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❝Los pescadores saben que el mar es peligroso y la tormenta terrible, pero este conocimiento no les impide hacerse a la mar❞
—Vincent Van Gogh
—¡Todos vayan a sus cuartos! ¡Ahora! —gritó el profesor Dumbledore mientras los estudiantes miraban por el Gran Comedor confusamente.
Una gran explosión y el sonido de vidrio rompiéndose se escucharon. Los estudiantes desfilaron hacia afuera lo más rápido que podían empujándose los unos a otros. Casey estaba, sin embargo, aún en la sala común con Remus. Ellos no habían salido. No tenían idea de que los mortífagos estaban invadiendo la escuela.
El Gran Comedor fue invadido súbitamente por varias personas en largas túnicas oscuras y grandes máscaras doradas. Cada uno sostenía una varita en sus manos alzadas, e inmediatamente comenzaron a lanzar maldiciones hacia los profesores.
—¿Qué está pasando? —le preguntó Remus a James cuando llegó desesperadamente a la sala común con Lily a su lado.
—Mortífagos... en el Gran Comedor... —le dijo James mientras atraía a Lily (quien estaba temblando de miedo) junto a él.
—¿Qué? —preguntó Casey con los ojos abiertos—. ¿Cómo dejó Dumbledore que esto pasara?
—Es solo un hombre. Él solo no puede encargarse de detener una guerra —dijo Alice suavemente, entrando a la conversación con Frank junto a ella.
—Sé eso, es solo que... Se suponía que Hogwarts era seguro de toda esta mierda —murmuró.
Sirius llegó caminando hacia donde todos ellos estaban.
—Oigan, ¿alguien ha visto a Mar?
–
—No... no... ¡NO PUEDE ESTAR MUERTA! —gritó Sirius, corriendo de frente hacia el cuerpo sin vida que descansaba en el suelo—. No, no, Mar, vuelve a mí, por favor... —sollozó, quitando el cabello del rostro de Marlene.
Casey jadeó y colocó su mano sobre su boca a la vez que daba un paso atrás. Remus le dio una mirada al cuerpo e inmediatamente la quitó, sus ojos llenándose con lágrimas.
—E-está mu-muerta.
—¡NO! —gritó Sirius, negando con su cabeza. Casey dio un paso hacia él.
—Sirius, tienen que llevarse el cuerpo.
—¡NO, NO TIENEN PORQUE ELLA NO ESTÁ MUERTA! —Su voz de repente cambió a un susurro—. No puede estar muerta. Ella prometió que lo viviría conmigo.
Remus se acercó y se detuvo junto a Casey.
―Lo sé, amigo, lo sé, pero solo... Sirius, no todos podemos cumplir nuestras promesas.
Casey colocó una mano en su hombro.
—Tenemos que dejarlos llevársela, Sirius, ¿de acuerdo?
Sirius asintió con rigidez, poniéndose de pie e inmediatamente tomando a Casey en un abrazo. Ella enredó sus brazos a su alrededor y escondió su cabeza en el cuello de Sirius.
—Prométeme —susurró él—. Prométeme que siempre estarás con él. Prométeme que pasarás los malos tiempos. Y que serás la luz en la oscuridad.
—Lo haré.
—Necesito oírte decirlo.
—Prometo que siempre me quedaré.
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