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Zac-(1/2)

Zac

—Yo de lo que estoy seguro es que Kayla, nos oculta algo— digo agitado, pasandole el balón a Tony.

—Sí. Tiene muchos misterios...— habla Justin, terminando de correr y acercándose a nosotros.

—Misterios, secretos y muchas personalidades— comenta Caleb.

—Tenemos que saber que le pasa a esa chica, lo sabemos, porque lo sabemos— Tony para el entrenamiento.

—Esa noche que dormimos juntos, ella gritó un nombre y dijo que debería estar enterrada y ella viva— recuerda Haminton, jugando con el balón.

–Cierto, además no se recuerda que se desvistio enfrente de nosotros, es muy rara— digo secandome el sudor.

—Tenemos que descubrir todos sus secretos y misterios, antes que se acabe el reto— explica Justin.

—Estoy de acuerdo— habla Caleb, yo apoyo su idea con un movimiento de cabeza.

Dejamos todo como lo encontramos y vamos a las duchas para bañarnos e irnos a casa, el colegio esta vacío ya que todos se fueron y solo los del equipo de fútbol nos quedamos.

Me duché y salí junto con Haminton, los demás se quedaron haciendo saber que cosa, me monto al auto y voy a mi casa, a empacar y descansar, ya que será un largo fin de semana.









Mañana siguiente: fin de semana.







Toco el timbre de la casa de Kayla, en el colegio, le dije que pasaría por ella a las siete de la mañana para ir con mis padres. Ella dijo que me iba a arrepentir de haberle pedido este favor.

—Hola Zac— saluda la hermana.

—Hola Maya. Vengo por Kayla— ella  grita a Kayla que sale de la cocina bien vestida y me quedo tonto viéndola.

—Oye, cierra la boca— se burla Maya, sacudo mi cabeza.

—Maya. Yo le dije que sería solo el día pero, en realidad es todo el fin de semana. No le digas nada— ella ríe.

—Por nosotros no hay problema. Tú verás cuando le digas— llega Kayla.

—Zac, ¿nos vamos?— eleva una ceja.

—Okay. Adiós Maya— doy un beso a su mejilla, Kayla me imita, nos montamos al auto y arranco.

—Te ves bien— noto como sus mejillas se ponen rojas.

—Agradece a mi hermana. Por mí vendría en ropa holgada— responde aún con sus mejillas rojas.

Lleva puesto un overol azul intenso, con manchas de colores fluorescente, llega a mitad del muslo, botines negros, cabello suelto un poco maquillada, reloj de mano, sin lentes.

—Tu hermana me las pagará— dice un poco molesta.

—Por mí está bien.










Después de un largo recorrido de 5 horas llegamos por fin a casa donde será la ''reunión familiar'' un lugar de campo. Bajamos y uno de los empleados baja la maleta para llevarla a mi habitación. Kayla esta observando todo.

—Entremos nos esperan— camina decidida pero detengo su andar.

—¿Qué?

—Tengo que tomar tu mano. Sospecharan si no lo hago— me burlo, rueda los ojos, pero me da su mano.

—Fer está muerta— susurra a lo que yo rio. Su mano es más pequeña que la mía.

Entramos a la casa, lo primero que veo son todos mis primos, primas... Esteven con Abigail agarrados de la mano.

—Hola hermanito, cuñada te ves bien—  saluda y comenta Fer.

—Fea, te mataré cuando tenga oportunidad.

—Fernanda ¿mis padres dónde están?

—Ohhh, si, ellos aún no vienen, hasta el almuerzo vendrán ¿por?

—Tengo que hablar a solas contigo. Kayla puedes irte a pasear la casa como quieras, solo no hables con nadie, ahora regreso— informo, tomo del brazo a mi hermana para llevarla a la cocina.

—Au...

—¿Por qué invitaron a esos dos?

—No me digas nada a mí. Dile a tus padres, cuando llegué ellos ya estaban aquí— coge un bocadillo y lo come.

—Mierda. Ellos siempre haciendo cosas sin consultarle a nadie. Lo que menos que quiero son problemas con ella y Kayla...

—Hola Zac, hace mucho que no te veo— comenta una voz atrás de Fer, volteamos a ver y Esteven.

—Igual... espero te la paces bien— digo tratando de salir pero lo impide.

—Tenemos que ponernos al día de todo, como los viejos tiempos.

—No, tengo que ir con mi novia, si no te importa.

—Te acompaño.

Bufo fastidiado, no quiero problemas, será muy difícil. Llego donde está Kayla quien esta hablando con... Abigail.

—Kayla tengo que presentarte a mi familia— tomo su mano y Abigail la ve.

—Hola Zac, no te veía hace tiempo— su voz tan chillona.

Lo sabemos, idiota.

—Abigail, igual.

—¿Son novios?— pregunta Esteven, intercambiando miradas entre Kayla y yo.

—Sí. Kayla, es mi novia. Ellos son Abigail y Esteven— da un apretón de mano.

—Ya la conocía a ella, pero a ti no, mucho gusto Kayla— extiende la mano, Esteven, sin dejarla de ver.

—Buenas tardes a todos. Perdón la tardanza, pero al final estamos aquí con ustedes. Pasemos al comedor— informa mi madre desde la puerta de entrada.

—Aquí viene el drama— habla Fer, para llevarse a jalones a Eloisa, donde están mis padres. Voy detrás de ellas.

—¡Hola papi, hola mami!— Les da un beso en la mejilla a cada uno, ven extrañados a Kayla.

—¿Tú quién eres?— pregunta mi madre:alta, excelente cuerpo para su edad, cabello rubio largo, tez blanca ojos cafés.

—Papá, mamá— los abrazo.

—Kayla, ellos son mis padres Elena  y Ruben. Padres ella es Kayla mi novia— veo de reojo a Fer, quien no evita sonreír.

—Hola, es un gusto señores Harrison— saluda sonriente. No creí que fuera a aparentar bien.

—Igual, Fernanda no deja de hablar de ti— comenta mi padre: alto, tez blanca, cabello castaño claro, ojos miel, cejas espesas.

—Ya lo creo— ve a Fer.

—No esperemos, vayamos a comer— pide Fer como niña.

—Ya veo de donde es hermosa tu hermana— dice al estar alejados de ellos y nos dirigimos al comedor.

—Yo también soy hermoso.

—No tanto. Eres feo.

Entramos al comedor, donde hay una mesa gigante, sentada casi toda mi familia, excepto mi abuela ya que murió.

—¿Dónde me sentaré?— pregunta nerviosa.

—Frente a mí—, la dirijo, lo bueno es que Fer esta a la par de ella y mi prima igual. Lo malo, que Esteven esta a mi lado frente a Kayla.

Los meseros traen toda la comida hacia la mesa y empezamos a comer no sin antes mi padre dar las gracias por nuestra presencia.

He de admitir que no fue tan mala la entrada, lo malo se dará cuando tenga que decirle a Kayla que se quedará aquí todo el fin de semana.

La comida fue tranquila y agusto, pasamos al postre, todo iba bien, entre platicas... no, interrogatorios de mis padres a Kayla. Fer respondía a cosas que ella no podía, la observaba ni una sola vez quite la mirada de ella. Es hermosa pero me gusta más al natural. Ella descubrió que la veía a mitad de la comida, negó repetidas veces, para susurrarle algo a mi hermana quien se rió con ganas pero bajo.

Nos levantamos para irnos a hacer alguna actividad que queríamos. Estoy sentado en la parte atrás de la casa sin el saco.

—Te estoy buscando y buscando Zac— aparece  Kayla, con cara de aburrimiento y sueño, su cabello despeinado un poco y se ve que ya no soporta el enterizo.

—Ya me encontraste, ven, siéntate— pongo mi mano sobre el césped a mi lado para que se siente.

—¿Cuándo nos vamos? Ya estoy aburrida— habla  irritada.

—Todavía no. Kayla nos quedaremos hasta el lunes por la mañana, pasaremos el fin de semana acá— ese fue el punto para desear no estar acá.

—¡¡JODER, ZAC!! ¡¡TÚ NO DIJISTE ESO, DIJISTE QUE SOLO UNA COMIDA Y YA!!— grita enojada, la entiendo.

—Lo sé, pero si te decía eso, no aceptarías, tuve que mentir para que aceptarás. No te enojes verás que se pasará volando— la consuelo, ella niega, puedo asegurar que me esta matando con sus palabras ya que murmura cosas, las dice con odio.

—Okay. No discuto más, porque no tengo ganas, además tengo sueño, quiero quitarme esta maldita ropa, el maquillaje todo– hace un puchero, se ve tierna.

—Vamos, te llevaré a la habitación— me levanto, tendiendole la mano, la desprecia y se levanta por su cuenta.

Entramos a casa, ella no con muchas ganas de caminar, pasamos por el pasillo atravesamos la cocina y subimos las escaleras, me detienen en el cuarto escalón.

—¿Podemos hablar?— alzo las cejas.

—No lo creo.

—¿Qué, tu novia te regaña?

—¡Zac, apúrate!— exclama, antes que pueda responder.

—Adiós— subo, encuentro a Kayla recostada sobre la pared, con sus manos metidas en los bolsillos del overol.

—¿Quién es?

—Luego te digo— paso de largo. Entro a mi habitación seguida de ella, se recuesta y voy directo al baño, no encuentro las bolsas, así que bajo de nuevo.

—María, puedes llevar las bolsas que trage ayer a mi habitación.

—Claro, ya se lo llevo— vuelvo a subir, creo que ya esta dormida.

—Despierta, Kayla.

—Mmm, cállate— pide somnolienta.

—Vete a bañar, levantate— la zarandeo.

—Okay— abre los ojo.

—Ven, tu habitación es la de enfrente— señalo, se levanta y se dirige hacia allá. A los segundos entra María con muchas bolsas de diferentes tiendas.

—Gracias— ella asiente y sale. Las agarro, entro a la habitación, escucho la regadera encendida, dejo las bolsas sobre la cama, toco la puerta.

–¿Sí?

—Solo habrá una cena formal, viste como quieras.

—Okay...

Salgo de ahí, me desvisto y entro a la ducha, quiero dormir, y descansar un poco.







Kayla

Disfruto del agua que cae de la regadera, enserio ya no soportaba tener puesta toda eso  sobre mí. Salgo con una toalla enrollada en mi cuerpo y cabello. Veo muchas bolsas de diferentes tiendas, se ven que son caras. Me acerco veo bolsa por bolsa.

Hay  ropa interior, camisas un poco holgadas, shorts cortos, pantalones azules y camisas formales.

Tropiezo con algo, veo y hay dos cajas de zapatos, tacones y sandalias... lo que gane en mi trabajo servirá para pagarle todo a Zac. Termino de vestirme, peino mi cabello, lo dejo suelto, me acuesto, cierro los ojos y caigo en los brazos de morfeo.


3 horas después:

—Kayla, despierta— escucho a lo lejos.

—¡Despierta!

—¡Déjame dormir!— gruño y abro los ojos encontrándome con un rostro similar al de Zac.

—Ver a Zac, versión mujer es un castigo horroroso— me burlo y Fer me da un zape.

—Tienes que alistarte para la noche.

—No tengo ganas, que tu hermano vaya con su novia imaginaria. No lo soporto, además creo que a nadie de tu familia le caigo bien. Abigail y Esteven... no me tragan del todo.
Cuando veníamos para arriba ella lo llamó y tuve que gritarle para que lo dejara subir— hablo sin abrir mis ojos.

—Que lástima.

—Jódete.

—En fin. Tienes que estar elegante. No tanto, es solo una cena y ya, la muy perra estará allí, así que debes estar bien y mejor— eleva una ceja.

—¿Qué perra? ¿Quién te dijo que estaba aquí?

—Nadie... eso no importa.

Ella saca todo de las bolsas, lo pone sobre la cama.

—Ponte esto— me enseña un pantalón ajustado azul y una camisa hombro caído, color gris.

—Eso no— me levanto y veo que hay.

—Esto— digo enseñando un short corto de tela rojo, y la camisa gris.

—Se ve bien. Te veo abajo– sale. Tomo una ducha rápido, me visto, pongo los botines que trage y salgo.

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