❝Me ignoras como si no fuera nada,
pero cuando yo trato de ignorarte parece imposible, y no puedo quitarte de mi cabeza❞
—My Sister

—¿Dónde crees que están?

—Ni idea, amigo —suspiró Sirius mientras buscaba un hechizo para su cabello. James rodó sus ojos. Sirius gruñó, dejándose caer en el sofá—. Tenemos que encontrar a Casey.

—¿Por qué? —preguntó James, fingiendo inocencia.

—Por mi cabello, imbécil —exclamó Sirius, poniéndose de pie, pero James solo se rió antes de seguir al chico para dejar el cuarto.

–

—Remus.

—¿Sí, Casey?

—El desastre se ha desatado.

Remus suspiró y miró a su crush, una sonrisa formándose en su rostro.

—¿Y en qué forma?

—Nos hemos quedado sin chocolate —Casey se dejó caer en el césped, reposando junto a Remus, quien estaba sentado.

—¡Qué! —Remus se acercó a Casey.

—Lo sé —suspiró—. Es una mierda.

Casey abrió sus ojos y miró al hombre lobo a los ojos. Dorado, eran de algún brillante tono dorado, llamativos y hermosos, ¿cómo es que ella nunca lo había notado de nuevo?

Se podría sentar a mirar esos ojos por horas y horas sin acabar. Increíbles. Únicos en su tipo. Justo como él. Siempre había creído que él era especial. Siempre.

—Irónico —dejó salir Casey, levantándose fuera de su mirada.

—¿Qué cosa? —Remus ladeó su cabeza. Se veía lindo, pensó Casey, como un pequeño perrito perdido.

—Tu nombre. Significa luna que atrae al lobo o algo así —Casey se sentó de modo que estaba descansando sobre sus codos y su rostro estaba a centímetros del suyo.

—Hmm, quizá mis padres tenían problemas sin resolver.

—Quizá.

—Quizá —sus voces habías bajado hasta ser casi susurros.

—Quizá... —él se inclinó hacia adelante.

Hubo un crujido de una rama y sus cabezas se giraron hacia dos sonrientes adolescentes. Uno con fosforescente cabello rosa.

—Bueno, Sirius, creo que acabamos de arruinar el momento.

—¿Debemos irnos o...?

Remus gruñó y se dejó caer contra el árbol mientras Casey suspiraba.

—¿Al menos trajeron chocolate?

—Obviamente.