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Capítulo 13

Khun Kan sintió un nudo en la garganta, era uno bastante amargo. Internamente se maldecía por haber imitado a sus empleados, por haberse parado junto a ellos y mirar la misma escena. Porque el arrepentimiento se asomaba cual víbora decidida a atacar a su corazón como si fuese su presa, quería llegar hasta él y hacerlo sangrar. Era tal vez lo mínimo que se merecía, incluso aquel acto resultaba insignificante para un hombre capaz de jurarles desprecio a sus hijos en lugar de consuelo ante la pérdida de su madre. Podía jurar que esa cruel coraza que forjó durante años temblaba, que su propia debilidad se asomaba al recordarle la calidez que alguna vez existió en esta mansión.

El mayor cerró sus ojos, se regresó a esos días en los que su amada esposa vivía. Krittinai Suntornnitikul aparecía, regalándole esa sonrisa tan hermosa y llena de amor mientras acariciaba sus mejillas. Su delicado toque fue reemplazado por aquel beso tierno que acostumbraba a darle en las mañanas, seguido de un gentil saludo. Su lobo empezó a sollozar, añorando a esa mujer que pudo abrazar su corazón roto, reponerlo con su calidez y entrega. Extrañaba despertar a su lado, extrañaba ver esa felicidad en su precioso rostro y cómo esa mirada almendrada brillaba ante el llanto de un recién nacido Vegas. Extrañaba a su esposa, a esa mujer del sur que supo hacerle olvidar aquel amor imposible para mostrarle un mejor mundo. La extrañaba tanto como se odiaba, porque no pudo salvarla de su hermano -de su irracional creencia de que los segundos no merecían nada, ni siquiera la ilusión de una familia.

Su hermano Korn tornó esta mansión en una jaula grisácea, le arrebató la luz que existía a esta mansión al descubrir que sus sentimientos por su esposa eran genuinos. No se compadeció, volvió a quitarle las esperanzas tal como lo hizo cuando lo obligó a presenciar la muerte de su hermana. Aquel despiadado acto debió interpretar como una única advertencia, pero no pudo resistirse al efecto de Krittinai. Ella simplemente lo desarmó, lo alejó de sus demonios y tomó su mano; prometiéndole jamás soltarlo y de hacerlo, le dejaría la parte más bonita de ella para acompañarlo y esa era sus amados hijos.

Khun Kan tragó saliva con dureza, su pecho dolía y sus lágrimas amenazaban con salirse. Su adorada Krittinai estaría decepcionada de él, incluso lo odiaría por haberse encargado de marchitar los corazones de sus hijos -por hacerles creer que los despreciaba, que eran su mayor decepción. Ameritaba esa penitencia por ser un cobarde, por ser el maldito hermano menor y líder de la segunda familia. No responsabilizaría a nadie más, fue su elección portar esa coraza y hacer de sus hijos los mismos miserables.

Era un egoísta, los arrastraba a esta crueldad porque era incapaz de perderlos.

Khun Kan tomó aire, ordenó a Nop enviar a Vegas hacia su estudio. Se giró dispuesto a irse, mas dio una última mirada a esa peculiar escena. Su corazón finalmente sangró a montones, aquella escena no era tan peculiar como se juraba. Él la tuvo varias mañanas, solo que era su amada Krittinai las que lo protagonizaba, las que se adueñaba de esa misma cocina y consentía a sus hijos. Vegas, por un lado, se esforzaba en comer sus vegetales; mientras que, un pequeño Macao los tiraba al suelo. Los dos eran tratados con tanto cariño, con tanta dedicación que sus risas tornaban esta mansión en un verdadero hogar -tal como se sentía en ese momento. Al mayor se le escapó un par de lágrimas, sus hijos no podían recuperar esa ilusión -no con Korn vivo; porque él no dudaría en arrebatársela, en reclamar la vida de quien aparentemente era capaz de causar el mismo efecto de su amada Krittinai.

—No habrá errores, seré quien elimine a Don. —Su hijo afirmó, Kan apenas le prestaba atención. Aquel mal sabor seguía en su ser, quería arrancárselo y advertirle a su hijo de un modo que no lo destruya más. Pero se había vuelto tan incompetente para tratarlos, temía que el mínimo cambio en su relación los exponga ante Korn. —. La segunda familia tendrá esta victoria.

—Por tu bien, espero que no fracases. Estoy harto de tus ineptitudes, de tener que limpiar tus jodidos desastres.

Vegas resopló con pesadez, su vida se pintaba de dos tonalidad: una más oscura que la otra. Curiosamente, ansiaba esa nueva pincelada que se posaba sobre ambas, que lidiaba con ellas y lo apartaba de esa hiriente hostilidad -esa que la sonrisa de Pete trazaba.

—No quiero distracciones, tampoco en el seguimiento hacia Porsche. —Su hijo asintió, no dispuesto a querer discutir con él. Kan podía suponer sus razones, no buscaba arruinar su mañana y aquello golpeaba más su corazón. Vegas no era diferente al Kan de hace tantos años, debía detener esto antes de que se escape de su control. —. Así que, deja esos juegos con el perro favorito de Tankhun. Me asquea y decepciona tener que presenciar cómo hasta en eso buscas igualarte a Kinn.

Vegas se tensó, sus manos formaron un puño y su mirada se tornó con la misma dureza con la que ambos se enfrentaban.

—No le ganarás, eres demasiado mediocre para si quiera imaginar que uno de esos perros falderos decida apostar por ti y dejar a la primera familia.

Vegas hubiera querido contradecirle, gritarle que podía arrastrar a Pete hasta este infierno que decía llamarse "mansión de la segunda familia". Mas él mismo dudaba de que fuese capaz. La lealtad de Pete era absoluta, su cuerpo y deseos tal vez lo traicionen. Pero dudaba de que su corazón lo hiciera y aquel le pertenecía a los bastardos de la primera familia. No los dejaría y aquella verdad amenazaba con enfermarlo, tuvo que morderse la lengua y devolverse a su habitación. Tiró con enojo cada una de las cosas con la que se encontró, estaba ciego de la frustración. Porque su padre no se había equivocado, bastaba con recordarse el abandono de Pete en esta mañana.

El omega dominante no era libre, las cadenas de su corazón lo aferraban a la voluntad de la primera familia y enloquecía a su lobo -a ese que no se mostraba nada complacido con la idea de tener que compartir al guardaespaldas. La primera familia no se merecía esa joya, a ese ángel caído que era capaz de acunar al mismismo diablo. Y tal vez él tampoco, pero se rehusaba a renunciar.

No olvidaría la noche anterior, la manera dócil con la que Pete se entregaba a su apetito insaciable, el cómo disfrutaba de sus toscas caricias y parecía acoger con gran placer sus ansias por el control. Menos la calidez con la que su corazón fue envuelto al tenerlo en sus brazos, rendido por el cansancio y confiándose a él. No era opción para el omega dominante seguir arrastrando las cadenas de la primera familia, sino las suyas. Su lobo había sido sincero, reconociendo lo que Pete causaba en él y no pensaba discutirlo. Lo que fuese este llamado tendría explicación después, lo que ahora necesitaba era adueñarse de él.

Atrás dejaría los rodeos y juegos, el tiempo amenazaba con volverse su peor enemigo.

Vegas disparó directo a la cabeza de Wang, la frialdad con la que fue indiferente no le sorprendió al guardaespaldas, sino la intempestiva manera en que lo acorraló. El heredero de la segunda familia hundió su nariz en el cuello de Pete, buscando embriagarse por su aroma. Acto que nacía por la desesperación, Vegas era consciente de que a medida que se acercaban a Don, la estadía de Pete a su lado se reducía. Él tendría que regresarse, seguramente para siempre. Lo más frustrante era la imposibilidad de entorpecer esta misión, de no poder dejar a Don vivo por más días y así retener al dominante.

—Khun Vegas, nos están esperando. —Pete susurró con cuidado, se suponía que sus amigos y los hombres del alfa aguardaban en aquel camión. Debían ingresarlo antes de que Don llegase, mas el heredero de la segunda familia estaba centrado en perderse en su aroma. La nariz de Vegas merodeaba su cuello y sus labios dejaban tiernos besos sobre las marcas que prometían no desaparecer por días.

El guardaespaldas no podía apartarlo, aunque quisiese. Los toques del alfa se sentían ciertamente desesperados, la fuerza con la que sujetaba su cintura y el cómo repasaba cada una de sus marcas le daban la razón.

—Que se jodan, Pete, estoy pensando en tu castigo por haberme abandonado. —Susurró el alfa, aún sumergido en la dulzura de la lavanda. Sus palabras erizaron la piel del guardaespaldas y la intensa mirada con la que se encontró detuvo su corazón. Los dedos del alfa rozaron sus labios, estiraron el inferior con delicadeza y su rostro empezaba a cortar la distancia. —. ¿Qué opinas sobre decirle a Khun No lo que últimamente has estado haciendo?

—Que hará que me despida, Khun No dejará de quererme a su lado si se entera. —Pete confesó, el primogénito de Khun Korn no le perdonaría haberse involucrado con el peor de sus enemigos. Fácilmente podría exigirle su vida a cambio de un posible perdón.

—Porque estarás mancillado para él. —Vegas continuó explicando por el guardaespaldas. —. Te volverás defectuoso, incluso desechable. La idea no me desagrada, ¿lo sabes?

Pete no quiso responder, imaginar que había caído en una burda trampa del alfa dominante.

—Así podré reclamarte, hacerte parte de la segunda familia.

— ¿Permitiría que cuide de Khun Macao?

Vegas asintió y susurró detrás de la oreja del guardaespaldas, despacio. —Solo a ti podría confiarte mi corazón.

Ambos se vieron directamente, sin máscaras. Pete podía jurarse en medio de una tormenta donde la razón iba perdiendo, mientras que Vegas reafirmaba su decisión por arrebatar a Pete de la primera familia. El alfa lo quería justo ahí, entre sus brazos ansiando cuidar indirectamente su corazón, a través de su hermano Lo quería y sus demonios coincidían con él, Pete lucía como esa hipnotizante luz que sus demonios querían consumir. 

—Entonces, ¿me dejarás reclamarte, Pete? ¿O tendré que luchar contra ti?

— ¿Realmente le importa lo que decida? —Vegas sonrió de lado, ese era el Pete que parecía divisar su oscuridad y no intimidarse por su existencia.

—Realmente no, iré tras de ti de cualquier forma. —Selló su juramento con un beso que desencadenaba ese fuego salvaje del cual era sus fieles esclavos.

Vegas pudo obtener la dichosa victoria para la segunda familia, acabar con la vida de Don y con ello, asegurar su silencio para siempre. Su lobo no se sentía más amenazado ante el final de esta misión, porque aparentemente Pete había aceptado su destino y ese era pertenecerle. Que no hizo el mínimo esfuerzo por disimular su entusiasmo, él verdaderamente había conseguido dos victorias. La segunda le importaba más, pues se sentía únicamente suya. No había un acérrimo empeño en superar a Kinn, ni siquiera su estúpido primo aparecía en su mente. Era de esos momentos en los que sentía su vida como suya, siendo solamente Vegas. No el heredero de la segunda familia, no la sombra del gran Kinn Theerapanyakul.

El alfa dominante buscó a Pete en la fiesta, lo vislumbró conversando con sus amigos. La cercanía del beta con anteojos no le fastidió como esperaba, su lobo se sentía seguro y superior ante cualquier posible rival. Porque lo aplastaría, haría de su mundo un real infierno si se atrevía a ir por lo que él ya había marcado como suyo. Que no rechazó la compañía de un bebido Porsche, el recesivo admiraba el cómo supuestamente confiaba en su equipo -sin imaginar que la serenidad de esa misión fue aquel sureño que iba por su tercera copa de champán.

—Maldición. —Murmuró Porsche, tras ser empujado por uno de los hombres de Vegas. El alfa dominante fácilmente podría ignorarlo y disculparse para tratar de ir tras Pete -quien había salido para fumar un poco. Mas consideraba que tener de "amigo" a Porsche le serviría, especialmente por la relación que mantenía con el sureño y su mismo primo. No desaprovecharía la oportunidad, mantendría su papel hasta que le estorbase.

—Vamos, salgamos de aquí. Te conseguiré una camiseta nueva. —Sugirió, llevándose al recesivo hasta el baño más cercano y exigiendo a Nop que le trajese una de sus camisas. Lo que no fue pasado desapercibido por Arm, el beta consideró que Khun Kinn debiese enterarse.

Porsche apenas logró recostarse en el lavabo del baño, la cabeza le daba vueltas y fruncía el ceño ante los susurros del alfa dominante en otro idioma. Quería gritarle que usara el idioma de ellos, también que se mantuviera lejos de su amigo. Mientras que, el heredero de la segunda familia consideraba que este gesto de amabilidad podía ser pagado por el omega dominante y aquello le hizo sonreír de lado. 

— ¡Carajo, Porsche! —Vegas alcanzó a decir y sostener al recesivo, este último se había resbalado e impidió que su cabeza golpeara directamente con el enorme espejo. Lo que hizo que la distancia entre ambos se acortara, el tenue aroma de vainilla de Porsche no causó ninguna reacción en el lobo del heredero de Khun Kan -una sincera muestra de sus recientes y desconocidos sentimientos por Pete.

La felicidad que encontró en ese descubrimiento duró poco, fue apartado con brusquedad por Kinn. El otro dominante lo derribó de un puñetazo, sin oportunidad de ser correspondido. Vegas sintió el sabor ferroso de su sangre, jurando cómo sus entrañas ardían en las llamas de la misma furia con el que injustamente fue abatido. Sacó su propia arma y la apuntó contra el bastardo de Kinn, sus dedos ansiaban jalar el gatillo y que la bala cayera justo en el medio de sus cejas. Esos deseos se triplicaron cuando el hijo de su tío Korn le recordó su posición, que portaba ese maldito anillo de la primera familia.

Estaba harto de él, de su maldita familia. Vegas iba a jalar del gatillo, poco le importaba si la bala de Kinn o de sus hombres lo impactaba primero.

—Khun Vegas, baje el arma. —La voz de Pete le alejó del duelo que traía con Kinn, lo divisó sosteniendo de igual manera su arma. Aquello no le inquietó, sino que su mirada luciera decepcionada.

Vegas gruñó, apretó su arma y terminó bajándola. Golpeó la mano de Kinn, haciendo que el hijo de Khun Korn lo imitara para finalmente salir. No se quedaría a explicar ni una mierda, Kinn merecía que sus propias inseguridades le jugaran en contra y arruinara lo que fuese que tuviera con Porsche. Su orgullo herido se daba por satisfecho con ello, mientras que su lobo quería regresarse y partirle la cara a su dichoso primo por acusarlo -frente a Pete.

Tal vez era el karma haciéndole pagar sus propias acciones, a Vegas poco le importaba. Era aplastado por una inmensa ola de frustración, impotencia, ira y desesperación. Que la jodida moto que compró para impresionar al recesivo tuvo que lidiarla, los espejos se rompieron y la pintura se desprendió. El alfa dominante maldijo por última vez y se recargó en el asiento, sintiendo aún la furia consumirlo. Pero el bien conocido aroma a lavanda evitó otro de sus arranques.

Pete estaba al frente de él, sacó de sus bolsillos un pañuelo y lo acercó hasta la comisura izquierda de su boca. El omega dominante evitaba encontrarse con su mirada, esto al prestarle atención únicamente a los movimientos con los que limpiaba la sangre. Sus toques eran delicados, mas no suficientes para hacerle creer a su lobo que el avance que había conseguido se arruinó. Necesitaba esos ojos cafés sobre él, que le hicieran saber que se confundió y que estos no le guardaban decepción; Vegas tomó a Pete del mentón e iba a romper el silencio. Pero Pete le ganó. —Khun Vegas, ¿puedo pedirle algo?

El alfa asintió, temiendo que esa resistencia del dominante haya vuelto más fuerte.

—Cuide de usted, por favor. Khun Macao lo ama y necesita a su lado, no vaya a dejarlo por... ir tras quien ya tiene dueño. —El alfa no supo si Pete se refería a Porsche o a él mismo, solo que no le gustaba el tono de esa petición.

—Pete, ¿por qué esta petición suena como una despedida?

—Porque lo es, Khun Vegas. —El guardaespaldas suspiró profundamente, haciendo nacer la necesidad del dominante por saber lo que ocurría en su mente. —. Khun No está aquí, es mi deber volver con él.

—Por el momento, ¿lo recuerdas?

Pete sonrió, se atrevió a acariciar con la misma delicadeza la mejilla del alfa por un par de segundos para después apartarse de él. —Adiós, Khun Vegas.

Vegas no pudo retener a Pete, el loco de Tankhun había llegado gritando el nombre de su guardaespaldas. Tuvo que verlo partir agarrado de la mano de su loco primo, sin devolverse hacia atrás -hacia él.

"¿Acaso la luz que había conseguido atrapar ya no era suya?", de lo único que Vegas estaba seguro que Kinn sufriría la misma desesperación que él sentía en esta noche.

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~•~

Un poquito de drama para cerrar el bloque introductorio de la historia. 👀

En el siguiente bloque, nos espera a nuestros tres niños abriéndose para el otro. Será interesante conocer más de sus lados vulnerables, necesitados de amor y aprobación. El cómo incluso aquello los acerca más al resto de su familia, los vuelve más humanos (así es, hablo de nuestro Vegas y Macao). ♥️

El corazón de Pete ya no es enteramente de la primera familia, nos lo demostrará en sus siguientes acciones. ♥️

Pd: El nombre de la mamá de Vegas está sujeto a mi imaginación, no es tomado del canon.

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