Capítulo 3
Sana se veía molesta desde que recibió la llamada de Momo, diciéndole angustiada que Nayeon la había llamado en la noche.
—¿Acaso no tiene ni un poco de vergüenza?
Momo estaba sentada en uno de los sillones de su sala, con sus manos en su cabeza.
—No lo sé, Sha. No lo sé.
Una lágrima se deslizó por su mejilla. Sana se acercó a ella y la envolvió entre sus brazos. Momo la abrazó con fuerza, escondiéndose en medio de su cuello y hombro, sollozando mientras la menor acariciaba su cabello con cariño.
—¿Cómo mierda consiguió tu número esa zorra?— Sana pronunció con desprecio.
Momo relamió sus labios, sintiéndolos secos.
—¿P-Podrías traerme un poco de agua, por favor?
Sana fue en busca de un vaso de agua y se lo extendió a la mayor. Momo le agradeció y dio un gran sorbo, dejando el vaso sobre la mesa ratona de la sala mientras limpiaba la comisura de sus labios con el dorso de su mano.
—Tzuyu se lo dio.
Sana cambio su expresión a una confundida.
—¿Tzuyu? Pero, cómo...
—Nayeon la convenció diciéndole que era una amiga mía y blah, blah, pura mierda. —Sana maldijo en voz baja y tomó su teléfono, dispuesta a reclamarle a la menor por lo que hizo. Momo se levantó, quitándole el celular de las manos con una mueca.— No es culpa de Tzuyu, Sha. Ella no sabía nada, y lo sabes. —le recriminó con el dedo.
Sana levantó las manos al aire, asintiendo.
—Bien, lo siento.— volvió a sentarse a su lado.— Estoy un poco alterada, eso es todo.
—Está bien, Sha. Lo entiendo.
Momo miró la hora en su teléfono y un quejido salió de sus labios.
—Ya es hora, pequeña —se puso de pie—. A trabajar, vamos.
Ambas tomaron sus cosas y salieron de la casa. Caminaron entre risas hasta la parada de autobuses, esperaron unos minutos y su autobús llegó. 10 minutos más tarde, se encontraban frente a la cafetería Chocolate And Tea, en donde trabajaban.
Sus compañeros recién estaban llegando, por lo que los saludaron y ayudaron a abrir la cortina. Al entrar, ordenaron todo, y la gente comenzó a llegar poco a poco.
Los viernes, en especial, eran los días más concurridos por la gente. No sabía la razón con exactitud, pero el local se veía bastante lleno aquel día.
—Un té negro con una rebanada de Cheesecake.— Momo asintió, y comenzó a preparar lo que su compañera, Shuhua, le había pedido. Al terminarlo, se lo entrego a Shuhua y esta fue a dejarlo en una de las mesas.
Así pasaron la mañana hasta que la tarde llegó.
Momo recogía los platos y tazas usadas en una de las mesas cerca de la puerta, cuando una chica de tez blanca y cabello negro hace acto de presencia en el lugar. La chica le sonríe a Momo y se acerca para sentarse en la misma mesa que el día anterior que visito el lugar.
—Buenas tardes, Momo.
Una pequeña sonrisa crece en sus labios.
—Hola, Dahyun. —Momo saca una pequeña libreta de su bolsillo, dispuesta a tomarle el pedido a la menor—. ¿Qué te gustaría ordenar?
Dahyun dejo caer su barbilla en su mano derecha mientras mira fijamente a Momo con una sonrisa. La japonesa se sonroja levemente y aclara su garganta.
—¿Entonces...?
—Sorpréndeme.
Momo asiente y guarda su libreta en su bolsillo. Sujeta la bandeja que está en la mesa y se dirige a la cocina para preparar algo delicioso para la chica.
—Bien— lavó sus manos y aplaudió—, manos a la obra.
Momo agrega dulce de leche y queso crema en un bol, bate la mezcla y busca galletas de chocolate. Luego, coloca las galletas en una fuente, busca café y lo deja enfriar un poco. Moja con un pincel en el café y lo pasa por encima de las galletas. Vierte la mezcla en capas, repitiendo esto varias veces hasta formar un cuarto piso. Después, corta una rebanada y la coloca en un plato. Prepara un té y lo sirve en una taza. Finalmente, coloca todo en la bandeja y sale de la cocina hacia la mesa donde la chica está escribiendo en su computadora.
Momo carraspea levemente para hacerse notar. Dahyun despega la mirada de su portátil, sonriéndole amablemente.
—Buen provecho, señorita escritora.
—Gracias, unnie.— Dahyun corto un pequeño pedazo y lo llevo a su boca. Lo saboreo y sus ojos se abrieron ante el delicioso sabor. Habló con la boca llena. —¡Esto es delicioso, Momo! ¿Qué es?
Momo rió un poco, divertida al ver como Dahyun disfrutaba de lo que había preparado para ella.
—Se llama Chocotorta, es un postre muy famoso en Argentina. Viví por un largo tiempo ahí y aprendí a preparar algunas de sus delicias. Espero lo disfrutes, Dahyun. Si necesitas algo, solo llámeme.
Momo hizo una pequeña reverencia y se dispuso a seguir atendiendo las demás mesas, sin percatarse de la intensa mirada de la chica de tez blanca en ella.
Dahyun levantó su mano, llamándola. Momo se acercó con una sonrisa.
—¿Te gustó lo que prepare?
—¿Bromeas? ¡Me encantó!— las dos rieron y Dahyun le extendió su plato con una adorable sonrisa que hizo al corazón de Momo acelerarse—. Unnie, ¿Podrías traerme otra rebanada de esta delicia, por favor?
Momo asintió, regresando con otra porción para la chica.
—Que lo disfrutes, linda.
Dahyun no pudo evitar sonrojarse, sus mejillas adquirieron un tono rosado que no paso desapercibido por Momo.
La tarde paso bastante rápida y cuando menos se dio cuenta, ya se encontraba saliendo del trabajo en dirección a la parada de autobuses luego de despedirse de su mejor amiga. Tarareaba una canción de su banda favorita, Chase Atlantic, mientras esperaba a que su autobús llegase. Su teléfono vibró en su pantalón, por lo que lo sacó de su bolsillo. Era un mensaje.
Momo sonrió al leer el nombre del contacto.
Dahyun
Unnie, ¿Estás lista para nuestra salida de mañana? Estoy ansiosa por hablarte de lo que ya he adelantado de la historia. Y, en especial, por conocerte a ti.
Lo último la hizo suspirar, comenzando a teclear en su teléfono.
Me: Yo también lo estoy, Dahyun. No puedo esperar a leer lo que has estado escribiendo.
Y a mí también me emociona saber más de ti.
Dahyun: No sabes cuanto me alegra saber eso.
Dahyun: Mañana pasaré por la cafetería temprano, espero verte ahí.
Me: Será un gusto verte, Dahyun.
Buenas noches.
Dahyun: Buenas noches, Momo unnie.
Y la conversación quedo allí.
Su autobús llegó y en menos de 10 minutos ya se encontraba en frente de su departamento. Al llegar, fue directo a su habitación en donde cambió su ropa por su piyama de duraznos y se lanzó a la cama con una pequeña risita infantil.
Estaba emocionada, y no sabía por qué.
Quizás, porque saldría con alguien más que no sea su mejor amiga y Tzuyu. Aunque, eso la mantenía un poco ansiosa.
¿Cómo debería comportarme?
¿Qué debería decir o preguntar?
¿Qué me pondría, algo casual o sofisticado?
¿Le pido matrimonio ahí mismo o qué?
Eran algunas de las preguntas que rondaban en la cabeza de Momo con insistencia.
Rodó por su cama de un lado a otro hasta que una idea cruzo por su mente. Se levantó corriendo de su cama en busca de su teléfono y, al tenerlo entre sus manos, entró a la aplicación de Instagram y tecleo el nombre de la chica.
—Da...hyun.— la chica apareció en la primera opción. Momo sonrió victoriosa ante eso—. Bingo.
Se la paso revisando el perfil de la chica. Esta tenía muchas fotos, en especial de sus mascotas y libros, muchos, pero muchos libros. Entró a sus destacadas, procurando no tocar algo por accidente, como un sticker que delatara su momento de stalker. Estuvo un rato así hasta que se cansó y decidió mejor irse a dormir.
Había sido un día bastante cansador. Sin duda, unas buenas horas de sueño no le vendrían nada mal.
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