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Capítulo 16

La cabeza de Pete cayó sobre el volante, su respiración se mantenía agitada y sus mejillas, sonrojadas. La notificación de un nuevo mensaje irrumpió el silencio en el que se estaba recuperando, perezosamente buscó en el asiento del copiloto el celular del que provenía ese quisquilloso ruido. Una sonrisa tímida se posó sobre su rostro, descubriendo que la falta de vergüenza en el heredero de Khun Kan era de lo poco que su jefe había acertado.

"Me aseguraré de que no puedas librarte, Pete. Te ataré a mí la próxima vez". Vegas le había mandado foto de las cuerdas que él había encontrado en los cajones de esa habitación, esas que le entregó para que usara contra él.

Decir que se encontraba avergonzado era una mentira, estaba lejos de aquello. Se había embriagado exquisitamente del cómo Vegas podía derribar sus máscaras a través de su control, a través de esas promesas llenas de una oscura posesividad. Sus caricias, sus besos y la manera en cómo lo tomaba le hicieron sentir tan atesorado, que ahora podía jurar que lo tenía marcado en todo su ser. Era peligroso, lo reconocía abiertamente.

Él olvidó que debía regresar antes del amanecer, dejó que Vegas lo hipnotizase y llevase hasta una de las villas que tenía en el este. Se apartó de su mundo para adentrarse al de Vegas, para ceder ante ese fuego salvaje que dominaba a sus lobos y sometía a sus cuerpos a un insaciable deseo. Admiró lo adictivamente atractivo que relucía la necesidad y lujuria en Vegas, resultándole imposible de creer que él y la persona que había caído profundamente dormido sobre su pecho sea la misma. Porque la primera despertaba su propia oscuridad, mientras que la segunda, su afán de querer protegerlo y mantener la paz en ese rostro.

Estaba perdiendo la cabeza, demasiado pronto.

Pete suspiró y guardó recelosamente el celular en uno de los bolsillos de su pantalón. Se miró en el retrovisor, teniendo que parpadear tres veces. Estaba hecho un desastre; sus cabellos revueltos, sus labios hinchados, nuevas manchas rojizas se asentaron por debajo de su mandíbula y su camisa totalmente deshecha. Nadie le creería que su aspecto era a causa de una pelea, menos sin un reporte existente. Iba a ser descubierto y seguramente castigado por desatender su supuesta misión en el casino de Khun Kinn.

Su cabeza amenazaba con dolerle, la puerta de la camioneta se abrió de improvisto. Pete tomó una gran bocanada de aire y la soltó con lentitud. No iba a mentir, era evidente qué ocurrió con él. Por lo que, alzó la cabeza dispuesto a lidiar con lo que mereciese. Mas su cuerpo regresó en sí al ver que era Porsche quien estaba al frente suyo, no pudiendo contener su sonrisa.

El recesivo lo imitó, mientras negaba. —Vegas sí que es un cabrón, ¿no? —Preguntó, sabiendo la respuesta. El hijo de Khun Kan se encargó de dejar a Pete con ese terrible y tentadora apariencia para que el resto de sus compañeros supiese que no estaba solo, que lo tenía a él. Su fuerte aroma a sándalo se había impregnado sobre el jefe de seguridad de su primo Tankhun. —. Quiere que Khun los descubra y sea el que te despida.

— ¿Lo crees? —Pete se rascó la nuca, mirando a su amigo asentir con firmeza.

—Por suerte, cuentas con nosotros. No dejaremos que te lleve tan fácil, ¡pelearemos! Incluso, Ken está en la lucha.

— ¿Ken?

—Ken. —Repitió Porsche, el otro alfa se había encargado de buscarlo y sacarlo de la habitación de Kinn a mentiras -solo para avisarle que su amigo había llegado. Aquel alfa de primer rango era bastante observador, aparentemente. —. Fue quien me informó de tu llegada, también me sugirió recibirte.

—Uhmmm. —A Pete le resultó confuso, su relación con Ken se basaba en saludos. Distinto a la que el alfa mantenía con Big, no había una amistad como tal entre ambos. Apenas existía un compañerismo, el que estuviera atento a él era alarmante.

— ¿Entonces puedes levantarte? ¿O necesitas que te cargue, eh? —El cómo las cejas de Porsche bailaron sugerentemente alejaron a Pete de sus recientes sospechas sobre Ken para reír y lanzarle un puño en el estómago. Sus ocurrencias habían vuelto, entendiendo que lidiaría con las de Khun No y las de su amigo.

Iba a poder, su cariño por ambos lo haría posible.

Pete palmeó el hombro de su amigo como agradecimiento de cubrirlo con Khun No en caso fuese llamado, porque requería una exhaustiva ducha. Tenía que desaparecer el aroma a sándalo sobre él, evitar que Khun No lo detectara, retomara e incrementara sus sospechas. Por lo que, nuevamente se vistió con una cafarena de cuello alto y terminó una de sus lociones favoritas. Removió sus cabellos, tomó aire y se encaminó hacia el ala de su jefe; recibiendo el reporte de sus compañeros por el auricular que Arm les había proporcionado hace un mes. El primogénito de Khun Korn no salió al bar de Yok como lo planeó, se quedó encerrado en su habitación. Pol y Arm le informaron que pasó la noche sollozando y evitando que alguno de los dos entrara, queriendo creer que su estado fue por un drama nuevo.

El deseo de Pete era creer lo mismo, mas existía una parte de él que se lo impedía. Tal vez la culpa de haberlo dejado solo por varios días. Porque desde que llegó a trabajar para la primera familia, se convirtió en la sombra de Khun No. Pudo reconocer a los demonios que acechaban al otro omega dominante, a ese desgarrador miedo que atravesaba sus ojos ante la mera invitación de salir de casa. Su corazón se entristecía al recordar esas primeras noches de películas que terminaban con Khun No gritando por ayuda entre sueños, o esas veces en las que por orden de Khun Korn debía participar directamente y presenciar situaciones traumáticas para alguien como él. Estuvo ahí cuando Khun No parecía perdido entre sus propias memorias, cuando esas lágrimas amargas caían sobre sus mejillas, cuando sus manos temblaban al revivir lo que supuestamente juró enterrado. Pete se mantuvo fuerte para su jefe, prometiéndole que jamás volvería a ser víctima del cruel mundo que lo rodeaba; sin imaginar que su determinación lo envalentonaba, porque lo tenía a él -a su ángel.

Pete suspiró, cambió su dirección y fue hasta el ala médica para solicitar una crema para las ojeras. Después se dirigió hacia la cocina, preguntando si podía preparar un poco de té rojo. Teniéndolo listo, se devolvió hacia la habitación de Khun No. Pidió a Pol que tocara por él, no se escuchó respuesta al tercer golpe. El omega dominante ladeó la cabeza no convencido de que su jefe siguiera dormido, así que ordenó abrir la puerta. Solo él ingresó y tal como lo supuso, Khun No estaba despierto.

El primogénito de Khun Korn yacía en su cama, totalmente cubierto con las sábanas y ajeno a lo que sucedía a su alrededor. Pete se acercó silenciosamente hacia él, dejó la taza de té rojo en la pequeña mesa de noche para sentarse con la misma delicadeza en la cama. Se permitió acariciar su espalda, teniendo así su atención. Khun No le dejó ver sus ojos hinchados, a lo que Pete inmediatamente sacó la crema que solicitó. Echó un poco de ella en sus dedos y los llevó hasta el rostro de su jefe, Khun No cerró sus ojos y permitió que Pete untara la crema sobre ellos.

Este era un lado que pocos sabían de su relación, jurando en consecuencia que la paciencia que Pete le daba a Khun No era por una simple necesidad. Mas, la realidad era otra. Pete quería a Khun No, su lealtad superaba la gratitud que le tenía a su padre. Estaba este cariño que se había forjado en los años, en esta confianza para poder conocer su vulnerabilidad.

Que ahora podía entenderse a sí mismo, el deber y el amor no era la muerte para el otro.

No en Pete, siempre escogería seguir y actuar en nombre de sus sentimientos porque era el único deber que tenía consigo mismo.

Pete le sonrió cálidamente a su jefe, estirándole la taza de té rojo. Khun No, aún en silencio, se sentó y aceptó la bebida. Le dio un sorbo, disfrutando de su sabor y tratando de decidirse si debía o no abrirse con Pete. —Ayer pa me ordenó organizar una cena para la segunda familia.

Khun No había tomado una elección, mientras que los ojos de Pete lo miraban con esa suavidad que le hacía sentir seguro de continuar.

—Según él quiere agradecerles por haber frenado a Don, sin exponer al resto de nuestros aliados la situación en la que se encontraba Kinn. —El mayor hizo una pausa, la rabieta que lo consumió anoche no era por simple banalidad, sino por ese miedo que abatía a su cabeza desde hace días -desde que se enteró de la cercanía de Vegas y Pete. —. Como si acatar los caprichos de Vegas y ofrecerle cumplir otro no fuese suficiente.

Khun No tomó otro sorbo de su té, sintiendo ahora la amargura de la bebida. El enojo y miedo no lo abandonaban.

—No quiero a la segunda familia cerca. ¡No los quiero acá, Pete! —No era novedad para ninguno la molestia que sentía el mayor por su tío y primos. —. Yo los conozco, sé que tienen otras intenciones y tú no lo puedes negar.

Pete frunció ligeramente el ceño, no comprendiendo la acusación indirecta de su jefe. —Khun No, yo...

—El aroma a sándalo que detecté sobre ti le pertenece a Vegas, Pete. No te atrevas a negarlo. —Pete no lo haría, no cuando estaba frente a Khun No sin esa máscara de excentricidad. —. Él te marcó descaradamente y dudo que haya sido para molestar a Kinn. Tú no eres Porsche, no hay otra razón que no fuese un verdadero interés para hacerlo.

Las discretas advertencias que Khun No le dio en la mañana anterior era por esto, él lo sabía.

—No dejaré que juegue contigo, Pete. Antes lo mando al infierno junto con Kinn. —El guardaespaldas sonrió, mientras tomaba la mano libre de su jefe. Soltó sus feromonas para calmar ese estado de alerta que cruzaba la desesperación y enojo.

—No será necesario, Khun No. Independientemente de lo que usted crea que sucederá, mi cariño hacia usted no cambiará.

—Promételo. —Demandó el mayor.

—Se lo prometo. —La sinceridad y rapidez con la que Pete respondió caló en el corazón de su jefe.

—Bien, ahora que nunca me dejarás. O de lo contrario, le caerá una terrible maldición a Kinn y esa será mi incesable furia.

Pete rio en lugar de darle esa otra promesa, aquello no le gustó a Khun No. Sus sospechas estaban sobre él nuevamente, su cabeza era carcomida ante la suposición de que esa sutil evasión de su guardaespaldas haya sido por su disposición a dejarlo si su primo se lo pedía. Primero le ofrecía su fortuna, su apellido y hasta su posición para evitarlo.

Khun No se juró que no esperaría a que llegase ese desafortunado momento, no permitiría que Vegas si quiera desease llevarse a su Pete. Haría de su guardaespaldas inalcanzable para su primo, intentaría poner a alguien en su corazón -alguien en el que sí pueda confiar y compartir a su ángel.

—Llama a Pol y Arm, tenemos que organizar una cena y también una cita a ciegas.

— ¿Una cita a ciegas, Khun No? ¿Para quién?

—Para ti. —Pete volvió a reír, esperando que su jefe hiciera lo mismo. No lo hizo, el primogénito de Khun Korn mantenía esa peligrosa seriedad cuando se le cruzaba una terrible idea.

Mientras que dos mensajes vibraban en su otro celular, ese que había decidido llevar consigo como mejor alternativa para impedir que lo descubrieran.

Esos mensajes eran de Vegas y Macao.

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Avisar que prácticamente pausaré la historia hasta el 21 de julio, estaré de viaje y posterior a ello entraré en semana de exámenes. Prometo regresar y aprovechar las vacaciones para actualizar seguido. 🫶🏼

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