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Capítulo 20

Vegas alzó su dedo como advertencia para el joven beta que cuidaba de la villa, impidiéndole que se llevara su ramo de rosas. No confiaba en el que trato que le daría, consciente de que era ajeno a lo valioso que le resultaba. Por lo que se decidió a ser el quien se encargara personalmente de ponerlo en agua, permitiéndose apreciarlas a detalle. Desató el nudo de la cinta con lo que estaba envuelto, notó lo verdoso de los tallos de las rosas e inevitablemente sonrió al imaginarse a Pete escogiéndola una a una. Que sus mejillas por primera vez se tiñeron de rojo, avergonzándose lo suficiente como para no querer al omega cerca. No era propio de él, sus manos ciertamente temblaban al sostener cada rosa y su corazón juraba con salirse del pecho. "¿Esto era lo que esas mujeres sentían cuando recibían los arreglos de su padre? La respuesta era un rotundo no, porque este ramo de rosas representaba la llave hacia el corazón de Pete -y no, una mera obligación que él cumplía." Este ramo de rosas era especial, enteramente suyo.

Como el que se la entregó.

Llevó una rosa hacia su nariz, disfrutó de su suave aroma y definitivamente su lobo se convenció de que escoger la lavanda como su favorita. Vegas rodó los ojos y continuó colocando cada rosa en el florero de cristal, negándose a reconocer que se portaba como esos tontos enamorados de los dramas televisivos. No lo era, siempre repudió las historias de amor y por tanto, los intentos de Kinn por encontrar paz en una persona. Mas el levantar la cabeza y tener como vista a Pete acariciando los cabellos de Macao mientras le narraba una de sus historias como boxeador desataba una ola de sentimientos, haciéndolo vacilar. "¿Podía decir que Pete se trataba de un mero capricho, que sería capaz de dejarlo ir? No, mil veces no".

Pero, "¿entonces era correcto asumir que Pete lo volvía creyente en los destinados; que no importaría las circunstancias, su alma buscaría unirse a la suya porque la diosa Luna así lo quiere?". No podía afirmar por aquella diosa, mas por él sí. El que lo inunde la necesidad de impregnarse de su aroma para sentirse completo era de sus mayores argumentos, estaba perdido por aquel guardaespaldas.

—Pensaba organizar actividades extremas, hasta que recordé que cuidas del loco de Khun. —Susurró Macao en su intento de luchar contra el sueño, estar en el regazo de Pete y ser acobijado por sus dulces feromonas lo arrastraba en un contradictorio dilema -en el que fácilmente podía sentirse vulnerable pero también intocable. —. No necesitas más de excentricidades, solo un día...

—De vida doméstica. —Terminó Vegas por su hermano, sentándose al lado de Pete. Cogió el control del televisor y reprodujo la película "Los guardianes de la galaxia", película que Macao le aseguró que a Pete le faltaba ver para seguir con su misión de acabar con la saga de Marvel. Esperaba que fuera un buen inicio, ellos tampoco conocían lo que era tener una vida doméstica.

El heredero de la segunda familia no se detenía, iba de negociación a negoción, supervisaba los casinos Theerapanyakul, analizaba a los prospectos de aliados, redactaba y corregía contratos, buscaba especialidades y aplicaba a ellas; que el insoportable dolor de cabeza era su leal compañero. No descansaba, su afán por superar a Kinn había convertido su día a día en un caos estrictamente calculado -del que era un infeliz prisionero. No había luz, solo oscuridad en la que se llevaba a su hermano. Porque Macao tampoco conocía lo que era estar quieto, se sobreexcedía tanto como él. Ambos queriendo destacar, ser mejores para que los acepten.

—Es perfecto. —Pete interrumpió, esos hermosos ojos cafés demostraban la sinceridad de sus palabras. Que Vegas no dudó en robarle un beso, dos, tres y varios besos más. Tuvieron que poner la película desde el principio para que el guardaespaldas la entendiera, mientras que Vegas no dejaba de husmear en los cabellos del guardaespaldas. Su aroma a lavanda era tan dulce, tan refrescante e hipnotizante; que no captaba las preguntas de Pete.

El alfa estaba distraído con sus gestos, con lo tranquilo que se encontraba al tenerlo a su lado. No había más rivalidad entre familias, tampoco un padre al que nunca haría orgulloso ni ese consumidor desprecio. Tan solo era él con Pete y Macao, tan solo era Vegas descubriéndose lejos de aquel terrible desosiego. La sensación de soledad se había llenado, Pete había traído la luz.

—Estoy seguro de que Star Lord es un mestizo, leí que su padre no era un humano. ¿Cierto? —Tras acabar la película, Pete se giró hacia el primogénito de la segunda familia y frunció el ceño. Vegas lo miraba con tanta profundidad, que sus mejillas nuevamente se tornaron rojas.  —. ¿Qué ocurre? ¿Tengo algo...

Vegas no lo permitió terminar, un cálido beso fue depositado en los suaves labios del guardaespaldas. Pete juntó sus frentes y acarició la mejilla del alfa, sintiendo las diversas emociones del heredero de la segunda familia a través de su aroma. Había felicidad mezclada con cierta vulnerabilidad, mostrándose una nueva faceta ante él. Quizás las barreras cayeron, no lo presionaría. Simplemente cuidaría de él y de Macao por este día, Pete se lo prometió con otro beso.

—Uhmmmm, torta de chocolate. —Balbuceó Macao entre sueños, provocando la risa en los mayores. Pete se devolvió hacia el joven alfa y removió sus cabellos; como si entendiera su gula. Mientras que Vegas suspiraba por quinta vez, como esos tontos de los dramas televisivos.

—Parece que ni las galletas y el almuerzo lo llenaron.

Vegas entrecerró los ojos, empezando a descifrar las intenciones por el tono de su voz. — ¿Qué? ¿Pretendes consentirlo nuevamente?

Pete asintió sin dudas.

—Se lo merece. —El guardaespaldas reemplazó sus piernas por uno de los cojines del sofá, pudiendo librarse del menor y sin despertarlo. —. ¿Vienes?

—Preparar una torta de chocolate no estaba en los planes, Pete. —Vegas ofreció una débil resistencia, en lo que se levantaba del sillón. Jamás rechazaría una oportunidad para engreír a su pequeño hermano.

— ¿Entonces qué comeremos mientras jugamos? —Pete contraargumentó, señalando los juegos de mesa que Macao había comprado con tanta emoción.

Vegas alzó los hombros y se rindió, tomando la mano del omega para llevárselo a la cocina. Antes Pete le pidió unos segundos para quitarle su abrigo y ponerlo encima de Macao, Vegas sonrió de lado. Cada acción de Pete le robaba más y más su corazón, que comenzaba a creer que no lo dejaría volver a la primera familia.

"Dale nuestra marca, conviértelo en nuestro omega y atesóralo; que con él, nuestros días tendrán otras tonalidades -serán mejores", su lobo le susurró. A lo que silenciosamente coincidió, Pete era la persona de la que nunca podría soltarse.

—Deja que yo te ayude. —Vegas murmuró despacio, situándose detrás del guardaespaldas. Tomó las dos tiras del delantal y las ató, ajustándolo a la cintura de Pete; mientras que la punta de su nariz rozaba la glándula omega del guardaespaldas. El lobo del heredero de la segunda familia ansiaba clavar sus colmillos sobre aquella zona sensible, asegurarse de unir sus vidas para siempre. —. Recuerda que soy excelente con los nudos.

Pete se tensó, tragó saliva y apenas pudo apartarse del alfa para buscar los ingredientes para la torta; no queriendo ver a Vegas. Tampoco necesitaba hacerlo para saber que traía esa seductora mirada y ese porte con el que captaba la atención de cualquiera.

—Realmente, podría acostumbrarme a esto. —Vegas confesó, sentándose frente a Pete. El omega estaba batiendo la mezcla, ofreciéndole otra vista bastante hogareña -de la que su lobo no era indiferente, sembrando otros anhelos en su ser.

— ¿A qué? —Preguntó Pete, mientras rebalsaba la mezcla en el molde.

—A tenerte a ti en esta casa, preparando tus deliciosos postres y luciendo un hermoso vientre pronunciado por nuestro primer cachorro. —Pete por poco hizo caer la mezcla ante sus palabras, se fijó en su mirada y supo que estaba buscando algún indicio de burla. Mas no lo hallaría, estaba siendo bastante transparente. 

El sonrojo de Pete se extendió hasta sus orejas, haciéndolo aún más tierno y precioso para el alfa. —Vegas, ¿de verdad quieres tener hijos algún día?

El alfa se mantuvo en silencio por largos segundos, aceptando que la incredulidad de Pete podía darse por las incontables veces que rechazó felicitar a sus socios por la llegada de sus cachorros. No lo culpaba, no cuando consideraba que hijos como él y en su mundo solo eran tomados por meros instrumentos -a los que presumían, usaban y desechaban. No existía razón para creer que ser padre era una ilusión, que podía volverse en un anhelo. Sin embargo, ahí se encontraba él contradiciéndose y reconociendo un nuevo deseo -que no provenía exclusivamente de su lobo, sino de él mismo.

Le emocionaba poder imaginarse al lado del omega, sosteniendo en brazos a un bebé que se parezca a Pete. —Solo contigo los quiero tener. —Esa fue su respuesta, Vegas bajó la cabeza y relamió sus labios; nuevamente avergonzado. —Desde que Porsche me mandó esa foto, no he logrado sacarme de la cabeza lo bello que te mirarías sosteniendo un cachorro nuestro, Pete.

El guardaespaldas también se avergonzó, sus corazones se estaban sincerando con el otro. Tal vez incluso eran sus lobos, no estaban seguros. Tampoco interesaba, Pete fue hacia el heredero de la segunda familia para levantar su rostro y dejar un beso en su frente.

—Prométeme que no volverás a cargar hijos ajenos, Pete. Solo al nuestro.

Pete sonrió y asintió. —Te lo prometo.

Vegas abrazó de la cintura al omega y se refugió en su pecho, sintiendo caricias sobre sus cabellos. Él jamás hubiera creído que se toparía con la calidez, protección, cuidado y aliento que su alma rota había añorado; que sería Pete esa luz a la que se aferraría con todas sus fuerzas y por la que haría arder el mundo si intentaban llevársela. Que ahora comprendía la rareza del amor, "¿acaso estaba reconociendo que cayó por Pete?".

Vegas miró a Pete, lo sintió tan irreal con esa sonrisa y sus lindos hoyuelos, que de inmediato tuvo su respuesta.

— ¿Lo que huelo es torta de chocolate? —Un recién despertado Macao apareció en la cocina, dejó de tallarse los ojos para observar la torta en la mesa. Aunque lo que terminó por sorprenderlo fue encontrar a su hermano sosteniendo la manga pastelera y hacer las decoraciones -con ayuda de Pete.

—Lo es, Pete te la hizo. —Vegas dejó la manga, recibiendo palmadas del omega como felicitaciones por sus decoraciones de manjar. —. Yo solo me encargué de ponerla hermosa.

Macao se acercó a ellos y frunció el ceño, lo que su hermano podría decir que eran rosas se trataba de garabatos -mal hechos. Miró a Pete y éste le sonrió en súplica de no romper la ilusión del mayor. Obedecería, era lo menos tras ser consentido por ambos.

— ¿Ya puedo probarla?

Vegas negó. —Antes deberás vencernos.

—Que conste que ustedes lo pidieron, eh. —Macao levantó las manos en son de inocencia.

El menor gritó su tercera victoria, tanto Pete como Vegas sonrieron orgullosos. Macao los había vencido justamente, no había razón para otra partida más. Por lo que, el guardaespaldas se levantó y avisó que iría por la torta de chocolate. Antes de que pudiera tomarla, el celular que le fue confiado por la primera familia vibró. Frunció el ceño, no solían interrumpir en su día libre. Menos recibir llamadas de un número extraño, así que se aseguró de que los hijos de Khun Kan permaneciera en la sala para responder. Soltó un suspiro al reconocer la voz de Porsche y detrás de ella, los reclamos de su jefe por enviarle detalles de su cita. Apenas consiguió entender lo que su amigo le pedía, ignorando a detalle la historia detrás. 

—Está bien, Porsche. No tenías que llamar, seguramente P' Chan iba a encargarme la seguridad de Khun Kinn en lo que te recuperas. —Susurró Pete, masajeando su frente. Volvía a sentirse incómodo, no quería que lo ocurrido en la mañana se repitiese -que Khun Korn obligara a Khun Kinn a ser más "amable" con sus halagos. —. No te preocupes, mañana estaré de regreso a las ocho.

El omega cortó la llamada, movió su cabeza en círculos y resopló pesadamente. No le molestaba cuidar de Khun Kinn; por lo contrario, disfrutaba poder asistir de manera directa a la primera familia. Solo que ahora sus sentimientos eran tan conflictivos, que lo hacían sentir culpable. La lealtad por los suyos le estaban orillando a querer permanecer lejos, "¿por cuánto tiempo su corazón podría dividirse? ¿por cuánto tiempo podría seguir creyendo que era enteramente de la primera familia?".

Pete maldijo en su idioma sureño, no percatándose que Vegas lo había estado observando desde el umbral de la cocina. Al alfa no le agradó que Pete tuviese que estar bajo las órdenes de Kinn, mil veces lo prefería al servicio del imbécil de Tankhun.

—No tendrías que lidiar con tantos idiotas si te decidieras a trabajar para la segunda familia. —Pete sonrió, mientras que Vegas cruzaba sus brazos. No podía evitar sentirse enojado, los infelices de la primera familia interrumpieron la paz de su hogar.

—Porque solo lidiaría contigo, ¿cierto? —El guardaespaldas contestó con cierta diversión, esto para aminorar el recelo de Vegas por la primera familia. No queriendo que este día se arruinase.

Vegas asintió, apreciando el intento del omega y devolviéndoselo al relajarse. —Créeme, puedo ser un mejor jefe.

—No lo dudo, Khun Vegas. —Pete puso sus manos en los hombros del alfa, cuando éste caminó hasta él para sujetarlo de la cintura. —. Aunque... Habría un gran inconveniente si decido trabajar para la segunda familia.

— ¿Cuál?

—Mi fastidiosa política de no acostarme con mis jefes. —Vegas estalló en carcajadas y Pete pudo sentirse nuevamente cómodo.

—Entonces no me queda más que llevarte a la segunda familia como... Mi omega. —Lo último erizó la piel de Pete, pero lo que terminó tensándolo fue el posesivo beso que recibió en el cuello.

Vegas había extrañado tener así de cerca a Pete, poder besarlo y sentir su dulce aroma a lavanda. Que su lobo lo enloquecería, quería saltarse encima de él y marcarlo. No difería con él, tenía la misma insana necesidad. Mas había hecho un trato y era leal a lo que prometía; permitía que Macao fuese parte de su cita durante todo el día, bajo la condición de que le dejara la noche únicamente para él.

Solo que su control se le estaba escapando de las manos.

—Entreguémosle la torta a Macao para irnos, ¿sí? —Pete jadeó como respuesta, haciendo del alfa un santo por su resistencia. La misma que hizo reír a su hermano al verlo llevarse a Pete de la villa, totalmente ansioso. El menor los despidió con una enorme sonrisa, quedándose con Nop y sus propios guardaespaldas.

Macao se sentía feliz y pleno, este día valía más de los cientos que él ya vivió. Porque por primera vez, pudo creer que tenía una familia -un hogar en el que era amado, cuidado, protegido y consentido. Estando seguro de que no era un ilusión fugaz, notó el brillo en las miradas de su hermano y de Pete, en cómo se sonreían y sus caricias guardaban la misma adoración. El menor estaba lleno de esperanzas, de que finalmente llegaría la luz a sus vidas y de que ese amor que empezaba a florecer sería lo suficiente fuerte para prevalecer.

Porque creía en Vegas y Pete, en su familia.

Macao suspiró, cogiendo el primer bocado de su torta de chocolate. —Espero no se tarden en darme una hermanita, necesitaré de una compañera para estas noches tan acogedoras.

Nop no le contradijo, no cuando había percibido tanta felicidad y calma en su joven maestro.

Vegas estacionó la camioneta frente al muelle, pudiendo divisar a su gente preparar el yate que había reservado. Mientras que, Pete se tensaba. Aquellos hombres no los conocía, no estaba seguro si podrían mantener discreción. Mas bastó el agarre fuerte del heredero de la segunda familia para alejarse de aquel miedo, la primera muestra de confianza hacia Vegas era creer que se había encargado de probar la lealtad de los suyos. Por lo que, no se soltó de su agarre. Tampoco bajó la mirada o evitó la curiosidad del resto, su atención estaba exclusivamente en aquel alfa dominante.

—En breve, veremos la villa. —Comentó Vegas, poniéndose detrás de Pete. Recostó su cabeza en el hombro del omega y sus brazos no tardaron en envolver su preciosa cintura; disfrutando de su aroma y de su calor. El viento corría fuerte y ellos dejaban más y más el muelle. —. Quiero que seas sincero y me digas qué te parece. ¿Está bien?

Pete asintió, emocionado. Jamás había tenido oportunidad de estar sobre un yate, de ser el que goce de un viaje. Las veces que Khun Kinn usaba los suyos eran estricto para viajes de negocio, en los que Big y su equipo lo custodiaba. Que poder apreciar el cómo se alejaban de tierra lo llevaba a esos años en los que estaba en su isla, en los que solo era un niño que internamente deseaba escaparse de su padre en una embarcación. No imaginó que aquel anhelo se cumpliría, que se tornaría en uno más dulce.

— ¡Ahí está la villa! —Señaló Vegas; admirando no la villa, sino a Pete.

— ¡Qué belleza! La vista es realmente increíble. —Susurró Pete confirmando sus sospechas. Pues así cómo la villa ofrecía una vista preciosa hacia el lago, era igual desde este lado.

— ¿Entonces te gusta?

—Completamente.

Vegas besó su mejilla y se abrazó más de Pete. —Entonces es tuya.

— ¿Vegas?

—Quiero que sea tuya, nuestra. —Pete se giró hacia el alfa para tomar su rostro con ambas manos, aquellos ojos que juraban vacíos ahora guardaban tantas emociones. —. Quiero que sea el lugar donde formemos un hogar, Pete. No espero que digas que "sí" de inmediato, sé que soy complicado.

—Solo un poco. —Ambos sonrieron, Pete sentía que era capaz de decir que sí en ese instante. La mirada de Vegas era tan hermosa, tan sincera.

—Entonces no te atrevas a escapar, Pete. Acepté tus rosas, me diste la promesa segura de alcanzar un amor profundo.

—Y así será, Vegas. Quiero alcanzar ese amor profundo contigo.


*
*
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Cadena para que Vegas marque y preñe a Pete.

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