5.Lago
Los dulces líquidos comenzaban a encharcar los pulmones de Ayla, la sangre corría desesperada hacia el corazón mientras el fluido invasor sustituía su posición hasta lograr su cristalización. Los injertos de estalactitas perforaban toda la capa cuticular formando una capa de pequeñas escamas de distintos relieves con las zonas más elevadas marcadas y desembocando en afiladas espinas.
La negra mano subía del tobillo hasta el busto, contorneando la forma de la joven. Siluetas negras como la atrapante se acercaban en aglomeración arrastrándola a la desconocida profundidad. La conexión del cerebro empezaba a perderse haciendo que la realidad fuera una cosa intangible, cuando la primera mano rodeo por completo su cuello, sorpresivamente recupero la capacidad de respirar.
Un intento de escape en esa situación sería infructuosa, pero no se rendiría sin luchar. El movimiento de la mujer altero al resto de las sombras, que se apuraron en rodearla e inmovilizarla.
El destello de una luz verde pura de la superficie, desbalanceo por completo la luz del ecosistema, provocando el alejamiento de todas las siluetas de su área. Una mano humanoide congelada alcanzo la primera parte del cuerpo que pudo de Ayla; su pelo trenzado.
Sorbos pequeños eran dados de la pulida cerámica que contenía la mezcla de hierbaluisa y aromatizantes, las temblorosas manos que la contenían, apenas podían sujetarla.
— ¿Te encuentras mejor, preciosa?
— Todo lo bien, que se puede estar con esto. —señalo el extraño tono de su piel.
Ayla desconocía lo ocurrido tras lo eventos del lago, al despertar se sintió aliviada de hacerlo en un sitio algo familiar; aunque hubiese pasado algunos eventos traumáticos en él. La naturaleza llamaba, por lo que no tardo en ir en búsqueda de un lugar que pudiera complacer a sus instintos.
La cama de trebinas complementaba con el resto de la habitación; paredes de lianas, muebles de bouquet y tablas de arce era todo el contenido de la habitación. Ese lugar, aunque hermoso no podría aliviar su necesidad. La mejor opción, era bajar al piso inferior, lo que suponía la posibilidad de encontrarse con la persona causante de toda extraña situación.
Con pasos ligeros como una pluma, comenzó a descender por los peldaños de la estructura con forma de caracol. En la mitad de la escalera, una pequeña cascada cristalina la presidía, volviéndose su color más opaco cuando alguien se acercaba, pudiendo de este modo reflejar como si de un espejo se tratará. La escena tan cautivadora había pasado desapercibida por Ayla, en el momento de su huida, siendo apreciados por primera vez estos detalles.
Con la cercanía de la cascada, su reflejo se podía ver con una mayor nitidez; su figura, su trenza y ¿su tono de piel turquesa todo de piel? La chica instintivamente contemplo las palmas de su mano, efectivamente el agua no mentía, toda su epidermis era de un color verde azulado.
Las aves elevaron su vuelo y los animales de los alrededores buscaron escondrijo, al escuchar el resonante grito producido por las cuerdas vocales de Ayla. Su cuerpo, sin tener una total recuperación, con este suceso fue afectado de sobremanera en sus capacidades motoras haciendo que su equilibrio le fallará.
Su cuerpo comenzó a rodar hasta que fue detenido antes de conseguir algo más que moratones en él. Un hombre curtido en años atrapo en el aire a la chica, cargándola en brazos, mientras analizaba su cuerpo en búsqueda de alguna herida profunda.
—Muchas gracias por salvarme, pero ¿podrías soltarme? —fueron las primeras palabras que pudo articular ante todo el impacto recibido.
—Perdona, mi descortesía, pero aguanta un poco hasta la mesa.
Sentando a la chica como si fuera de cristal en uno de los bancos de pino, comenzó a palpar su tobillo
— Afortunadamente, parece que no tienes ni siquiera un esguince —elevo su vista para encontrarse con la mirada de Ayla —, pero veo que tu problema es más psicológico que corporal.
El rostro de la joven asustada y estresada, mostraba su deseo de estallar en lágrimas de rabia e impotencia.
—Voy a prepararte algo que te aliviará.
La taza, ahora vacía, había surgido efecto y el pensamiento racional había vuelto a la mente de la chica.
—De verdad, gracias —los acontecimientos de estos días no la habían dejado tener ningún momento de paz y sospechaba que estos no serían los últimos.
—No hay de qué mujer, quizás esto no te interese pero por estos lares soy conocido como el "alegre Rol" —sus facciones curtidas contrastaban con la afable sonrisa que mostraba.
—Mi nombre es Ayla , muchas gracias por cuidar de mí.
—No me tienes que agradecer nada, agrádeselo a M.
—M ¿Quién es?
En la cara del hombre en un principio formo una expresión de extrañeza, para ser sustituida seguidamente de una carcajada —Veo, que esa cría no cambiará nunca —entorno sus ojos recordando algunas cosas del pasado antes de continuar hablando—Es la persona que ha estado cuidando de ti, con los unidos que parecíais antes me extraña que no te haya dicho su inicial, cada vez que estás inconsciente tu cuerpo se aferra a él sin dejar que nadie más entre en su burbuja ; aunque claro siempre ha sido extraño, para averiguar su inicial tuve que esperar un año, a pesar de que cuando la conocí no pasaba de los cinco años.
Ayla dudo si había algo desde que la conoció a lo que se pudiera llamar "cuidar" y si lo explicado por Rol se le podría llamar estar "unidos".
—Por cierto, aquí duran mucho las noches ¿no? — recordaba haber huido en la noche y empezar ver la luna comenzar a descender en el lago.
—Definitivamente no está recuperada niña, llevas dos días enteros durmiendo.
— ¡¿Qué?!
—Cuando regresasteis estabas; desmayada, empapada y ensangrentada —aclaro —. M te llevo a la habitación y estuvo dos días completamente pendiente de ti, ya que tus heridas podrían ser infectadas de no ser tratadas y que no despertaras no era algo esperanzador, tenías una fiebre muy alta y no te la conseguía bajar — continuó explicando —La verdad no se ha separado de ti ni un momento, incluso ahora ha salido a buscar medicinas para ti.
— ¿Qué te he dicho, Rol? — un todo reprochador y frío como el hielo se originaba desde la puerta.
—Pero...
—Pero nada —dijo ofuscado y dedicándole una mirada asesina a Rol.
—Oye, no creo que sea manera de hablarle así a quien nos ha hospedado — salió en su defensa Ayla.
—Nos tenemos ir —le dedico una mirada cómplice a Rol, apenas imperceptible para el ojo humano, antes de tomar del brazo a Ayla.
—Yo contigo, no voy...—solo el frío vacío se adueño de esas palabras, cuya existencia fue acabada.
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