❝Los placeres violentos poseen finales violentos
 y tienen en su triunfo su propia muerte,
  del mismo modo en que se consumen el fuego y la pólvora
en un beso voraz❞
—William Shakespeare

1971
El primer año de Casey

La pequeña niña, de mala gana, se encontró a sí misma caminando hacia el pequeño taburete de madera que se encontraba en la parte frontal del Gran Comedor. A su lado, se paraba una alta mujer con un rostro de labios apretados y cabello recogido en un elevado moño ajustado: Minerva McGonagall.

En las manos de la mujer estaba un raído y desgastado sombrero, encantado con varios hechizos y maldiciones. Era un viejo artefacto. Uno que decidiría el futuro de la chica. Uno que decidiría el futuro de muchos.

Sintió el impulso de los nervios a través de ella, entrelazándose entre sí a través de su sangre como veneno invadiendo su cuerpo. Sintió una fuerte sensación de aleteo en su estómago, como si se hubiese comido una horda de mariposas.

Los golpes en su estómago se hicieron más violentos conforme se acercaba al taburete. Las mariposas se convirtieron en bludgers, y ella sintió como si fuera a caer enferma.

Cuando se sentó, un ligero sonrojo cubrió sus mejillas una vez que hubo visto que todos la estaban mirando. Minerva colocó el sombrero en su cabeza, dejándolo que caiga hasta pasar sus ojos.

—Hmm —Ella saltó al comienzo, no habiendo esperado la voz. Su familia había lamentado no haberle dicho nada sobre la Ceremonia de Selección, así que todo, desde los fantasmas hasta las masas de estudiantes, eran completamente una sorpresa.

—¿Qué es lo que tenemos aquí? ¿Otra McAndrews? Qué interesante... Eres muy diferente a tu familia, ¿no es verdad?

La chica en cuestión no parecía una McAndrews. No lucía como ellas: todas tenían cabello rubio, ojos azules, como perfectas muñecas de Barbie; mientras Casey tenía un cálido cabello castaño y ojos que combinaban.

Ella no actuaba como una McAndrews: todos tenían un sentido de supremacía sobre ellos. Parecían ser siempre perfectos en su pequeño y propio mundo en el que eran los reyes y las reinas. Ella no lucía así, ella no actuaba así. Ella era tímida y tartamudeaba, de manera que no se veía a sí misma como una reina. Dios, ella apenas y se podía ver a sí misma como parte de la familia.

—Muy, muy inteligente, justo como tus padres. Suficientemente inteligente como para competir con un Ravenclaw, pero ese no es el lugar para ti. Oh, no, eres demasiado busca problemas para eso —El sombrero parlante tomó una larga pausa.

Casey pensó en lo que el sombrero acababa de decir. ¿Ella? ¿Busca problemas? Sí, jamás había encajado exactamente con su familia o la multitud, y tampoco había hecho todo lo que sus padres le decían, pero ella era difícilmente una busca problemas.

—Eres un alma valiente, ¿no es cierto? —frunció los labios con forme el sombrero continuó hablando—. Oh, sí, siempre tan valiente; pero también amable. Tan leal y desinteresada. Realmente podríamos ponerte en cualquiera, ¿no? Hufflepuff o Gryffindor. Ninguno de tus padres han estado ahí, entonces, ¿qué opinas?

—Oh, ¿en serio? Bueno, si estás segura...

—¡GRYFFINDOR!

Sonrió tímidamente y se puso de pie tras sentir que el sombrero era levantado de su cabeza. Se volvió hacia la aclamada mesa y siguió sonriendo apenas mientras caminaba hacia ellos.

Los McAndrews eran una poderosa familia. El orgullo era importante. Eso y la sangre. Ellos se preocupaban tanto por la pureza de sangre como si fueran Slytherins. Sin embargo, todos los que venían de los McAndrews eran Ravenclaws.

Hasta ahora.

Ella sonrió mientras se sentaba. Miró a su izquierda para ver los resaltantes ojos de una chica pelirroja. Sus ojos brillaron, en algún sentido, ya que eran de un asombroso verde esmeralda. La chica de los resaltantes ojos le sonrió abiertamente a Casey.

—Lily —Ella estiró su mano para estrecharla—. Lily Evans.

—Casey McAndrews —Casey le sonrió más efusiva que antes, tranquila por la amable actitud de Lily.

Después de la Selección, el director Dumbledore dio un pequeño discurso, el cual Casey escuchó atentamente. Después de ello, el barbudo hombre dejó a todos para que disfrutasen de la comida que mágicamente había aparecido en la mesa.

—Oh, demonios. Lo siento.

Casey miró a su derecha. Un chico alto de primer año estaba disculpándose. Tenía el cabello corto y marrón claro, a la vez que unos brillantes ojos hazel. En su nariz había tres pálidas cicatrices.

Él descendió hacia Casey mientras ella miraba arriba hacia él. Dejó que su cabello cayera sobre su cara, esperando que no hubiese visto su sonrojo. Cuando bajó la mirada, supo por qué se estaba disculpando.

Él simplemente había derramado su bebida sobre su comida.

—Oh, está bien —sonrió educadamente, como le habían enseñado.

Él sonrió amablemente, extendiendo su mano hacia ella.

—Soy Remus. Remus John Lupin.

—C-Casey McAndrews.

—Bueno, Casey McAndrews, es un gusto conocerte y estoy increíblemente avergonzado por haber derramado jugo de calabaza sobre toda tu comida.

—Es-está bien, de verdad.

—¿Estás segura? Porque yo...

—¡Oye, Remus, deja de coquetear!