Capítulo 3
Vegas se detuvo a unos pocos metros de la entrada del restaurante, llevó sus manos a la cintura y resopló ante la mínima pero respetuosa distancia con la que el guardaespaldas de la primera familia los seguía. Le resultaba tonto que el omega dominante mantuviera ese formalismo, no se hallaban en alguna mansión de Los Theerapanyakul o frente a sus respectivos líderes. Los tres se dirigían a compartir la misma mesa y comida, le estaba permitiendo que su cercanía con Macao subiera el nivel. Mas era de esperarse que no bastaría, que Pete continuaría ciegamente las reglas y lecciones con la que fue adiestrado. Porque aquello era su mejor cualidad, las destructivas lealtad y obediencia.
El alfa no podía aplaudírselas, ciertamente le enfurecía. No quería la máscara de perro fiel a la primera familia se sentara con ellos, sino a ese omega que podía ir en contra de los deseos de su primo Tankhun. Sospechaba que iba a necesitar de un impulso o recordatorio, Vegas se lo daría. Caminó hasta él, puso su mano en el hombro de Pete y lo apretó. El guardaespaldas le dedicó una media sonrisa; y a pesar de que su aroma a lavanda era tenue, logró distinguir una pizca de nervios. Un punto a su favor, intimidarlo sería suficiente para derribar el primer muro. Sus miradas se encontraron, su lobo se presentó y sus ojos se tornaron peligrosos para el guardaespaldas. Desprendían fuego, el deseo de su lobo por ir más allá de esas máscaras.
Pete apenas pudo resistir, jamás se había encontrado con una intensidad tan abrumado y a la vez, atractiva. Tuvo que gritarse internamente que estaba frente al primogénito de la segunda familia -al supuesto enemigo de su jefe. No podía olvidarse su lugar, el omega dominante se giró hacia Macao. Lo divisó hablando con la anfitriona del restaurante, quiso ir con él y encargarse de pedir las mesas. Pero el agarre de Vegas se deslizó hasta su brazo, aumentando su fuerza.
No lo dejaría ir, Pete tomó aire y levantó su rostro. Cualquiera podría perderse en el atractivo del alfa, ceder a esa intensidad que cargaba en esos filosos ojos. Sus piernas temblaron, la nula cercanía con el alfa lo estaba desestabilizando al igual que su silencio.
—Khun Macao podría necesitarme. —Pete susurró en el débil intento de apartarse del alfa dominante.
—Lo dudo. Este es su restaurante favorito, disfruta ser el que nos atiende.
Pete arrugó los labios y asintió, su intento terminó en un rotundo fracaso. Haría otro. — ¿Entonces autorizaría que realice una llamada? Debo recordarle a Khun No que su drama empieza en quince minutos.
Vegas se rio, los esfuerzos del guardaespaldas solo evidenciaban su nerviosismo. Lo que usualmente podría fastidiarlo ahora le divertía.
—Pete, estás con nosotros. —Vegas señaló a su hermano y a él mismo con su mano libre. Mientras se pegaba más al omega, quería sentir su aroma a lavanda. Ese que por la mañana lo llevó a una preciosa pradera. —. No con el loco de mi primo. Así que, sé un buen chico y concéntrate únicamente en estos dos alfas que tienes de compañía.
Pete asintió, sus feromonas lo traicionaban y se libraban de su control.
—Porque solemos ser muy celosos con lo que es y pronto será nuestro. —Vegas arrastró cada una de sus palabras, susurrándole en el oído a Pete. El aroma a lavada era tan dulce y refrescante como lo recordaba.
Pete detuvo su respiración, sus labios se entreabrieron y su ceño se frunció ligeramente. "¿Acaso acaba de insinuar que sería de ellos?". Esa intensidad en la mirada del alfa le respondió. El cuerpo del guardaespaldas se tensó, no quiso creerlo. Solo estaba jugando con él, Khun Vegas se caracterizaba de hacerlo con cualquiera. Que la llegada de Macao fue su salvación.
— ¡Ya tenemos mesa! —Macao avisó con emoción, se adueñaba del otro brazo del omega. Esto para empezar a jalarlo junto a su hermano hacia adentro del restaurante, Pete no tenía oportunidad de escapar. —. Preparan una exquisita porción de tempura, estoy seguro de que te va a encantar, Pete.
El omega sonrió en respuesta, habían ganado la atención de varios comensales. Los responsables eran los hijos de Khun Kan, solo su presencia resultaba llamativa.
—Empezaremos por dos porciones de tempura. ¿Les parece? —Macao preguntó con esos ojitos de cachorro, ni Vegas o Pete podrían negarse. Ambos asintieron, confirmando la primera orden para el alfa rubio que iba a recepcionar cada uno de sus pedidos.
El alfa rubio no se movió de la mesa, a pesar de haber anotado las dos porciones de tempura. Sus ojos cafés estaban clavados en Pete. Parecía embobado por el omega, a Vegas le disgustó en lo absoluto.
—Ya puedes retirarte. —Vegas usó su voz de rango, el alfa rubio asintió apenado y no tardó en correr. Esta vez, el primogénito de Khun Kan fue gentil con sus palabras y acciones. No estaba seguro si se repetiría, el interés de ese mesero por Pete le ofendía.
Su aroma a sándalo se desplazó sobre su hermano y el guardaespaldas, reclamando específicamente al último.
— ¿Entonces sí crees que el Capitán América pueda alzar el Mjölnir? —Macao bebió de su vaso con té helado, atento a la respuesta que Pete le diera. Vegas imitó a su hermano, recordando las incontables preguntas que el guardaespaldas hizo la noche anterior. Aún dudaba de que pudiera concentrarse en las películas y a la vez, revisar los cómics del menor.
—Bueno, depende de cuán digno Steve Rogers se considere, Khun Macao. —Pete vaciló, el encantamiento que Odín puso sobre el martillo era bastante ambiguo al igual que la misma esencia del Capitán América. A pesar de que se resaltaba su heroísmo y que por el mismo, se le podría considerar perfecto; su portador distaba de serlo. —. Si realmente cree que lo es, entonces el Capitán América sería otro héroe capaz de poseer el poder de Thor.
—No entiendo. —Vegas dejó su vaso a un lado, juntó sus manos y se apoyó en ellas. Pete lo miró curioso. —. ¿Acaso Steve Rogers y el Capitán América no son la misma persona?
Pete se apuró en negar. —El Capitán América es un manto, uno que fácilmente puede representar la idea de perfección y por el que Steve Rogers ha batallado para no ser aplastado.
—Sigo sin entender.
—Yo también. —Macao siguió a su hermano.
—Steve Rogers es el soldado testarudo con voluntad de servir a su país, con aciertos y desaciertos. Mientras que, el Capitán América es el héroe nacional que ha salvado miles de vida en la guerra. —Pete les mostró la diferencia jugando con su vaso y el de Vegas. Al suyo lo había usado para referirse al solado y al de Vegas, al héroe. —. A uno se le permite errar, a otro no. Porque este último es la perfección, una utopía que se usó para envalentar a otros miles. No puede ni debe equivocarse. Mientras que a él como portador no libran de su humanidad, dejándole tomar buenas y malas decisiones, vivir con sus consecuencias e incluso con sus debilidades y defectos.
Vegas había comprendido al omega, sus ojos volvieron a posarse en él. Esa explicación le demostró la facilidad del guardaespaldas para distinguir entre las máscaras que uno usa, seguramente aquello fue de las razones por las que se acercó a su hermano. Pudo ver más allá de su soberbia y engreimiento, pudo reconocer a ese triste hijo que ansiaba amor y dedicación.
La fascinación de su lobo por el omega se desbordó.
— ¿A cuál escogerías? —Vegas fue el que preguntó, su corazón latía con rapidez antes la mirada del omega. —. ¿Al soldado? ¿O al héroe?
—Soldado. —Pete no tardó ni dudó en responder. —. Porque el mundo no es meramente blanco o negro, también tiene tonos grisáceos, Khun Vegas.
El alfa dominante sonrió. —Claro que los tiene.
El mesero de cabellera rubia llegó con sus porciones de tempura, lo sorprendente fue que dejó tres en su mesa. Indicó que la porción extra corría como cortesía de la casa por su preferencia, una mentira bastante absurda que el primogénito de Khun Kan reconoció. Los ojos del alfa de bajo rango volvían a clavarse en el guardaespaldas de la primera familia, ansiando llamar su atención. Lo que no consiguió, sus feromonas eran opacadas por las de Vegas. Incluso el alfa podría pasar como un beta, uno que Pete ignoraba. El omega cogió sus palillos al igual que su hermano Macao y ambos se concentraron en ser los primeros en disfrutar del sabor de los bocadillos.
Vegas sonrió de lado, Pete cerró los ojos con el primer mordisco al camarón frito y remojado en una de las salsas dulces que sostuvo con sus palillos. Los gestos y la lentitud con la que el omega terminaba de comer bastó para que el primogénito de Khun Kan se sintiera conforme, aprovechó el pobre embobamiento del mesero para quitarle con brusquedad la carta y así pedirle la especialidad de la casa que se basaba en una variedad de platillos de carne y mariscos, adicional de un plato de Yakisoba.
— ¿Macao tenía razón, Pete? ¿Te están encantando las porciones de tempura? —Vegas preguntó tras morder uno de los camarones fritos del plato, mientras que Pete asintió. Se limpió la boca con la servilleta y sonrió. —. Entonces es seguro que te gustará lo que viene.
—Hia, no se equivoca. —A Macao le brilla esos ojos de cachorro, su apetito se había recuperado por la compañía de ambos. —. Quedarás fascinado.
—Con la comida y con nosotros también. —Vegas le guiñó, las mejillas de Pete se tornaron rojas. El alfa dominante rio bajo, volviendo a tomar otro camarón frito.
Pete miró a los dos hijos de Khun Kan, ambos estaban completamente relajados y apostaba que sin máscaras. Porque sonreían con mayor facilidad, se hacían bromas e incluso se acusaban el uno al otro. Lucían esa verdadera complicidad de hermanos -que él incluso había soñado con tener, lo que le impedía creer con totalidad sobre los sombríos o perversos que eran. No dudaba de las advertencias de Khun No, el mundo que los rodeaba era cruel y todo aquel que estaba siendo arrastrado debía responder si pretendía sobrevivir. Solo que no los consideraba tan distintos a los de la primera familia, el omega suspiró. Su corazón se llenó de una agradable calidez, mejorando su humor y más por la comida recién servida.
Los ojos de Pete se iluminaron ante el plato de Yakisoba, Vegas se lo extendió. El guardaespaldas lo tomó, no sin antes agradecer. La sonrisa que tenía en el rostro era de oreja a oreja, sus hoyuelos se marcaron y enternecieron por una ráfaga de segundo al heredero de la segunda familia. La indirecta insistencia del mesero fue de las razones para que esa cómoda y nueva sensación no dudara, el alfa de nombre Eiyn lo había hartado y ese intento de darle su número en un papel a Pete cuando le ofreció más servilletas desató la furia de su lobo. Su aroma a sándalo se tornó picoso y asfixiante para el alfa de bajo rango, su mirada se oscureció y sus manos formaron duros puños. Iba a seguir sus instintos, lo que su lobo colérico le demandaba hacerle al pobre tonto por no solo fijarse en el omega, sino por intentar ir más allá de querer su atención.
Esto de no ser por el propio Pete.
— ¿Quieres probar, Vegas? —Pete no se dirigió al alfa dominante con su habitual honorifico, entendía que de hacerlo terminaría alentando al mesero en su imprudencia. Convenía que creyera que eran amigos o incluso pareja, tras recordar las palabras que el primogénito de Khun Kan le dijo antes de ingresar al restaurante: "Porque solemos ser muy celosos con lo que es y pronto será nuestro".
El guardaespaldas no deseaba que este almuerzo acabara en una pelea, debía parar con la absurda intimidación al mesero. Así que, a su propuesta le acompañó con un puñado de fideos y de carne que había envuelto en otro de sus palillos. La mirada de Vegas se suavizó, Macao volvió a respirar cuando su hermano aceptó el bocado que Pete le ofrecía.
— ¿Qué tal está? —Pete preparaba otro puñado de fideos y carne, el aroma a sándalo dejó su hostilidad.
—Es bueno. —Los puños de Vegas se relajaron, sus ojos se contagiaron de la serenidad de Pete y Macao pudo retomar su ataque a los otros platos. El mesero Eiyn pudo retirarse con la cabeza agachada. —. Anda, dame otro.
Pete ladeó y sonrió, obedeciendo. Su plato de Yakisoba fue amenazado severamente por al alfa, Macao se burló de su hermano. Vegas alzó los hombros despreocupado, le gustaba la sensación tan cálida de esos simples gestos, de cómo Pete procuraba coger las mejores carnes y verduras en cada bocado que le ofrecía. Su corazón se ilusionó, sus sonrisas fueron igual de dulces y sinceras.
Los tres apenas consiguieron terminar los platos, Macao palmeó su estómago y juró que entrenaría por la mañana. Mientras que Pete reía inocentemente, su mirada continuaba tan brillosa e hipnotizante. Era lindo y ese pobre alfa de 'bajo rango se portó bastante ambicioso al querer coquetearle al guardaespaldas. No estaban al mismo nivel, se lo hizo saber por última vez cuando Vegas puso sus manos en la cintura del omega.
—Pete. —Vegas llamó al omega, su hermano fue el primero en bajarse de la camioneta. No sin antes hacerle prometer que estaría en su próxima lección de boxeo con Pete. —. Esta noche, saldremos de encubierto a uno de los casinos del centro.
—Entendido, Khun Vegas.
— ¿Vuelvo a ser Khun Vegas? —El alfa arqueó una ceja, las mejillas de Pete empezaban a arder.
El omega abrió y cerró la boca, no tenía justificación válida para la falta de respeto que hizo en contra del primogénito de Khun Kan. —Me disculpo por lo ocurrido en el restaurante, no se...
—Está bien, Pete. —Vegas removió los cabellos del omega dominante, inconsciente de que su aroma se impregnaba doblemente en el guardaespaldas. —. Mi nombre suena mejor cuando tú lo dices.
Vegas intentó acercarse al rostro de Pete, a querer que sus dedos disfrutaran de la suavidad de las mejillas del guardaespaldas. E iba a obedecer a esos deseos, de no ser por la interrupción de Porsche. El omega recesivo abrió la puerta del copiloto de la camioneta, frunció el ceño y Pete se disculpó con el primogénito de Khun Kan al ser informado que Arm lo buscaba -supuestamente, por orden de Tankhun.
Vegas observó a Pete alejarse, su lobo aulló ansioso por detenerlo. Avanzó un paso hacia adelante, en dirección del omega dominante. Porsche se cruzó en su camino, fastidiándole. Le iba a costar darle esa amabilidad con la que pretendía ganarse su confianza.
—Impregnaste a Pete con tu aroma, Vegas. —Porsche acusó con seriedad, tenía sus sospechas y no le entusiasmaba la posibilidad de que estuviera interesado en su amigo. —. Un reclamo evidente para otros alfas.
—Tuve que hacerlo. —Vegas no mentía, su sonrisa era de un lado y claramente falsa -las mismas que usaba para Porsche y el resto de la primera familia.
—Entiendo, seguro que Tankhun te lo agradecerá.
—Lo dudo, no soy de las personas favoritas de mi primo.
—Pero Pete sí. —Porsche endureció su mirada, Vegas mantenía su interés en seguirle el rastro a su amigo. —. Es su persona, haría la excepción contigo.
—Ya veo. —Vegas suspiró, le prestó la atención necesaria a las palabras y recelo de Porsche. Quería únicamente centrarse en esta noche, sería prometedora. —. La primera familia me ha confiado dos de sus joyas más preciadas, prometo cuidarlas.
—Nos basta con acabar con los atacantes de Kinn, Vegas.
—Así será, mañana empezaremos con su cacería. Pueden disponer de lo que reste de la tarde y noche, si quieren volver con Kinn también. —Vegas palmeó el hombro de Porsche como despedida. —. Salvo Pete, lo necesitaré.
—Vegas...
El alfa dominante lo ignoró, se adentró a la mansión con un excelente humor; dejando a Porsche inquieto. Su celular vaciló en llamar a Kinn, "¿debería confiar en Pete y Vegas?".
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Me tomó un poquito más de lo que pensé, pero aquí está. Poco a poco, estamos marcando el interés de Vegas por Pete. Y eso que aún no conoce ese lado oscuro de nuestro niño, va a caer redondito. ♥️
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