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Capítulo XXVI

[[Voz de narrador: Aziz H. Pekermarth]]

Los últimos recuerdos que tengo están llenos de oscuridad y miedo con miles de voces ajenas a mí, pero si busco más allá de estas memorias aparecen hermosos colores tornasol y efectos neón por todas partes capaces de hipnotizarme para eliminar todo infortunio.

Mi existencia ha violado tantas veces los mandatos de Hab y Bramatugh que lo llamaría pecado, yo mismo me llegué a cansar de las leyes que superé al respirar porque incluso podría reproducir como un disco de vinilo cada sonido del tiempo en retrospectiva y a corrida de película... Los negativos inician entre una civilización más antigua que los mismos griegos y clanes de naturalidad extraordinaria.


Nisarhei


Mi gente era un pequeño pueblo Sumerio* practicante de, en ese entonces magia, después tachada como brujería, luego alquimia y ahora entre tantos nombres más como metafísica o ciencia. Los clanes de los que hablo fueron indispensables en nuestras creencias, eran quienes más poder tenían sobre nosotros y a quienes tontamente les brindamos todo culto posible como agradecimiento por nuestra creación, fuimos tan ingenuos que nos dejamos desaparecer en las manos de nuestras máximas deidades; Umerio, el cruel dios de la luna y Heihos, el dictador dios del sol.

Mesopotamis* fue mi lugar de origen, envuelta de montañas, tierra, ríos y un cielo incomparable; esas circunstancias fueron las cunas de nuestra religión, filosofía y política además de decretar cómo pagaríamos tantos obsequios... entonces surgieron los sacrificios. La tradición dictaba dedicar sacrificios públicos a estas deidades por la creación de la vida y así como podían ser simples alaridos, a mi pueblo le apetecía más hacer un sacrificio en el templo mayor, yo lo detestaba porque mataban ganados de chivos o gallinas, nunca gocé de arrebatar la vida de otro ser.

Toda esa rutina cambió de un día a otro en una ocasión nada fuera de lo común cuando todo estaba preparado para un sacrificio; antes de que el sol tocara su punto fuerte y la sombra de los árboles señalara el punto norte, una invasión comenzó.

El cielo oscureció por completo, criaturas aulladoras de tamaño enorme nos atacaron y obligaron a reunirnos frente a Umerio para escuchar uno de los discursos que mas cólera me tentó el odio.

ーTodo aquel que desee atentar contra mi mandato será inmediatamente condenado a la guillotina dentro de mis tierras. Sois los únicos capaces de desafiar la naturaleza de los creadores ーuna sonrisa medialuna apareció en su rostro mientras hablabaー así que declaro a todo sumerio mago como propiedad de La luna siendo vuestra civilización conquistada bajo mi nombre.

Umerio fue la deidad más poderosa que pude conocer no porque físicamente lo aparentara, sino que su cerebro no conocía un límite de ingenio. Era un joven muy astuto, hipócrita, cruel...deseoso de más y más poder. Una lástima que sus manos resultaran destructivas; todos confiamos en él, nos engañó con sus gestos mustios de que sería el perfecto prospecto para tomar el cargo de su difunto padre por delante de su hermano Handree.

La sangre de los antecesores de Umerio construyó a seres albinos o pelinegros capaces de poseer cada energía y poder nocturno para el bien de la tierra y toda vida existente terrestre y no terrestre. Los mares, el equilibrio de las estaciones, todo aquello era dependiente del trabajo de su linaje, pero desde la muerte de su primer regidor, las reglas cambiaron para mal.

Fuimos reclutados a La luna, intuí que los planes eran un secreto desde que todos fuimos ocultos de identidad con sábanas oscuras en el rostro, observé que nos tenían presos en los sótanos del palacio de Umerio hasta que pudimos retirarnos la prenda y nuestras manos se amarraron con sogas. De verdad...en cuanto vi la situación yo temí por mi vida y la de mi hermana menor, de tonto la perdí entre la multitud a la hora del discurso y me mataba no saber si estaba bien o no.

Mientras estuvimos encerrados nadie decía nada, ya de por si éramos un pueblo de no más de 200 personas, el silencio nos minimizaba mucho más.

ーBramatugh nos libre de todo esto... ーsusurró para sí mismo recorriendo medrosamente el lugar sólo con sus pupilas.

ーOjalá el deseo sea escuchado ーun hombre respondió al peliazul con un tono de voz demasiado bajo.

ーUn placer verlo ahora ーAziz sonrió al hombre y conversó en su menteー "El sastre del pueblo, tan amable que en serio me alegra verlo en estos momentos".

Pasó mucho tiempo para que alguien abriera las puertecillas del sótano, diría que fueron días, muchos, muchos días, tantos que al menos dies personas murieron de hambre y ya algunas hablaban de comerlas. Yo literalmente alucinaba, juraba tener divertidas conversaciones con mi madre y todos sabían que había muerto tiempo antes. Ni siquiera pude notar cuando poco a poco se llevaban a los magos, uno por uno, algunos regresaban y otros no. Todo se volvía extraño y tenebroso.

Finalmente quedábamos 60 personas, entre ellas mi hermana, fue alivianante cuando la vi, sin embargo, ella estaba tan asustada y desnutrida que sólo lloraba, ya no podía hablar ni levantarse. En mi mente suplicaba un milagro, pero... esa esperanza se esfumó al escuchar que un escudero dijo "A la menor también se le dejará como alimento para los presos". ¿Por qué eran tan demoniacos? ¿Dónde estaba su castigo? Se decía que existía una deidad suprema que castigaba a los malos, ¿dónde estaba ahora? Y mi mar de maldiciones se interrumpió al ser llevado fuera del sótano.

Fui escoltado a la presencia de Umerio pasado un rato afuera de las puertas de un gran salón, logré entrar hasta que escuché la invitación del albino. Me bastó escuchar su voz para verlo con rencor, quería matarlo aún con mi cuerpo sin energías ni para respirar.

Él sentado en su cómodo trono terciopelo y oro, grande como para que se ajustaran dos personas más allí sentadas, yo de pie necesitando alzar la vista para mirarlo debidamente.

ーLucís muy joven ¿Cuál es vuestra edad? ーpreguntó Umerio al menor con su firme voz haciendo eco en la sala.

ー...Do-doce años... ーrespondió Aziz con un tenue hilo de voz más débil que su cuerpo.

ーDoce... Debes tener hambre, ¿cierto? ーcuestionó indiferente y mostrando cierto disgusto, luego de meditar unos segundos, alcanzó una vasija de porcelana con un trozo de carne para estirarla al ajenoー comed algo.

Maldita sea el hambre. Estaba completamente consciente de lo que Umerio me ofreció como comida; miré la vasija con mis ojos inyectados de negación... y ún así acepté. Arrebaté la comida y la devoré en segundos sin importar que estuviera cruda.

ーLo lamento... ーpostrado de rodillas mientras comía, sus ojos dejaron escapar un delgado río de lágrimas entre sollozos desvanecidos sabiendo que su gente estaba entre sus dientes.

ーNiño, también voy a advertiros que negarse a los mandatos amerita penar en muerte, así que, si sois listo más vale cohibir toda objeción ーaclaró el albinoー menos del total de vuestra raza se negó y ahora mismo deambularán por Nisarhei o el mismo infierno.

ー"¿Nisarhei?" ーlevantó su mirada hacia Umerio limpiando con su brazo la mezcla de sangre y lágrimas en su rostro.

ーEl objetivo es el uso incondicional de vuestra magia en servicio de La luna.

ー¿Así sea matar...? ーcuestionó Aziz.

ーAsí sea destrucción masiva ーreiteró el albino.

ーPero nosotros protegemos la vida, no la quitamos ーinconscientemente, la inconformidad apareció en sus labios y mirada.

ーEntendido ーdijo sin más y cogió en manos una campanilla desde un buró ubicado a un lado del tronoー uno más.

Con sólo sonar dos tintineos de la campanilla, de inmediato apareció en el salón un escudero.

ー¡No! ¡Esperad...! ーgateó hasta quedar cerca de Umerio e inclinó la cabeza hablando entre tartamudeosー Y-yo, yo... no pondré objeción... cumpliré vuestras peticiones hasta donde mi conocimiento alcance...

Los peores dos años de mi vida y la peor decisión que pude haber tomado. Vivir en el hospital sería 'nada' en comparación de estar bajo las sombras de Umerio.

En diversas ocasiones atacamos al clan de Heihos en El sol ya que ambos reinos se encontraban en guerra, otras más nos defendimos de él. De hecho, recuerdo que fue muy difícil estar donde Heihos, dentro de su territorio sentía derretirme, era imposible respirar.

El primer giro de mi vida se dio cuando fui castigado por robar comida del palacio, no teníamos derecho a comer bien, entonces tuve la ingeniosa idea de hurtar de la bóveda. Me recostaron en una simulación de cama de madera, amarraron mis manos e iban a clavarme a ella toda una semana, pero forcegee tanto que primero acabaron por tranquilizarme arrancándome un ojo con los clavos. A partir de ese castigo fue que decidí fugarme así terminara asesinado antes, cualquier cosa era mejor que permanecer allí... además, eso compensó mi equivocación anterior.

Al cruzar de la dimensión de los dioses a la terrestre necesité casi toda mi energía, no recuerdo los pasos a seguir, sólo sé que la sensación de desfragmentarse y ver el universo correr frente a tus propios ojos no tiene semejanza más que con el éxtasis de mil orgasmos junto a la persona que amas de verdad, la unión espiritual con una persona es mágica a tal extremo de navegar en Andrómeda y toda galaxia existente. Ya cuando reaccioné me encontraba recostado sobre agua cristalina, era tan pura que parecía un espejo donde el ya mencionado universo la jugaba de cielo; quedé hechizado por las luces tornasol que flotaban como si fueran las estrellas desde abajo de mi hacia arriba. De repente el hambre desapareció, la angustia de estar al borde de la muerte dejó de existir y, pese a que mi ausencia de ojo continuaba sangrando, ya no dolía, me sentía en paz.

Caminé sin rumbo un buen rato. El panorama no cambiaba y no dejaba de escuchar mis propios pensamientos. Seguí caminando hasta que ciertos pasos hicieron eco, me detuve en espera de aquella misteriosa presencia, de alguna manera me alegró no estar solo.

ーAziz Hakili Pekermarth, 14 años. Vuestra alma se perdió a mitad de un viaje astral. No queda mortal en la tierra que os recuerde ni sepa que existes; por lo tanto, habéis sido condenado a ser un ciervo de Nisarhei.

Apareció un anciano de ojos grises y pequeños. Su aura resultaba tan blanca que la condena no me afectó en lo absoluto, al contrario de eso... la tomé como mi salvación y me tumbé de rodillas ante él inclinando honestamente la cabeza.

ーCriatura pensante, vuestro espíritu ha sido purificado y merecedor de la eternidad, poneros de pie ahora ーsujetando la coronilla del crío, logró transmitir en aquel un inmenso sentimiento de confort.

Es inexplicable lo que la pureza de ese anciano me hizo sentir con sus manos, sólo sé que mi corazón pudo descansar, descargué mis últimas penurias dejándome vacío, en el puro cascarón roto que me permitió desbordar un océano de lágrimas.

Al estar en Nisarhei entendí básicamente las razones enteras de mi vida, el cómo todo tiene un porqué al existir; desde pequeño hasta el último respiro que compartí con mi madre antes de que muriera, ayudamos a los niños enfermos de Mesopotamis, yo me disfrazaba y les hacía reír a aquellos que no tenían más esperanza, entonces... al aceptar servir en Nisarhei no hice nada diferente.

Mi dedicación era llevar a todo ser vivo infante a cruzar de la vida a la muerte, el disfraz que aún conservaba de bufón me servía para que ellos no se asustaran ante su destino. Cuando morían, sus almas se desplegaban del cuerpo e instantáneamente quedaban en el plano adimensional, ahí entraba yo para darles su condena; algunas almas no podían cruzar y se quedaban atrapadas en el bucle de su muerte, otras tantas, y realmente la mayoría, obtenían el regalo de la vida eterna en presencia de Hab, las que se condenaban en Nisarhei con Eclesidd eran las almas olvidadas, aquellas solitarias que no merecían nada, ni nadie en la tierra recordaba... el lugar más triste de cualquier creación. Nunca entendí porqué estuve destinado a ver seres oscuros, a mirar la muerte y ser yo su ciervo... forzosamente debía merecer algo más.

Conocí a otra persona en la misma condición que yo, él era Hesóhh, un joven muy extraño al que le calculo tenía 27 o 26 años. Su trabajo era con los adolescentes y recién adultos. Decía que le fastidiaba porque cada vez la juventud se volvía más arrogante e idiota. Nunca lo contradije, supuse que tenía razón. Pregunté en una ocasión cuál fue su muerte, él mismo me respondió que su vida nunca se apartó de un circo. No tenía familia y prefirió dedicarse por completo a su trabajo. Murió en un incendio dentro de su carpa junto a más personas, de ahí es que llegó a Nisarhei condenado al mismo destino que yo.

En todos los años que me mantuve sin cambios, Eclesidd fue el ser más importante para mí, me enseñó todo lo que me hace existir y fue mi mentor vaya a saber cuántos siglos, pero realmente odiaba mi labor, castigar a inocentes para enviarlos al infierno o dejarlos atrapados en su muerte no era para lo que me criaron mis raíces, es verdad que mi gente sacrificaba animales y personas para satisfacer a los dioses, pero mi madre me brindó algo más sencillo y noble. Yo sabía de antemano que la naturaleza no pide sangre.

Mi primera escapada devuelta a la vida terrenal me dejó caer al siglo XIX en las fronteras de Bisohia. Todo había cambiado demasiado y jamás me di cuenta a pesar de que constantemente veía a los humanos en sus distintos avances.

La gente vestía mucho mejor y de bastantes cosas no conocía su función, curioseando por todos lados y rincones fue que mi atención se centró en una persona en específico sin nada exacto que fuese impresionante; un joven pelirrojo a nada de morir desangrado, tirado en un callejón. Me acerqué a él porque no dudaba de que en poco rato Hesóhh se lo llevaría, pero noté que si sus heridas se trataban a tiempo podía salvarse.

ーHey, ¿estáis bien? ーpreguntó Aziz al moribundo incándose para verle a detalle.

Él no me respondía nada, jadeaba y escupía sangre por veces mirándome con desconfianza, puedo apostar a que si su condición no hubiese sido tan mala, me hubiera gritado o algo así.

ーOs ayudaré lo que pueda ーretiró los mechones de cabello en la frente del pelirrojo y posó su dedo pulgar en medio de ésta.

Una de las grandes cosas que aprendí de mi gente fue la curación del cuerpo a través de meditaciones y energías blancas. Mi madre me explicaba que todo ser vivo e inmóvil tiene su propia energía, cuando alguien estaba enfermo o a poco de perecer, hacíamos meditaciones para brindarle de nuestra energía y así sanarlo poco a poco. Ello intenté hacerlo con el joven, no curé sus heridas, pero sí le ayudé a que pudiera hablar y moverse.

ー¿Sois de Bisohia? ¿Por qué escapais de vuestro reino? ーcuestionó el peliazul como mera curiosidad.

ー¿Quién eres tú? ーrespondió de manera tajante intentando en vano levantarse.

ーOh, vaya... Así agradecen que uno os ayude ーse incorporó con un gesto infantil.

ーYo no te pedí que me ayudaras ーcon brusquedad, levantó su tambaleante cuerpo cayendo de inmediato al suelo.

Fue tan gracioso, no pude evitar echar una carcajada por tremenda jugada del karma.

ー¡Qué asno! No podéis ni levantaros del suelo y aún así rechazais mi ayuda sin más ーAziz se echó de carcajadas en burla del pelirrojo y señalándolo entre risas.

ー¿Quieres cerrar esa boca tuya? ーcon gestos de dolor, se incorporó para mantenerse sentado y cargar su espalda en la pared del callejónー soy capaz de darte a la iglesia para que te quemen por brujo.

ー¿...Cómo que 'por brujo'? ーsu sonrisa desapareció por completo.

ー¿No lo sabías? Los católicos y cristianos desataron una cacería de brujas en varios estados. Deberías preocuparte más por los tuyos ーsonrió con cinismo pese al dolor que recae sobre sus ojos.

Una cacería ¿...A qué grado de inconciencia había llegado la humanidad? Antes, la gente no era tan cruda, se cuidaban entre sí a pesar de sus diferencias.... y mirando bien a mi al rededor a cada persona únicamente conseguí creerle al pelirrojo. Ahora hasta un extraño ya no agradece a quien le ayuda altruistamente, yo me hubiera agradecido por salvarme la vida.

Honestamente, debido a que había sido muy grosero con sus modales, al principio decidí dejar a su suerte al joven extraño, pero mi código de ética era demasiado poderoso y me quedé ayudando a ese malhumorado, me senté a su lado a esperar que pudiera levantarse. Me parecía tan, tan estresante que no se diera una oportunidad de conversar bien, de dejar a un lado su orgullo que para nada sirve... sin en cambio...por una razón más extraña que él, me gustaba su compañía. Quizás se la debo a estar tanto tiempo solo sin hablar con alguien que me entendiera al menos un poco. En Nisarhei no había nadie además de Hesóhh y Eclesidd, nadie de mi edad y, aunque Elian era más grande que yo, llegué a sentir que congeniabamos muy bien. En mi cabeza no existía más razón de haberlo encontrado que el mismo destino; pude no haberme fugado jamás de los ojos de Eclesidd, pude haber ignorado a ese moribundo y seguir mi camino, elegir otro estado o país para mí travesura... es tan simple como nunca haber decidido salir del reino de Umerio.

Siempre he creído en el destino; aquella última vez que vi a Elian al subir los escalones del departamento, luego de decirle que no tardaría en salir, yo sabía lo que iba a pasar, también sabía que él sería capaz de por fin lograr lo que deseó desde que lo conocí en el callejón. Nadie muere sin cumplir la misión que se le designó al ser creado.

Todo pasa por una razón y por una causa/ efecto, no importa lo que uno haga para cambiar partes de su vida, al ajustar cuentas, sólo se hizo más largo y difícil el camino o más corto y sencillo; el mío se volvió eterno, complicado y extraño... pero sinceramente... no lo cambiaría por ninguna otra vida, no me arrepiento de ninguna de mis desiciones ni me arrepiento de las personas que conocí, si se me ofreciera volver a nacer... mi única condición sería que se me cruzaran esas mismas personas otra vez. ¿Para qué mentir...? Estoy satisfecho de haber sido quien fui.

Sumerios: es considerada la primera civilización en la historia. Habitaban en Sumeria, una región histórica de medio oriente, la cual pertenecía a la antigua Mesopotamia.

Se les atribuyen muchos descubrimientos importantes para nuestra actualidad, por ejemplo, la invención de la rueda y los primeros registros de escritura, el comienzo de la medicina, el sistema sexadesimal, entre otros.

Su año podría ser en 3500 A. C

Mesopotamis (antigua Mesopotamia): región de Asia occidental hubicada entre dos ríos; Tigris y Eufrates. Surgió en la edad antigua, allí se desarrolló una guerra importante en revolución de la agricultura y ganadería hace al rededor de 12 mil años.

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