1.Tinta
En el apogeo de la magnificencia del ocaso de las estaciones, los engranajes de la rueda del destino comenzaron a girar, alterando eternamente el mundo conocido.
El bravo viento golpeo de forma brusca la puerta deuna residencia ordinaria, nada podía destacarse de ella, salvo las estatuas delos gnomos y hadas que decoraban las escaleras y el jardín.
Al calmarse el clima un luctuoso silencio precedió antes de que por debajo de la tenue rejilla se deslizará un elemento extraño, aunque bastante soez: una carta.
Las manillas del reloj dieron varias vueltas hasta que este objeto fue encontrado, una mujer con una larga melena ceniza trenzada fue la que encontró el hallazgo.
El sobre fue tomado por unas suaves manos de porcelana, sin callos y sin grietas, estas manos pertenecían a Ayla una chica normal, de clase media, sin dotes extraordinarios salvo la de poseer un corazón de oro, quizás el busto era lo que más se podía destacar de su físico, un desarrollo temprano había sido la causa de esta peculiar característica.
Ayla recogió el sobre y lo examino con sumo detenimiento poseía un color beige añejo como si se tratara del papiro utilizado por las antiguas civilizaciones, sin remitente, huérfana de toda palabra en el exterior.
La joven se debatió durante mucho tiempo, si abrirlo o no, tenía miedo no solo de su contenido sino de que alguien usará un método tan anticuado, pero a la vez le asustaba que si lo ignorara desencadenará una serie de eventos más catastróficos. O quizás su contenido era totalmente diferente de lo que pensaba y contuviera una buena nueva.
El seguir dándole vueltas al asunto, no iba a solucionar el problema por lo que con sumo cuidado abrió la carta y se dispuso a leer su contenido, las palabras estaban escritas en de las en cursiva utilizando pluma y tinta.
Las palabras que contenían eran incompresibles, con mucho esfuerzo e imaginación se podía intentar asimilar algunas de sus letras al alfabeto occidental.
BUKHUB QPZIQUB VITA HSBSR
— ¿Qué es este idioma?—se preguntó la joven, no es de culparla estas letras habrían desconcertado a los mayores expertos descodificadores durante mucho tiempo, sin importar que fuera una inteligencia natural o artificial.
Al escrutar con mayor esmero la carta hubo algo que llamo la atención de Ayla, el color de la tinta era demasiado rojiza, especialmente la palabra vita resaltaba sobre las demás, tras unos minutos de la abertura del sobre este comenzó a desprender un extraño olor fétido, olía a flores marchitas.
El olor se intensifico hasta volverse tangible, las letras comenzaron a moverse como si hubiesen cobrado vida propia, asustada tiro la carta lo más lejos que pudo con todas sus fuerzas.
— ¡Auch! —no pudo evitar gritar del dolor, las letras se estaban enroscando bajo en su cuerpo como si fueran espinas de rosas, sentía como miles de agujas se le clavaban y cada vez que un rastro de tinta penetraba en su piel esta ardía.
El dolor era tan intenso que al intentar deshacerse de él, chocaba con los muebles y objetos provocando que pareciera que había arrasado un tifón en la casa, solo el estamparse con una pared hizo que cesará el desastre.
En la desesperación, rasguño su piel tratando de arrancar la tinta, mas todo fue en vano, la solidificación era prácticamente instantánea. Las antiguas letras no eran ahora más que un líquido ígneo con vida propia hambriento.
La joven intento desesperadamente gritar auxilio pero sus palabras se ahogaronen su garganta, dando paso a la más profunda tiniebla.
La luz que se filtraba a través de las cortinas de franela, revelaba con su intensidad el largo lapso de tiempo transcurrido.
Ayla abrió los ojos lentamente, todos los recuerdos de lo ocurrido se agolparon todos juntos, por lo que no pudo evitar dar un respingo e incorporarse de un salto de forma brusca. Las fuerzas de sus piernas le fallaron y su cabeza dio vueltas provocando su caída contra el piso.
Ella asimilo que nuevamente iba a darse contra el duro piso como había ocurrido cuando intento defenderse contra ese extraño ser de tinta, una grata e inesperada sorpresa, no había dolor. En cambio, sintió una calidez inmensa y una gran confortabilidad, debajo de ella estaba acolchado con plumas de color rojo carmín, sin poder aun creérselo se reincorporo viendo como las plumas desaparecían ante sus propios ojos.
Sin poder procesar todos los eventos acontecidos, la moza trato de mantener la cordura achancándolo al cansancio, convenciéndose a sí misma que todo había sido un sueño decidió tomarse un baño para despejarse.
Ayla salió del baño empapada pero al mirarse en el espejo contuvo un grito, en su espalda la extraña criatura de dormía enroscada: cuernos de dragón, alas de Pegaso, aletas de sirena y piel de roca conformaban a la extraña criatura perfectamente podría tratarse de un ser mitológico pero no había ningún ser que encajara perfectamente con esta descripción.
La chica asustada intento quitarse a la criatura de su espalda por todos los medios posibles, rasgarlo, enfriarlo, echarle agua hirviendo, pero ninguno de estos métodos fue efectivo, era como si su piel y la criatura se hubiesen fundido. No había rastro del color rojo que poseía cuando era unas simples letras, su color era mucho de un color solo un poco más oscuro que la piel de la Ayla, era como si hubiera nacido con esa marca.
La adolescente no comprendía nada, todo era tan extraño había probado métodos muchos más duros que pellizcarse y no despertaba de esta pesadilla.
Tras el pánico de toda esta situación, se detuvo un momento a recapacitar, si lo de la extraña criatura había sido verdad entonces las plumas también eran reales, procesaba en su mente mientras nerviosamente se mordía las uñas de sus manos.
— ¡No puede ser! ¡Me he vuelto loca! Necesito hablar con alguien.
Su intención como había manifestado era comprobar que estaba cuerda, para eso necesitaba de alguien más. Sin más preámbulos se dirigió hacia la puerta de la calle, sin darse cuenta que solo seguía vistiendo una toalla, pero algo o más bien alguien se lo impidió.
Aylasorprendida de ver a una persona desconocida de físico andrógeno ¿Era unchicho? ¿Una chica? Se sentara en el sillón del salón de su casa como si fueralo más natural del mundo, era imposible que nadie lo invitara a entrar pues ella se encontraba sola en casa y se había asegurado de que las puertas y las ventanas estuviesen cerradas.
En un rápido análisis de la situación, comprobó que aun llevaba los utensilios con los que trato de deshacerse del tatuaje, una bolsa de hielo, un encendedor, un bisturí que si bien había planteado utilizarlos no tenía la confianza suficiente para no salir herida, por lo que los sustituyo en el último momento por tratar de arrancarlo con sus uñas. No eran demasiadas cosas, pero como mínimo el bisturí serviría para defenderse, tampoco le apetecía dejar que un desconocido deambulara por su casa, sin saber en qué habitación se escondería, reuniendo todo el valor que pudo, le hablo:
— ¿Quién eres tú y que haces aquí?
La persona dirigió la vista hacia Ayla, pudiéndose apreciar mejor ahora un color azul zafiro en sus ojos y cabello negro azabache. Esta no respondió a la pregunta, el desconcierto de la chica parecía entretenerle y divertirle.
— Yo sólo soy un mensajero. —respondió finalmente tras un largo silencio.
— ¿Mensajero de qué? ¿Qué derecho tienes de entrar en mi casa? — pregunto con desconfianza.
Nuevamente no respondió solo mostro una sonrisa pícara surco en su rostro, levantándose del sillón, se dirigió hacia la puerta de la entrada.
A pesar de eso Ayla mantuvo su posición defensiva para que en el caso de que la atacara estaría dispuesta para defenderse.
El pomo de la puerta, ya giraba y los pasos llevaban a la persona no grata al exterior de la vivienda.
El cuerpo de la chica se relajó naturlamente, siendo este descuido una gran equivocación, en el segundo en el que pestañeo sintió un calor humano detrás de ella.
— No deberías bajar la guardia tan rápido.
Era físicamente imposible, pero la persona intrusa, de forma sigilosa había llegado no solo a la posición de Ayla, si no que la había rebasado, dejándola muda.
— Por cierto tendrías que ponerte algo más de ropa— dijo con tono burlón.
A pesar de la vergüenza, no se iba a amedrentar, dispuesta a utilizar el bisturí de ser necesario, trato de asustarla cargando contra ella. Sus bruscos movimientos ocasionaron que la toalla se cayera dejándola totalmente expuesta.
— La verdad es que no estas nada mal— comento.
Esto hizo que no solo la chica no detuviera el ataque, si no que la vergüenza fue superada por la rabia, el golpe iba directo, era rápido y potente, mas la otra persona esquiva como si no fuera nada, provocando un desequilibrio en el balance del cuerpo de su adversaria.
— No sé ¿por qué te enfadas si te hice un cumplido? —pregunta de forma retórica, mientras atrapa en sus brazos a Ayla.
Su cuerpo se inclina sobre ella, juntando de forma inesperada sus labios con los de ella.
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