Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 17

—Parece que la ilusión del amor ha tocado nuestras puertas, hermano. —El líder de la primera familia comentó, fingiendo felicidad. Para ser un hombre carente de aquel sentimiento, podía reconocerlo a la perfección. Porque lo había convertido en su mejor arma para llegar a los que quería, para poder destruirlos internamente y doblegarlos a su voluntad. —. Pronto nuestro linaje se expandirá.

Kan Theerapanyakul le dio una sonrisa a medias, dejando su taza de té rojo en la pequeña mesa que había en el balcón. El menor de los alfas entendía el mensaje detrás, no queriendo delatar a su propio hijo en este juego de palabras.

—Es lo que igualmente creo. Kinn es una persona bastante transparente, ha marcado una notoria e inusual preferencia por Porsche. —Centró a su sobrino en la conversación, buscando evitar que Korn fuera por Vegas. Las razones o suposiciones del por qué su hijo lucía más animado, con un brillo en esa mirada que habitualmente guardaba amargura y rencor, se quedarían únicamente con él. —. ¿Será que finalmente se decidió en dar el siguiente paso? ¿Ya puedo imaginarte como abuelo, Hia?

—Puedes. —Korn le devolvió la sonrisa, sus perspicaces ojos recaían sobre el líder de la otra familia. Su hermano había mejorado considerablemente en esta partida de ajedrez, debía agradecérselo. Pulverizó su corazón, lo apartó de esa estúpida fantasía de que podía merecer dicha alguna. Era un segundo hijo, destinado a ser la sombra de la grandeza de los suyos. Él ni sus cachorros podían si quiera anhelar una mayor alegría que sus sobras. —. Mi deseo ahora es que Kinn sea el que tenga al primer descendiente de esta nueva generación que se avecina.

—Seguro que será así, hermano. Portando la casta dominante, no tendrá problema para embarazar a quien quiera. —La malicia en Kan se despertó, frustrado quizás porque su hermano pueda jactarse de la felicidad de los suyos. —. Solo quedaría procurar a Porsche, estimo que su tasa de fertilidad como recesivo es relativamente baja.

—Cierto. —Korn no se menoscabó por la verdad que le señalaban, estaba consciente de ella. Incluso la había prevenido: Si a un año de enlazarse no engendraba a su heredero, obligaría a Kinn a tomar a otro compañero. No aceptaría excusa, menos alguna resistencia. De haberla, su querido hijo pagaría con la vida de quien jura adorar. —. Pero por fortuna, nuestras tradiciones prevalecen fuertes. Así que, de ser necesario, Kinn tendrá el deber de unirse nuevamente y con quien sí sea capaz de asegurar nuestro futuro.

— ¿Y podrá? —La pregunta fue sincera, Korn la tomó de esa manera y disimuló una mueca. Quisiera aseverar sin vacilaciones, mas conocía a su hijo. Era débil, esclavo de lo que su corazón dictaba; condenando colateralmente a Porsche.

El mayor de los líderes se levantó, frustrado. Deshacerse de Porsche nunca fue una opción para él, pese al riesgo que representaba si se enteraba sobre cómo sus padres fallecieron y que justamente era el responsable. Sin embargo, el panorama cambiaba ahora que se convirtió en el interés de su hijo Kinn.

No iba a permitirle que marchitara su raza, no a quien ni su sangre tenía.

A Korn le tendieron un cigarrillo, lo tomó y encendió con esa pesadez sobre sus hombros. Su mirada recaía en el jardín, en su primogénito y guardaespaldas. —Podrá, yo le ayudaré a que lo consiga.

Kan imitó a su hermano, dirigiendo su atención a cómo Korn estiraba cada una de sus palabras y sus ojos se enfocaban en el recién llegado jefe de seguridad de su hijo Khun.

—Claro que lo harás, eres un padre muy dedicado y comprometido. Ya seguramente has escogido por él a su otro potencial compañero.

—Lo hice, antes de Porsche. —Korn soltó el humo del cigarrillo, sorprendiéndose de la facilidad con la que se abría su no querido hermano. —. Su absoluta lealtad y gratitud me confían la tranquilidad de este incierto porvenir.

— ¿Habrá oportunidad de conocerlo? —Kan tenía sus sospechas sobre lo que aparentemente era el as debajo de la manga de su hermano, necesitaba confirmarlas.

—Ya lo has hecho, todos en sí. Solo que mantiene un perfil bajo, es lo que me agrada de él.

Kan no tenía más dudas, el lenguaje paraverbal de su hermano lo reafirmaban. Esa dureza y formalidad con la que trataba a sus hombres de seguridad distaba de ser para el dichoso Pete Phongsakorn, a él le respondía su reverencia con una sonrisa amistosa -incluso estando a enormes metros de distancia. En el pasado, creyó que era por mera cordialidad de haber impedido varios atentados contra su primogénito. Mas ahora comprendía el otro sentido, el que siempre se haya mostrado como un hombre benevolente ante el guardaespaldas. Quería lo mismo de Porsche, que confiara en él y se sintiera en una deuda eterna.

—Entonces podrá coexistir con Porsche, llegado el momento.

—No y sí. De ser él quien me entrega la dicha de ser abuelo, será el único en la vida de Kinn. —Korn se devolvió a la mesa, aplastó su cigarrillo en el cenicero. La visita del líder de la segunda familia acabó, él también concluyó lo suficiente. —. Mi hijo tendrá que respetarlo, así como él lo hará.

Kan asintió y volvió a sonreír, el favorito de quien fue su padre hablaba con determinación. No lo culpaba, había previsto cada movimiento de sus piezas de ajedrez, mas no los de su contrincante. Lo que curiosamente le enorgullecía, su cachorro había dado un golpe -sin siquiera planearlo o desearlo.

— ¡Brindo por ti, hermano! Siempre resguardando la gloria de la primera familia. —Kan terminó su té rojo, tras aplastar también su cigarrillo. No tenían más de qué discutir, el mayor pudo presumirle a sus anchas la promesa de sus siguientes jugadas. Así que, se despidió de él. Le dio un fuerte abrazo para después perderse entre los pasajes de la mansión de la primera familia, escoltado por su personal de seguridad.

El padre de Vegas se detuvo en la entrada, divisando y escuchando el insoportable escándalo de Tankhun. Sus hombres trataban de calmarlo dándole la razón, mientras que el jefe de sus guardaespaldas se removía inquieto. Podía jurar que él era la razón de los gritos de su sobrino, no quiso averiguar más. No cuando se percató de que Korn también estaba atento a la escena desde el balcón, por lo que se devolvió a su camino.

No se sorprendió al encontrar a su primogénito en la camioneta, menos que fuera un aroma dulce el que lo golpeara directamente y no el sándalo. Ató cabos rápidamente, no queriendo recriminarle en los alrededores de esta mansión. No que ahora comprendía lo peligroso de esta cercanía de su hijo con el as de Korn.

—Vegas. —Kan pronunció con dureza, su hijo obedeció deteniéndose en el cruce que lo llevaba hasta las escaleras de la casa. Pensaba advertirle, incluso estaba tentado a ordenarle a que dejara de burlarse del dichoso omega dominante predilecto de Korn. No porque lo considerara incapaz de embaucar a ese tal Pete, sino por el miedo de que la furia de Korn lo alcance. Durante el camino de regreso, había analizado los posibles escenarios y cada uno de ellos se tornaban rojos por la sangre que correría. Su hermano no perdonaría la traición ni el infame robo, aplastaría a cualquier par de amantes que decidan ponerle resistencia, haría añicos sus corazones y jugaría con sus mentes.

Él conocía ese infierno, no lo quería para su hijo. Vegas no lo soportaría, su temperamento era más voluble -su culpa. Debía ponerle fin a lo que estuviera ocurriendo entre su primogénito y ese guardaespaldas, recordarle su posición y que enredarse con el personal de la primera familia era tan degradante como sus fracasos ante Kinn. Entendía que había que herirlo, sembrar nuevamente esa amargura en él para que abandonara esa tonta ilusión que aparentemente se le estaba escapando de las manos. Mas su propio y marchito corazón se estrujó al volver a notar ese brillo en su primogénito, era feliz y lo suficiente pleno.

—Me han informado que el jefe de seguridad de Tankhun tendrá su día libre el sábado, quiero que lo sigas. —Tuvo que morderse la lengua, pero en su lugar, desaflojó el nudo de su pañoleta. Estaba enojado, quería golpearse por dar la oportunidad perfecta para que esa mierda fortaleciera sus alas. Aún más, por no sentir remordimiento. Se dejó a la merced de su lobo, a ese que lo traicionaba al creer que podría derribar a Korn y con ello, liberar a los suyos de él mismo. —. Puedes dejar a Porsche en paz, ya sé la razón de tanta benevolencia con él.

— ¿Seguro?  —Vegas preguntó, arrepintiéndose al instante. Él podía imaginar lo que seguía; la llegada de su furioso padre hasta su lugar, solo para abofetearlo. Mas el habitual miedo no lo hizo bajar la cabeza, podía soportar aquel dolor y sus hirientes maldiciones. Tal vez porque acaba de permitirle libremente ir por Pete.

"Un día solo para él", pensó el primogénito de Kan en la espera de ser golpeado.

Lo que no ocurrió, Kan sencillamente cayó en el sillón del hall y se sirvió de la botella de whisky que estaba en el centro. No tenía las fuerzas para agredir a su hijo, su cabeza era un caos en donde se culpaba por ser tan endeble. Si quería derrocar a su hermano Korn, sus cachorros tendrán que tornarse de acero y sin oportunidad de ser vulnerables. Mas las palabras de su fallecida esposa resonaban en su cabeza, le hacían titubear en sus objetivos.

—La próxima vez que me cuestionas juro que te partiré la boca, ¡ahora lárgate! —Fue lo único que pudo soltar, Vegas no le prestó relevancia. No ante un curioso Macao que los había estado escuchando desde arriba de las escaleras.

El primogénito de Kan fue hasta el joven alfa, no se esforzó en persuadirlo para que le diera ese sábado a solas con Pete. Su hermano no cedería, queriendo aprovechar el mismo tiempo con el omega. Que solo lo retó por molestarlo, iba a poder reírse un poco de él y de lo animado que estaba. Era reconfortante, Macao ya no se encerraba en su habitación. Lo contrario, iba a la suya y se echaba en la cama, buscando saber más de su relación con Pete. Incluso se atrevía aconsejarlo sobre cómo enamorarlo.

Por esa misma razón, a Vegas le costaba mantenerse serio en estas últimas noches. La emoción de su pequeño hermano era contagiosa, que podía sentirse libre de esa carga que estaba sobre sus hombros -las mismas por las que se desvelaba, necesitaba ser eficiente. No tanto por la competencia que le impusieron ante Kinn, su primo ya ni siquiera le robaba el sueño. No era más su dirección superarlo, poco le importaba su felicidad con Porsche.

Él tenía la suya, únicamente suya.

Otra sonrisa se formó en su rostro al recordarlo, Macao se percató de ella y lo imitó. Ambos alfas podían lidiar con lo que representaba ser de la segunda familia, no sentirse aplastados por el desprecio y humillaciones. Se estaban permitiendo ser solo ellos con Pete, ansiando con sus corazones el día que puedan tenerlo a su lado. Querían creer que era cuestión de semanas o incluso de meses, Vegas por su lado había empezado con sus propias jugadas para orillar a Kinn a ser el que finalmente se lo entregue y sin reclamos.

Debía aprovechar que estaba prendido de Porsche, que su poca concentración se la robaba el recesivo para que sus inseguridades lo traicionasen. Por lo que no estaba dispuesto a detener sus planes iniciales, la llegada del pasado de Kinn era inevitable y él debía ingeniárselas para que cruzaran caminos -sin tener que ensuciarse.

Vegas ya no podía mirar o tocar a otro, le causaba repulsión solo de pensarlo: Pete lo estaba consumiendo desde dentro. 

— ¿Qué dices, Hia? ¿Crees que Pete acepte? —No pudo responderle a su hermano, el mensaje que llegó de Ken lo distrajo.

Vegas frunció su ceño, el sándalo de su aroma se convirtió en uno picoso -agrio, bastante agrio. Sus filosos ojos releían el mensaje, su buen humor se despedía por el enojo y la frustración. Juraría coger su arma y descargársela al loco de Tankhun, había colmado su paciencia.

Ya le mostraría lo que le haría al pobre bastardo que escogió para esa jodida cita a ciegas con su Pete; Vegas se disculpó con Macao y salió de la habitación, prometiéndole regresar para el reto.

Macao supo que lo que fuese hacer su hermano implicaba mucho dolor -no para él, sino para el desafortunado que pagaría su furia.

*
*
*

Quise poner en contexto un poco las conversaciones del espacial, porque todo en la historia suma para que la historia de nuestros niños se fortalezca. Lo que estamos consiguiendo, pondré más escenas de ellos -de cómo son felices y también de cómo confían para  romperse. Porque ya quiero empezar con la otra parte de la historia. 👀🫶🏼♥️

Pd: Comentarles y compartibles que mi dichoso viaje fue a Brasil, pude estar en un concierto de Jeff Satur. No solo eso, sino de conocerlo de cerquita (ya saben, tocarle la mano y despedirlo). También mostrarle el retrato que le hice, aún no me lo creo. Es demasiado guapísimo, no puedo ni imaginar cómo son BiuBiu y Bibbib 🥹🫶🏼💙🖤 

En fin, estaré actualizando más seguido. 🫶🏼

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro