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Capítulo 10

El viaje al Puerto de Khlong Toei fue extremadamente silencioso, lo que Pete agradeció. Su mente pudo enfocarse exclusivamente en su trabajo, en asegurarse que Wang no le haya mentido y tuvieran que lidiar con algún ataque a mitad del camino. Que sus ojos no se apartaron de la pantalla del monitor de control que Arm le cedió al ser los primeros en partir, tenía el deber de proteger a Khun Vegas y no pretendía fallar. Había una promesa que cumplir, ignorando que su determinación alimentaba los deseos del alfa dominante.

Las marcas en su cuello compartían la culpa, enloquecían al lobo de Vegas. El recuerdo de cómo se hicieron aquellas marcas desataban ese instinto de querer lanzarse encima de él, volver a perderse en la adictiva lavanda que emanaba. Mas su orgullo no se lo permitía, advirtiéndole que Pete le había faltado el respeto al desaparecer su aroma sobre él. Poco o nada le importaba saber las razones detrás de esa decisión, su lado irracional no le perdonaría. Debía castigar al omega, y el exceder descaradamente sus límites se presentaba como su mejor opción -consciente de la insistencia de Pete por ser discreto.

De ahí que, Vegas aprovechara que arribaron para ir acorralar al guardaespaldas contra el capó de la camioneta. Puso sus manos encima del capó, se inclinó hacia su rostro y bajó su intensa mirada hacia el cuello del guardaespaldas. La sorpresa en Pete le dejó apreciar de cerca su obra, estaba complacido de que sus marcas no hayan sido débiles, de que permaneciera sobre ese precioso y lechoso cuello que escondía un adictivo aroma; descubriendo que no era tan ajeno a otros alfas, podía sentir el mismo orgullo de haber reclamado a su pareja con tanto cinismo.

Su lobo era un traidor, pero él tampoco se salvaba.

— ¿Pudiste decirles que fui yo quien puso esas marcas en tu cuello? —Su voz golpeaba peligrosamente la suave piel del guardaespaldas, ansioso por escuchar una respuesta afirmativa.

Pete tragó saliva. Sospechaba que ser sincero enfurecería al alfa dominante y que lo más sensato aparentemente era mentirle, pero ciertamente quería desafiarlo y averiguar qué tanto ambos podrían llegar.

—No, se las atribuí a Wang. —Susurró, recibiendo esa mirada que no se molestaba en ocultar su fastidio, ese fuego que amenazaba con hacerlo arder por haber arruinado sus planes de exponerlo.

Vegas negó con la cabeza, admiraba la frágil resistencia de Pete. Porque no solo era reacia a desaparecer, sino que conseguía darle lucha. Le gustaba esto, perseguir y atrapar al guardaespaldas de su loco primo.

—Que conste, Pete, tú me obligaste. —El omega no tuvo tiempo de entenderlo o de reaccionar, porque Vegas lo tomó de la cintura y obligó a sentarse en el capó de la camioneta. Separó sus piernas lo suficiente para meterse entre ellas, envolviéndolo con sus brazos. Pete estaba verdaderamente apresado por él, que no pudo intentar apartarse. El alfa liberó sus feromonas cargadas de ese dominio que doblegaba a cualquiera, su intensidad terminó sometiendo al omega de la primera familia.

Los sentidos de Pete se nublaron al primer roce de los labios del alfa sobre su cuello, el sándalo era tan embriagante que inclinó su cuello hacia el lado izquierdo dándole total acceso al heredero de la segunda familia. La historia se repetía, Vegas se perdía en la dulzura de la lavanda y volvía a morder instintivamente cerca de la glándula omega de Pete. Sus colmillos picaban, una y otra vez se enterraban dolorosa y placenteramente en la piel nuevamente maltratada del guardaespaldas, que el calor se hizo presente a pesar de la fría brisa marina que los golpeaba.

Tal vez, era la adrenalina o tal vez, el que Pete tuviera la misma libertad de disfrutar. Sus propias manos se perdían en los cabellos del heredero de la segunda familia, siguiendo un ritmo torpe pero delicado. Mientras que, Vegas exploraba por debajo del polo, confirmando que la suavidad de la piel del guardaespaldas se expandía en todo su cuerpo. Lo que hizo temblar al omega, los toques del heredero de Khun Kan iban subiendo más arriba de su abdomen, la fría brisa erizaba sus vellos y los besos dejados cerca de su mentón lo obligaron a llevar su cabeza hacia atrás junto con las manos para sostenerse del capó.

Estaba a merced del alfa, Pete no se esforzaba por recuperar el control. Junto con su omega, se entregaban a esas bruscas caricias, a que el sándalo lo reclamasen nuevamente. Mas tuvo que devolverse abruptamente a su realidad al notar una luz detrás de ellos. Se aproximaban, eran Porsche con Arm. No podía encontrarlos de esa manera, sería acusado y posiblemente despedido. Su lobo gruñó frustrado, luego lo reprendería por su falta de vergüenza. Ahora tenía que sacarse de encima al alfa, esto sin tener que dar su cabeza.

—Kh-Khun Vegas... Ellos se acercan. —La fuerza de Pete no se comparaba a la de un alfa dominante, no iba a lograr apartarlo. No de un modo tan grato. —. Nos verán.

— ¿Y? —Vegas se detuvo, solo para mostrarle a Pete su falta de interés en ser descubiertos. Porque era lo que precisamente quería, dejarle en claro a ese beta de anteojos y al resto que el omega estaba apartado. —. No me preocupa.

Pete ahogó un jadeo ante otro mordisco, estaba perdido y desesperado. Se podía escuchar el chillido de las llantas muy cerca, sería cuestión de segundos para que sus amigos estacionen al lado suyo.

—Quiero que nos vean, que se enteren de lo mentiroso que eres, Pete. —El alfa murmuró en su oreja, ese tono pegajoso le hizo tragar saliva. Estaba arruinado, su cuerpo quería entregarse a ese placer, envolverse en esa misma excitación que la adrenalina por ser descubiertos incrementaba.

Khun Vegas estaba siendo injusto, tal como se lo advirtió.

—Si se detiene... —Pete trató de formar palabras coherentes, antes de que su lado racional se esfumara. —. Haré lo que usted quiera.

El alfa obedeció inmediatamente, subió nuevamente esa mirada y esa sonrisa de un perfecto traidor apareció en su rostro.

Pete entendió que había caído en su trampa.

—Entonces bésame, ¡ahora! —La voz de mando de Vegas fue determinante, sin saber si era su lobo o él mismo. Solo que verdaderamente disfrutó cómo la fugaz batalla en Pete apenas duró, había acabado con esa frágil resistencia. El omega terminó lanzándose a sus brazos y así sus labios pudieron encontrarse.

El beso fue hambriento, Vegas había cruzado su más sagrado límite y no se arrepentía. La docilidad con la que Pete se sometía a sus deseos desató a su instinto, ahora un abrumador fuego los consumía. Que ninguno juraría estar en un puerto, sino en las afueras del mismismo infierno. Vegas no estaba dispuesto a soltarse de este momento, la adrenalina y el placer de realmente haber cruzado la línea lo embriagaba. Se aferró más al cuerpo del omega, se apropió de esos delgados y apetitosos labios, tiró de ellos; robándole jadeos al omega.

La falta de aire salvó al omega, Vegas tuvo que apartarse y cumplir parte de su trato. Estaba bastante satisfecho, sobre todo al ver a Pete hecho un desastre. Quería saber cómo el guardaespaldas excusaba esas recientes marcas en su cuello y sus labios hinchados, esta vez no podía culpar a Wang. Solo se hallaban los dos, Vegas tenía ese brillo de victoria en su mirada mientras acariciaba la comisura de sus labios.

El alfa lucía como la tentación que era, Pete no se atrevía a verlo. Temía que de hacerlo, correría nuevamente a sus brazos y pediría ser arrastrado a ese infierno que él promete.

— ¿Pete? ¿Vegas? —Porsche apareció cómo la salvación de Pete. Mientras que el recesivo fruncía el ceño de toparse con ellos. Se suponía que ambos se adentrarían primero, que harían el recuento de cuántos hombres tenía Wang. —. ¿Qué hacen aquí?

—Decidimos esperarlos. —Vegas respondió despreocupado, yendo su mirada hacia Pete. El dominante tenía la cabeza agachada, esperando que la oscuridad de esta noche bastase para ocultar el desastre que era. Tal parecía que debía seguir siendo rudo, o quizás no tanto. El beta de anteojos no fue capaz de acercársele, nuevamente.

Porsche aceptó, no muy convencido, Pete apenas le dirigía la mirada. Estaba concentrado en descubrirle alguna maravilla al piso, aquello alarmó a su amigo. Porsche no tardó en unir cabos, tampoco el mismo Arm. Ambos volvían a escoger el silencio por estar presente el primogénito de Khun Kan, rogando internamente que la cordura de Pete regresara y terminara esos juegos con el alfa dominante. Pues de no hacerlo, Khun No desataría una guerra y nadie se libraría de su locura. Principalmente, su hermano Kinn y ellos.

Porsche tembló de imaginarse a Tankhun rabiando y exigiéndoles la cabeza de Vegas por enredarse con su persona.

— ¿Empezamos? —Vegas interrumpió y cortó con el silencio, los guardaespaldas de la primera familia asintieron. Retomaron la seriedad que los caracterizaba, Pete cogió esa peligrosa máscara que usaba para misiones de campo. El nerviosismo o vergüenza desaparecieron, dictó las órdenes conforme Arm avisaba de las entradas al buque Andalucia Carrier.

Los cuatro se dirigieron a paso firme en el solitario puerto, tal como el idiota de Wang soltó: No había nadie más que los hombres de éste, pobres cargadores que terminaban de desembarcar.

— ¡No arruines la reputación de Wang! —Gritó el alfa a uno de sus cargadores. —. Esta vez, Mr. Don encargó un lote enorme.

—Sí, señor. —Respondieron los cuatro hombres que lo rodeaban, Pete recibió la señal de Porsche. Su amigo finalmente estaba dentro junto con Arm, lo que le bastó para sacar su arma. Recargar su mano en el hombro de Vegas y pedirle internamente que no se moviera, el dominante supo leerlo y consiguió no inmutarse ante el estridente sonido del primer disparo.

El dominante fue certero, la bala cayó directo al hombre que estaba a la derecha de Wang. Los otros se alarmaron, miraron por ambos lados y no lograban dar con ellos. Las enormes pilas de sacos eran su mejor aliado, Pete pudo seguir acabando con los que quedaban. Wang, sabiéndose desprotegido, no dudó en correr hacia la salida posterior; encontrándose con Porsche.

Wang se arrodilló, Arm también lo apuntaba y la mirada indiferente de Porsche lo doblegó. El alfa suplicaba por su vida, sin entender la razón de este ataque o cómo dieron con él, hasta que divisó a Pete. Sus lágrimas se detuvieron y fueron reemplazada por una notario mueca de desagrado. El dominante no se intimidó, su mirada se igualaba o incluso superaba a la de Porsche. Su agarre firme en su arma no vaciló, pese a las acusaciones del alfa.

—Maldito omega traidor. —Fue lo último que Wang escupió, antes de que Khun Vegas cubriera su cabeza y le quitara la respiración. Lo suficiente para dejarlo inconsciente. A pesar de ello, Pete no bajaba la guardia.

—Será mejor que ustedes lo trasladen. —Pete ordenó, tras guardar su arma. Agarró las cuerdas que Arm le tiró, se encargó de atar duramente las manos y pies de Wang. —. No quiero que ponga resistencia, solo por haber herido su orgullo.

Porsche y Arm asintieron, sus compañeros reconocían el rango de Pete en campo. Por lo que, no tardaron en levantar a Wang y llevarlo hacia su camioneta. No estaban seguros en si debían regresarse a la mansión de la segunda familia, no recibían orden de hacerlo. Arm aconsejó que esperaran, Porsche ansioso asintió y jaló un pedazo de piel de sus uñas. Mientras que, Pete volvía a tomar su arma para asegurar la salida del alfa dominante.

Vegas estaba más que complacido con la dedicación de Pete, los rumores sobre la fidelidad que tenía a su palabra eran ciertos. Aquello tal vez podía ser para su beneficio, en ese momento no podía dilucidarlo. Estaba enfocado en esa determinación con la que Pete alzaba su arma, en cómo esa mirada tierna se convertía en feroz y cómo jodidamente su aroma a sándalo lo volvía más atractivo. Que abandonó su prudencia, tomó de la cintura a Pete y lo pegó contra uno de los muros hechos de saco. El omega se apuró en subir sus manos para no apuntar contra el heredero de la segunda familia, lo que facilitó el propósito de Vegas.

—Do you know how sexy you are? —Vegas arrastró cada palabra, la manera en cómo su cuerpo buscaba pegarse al del omega le hizo saber a Pete que no mentía.

—Mmmm. —Fue su respuesta, el ego de su lobo se elevó y su mirada guardó un brillo peculiar. El dominante supo descifrarlo, sonrió ante esa oscuridad que finalmente se libraba.

Así que, Vegas no necesitó de permiso alguno, juntó sus labios contra los de Pete. Esta vez, sus lenguas se encontraron y exploraron al otro. El alfa se adueñaba de la boca del menor, siendo sumiso a ese instinto hambriento que guardaba por él y que ahora estaba empeñado en saciarse. El fuego volvía a consumirlos, se entregaban a ese llamado de sus lobos. Que los jadeos se presentaron, las manos de Pete se recargaron en los hombros del alfa, aún sin soltar su arma. Apenas se separaban para tomar un poco de aire y seguir, los labios de Pete nuevamente se hincharon, luciendo tan apetitosos e imposibles de no morderlos.

Vegas empezó a frotarse contra el cuerpo de Pete, el omega en respuesta soltó su arma para poder disfrutar de la suavidad de los cabellos del alfa, de cómo sus caricias se convertían en tirones a medida que los besos subían su intensidad. Ambos eran presos del deseo, de esa oscuridad que afloraban en su interior y los amenazaba con condenarlos definitivamente.

No temían, sus lobos escogían al otro como compañero para esa penitencia.

— ¡Carajo, Pete! —Susurró Porsche, arrepintiéndose de ser el que se ofreciera a regresar por saber que ocurría, por qué demoraban. Si sospechar sobre ellos le resultaba inquietante, confirmarlo acabarían con la piel de sus uñas.

Mientras que, en la mansión de la primera familia, Tankhun no podía concentrarse en el maratón de su dorama. Estaba inquieto, pateó a su guardaespaldas Pol por haberse quedado dormido. No era como su Pete, el alfa no mostraba ningún interés por sus dramas. Él era un buen compañero para sus juegos, pero no quería. Lo único que necesitaba era la complicidad de Pete y no la tenía, esto por la tonta desconfianza de Kinn sobre Porsche. El recesivo no lo cambiaría por Vegas, las miradas que le dedicaban eran únicas y ciertamente su hermano no las merecía. Que sería él quien le dé justicia al recesivo, por lo que se levantó y se perdió entre los pasillos para acabar en la puerta de su hermano.

Ignoró las torpes excusas de Ken y Big para adentrarse, sorprendiéndose de que se encontrara despierto. Se suponía que la única condición de su traslado a la mansión era mantenerse en reposo absoluto, mas debieron imaginar que no podría -no si Porsche permanecía con la segunda familia. Ya eran dos hermanos sufriendo por los mismos rivales, Tankhun se recargó en una de las sillas del balcón y observó con detenimiento a su hermano.

El único omega dominante de Los Theerapanyakul suspiró con pesadez. —Eres un tonto, dejaste que Vegas se saliera con la suya.

Kinn no contradijo, bebió de su vaso de whisky. No le importaba los efectos adversos que podría traer si lo combinaba con su medicamento.

—Debería quitarte el mando.

—Sí, hazlo. —El cansancio del alfa respondió. Detestaba verse obligado a desconfiar, a tener que ser el centro de cada ataque, de lidiar con las constantes amenazas y que esas ahora parecían dirigirse a Porsche. Él solo quería ser libre, regresar a esos primeros años en los que podía confiar en su padre y hermano para cuidarlo.

Tankhun lo notó, sintiéndose igual de culpable. Dejó su habitual extravagancia para servirse otro vaso de whisky y beberlo, llamando la atención de Kinn. Quizás sus sospechas no eran tan absurdas como imaginó.

—Pensándolo mejor, no quiero; sería en vano. —Kinn resopló resignado, por un momento creyó que su hermano mayor se sinceraría con él. —. No eres el que realmente tiene el mando.

— ¿Ah, sí? El anillo que tengo en la mano difiere contigo. —El alfa le mostró el anillo plateado con el símbolo de Los Theerapanyakul, Tankhun rodó los ojos.

— ¿Ves? Eres un tonto; crees ser el que tiene el control, cuando los verdaderos hilos se tienden por tu detrás. —No terminó su vaso de whisky, la visión limitada de su hermano menor lo irritó.

Kinn podía ser astuto en varios aspectos del negocio, pero el adoctrinamiento que recibió de su padre le impedía reconocer sus puntos débiles y uno de ellos era confiar ciegamente en que tenía el control -especialmente, sobre las personas que lo rodeaban. Juraba conocerlas, que harían lo que esperaban pese a que la vida le demostró lo contrario cuando lo cruzó con Tawan, cuando ese miserable rompió su corazón.

No podía esperar que protegiera de los suyos, quería de regreso a sus hombres -a su persona.

—Pete debe estar de regreso este fin de semana, Kinn. O será tu dormitorio el que queme.

Kinn masajeó su frente, también irritado. — ¿Por qué tanta la insistencia con Pete? Vegas no lo acecha a él, sino a Porsche.

—Lo hace solo cuando estás tú, únicamente para molestarte, idiota. Estoy seguro de que apenas le está prestando atención a su existencia en estos días, ¿o me equivoco? —Tankhun preguntó consciente de la respuesta. Porsche visitaba a Kinn en la clínica, compartía horas con él. No parecía preocupado por Vegas ni siquiera había rastros de su aroma. No recibía quejas o burlas de algún coqueteo por el otro alfa dominante, Pete tampoco le informaba de ello.

Apenas Vegas y Porsche compartían reuniones, reuniones en las que Pete y Arm estaban presentes. Así que, la única y verdadera preocupación de Kinn era descubrir si alguien de la primera familia le vendía información a Vegas.

—Bien, entendí. —Su hermano mayor le miró con desaprobación, no le creía. Kinn no podría comprender su preocupación, porque no conocía a Pete. No sabía de ese alma capaz de acoger al más desdichado y hacerlo sentir afortunado, no sabía de su magia -de esa que seguramente Vegas podría aferrarse si la descubría. —. Te regresaré a Pete.

—Por tu bien, espero que cumplas. —Kinn despidió a su hermano con un asentimiento. Tomó su celular y programó un mensaje que Pete recibiría en una hora.

Había cambio de planes, y Pete era el único al que le podía confiar.

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~•~

Soy de las que creen firmemente que Tankhun golpeará a Kinn por llevar a Pete a la boca del lobo. 👀🔥

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