Zac-(2/2)
Diablos, esta casa es enorme parece laberinto. He caminado varios minutos buscando al menos la sala. Pero no encuentro nada. Veo una puerta al fondo del pasillo, decido abrirla y entro. Resuelta que es la biblioteca de la casa, paredes pintadas color café madera, llenas de libros, un escritorio con todo lo necesario.
Paso mi mano sobre todos los libros, y encuentro la colección completa de Virgilo Rodriguez Macal. ¡Tienen toda la colección! Tomo mi favorito, y empiezo a leer ocupando lugar en el sillón extra que tienen.
Después de leer capítulo tras capítulo. Escucho un carraspeo grave. Veo al padre de Zac cruzado de brazos con el ceño fruncido. Me levanto de inmediato.
—Señor, Harrison...
—Hola, veo que te gusta leer.
—...Eh, sí.
—Llevátelo.
Hundo las cejas.
—¿En serio?
—Sí.
—Gracias, y disculpe que he invadido su privacidad, buscaba la sala pero jamás la encontré.
—No te preocupes, mi hijo ha estado buscándote hace rato. Vamos.
—Okay— él sale, lo sigo, se dirige al pasillo derecho y baja. Tanto tiempo ver ese puto pasillo y no bajar.
Llegamos a la sala, donde ya está casi toda su familia. Voy a la cocina para saber si esta allí. Pero no, solo Fer y las cocineras, obviamente cocinando.
—¿Y Zac?
—Tú debes saber.
—No me interesa dónde está.
¿Entonces por qué lo buscas?
—Déjalo.
—¿Te ayudo?— sonríe, me acerco y veo que esta meneando azúcar derretida.
—Termina esto, yo sigo con lo otro— ordena. Se va y sigo moviendo, esto es muy pegajoso, pero se ve delicioso.
—Señorita, traiga el azúcar— pide una cocinera, apago la estufa y se lo llevo. Fer al parecer hizo el postre, tiene pequeños tazones con frutas, y crema batida.
—Tú la crema batida y yo el azúcar, primero el azúcar– informa, empezamos. Paso al lado derecho de Fer, y cuando iba a echar batida deja caer azúcar en mi muñeca.
—¡¡JODER, ARDE!!...— grito tomando mi muñeca con mi mano libre.
—Kayla, déjame ver—pide preocupada.
—¡Fer, arde, quitalo!— digo con voz quebrada —Duele— quito mi reloj y lo dejo sobre la mesa.
—Tranquila, perdón, no fue mi intención— suena arrepentida. Con cuidado quitan el azúcar y envuelven con otro trapo limpio.
—Duele— siento mis ojos cristalizados y no tardo mucho en soltar lágrimas.
—Perdóname.
—No fue tu culpa.
Las cocineras terminan de hacerlo y nosotros nos sentamos en la mesa a comer. Algunos ya estaban aquí, otros están llegando. Pero no veo a Zac. Para ser novios, estamos muy separados.
Hablando del rey de Roma, él que se asoma. Me ve extraño.
Ya todos sentado, trajeron la comida. La mamá de Zac pidió que lo disfrutaramos... creo que yo ya lo hice. La comida esta deliciosa. Sentía una mirada, curiosa e intensa, la ignoré. Pasamos al postre que se ve delicioso. Aprobé el primer bocado y rico.
—¡Fer, esta delicioso!
—Lo sé.
Seguimos comiendo hasta que la reunión se terminó, ayudé a llevar los trastos a la cocina y Fernanda, acomodaba las sillas. Después de eso, algunos se quedaron haciendo saber que cosa, otros nos fuimos a las habitaciones a descansar. Lavo mis dientes, me acomodo en la cama y duermo.
Mañana siguiente:
Zac
Mi querida hermana me despertó (noten el sarcasmo) porque nuestros padres querían hablar con nosotros. Solo para decirnos que se van de viaje.
Iba entrar a mi habitación cuando esa voz me detiene. ¿No tiene algo mejor que hacer?
—¿Sí?
—Veo que al final te soltó tu novia.
—¿Qué quieres?
—Hablar contigo.
—Habla.
—Hace tiempo que no te veía por aquí, y cuando te vi, resulta que ya tienes novia.
—Resulta, que las personas que son engañadas, nos basamos en superar la traición con alguien mejor que lo anterior— puedo asegurar que se enojó. Se acerca a mí.
—¿Tan luego me superaste? Dijiste que nunca otra chica me sustituiría. Yo sé que ella no logra hacerte sentir como yo lo hacía— Se apega más a mí.
—Dije y pensaba, hasta que tú me engañaste. Y no, no me hace sentir como tú lo hacías. Lo hace mejor, como yo a ella, la hago sentir la única mujer— siento como se tensa del enojo.
—No es cierto— toma mi cabeza en manos besándome.
—Creo que interrumpo— oigo la puerta que cierra.
—Kayla.
—Se enojara— una sonrisa egocéntrica aparece. Entro al cuarto, esta viendo su celular.
—No sé como la quería— voltea y se mueve indicándome que me acueste.
—Eras estúpido— ríe —Soy toda oídos.
—Tenía 15, cuando por primera vez sentí un cosquilleo al verla allí. Le pedí que fuera mi novia, aceptó sin pensarlo, la presenté a mis padres la aceptaron, ya que era mi primera novia, pasó el tiempo, nos iba bien, salíamos juntos. Un día quedamos en salir Esteven y nosotros, no llegué, mis padres me dejaron cuidando a la rubia. Mi primo Zed me llamó diciendo que Abigail y Esteven, estaban más cerca de lo normal. Yo no creí, me enojé, después de un tiempo ella preguntaba y reía mucho con Esteven, creí que se llevaban bien. Un día le dije que la pasaría a traer para comer con mis padres, no aceptó pues sus padres saldrían ese mismo día, no tuve problema. Pasé por su casa, sus padres no estaban y la empleada dijo que estaba arriba en su cuarto. Subí... escuché ruidos extraños... entré y la vi desnuda sobre Esteven. Salí y le dije a mis padres que Abigail y yo habíamos terminado, porque no me parecía tan interesante, lo aceptaron y pedí que nos mudaramos. Aceptaron, me propuse que jamás volvería a tener novia, lo logré, ¿costó? Sí... pero aquí estoy con una novia falsa.
Ella ríe, analizando mis palabras, sus ojos cafés me ven.
—Lo siento mucho. Creí que los populares no tenían corazón y solo se preocupaban por cuantas chicas pasan por su cama. ¿Qué es ésto? Un récord ¿o qué?
El silencio se apoderó, no es incómodo, ambos lo disfrutamos viéndonos a los ojos, okay lo admito, es hermosa sus misterios y demás la hacen más atractiva.
—No bajes. Duerme conmigo.
—Bien.
—Las personas traicioneras son mierda de persona... no soy nada tuyo... pero gracias por contármelo. ¿Crees que alguien se enamore de mí por segunda vez? Yo no.
—Eres hermosa— sus mejillas se tornan rojas —Uno no, varios...
—Shh, calla durmamos.
Algunas horas después:
Escucho a lo lejos un ''click'' abro mis ojos encontrándome con una versión barata de mí.
—Fer, ¿no te cansas de joder?
—No. Mamá quiere que bajen, han dormido mucho tiempo— se mete a la cama enmedio de ambos. La verdad es que la mayor parte la hemos pasado viendo tv.
—¿Saben? No quería entrar, pensé que estaban haciéndome tía. No escuché gemidos entré.
—¿Siempre eres pervertida?— pregunta Kayla.
—No ¿Por?
—Tu hermano es un imbéciles, en enseñarte porno.
—Cuñada no te enojes, te quiero— le da un beso.
—Shh, calla. Sigamos viendo Riverdale— Kayla la abraza
4 horas después:
Kayla
—¡Chicos!
—Es tarde— me remuevo abrazando con más fuerza a Fer.
—¡Zac, Fernanda y Kayla!— Una mujer rubia frente a mí.
—...Mamá cállate— pide Zac.
—No. Ya han estado mucho tiempo metidos acá, ya son las 6:30pm— nos zarandea a los tres.
—Mamá cállate— Fer me abraza más.
—Se levantan ahora. Y no vuelvo a repetir— dice molesta, los tres nos sentamos en la cama al unísono. Veo a los hermanos.
—Uy no, Zac, versión mujer y hombre, un castigo horroroso— me ven mal y luego veo a su madre.
—Lo siento. Sin ofender.
—No te preocupes, también me pasa. Se apuran y bajan, es comida formal— sale, seguida de Zac, Fer se iba pero la detengo.
—¿...Qué?
—No uso vestido y no tengo ropa. Ayúdame.
—¿Qué vistes?
—Solo overol.
—Okay, esperame aquí, regreso— sale.
Entro al baño enciendo la regadera, me desvisto y entro. Termino de bañarme en 20 minutos. A los segundos entra Fer con un overol en manos.
—Toma, espero sea de tu talla— color negro con un moño blanco, hasta el tobillo, mangas largas.
Me lo pongo y justo es de mi talla.
—Te veo abajo— sale, tomo los botines negros que tiene púas doradas, dejo mi cabellos suelto y busco mi reloj pero no lo encuentro, recuerdo que ayer lo dejé en la cocina. Entro a la cocina y saludo a las cocineras, del refrigerador saco un tazón con frutas y miel, como mientras busco mi reloj.
—María, ¿No has visto mi reloj? Ayer lo dejé aquí.
—No señorita.
Sigo buscándolo cuando Abigail entra a la cocina con un vestido azul y todo. Las cocineras se van a dejar la comida.
—Con Zac y yo no pasó nada. No es lo que viste...— La veo discretamente.
El mismo cliché.
—No me interesa qué pasó con ustedes dos.
—Confías mucho en él ¿verdad?— con su mano derecha alborota un poco su cabello y tiene mi reloj.
Pinche chica... de Santa Clous.
—¿Dónde encontraste ese reloj?
—Estaba tirado, es mío.
—Dámelo, por favor, es mío.
—Nunca te vi con él.
—En la parte redonda tiene mi nombre— trato de no explotar.
—Que no te lo doy.
—Si no me lo das, te lo quito con todo y piel.
—¿Qué pasa aquí?— habla el papá de Zac.
—Señor, no me conocen y yo a ustedes tampoco. Solo quiero que Abigail me entregue mi reloj— Él la ve.
—Abigail, si es cierto entrégalo.
—No es cierto.
—El reloj tiene mi nombre— se lo quita, lo ve y me lo entrega.
—Disculpe señor, por todo esto.
—No te preocupes, nos esperan allá afuera— salimos de la cocina y nos dirigimos al patio. Siento que alguien me coge la mano, volteo y es Zac.
—Te ves bien— mis mejillas se ponen rojas.
—Tú también— lleva un trage azul, corbata negra.
Nos sentamos en la mesa, saludé a los padres y comenzamos a comer. La comida es riquísima. Sus platicas comienzan, no digo nada solo me concentro en no parecer tan estúpida de lo que soy. Terminamos, algunos se fueron a bailar otros se quedaron en la mesa y otros ''paseando la casa.''
—Estas muy aburrida— se sienta frente a mí.
—Háblame.
Comienza a sonar una canción de salsa, Abigail y Esteven comenzaron a bailar enfrente a nosotros. Zac me ve, yo a él.
—¿Quieres bailar?— pregunto, frunce el ceño en confusión.
—¿Lo haces por competencia?— dice molesto.
—Sí, no te...
—Okay, vamos— me tiende la mano, la tomo y nos dirigimos hacia la pista de baile.
—Solo te digo que no sé bailar salsa— advierto.
—Yo si, te guío.
Pone una mano en mi cintura, la mía la pone sobre su hombro, y las otras libres las entrelaza. Comenzamos a bailar. TORPEMENTE. Abigail y Esteven se acercan a nosotros, da una vuelta y con su cabello golpea mi cara. Trato de soltarme pero Zac me detiene.
Después de media hora ''bailando salsa'' fue un reto que sobra decir que ellos ganaron y la familia de Zac se puso de juez.
Suena una canción de bachata. Sonrio maliciosa y veo a Zac un poco agitado, no lo culpo.
—¿Sabes bailar bachata?
—Sí ¿y tú?
—También— sonríe malicioso, me pega más a él, veo a los otros ya están bailando.
Comienzo a menearme de un lado a otro, mis caderas, como si tuvieran vida propia igual las de Zac. Doy una vuelta y quedo a espaldas de él. Muevo mi cintura más hacia su torso. La familia, comienza a abuchear.
Bailamos por toda la pista, dando vueltas y moviendo la cintura y caderas como si la vida dependiera de ello. Zac me pega más, como si quisiera traspasarlo, sus ojos, se ven cansados, creo que los míos igual, nuestras mejillas levemente rojas. Para la canción y nos vemos, pega nuestras frentes y nuestros pechos suben y bajan.
—¡No los he visto que se besen!— grita Fer.
—¡Zac besala!— grita su madre.
—No...— da un pequeño beso sobre mis labios, lo fulmino con la mirada.
—¡Eso no es besar!
-–Hermano hazlo!
—Te mato...
Toma mi cabeza con su mano y la otra, aprieta mi cintura uniendo sus labios con los míos. Un beso lento y tranquilo, me quedo en shock, muerdo mi labio inferior, lo jala y trata de meter su lengua en mi boca, temiendo mi reacción, sigo sin menear la boca, él se siente que lo disfruta. Por falta de aire nos separamos.
Lo veo allí parado frente amí
tratando de normalizar su respiración.
—No me hagas, esto. Tú no...
Salgo corriendo de ahí antes que pasen cosas peores.
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