14
❝Tengo miedo de no ser el alma gemela
de mi alma gemela❞
—pensamientos de las 2am
Tres semanas después
—¿Una hoja de mandrágora?
—Sí, Case —James rodó los ojos.
—¡¿Por un mes?! —preguntó Casey, su boca totalmente abierta.
—Sí, Case —suspiró Sirius.
Casey dejó caer el libro y se quejó.
—¿Cómo demonios hicieron eso, chicos?
—La verdad es que fue simple —James pasó una mano por su cabello, lanzando al aire una Snitch y atrapándola después.
—Oh, por favor. ¡Tú fuiste el más impaciente de todos! Siempre lloriqueabas y gemías sobre cuán horrible sabía y cómo la comida ya no era lo mismo de antes —se burló Sirius.
—Pff, no estaba tan mal.
—Claro que sí.
James frunció el ceño y arrojó la Snitch a la cabeza de Sirius, a lo cual este dejó salir un "auch" y acarició su cabeza dramáticamente. Casey rodó los ojos.
—Son tan melodramáticos —miró hacia el reloj de pared—. ¿Cuánto falta para que Remus vuelva?
—Hum —James miró hacia el reloj y alejó su atención de Sirius—. Media hora.
—¿Cuántas cosas puedo hacer en ese tiempo? —Casey recogió el libro, rebotando en la cama de Remus.
—Podrías empezar con la mandrágora —Sirius se encogió de hombros.
Casey suspiró y murmuró un "de acuerdo" antes de coger un pequeño frasco lleno de hojas desde una mesita de noche.
—Recuérdenme cómo consiguieron esto.
—Gilmore —dijo James con simpleza ante la mención de su profesor de Pociones.
—Ah —ella asintió. Tomó un profundo suspiro antes de sacar una hoja de mandrágora y ponerla bajo su lengua.
De repente, Sirius se puso de pie.
—¿No dijo Lunático que estaría de vuelta temprano?
Los tres se miraron entre ellos.
—¡Escondan los libros! —gritó Casey, lanzando el tarro hacia Sirius, quien lo atrapó y lo escondió bajo su cama.
James levantó algo de tres o cuatro libros para apretujarlos en su clóset. Casey hizo lo mismo, pero los guardó en el clóset de Frank.
—No se molestará, ¿verdad?
Sirius se encogió de hombros mientras empujaba los libros que quedaban bajo su cama.
—Lo que no sepa no le hará daño.
—¿Hacer daño a quién?
—¡HEY, REMUS! —Sirius se dio la vuelta y se dejó caer junto a su cama—. ¿Qué tal te va?
Remus los observó a los tres; Sirius tenía su mano en su cadera y el cuerpo cubriendo el final de su cama, James estaba leyendo un libro que estaba al revés a la vez que miraba entre todos, y Casey estaba silbando discretamente.
—Bien, supongo.
Remus caminó hasta su cama, mirando de vuelta al trio. Sirius caminó hacia Casey.
—Eso estuvo cerca.
Puedes decirlo de nuevo.
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