❝¿Acaso no lo viste venir?❞
—Quicksilver

—Qué linda casa tienes aquí, Evans —sonrió Sirius mientras James cerraba la puerta detrás del trío.

—Eh... gracias, Sirius, creo —Lily miró a los tres busca problemas frente a ella con una expresión confundida y ligeramente incómoda.

Sirius sonrió arrogantemente pero después se volvió hacia una ceñuda Casey.

—Así que, Casey, ¿no querías decirle algo a Lily?

Casey entrecerró sus ojos.

—Nada se me viene a la mente —Ella estaba reposando contra una pared.

—Piensa muy bien —sonrió James, quien se paró junto a Sirius. Casey hizo una mueca para simular que pensaba.

—Hmm, no, estoy segura —Sirius suspiró y de repente empujó a Casey contra Lily—. ¡CUIDADO!

—Perdón por esto, Lils —ofreció James antes de empujar a las dos chicas molestas hacia la sala. Casey y Lily le mandaron malas miradas.

—James Potter, si te atreves...

Sirius cerró de un portazo rápidamente y aseguró la puerta usando un encantamiento.

—Estaremos muertos cuando salgan.

—Sí.

—¿Cocina?

—Cocina.

―Una hora después―

Casey caminaba de un lado a otro. "Están completamente muertos" era lo único que había estado murmurando para ella misma por la última media hora, además de elaborar planes para asesinar a los dos idiotas a los que llamaba sus amigos.

—Casey, siéntate, me estás mareando —suspiró Lily, del mismo modo que Casey. Ella se sentó junto a la pelirroja y luego se quedó mirando a la puerta.

Tras otros diez minutos de silencio, Lily habló.

—¡Ya sé!

Casey la miró inquisitivamente.

—¿Qué cosa?

—¡Podríamos fingir que estás teniendo un ataque de pánico! Y puedo decir que eres claustrofóbica como explicación.

Casey sonrió.

—¡Lily! ¿Desde cuándo te convertiste en una genio malvada?

—Siempre he sido una, solo que se requieren a dos idiotas para dejarlo salir.