impregnó con su aroma a lavando a un omega recesivo. Esto para retener su aroma y alejarse entre la gente, acercándose a la barra.
Tanto Pete y Vegas contemplaron la escena que Wang armó al querer llevarse a ese pobre omega recesivo con el que lo confundió, también cómo fue expulsado por los guardias del casino. Los dos tenían una enorme sonrisa, el alfa dominante estaba más que encantado con la labor del guardaespaldas de la primera familia. Fue jodidamente perfecta, había arrastrado a su lobo de nuevo a ese batalla interna entre la satisfacción y el enojo de tener a Pete pavonearse con el bastardo de Wang.
Vegas dio la última calada a su cigarrillo, divisó a Pete regresar a la pista de baile. El omega se abría paso lentamente, disfrutando de la música. Sus movimientos eran suaves, pero al ritmo sensual de la canción. La camisa a cuadros finalmente sucumbía, mostraba la lechosa piel de su cuello. El alfa dominante botó el humo de su boca, sonrió de lado y aplastó su cigarrillo. Su lobo volvía aullar y su corazón latía con rapidez, había tomado la decisión de ser el cazador de Pete.
Pues esta noche era de él, Pete Phongsakorn era suyo.
Pete se había permitido bajar la guardia en esa canción, en cerrar los ojos y únicamente sentir la música. Su mente necesitaba librarse del asqueroso recuerdo de Wang, que no se percató del demonio que lo acechaba. Ese que se acercaba más y más, ese que tenía la mirada clavada ferozmente. El alfa dominante irradiaba el peligro, liberó su aroma a sándalo cargado de esa territorialidad que alcanzó su punto máximo cuando llegó hasta el guardaespaldas.
Vegas estaba detrás de Pete, su mano tocó el hombro derecho del omega y se deslizó poco a poco -con una suavidad que desconcertó a su víctima. Pete dejó de bailar, reconoció al heredero de la segunda familia por ese aroma a sándalo que se estaba acostumbrando a reclamarlo. Pero aguardó a girarse hasta que sus dedos se rozaron con los de Vegas, fue ahí que Pete se encontró con su cazador. Sus ojos estaban dilatados, la oscuridad que emanaba no asustaba al menor. Solo lo atraía peligrosamente, se sometió a su silencioso control. Pete se volteó nuevamente y permitió que Vegas lo abrazara -que lo impregnara de su aroma.
—Has sido un buen chico, Pete. Demasiado, diría yo. —La voz de Vegas resonó ronca en el oído del omega, que se le erizó la piel. Pete contuvo el aliento, las manos de Vegas subían a los botones de su camisa y empezó a desabotonarlos. —. Que deberé castigarte por excederte.
Pese a que ese lado racional de Pete le gritaba apartarse del alfa dominante, ni su omega interior o corazón querían. Ahora era él que había caído en las telarañas del alfa, su poder y presencia era cautivante -su oscuridad lo era.
—Antes me encargaré de borrar el rastro de ese pobre diablo. —Vegas simplemente avisó.
El rostro del alfa dominante se arrastró hasta el cuello descubierto de Pete, pudo embriagarse de ese dulce aroma a lavanda estando tan cerca de su glándula omega. Su lobo estaba fascinado y él también, jamás se detuvo a disfrutar esto de sus amantes. Solo los usaba para saciar su apetito o desfogar alguna frustración, no se tomaba el tiempo de descubrir sus aromas y lo adictivo que podían ser. Menos que su lobo estuviera en la misma gloria con solo perderse en la esencia pura de la lavanda, su corazón seguía latiendo rápido y un intenso calor empezaba a quemar sus entrañas. Los ojos de Vegas se oscurecieron, la razón se fue perdiendo. Que Pete se tensó, ahogó un jadeó al sentir la lengua de Vegas recorrer su cuello y las manos del alfa enterrarse en su abdomen.
Pete entendía que no era correcto, que estaban excediendo y que probablemente se arrepentirían de este jodido momento. Pero no reaccionaba, estaba igual de embriagado por el sándalo y por el hechizo de esta noche. El calor hacía arder sus mejillas, sus labios entreabiertos se secaban y su respiración se volvía lenta. El alfa había escogido como punto favorito el límite de su glándula omega para lamer en círculos y finalmente atreverse a morder -una y otra vez. Que el guardaespaldas había abandona el tino, nunca le permitió llegar a este punto a sus otros encuentros.
Vegas tampoco; ni en su celo, su lobo se había tentado a probar tan de cerca a un omega.
—Ahora sí eres el Pete que prefiero. —Vegas lo dijo porque el omega desbordaba su aroma a sándalo, haciendo que la misma lavanda se mezcle y sucumbe a su dominio.
Pete se apartó de él, se giró a verlo y deslumbró a un verdadero cazador. La intensidad con la que era observado podía entorpecer a cualquiera, engañar y él no podía ser la excepción. No lo quería, se sentía demasiado bien ser lo único que se refleje en esos filosos ojos.
— ¿Entonces ya he conseguido librarme de su castigo, Khun Vegas?
—En lo absoluto. —Vegas llevó su mano hacia los cabellos de Pete, en el intento de acercar sus rostros. Era consciente de lo que hacía, se había sincerado con su lobo y en ese momento, quería más de Pete -a sabiendas de que tal vez no habría marcha atrás. —. Sigues mereciendo tu castigo.
Vegas iba a cruzar su propio límite, atreverse a probar los labios de Pete. De no ser por su jodido celular, el alfa maldijo por lo bajo y el guardaespaldas tuvo la oportunidad de recobrar la sensatez.
Pete necesitaba de un cigarro, sentía que apenas despertaba del poderoso hechizo del alfa. "¿Debería estar agradecido de aquella interrupción?", definitivamente. Porque si aquel demonio terminaba por descubrir sus propios deseos, lo arrastraría a sus cadenas.
—Debemos volver, al parecer Khun No se ha enterado que te pedí para esta misión y ha amenazado en venir por ti si no regresamos en la próxima hora. —La voz de Vegas evidenciaba su enojo, el alfa no quería volver. Menos obedecer al loco de su primo, pero no había opción. Pete le pertenecía, por el momento.
Pete asintió, su ceño se frunció ligeramente. No imaginaba que Khun No estuviera al tanto de ellos; especialmente, de él. Pero debió hacerlo, su jefe siempre fue receloso.
— ¿Pete? —El alfa llamó antes de salir de la pista de baile, del casino -del hechizo de esta noche.
—Sí, Khun Vegas.
—Esto no ha acabado. —Advirtió, Pete no supo cómo tomar aquellas palabras. "¿Cuál era la verdadera razón por querer lastimarlo? ¿Realmente se excedió? ¿Pudo haberle fastidiado al alfa su coqueteo con Wang?". Era imposible, Khun Vegas solo estaba jugando.
Antes de ingresar a su habitación, Pete se adentró al baño del pasillo. Se fijó que las mordidas del alfa dominante no habían sido solo en el límite de su glándula omega, sino también cerca a su clavícula. Tenía manchas rojas alrededor, se abotonó la camisa hasta el final. Mojó su rostro con el agua fría y se tensó al imaginar lo que Porsche creería. Tal vez, su amigo no protesté pero incluso su silencio resulta peor.
Pete tomó aire, aún necesitado de un cigarrillo. Empujó la puerta de su habitación y halló a Porsche mensajeando en su celular. Apenas lo divisó, su amigó apagó la pantalla y tiró su celular en un rincón de la cama. Arrugó la nariz y movió su mano de arriba hacia abajo, el jefe de los guardaespaldas de Khun No sabía la razón del comportamiento del recesivo. El aroma de Khun Vegas estaba sobre él, su dominio era el doble de intenso y amenazante. No serviría ducharse, tampoco quería. Su omega interior estaba tranquilo y así lo prefería antes de que invada su mente, por lo que Pete se lanzó en su propia cama.
Su agotada mirada buscó a su amigo, Porsche se acercó a él y tomó asiento a su lado. —No diré nada, solo quiero que tengas cuidado.
— ¿De quién?
Porsche golpeó su mentón con los dedos, pensando.
—De Tankhun y de Vegas, ambos están locos. —Pete rio agradecido, Porsche agarró la mano del dominante y la apretó. Como se lo prometió, no opinaría. Ya le advirtió a su amigo de lo que percibió, esperaba que fuera suficiente. Igual confiaría en él y estaría pendiente. —. Así me lo aseguró Kinn.
—Pero si Khun Kinn también lo está.
—Uy, entonces deberemos huir pronto de ellos. ¿Qué te parece refugiarnos en tu isla? Pondría un bar, yo me encargaría de las bebidas y tú, de la comida. ¿Qué dices?
—Que acepto solo si me dejas preparar arroz con curry extremadamente picante.
—Hecho.
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He decidido dejar el cannon de que Vegas solo besar a quien le gusta. Así que, henos aquí la tensión de ambos. Siempre han estado ahí destinado para el otro, solo nuestro Vegas necesitaba el empujón para darse cuenta que tenía a su mundo a su lado. 👀♥️
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