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✧ Capitulo IV ✧

La destrucción masiva dejó sus huellas imborrables en las ruinas del poblado de El sol, su límite de existencia estaría muy próximo dadas las pocas gotas vitales de su único sobreviviente ilegal.

Observar detrás del gran ventanal roto no era útil, pero no había algo mejor por hacer y un joven moreno presente lo sabia, que su visitante eligiera verle en esos momentos venia sobrando.

Un característico sonido de cadenas arrastrándose por el suelo retumbó por las huecas paredes y las ondas de calor propias de El sol se quebraron por un fresco viento dentro del lugar.

ーIntenté en realidad ーdijo el solitario chico mirando atrás suyoー el tiempo no bastó para regresarlo, supongo que su condena fue irrompible.

Ante él se encontraba una sombra escondida en un rincón del gran salón donde se dedicaba de vez en cuando a mirar sus raíces perdidas en el caos, cuando en ratos le vencía la incertidumbre, se piraba de la horrible cama en que la enferma suerte lo tumbó tiempo atrás y caminaba metros infinitos lejos de su pieza, prefería morir lentamente acompañado de la imagen de sus raíces.

ー ¿Sabéis? He pensado bien en esto ーretomó el mozoー no lo veía como una opción porque, en vida, mis padres tampoco lo quisieron, pero... probablemente sea necesario que Bisohhia se asocie con El sol.

Dichas esas palabras, la habitación se sintió cada vez más fría y la respiración del chico comenzó a expulsar humo notorio desde sus fosas nasales, un cambio de ambiente con sencilla explicación.

ーIraeh, sé que no os parece lo correcto, pero mi tiempo se está acabando, en poco ya no podré mantener esta responsabilidad... ーexplicó mientras se sentaba en una silla de acolchonado terciopelo rojoー lo que sigo sin comprender es por qué La luna continúa existiendo sin problemas. Un sobreviviente anda por ahí escondido... ¿Sabes algo al respecto?

No se esperaban palabras, pero sí una señal, algo como la flama de las veladoras en los candiles parpadeando armoniosamente tal cual notó el testigo.

ーLo supuse ーdijo con una sonrisaー sabía que vuestra larga ausencia tenia una razón.

Réquiem I

La tarde sabatina era perfecta; cielo azul despejado después de varias semanas en lluvias anormales, el sol apenas podía sentirse, las hiervas en el jardín se agitaban con tanta lentitud que parecían ser acariciadas por el viento con mucha nostalgia, incluso era posible olfatear las distintas flores que adornaban los pastos y paredes. La tarde sabatina era perfecta para Christen, él adoraba recostarse recargado en el único árbol de su jardín y cerrar los ojos como si meditara un mantra de relajación, más ahora que llevaba un buen tiempo sin disfrutar de tal momento.

Pasaron varios minutos en total calma, después los pasos de alguien aproximándose despacio y pisando el pasto hicieron mantener al joven en alerta, más no decidió abrir los ojos ni moverse.

ーChristen, ¿estáis dormido? ーpreguntó Dalziel mientras se sentó a un lado del mayor.

ーNo ーrespondió con templanza y extendió un brazo para invitar al moreno recostarse junto a él.

Dalziel aceptó la invitación; acomodó su cabeza sobre el brazo ajeno, dejó sus manos flojas a los costados de su cuerpo y acompañó la relajación de Christen en silencio. Su comunicación sin palabras reflejaba paz en el rostro de ambos, escuchar sólo las aves, el viento y sus respiraciones no tenía precedentes.

ーDalziel.

El mencionado abrió sus ojos para mirar al mayor.

ー¿Cuánto hacía que no estábamos los dos aquí a solas?

ーHace un buen tiempo ーrespondió el castañoー creo que el estudio os tiene ocupado en serio.

ーY vivimos en la misma casa ーdijo con gracia.

ーParece que no ーagregó con ironíaー valdrá la pena al escuchar vuestra presentación en el teatro el mes próximo.

ーNo lo sé ーnegó y después volvió su vista a corresponder la de Dalzielー horas extra practicando con la viola no valen lo mismo que estar aquí.

ーEso es verdad, la paz interior es preferible.

ーNo lo digo por eso ーaclaró reacomodándose a su postura inicialー ahí os lo dejo a analizar.

ーPrefiero que me lo digas ーrespondió juguetonamenteー me lo merezco por tanto abandono, ¿o no?

ーSupongo que sí ーamplió una muy ligera sonrisa con sus labios y agregóー ya veré.

ー¿De qué depende? ーsiguió el hilo del momento.

ーDe si me conviene o no andar cursi tan temprano

ーQué malo sois ーtambién se reacomodó y no dijo más.

En eso, cuando Christen miró a Dalziel lo suficientemente distraído, giró su rostro y se inclinó un poco a aquel para robarle un beso, jamás dejaba de gustarle cómo se sonrojaba por esos actos tan repentinos, razón principal de no complacerle siempre, quería mantener fresco el encanto.

ーYa tenéis la respuesta ーse recostó de nuevo, pero ahora se acercó más al moreno.

Las sensaciones seguían siendo nuevas para Dalziel, su ritmo cardiaco continuaba acelerándose de los nervios y la emoción cuando estaba tan cerca de su pecado, eran sentimientos que le gustaban y le generaban adicción. Nunca esperó llegar a tanto, cuando reconoció lo que sucedía entre ellos dos, su imaginación no creyó manifestar tantas locuras.

Llegó la noche, así como el día se mantuvo claro y despejado, la luna protagonizó el mismo cielo. Christen admiraba el paisaje desde la ventana de su habitación disfrutando de un amargo y adictivo puro, el silencio en la pieza sólo era invadido por el ruido del tabaco quemándose con cada inhalación, aparentaba ser una noche extrañamente quieta; ese ultimo pensamiento cruzó desapercibido, sin embargo, tuvo motivo al haber sido perturbado el sentido de la vista con una sombra adentrándose fugazmente a la habitación. Al inicio, Christen creyó que era la esencia del tabaco o pudo ser un juego de luces del candil, a esa cuestión no reaccionó de momento, no hasta que un intenso olor a putrefacción llegó a sus fosas nasales seguido de escalofríos por toda su piel, luego sintió una presencia detrás suyo, de aquellas veces en que se jura ser observado peligrosamente, por consiguiente el pelinegro volvió su mirada en dirección correcta para toparse con el intruso.

La sombra de un ser que medía más de dos metros levitaba sobre el suelo al otro extremo de la habitación, la oscuridad y la noche no permitían observar cómo lucia a detalle, de modo que, dado su funesto color no se distinguían sus ropas mas que una capucha cubriendo todo su rostro.

Transcurrieron pocos segundos en silencio absoluto, luego la sombra fue acercándose lentamente al pelinegro, el ruido de cadenas metálicas se arrastraba y estas mismas ya rodeaban al espectro, sus huesudas manos encarnaron con músculo y tejido en descomposición, por donde pasase dejaba rastros de ligero humo.

Christen seguía sin hablar, buscaba alejarse tanto como podía intentando asimilar lo que estaba viendo, pensó y pensó hasta que cierto nombre apareció en su mente.

ー ¿...Iraeh...? ーpreguntó Christen casi seguro de sus palabras.

Hecha esa pregunta, Iraeh soltó una corta, rasposa y escalofriante risa, en lugar de responder elevó una de sus manos mostrando que en la palma de esta cargaba encarnado un reloj de arena a muy poco de agotarse.

ーEl tiempo se acaba ーemitió el ser con su ronca y muerta voz.

Fuera de la habitación, Dalziel se acercaba para entrar, pero antes de hacerlo logró escuchar una voz desconocida, así que pegó su oído a la puerta para dar atención a lo que escuchaba.

ー "¿Tiempo?" ーpensó un poco angustiadoー decidme quien sois ーinsistió el joven deseando saber si se equivocaba o no.

ーEs inútil que sepáis quien soy ーacorraló contra la pared a su victima con sólo estar de pie ante élー y si no llegáis pronto a mí, yo mismo vendré de nuevo. Cobraré al fin el pago que debéis por ese favor.

Esas últimas palabras dieron efecto en la memoria de Christen, ya de por sí su cuerpo se había inmovilizado, con entender lo que sucedía y lo que vendría después, el marasmo fue total.

ーDisfrutad de la vida mortal el tiempo que reste ーdijo entre una macabra sonrisa previo a regresar a las sombras para después desaparecer.

ーEl pago a ese favor... No puede ser ーlas cenizas del puro extinto en manos del pelinegro cayeron al suelo.

El castaño aún permanecía atento a cualquier palabra o ruido, afán que no daba frutos, ya no había nada que escuchar y, en su vano intento por confirmar que el espectáculo se dio por terminado, apegó mucho su cuerpo a la puerta provocando que esta hiciera ruido.

ー¡Mierda! ーexclamó Dalziel en un susurro apresurándose a escapar.

Christen se preocupó enseguida, no podía dejar que alguien supiera de lo recién ocurrido, así que se acercó a donde Dalziel y abrió la puerta de par en par notando que el moreno recién se alejaba de la habitación.

ーDalziel ¿Qué hacíais ahí afuera?

ーAh... eh, tía Lucía quiere vernos abajo.

Casi dando las once de la noche Lucía llamó a sus críos junto a los dos nuevos miembros de la familia. Ya habiéndose reunido todos en la sala de la casa atendieron el asunto tan importante sin vacilación.

ー ¿A otro país? ¿Por qué decidís eso tan repentinamente? ーexpresó Alise en total desaprobación.

ーMadre, la situación no ha estado bien en ningún lado, será riesgoso ir a otro país aunque sea por trabajo ーexplicó Christin con preocupación.

ー ¿Qué hay de Lucas? ¿Nosotros estaremos a cargo de él? ーDalziel, quien cargaba al pequeño mencionado en sus piernas, preguntó insinuando la respuesta de su tía.

ーTemo que sí, Dalziel. Precisamente porque Christin tiene razón ーrespondió Lucía.

ー ¿Por cuánto tiempo permaneceréis afuera? ーinterrogó Christen.

ーSerá una larga temporada, hijo. Han habido fuertes fríos últimamente y tampoco paran las lluvias, estamos a nada de cumplir medio año en estas condiciones, los huertos están inundados, es imposible llevar a flote nuestro negocio ーla mayor comenzó a explicarー no soy la única que planea tomar esta acción. Por la mañana conversé con la dueña de la abacería del mercado. Su marido tiene pensado salir de Europa.

ー Si me lo permitís preguntar, ¿no hay manera de buscar un empleo cercano? ーShaira cuestionó con timidez de participar en la conversación.

ーEs un tema más complicado de lo que parece ーWeis tomó la palabra cuidadoso de su respuestaー para nosotros mejor dicho.

Al siguiente día hubo otra tormenta, las palabras de Lucía se volvían más convincentes en cuanto a la posible quiebra de su negocio. Tal problema dejó inquietos a la mayoría de los Lumerio y le dejó una misma sensación a Shaira, entonces tuvo la confianza de acercarse a Dalziel para pedirle le ayudase de guía en buscar aunque sea un pequeño empleo en el pueblo. Ya cuando lograron conseguir posibles opciones, descansaron en el parque central de Rosales sentados en una banca pública.

ー ¿En verdad estáis dispuesta a trabajar para ayudarnos? ーpreguntó Dalziel sin creerse la decisión de Shaira.

ーPor supuesto que sí ーafirmó la joven castaña con determinaciónー necesitáis ayuda y yo no me siento a gusto viviendo sin aportar. Mi hermano Matías al menos labora con Weis.

ーCaray, nadie había sido tan amable con nosotros desde hace un buen tiempo ーconfió el moreno con una sonrisa y risilla de gracia.

ーNo me lo creo, si todos vosotros sois demasiado gentiles ーincrédula, su voz vaciló al cruzarse de brazosー ¿Por qué habrían de conflictuarse con la gente del pueblo?

ーEs el mismo caso que me hace preguntar por qué vos y Matías andáis fueras de casa ーindirectamente, Dalziel quería saber más de estos dos viajeros extraños.

ー...Es... ーinició con dificultadー se trata de algo complicado que francamente veo imposible de explicar a manera que me entendáis bien y me creas ーdecía algo nerviosa, no parecía mentir ni actuar con misterio, era sólo el hecho de detenerse por analizar si es buena idea hablar su vida con Dalziel o noー las cosas a veces se tornaban estresantes y peligrosas. Sentí que Matías ya no podía cargar con tanto sobre sus hombros. Es mi hermano mayor, ¿sabéis?. Se esfuerza por protegerme siempre.

ー ¿Peligrosas? ーdirectamente salió esa pregunta desde el pensar confundido del chaval.

ーNo vivíamos en las mejores condiciones, alguien en especial nos obligó con sus acciones a buscar otro sitio donde vivir a salvo ーShaira no dejaba de compartir palabra correspondida.

ー ¿Vuestro padre, a caso?

En eso, Shaira ya meditó bien las cosas, Dalziel ya había preguntado por la identidad de la "persona" que aparentemente les hacía difícil su existir, pero la joven imaginaba todos los posibles escenarios que vendrían después de responder, ya sea desde negarse a hablar y que probablemente Dalziel se moleste o sienta mal, hasta el caso más realista, confiar y que Matías no mire bien que Shaira divulgue algo tan personal. Lo que la dejaba en dilema era creer que ciertamente no tomaba a Dalziel como alguien ruin, ella le ve como un real rincón de confianza. Gracias a ese pensar sonrió cálidamente ante el castaño y respondió en paz.

ーSu nombre es Iraeh.

Iraeh... Iraeh. Ese nombre Dalziel lo escuchó la noche anterior, Christen lo dijo no sólo en esta ocasión. Lo había mencionado antes también... ¿En qué suceso habrá sido?. Lo más raro y, de alguna manera, lo que más dudas le dio al moreno es el cómo puede ser posible que ahora su familia resulte tener relación o lazos con estos viajeros. Lo sabía en el fondo y se lo dijo a Alise, el rostro de Matías le fue conocido. Ahora no sabía si seguir peguntando sobre Iraeh era bueno o malo, pues implicaría delatar a Christen en algo que no sabe del todo aún. Otro punto que Dalziel no dejaba pasar era que su preciado ojiazul no constaba que conoce ciertas cosas privadas suyas, en conjunto, encadenar con Shaira los asuntos del azabache traería quizás malas consecuencias.

Esa misma tarde, Dalziel planeaba hablar con Christen de lo que conversó con Shaira, no precisamente decir lo que ella confió, sino ese molesto tema de Iraeh. Le pilló cuando él regresaba a casa luego de sus ensayos, entonces en cuanto le miró entrar al jardín lo recibió y pidió ir al árbol donde suelen reunirse, pero algo en el plan salió mal, el pelinegro rechazó el encuentro y extrañamente cortante estuvo por evitar al menor.

ー ¿Sucede algo? ーinterrogó Dalziel confundido por la conducta de Christen.

ーNada en especial ーcontestó el mayor, de nuevo, de una manera cortante.

ーNo sé... os noto algo molesto ーa causa de lo anormal que le pareció la respuesta y postura de su contrario, poco a poco se alejó de él con dudaー ¿Más tarde podremos hablar entonces?

ーTal vez ーahora evitando mirarse con Dalziel, aprovechó que aquel se alejó para seguir caminando en dirección a la entrada de la morada. No podía verlo a los ojos sabiendo que sí ocultaba algo.

ーChristen, os lo ruego, decidme qué ocurre ーal final, un arrepentimiento llegó a él por haber dejado por poco que las cosas acabaran sin resolverse, así que persiguió el paso ajeno.

ーNo ha ocurrido nada.

ー ¿Algo os preocupa acaso?

ーNo.

ー ¿Entonces qué es?

ーNo es nada.

La conversación ya se hacía cada vez más corta, Dalziel se incomodó al par de esa decadencia y no sólo eso, se molestó también, un sentimiento que su rostro reflejaba con más claridad que el mismo sol en su máximo resplandor.

ー ¿He hecho algo malo a caso? ーpreguntó el castaño ya con su pecho palpitando por la tristeza que sintió por el trato de Christen.

ーNo os preocupéis, lo nuestro está bien ーdijo por último cogiendo en su blanca mano el tierno mentón de Dalziel para cruzar miradas y sonreírle. Después retomó su paso a entrar a casa.

Así llegó el siguiente día. Dalziel intentó olvidar lo sucedido dispuesto a confiar en las palabras que dijo Christen, lo suyo estaba bien.

Las campanadas sonaron como todos los días, Shaira salió de su pequeña choza y anduvo por el jardín principal mientras peinaba los risos de su cabello utilizando sólo las manos. Era una excelente mañana en fin de semana, el sol no excedía su calor, las aves cantaban con armonía y el reloj marcaba las ocho de la mañana. A lo lejos se distinguían Matías y Weis yendo de camino a los huertos con dos caretillas, al parecer acarrearían mercancía para llevarla a la metrópoli, Alise abría las ventanas de su habitación, Lucía no andaba por ningún lado ni tampoco Lucas.

ーBuen día, Shaira ーChristin saludó saliendo de la morada con una canastilla vacíaー iré a recolectar flores para decorar una tarta que haré en un rato, ¿gustais acompañarme?

ーClaro, os alcanzo enseguida ーaceptó la joven muy gustosa y sonriente.

ーVale, iré primero a paso lento para no adelantarme tanto ー avisó la pelinegro y cerró la puerta luego de salir.

Shaira se apresuró a volver a la choza en busca de un cinto rosa con el que amarró su cabello en una coleta, acomodó lo mejor que pudo sus risos y salió de nuevo. Caminó poca distancia antes de encontrarse con Christen abandonando la casa, la chica lo vio y alentó su andar para dejarle caminar delante suyo, pero al parecer ambos saldrían de la propiedad, así que él le cedió el paso a ir primero.

ーMuchas gracias ーdijo ella sonriente y tímida.

ーSin problema, las damas van primero ーrespondió Christen con amabilidad.

ーOh, vaya ーtorpemente, la casi rubia expresó risueña, como una muestra de nervios inexplicables.

ー ¿Qué pasa? ¿Me escuché gracioso? ーpreguntó el varón de manera confundida.

ーNo, para nada ーterminada su risa, cubrió parte de sus labios con una de sus manos aun sonriendo apenada y mirando al pelinegroー es una tontería lo que pensé.

Sin darse cuenta, mientras charlaban, comenzaron a caminar por la arboleda que rodea la propiedad Lumerio, cada uno a su destino no enterados de ir al mismo lugar.

ー ¿Me miro sin sentido del humor? ーpreguntó para seguir entablando una buena conversación.

ーMuy propio, quizás ーresolvió Shaira con sinceridad.

ーY me imagino que también un tirano sin modales ーadivinó que la anterior expresión de la joven fue por haberse sorprendido de su amabilidad.

ーAy, Bramathug, no fue un comentario de ofensa ーexclamó de inmediato con temor.

Dalziel siempre fue de los que jamás madrugan, el último en iniciar sus deberes y en especial tratándose del fin de semana, por tal motivo, al tiempo que Shaira y el gemelo Lumerio iban juntos fuera de la casa, él recién abría la ventana de su habitación topándose con la escena que le conflictuó muchas preguntas incómodas. No le habría prestado atención esa mañana, tampoco esa misma tarde ni esa misma noche, no obstante, al trascurrir de los días en que la historia de ser evitado se repetía aun en la doctrina, ya pasada una semana no se contuvo a forzar un encuentro costase lo que costase. Esperó que fuera de noche, supuestamente ya todos dormían, tomó su candil de mano y salió de su pieza para caminar a la habitación del fondo. Varado frente a la puerta sus nervios comenzaban a traicionarlo, sus manos sudaban discretamente y por poco se daba la media vuelta, empero decidió no arrepentirse y por fin actuó.

ーChris, soy Dalziel ーanunció con mucha duda en la garganta y tocando sin mucha fuerza la puerta.

ー ¿Qué ocurre? ーpreguntó el mayor ya mirándose con el moreno en la entrada de la habitación.

ーSólo quisiera hablar con vos de algo importante ーexplicó mostrando completa seriedad en su mirada y timbre de vozー ¿Puedo pasar?

Christen no dijo nada y únicamente se hizo a un lado para que Dalziel pudiera pasar. Ya ambos dentro, cerró la puerta e intentó manejar la situación, el caso era que intuía las intenciones del visitante.

ーDejad el candil en el escritorio ーindicó el pelinegro y se sentó en una esquina de la cama, al ver que el menor obedeció, le invitó a sentarse a su ladoー ¿De qué queréis hablar?

ーDe qué tan inconforme estoy con vuestro trato hacia mi ーinició de tajo y con un gesto fruncido bastante molestoー nunca os he exigido nada, pero en este caso me veo en el derecho de merecer una explicación.

ーDalziel yo... ーa nada de negarse a hablar, consideró la petición de su cómplice y optó por dar un muy profundo suspiro dirigiendo la vista al suelo para tomar una decisiónー sé que fue injusto de mi parte, pero necesitaba pensar a fondo todo esto antes de hablar. Requiero que entendáis lo delicado que es.

ー ¿De verdad es tan malo como para que hayáis actuado tan cruel conmigo? ーcuestionó con molestia e indignaciónー porque con Shaira no eráis así, con ella os fuisteis de paseo hace unos días y conversabais normal ーinvoluntariamente, su acto pasó de enojo a celos y sonrojos.

Fue cuando Christen entendió y cruzó su mirar con el de Dalziel, se topó esas mejillas dulcemente enrojecidas, esos ojos café oscuros profundamente expresivos... y esos carnosos labios presionados en un puchero molesto, no se contuvo a morderlos con la mente y el anhelo.

ー ¿Todo esto es por Shaira? ーse acercó con cautela a Dalziel y posó su brazo por detrás de él para aprisionarlo sujetándole su cintura.

ーYa lo dije; es por no decirme nada y ser un bestia conmigo ーescondió sus sentimientos con un poco de verdad.

ーTengo un problema que prometo voy a solucionar tan pronto me sea posible ーconfesó sin quitar la vista del otro mozoー no os dije nada para no preocuparos en vano. Esta semana estuve ocupándome de ello.

ーSi me lo hubierais dicho, yo pude ayudar ーya más tranquilo, Dalziel correspondió los azules ojos de su acompañante.

ーPor eso no dije nada, sabía que buscaríais la forma de ayudar y no planeo arriesgarte.

ーNo puede ser tan malo ーDalziel decretó y se reacomodó a quedar frente a frenteー escuchadme bien. Tanto vos como yo estamos conscientes de en qué nos metimos al dar este paso ーbuscó la completa atención del ajeno lográndolo al tomarle de sus mejillas con delicadezaー ambos sabemos que más allá de ser familia o amigos tenemos algo más fuerte uniéndonos desde hace un tiempo. Lo que siento por vos es mayor a importarme hacer bien o mal ¿Aún así me creéis capaz de dejaros solo si estáis en peligro?

ーEsto no es tan fácil ーChristen se resignó, acarició las manos de Dalziel procurando no desviar miradas.

ーNo me importa si se trata de nosotros ーsu actitud se mostraba segura, sin bromas ni sonrisas, esa misma seriedad le hizo reclamar de inmediato por escuchar reír al ajenoー ¡Christen, no te burles!

ーNo me burlo ーrespondió risueño antes de sólo mantener una tenue sonrisaー simplemente me sienta bien escuchar vuestras palabras... y recordé nuestra frase.

Esa misma noche, sin ningún alma despierta, Iraeh volvió a irrumpir en donde Christen, ahora que le encontraba dormido podía detallarlo mejor, ese puro e inocente niño que dejó de vigilar ahora era más que un adolescente.

Ver sobre el escritorio montones de libros, miles de hojas llenas de textos y tinteros vacíos a cantidad hicieron rabiar en burla al encapuchado por la naturalidad del hecho, pero cuando creyó eso era lo mejor, ahí se encontraba Dalziel, durmiendo entre los brazos de Christen de una manera peligrosamente cariñosa; Iraeh sabía más de lo que el pelinegro podría esperar.

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